segunda-feira, 5 de outubro de 2009

PLÁCIDO, Santo (e outros)

Plácido, Santo

Plácido, Santo

Mártir
Outubro 5

Etimologicamente significa “de carácter suave”. Vem da língua latina.
Uma das maravilhas que se sente ao escrever estas breves biografias é ver como a Igreja, que nasceu entre gente simples, foi sempre e tem sido a semente cultural, espiritual e humana em todo o mundo.
Este jovem viveu em pleno século VI. Durante mais de cinco séculos, os beneditinos o honraram como um fiel servidor de Deus não sendo nem bispo nem mártir.
São Gregório Magno, sem embargo, ensina-nos em seus magníficos “Diálogos” que desde muito jovem foi confiado a S. Bento.
Este, levado de sua santidade feita realidade nas suas obras, o levou consigo primeiramente a Subiaco e em continuação a Monte Casino, onde morreu placidamente na sua cama.
Outros beneditinos posteriores, concretamente no século XII, lhe compuseram uma “paixão” (espécie de obra teatral para ser representada nas portas das igrejas). Estes beneditinos pertenciam a Sicília e foram eles os que começaram a considerá-lo como um mártir.
Dizem que veio de Monte Casino a Mesina. Aqui – coisa de sempre – os piratas invadiram o mosteiro, o saquearam e submeteram a torturas os monges.
No final do século XVI, começaram a fazer-se escavações arqueológicas. E resulta que em Mesina encontraram muitos esqueletos. Uma vez estudados, se atribuíram aos monges que haviam sido assassinados pelos piratas invasores e saqueadores.
Os obrigaram a apostatar de seu Cristo e, ao não cometer semelhante injúria contra Deus, lhes deram morte.
Historicamente, é muito mais seguro que Plácido terá morrido em Monte Casino.
¡Felicidades a quem leve este nome!

Froilán de León, Santo
Eremita e logo Bispo, Outubro 5

Froilán de León, Santo

Froilán de León, Santo

Eremita

Martirológio Romano: Em León, cidade de Espanha, comemoração de São Froilán, bispo, que primeiro foi eremita e depois, ordenado bispo, evangelizou as regiões libertadas do jugo dos muçulmanos, propagando a vida monástica e distinguindo-se por sua beneficência feita aos pobres (905).
Etimología: Froilán = o senhor das terras, vem do germánico

San Froilán fue uno de los hombres que forjaron la España medieval en las difíciles horas del siglo IX. Dos grandes tareas se imponían a los hombres de aquella época para librarse del angustioso aniquilamiento que les amenazaba: la reconquista del suelo patrio de manos de los árabes y la inmensa obra de colonización que a la Reconquista seguía. Era preciso entonces hacerlo todo. Al recobrarse la yerma y asolada geografía hispánica había que imprimir sobre ella, como sobre tabla rasa, el espíritu, el carácter, la cultura y la pasión de la España cristiana, que re nacía con sello nuevo tras los Montes Cántabros. La acción fe cunda de Froilán, su vida y su espíritu, lleno de afanes de supe ración, quedaron tejidos en la trama de la historia de aquella España.
¿Quién era San Froilán y cuál fue la trayectoria de su vida? Por fortuna, se conserva una corta biografía del ortodoxo varón Froilán, obispo legionense, copiada en elegante minúscula visigótica por el diácono Juan, contemporáneo suyo. Esa copia es del año 920, quince años después de la muerte del santo obispo (905). Ignoramos quién fue su autor. A pesar de su estilo lacónico y de sus adherencias legendarias, podemos reconstruir los rasgos fundamentales de su vida y carácter.
Nace el año 833 en los arrabales de Lugo. Allí recibe durante sus primeros años la enseñanza que los concilios exigían a los candidatos para el sacerdocio. Al llegar a los dieciocho años su vida interior entró en crisis. Dudó entre la vida retirada del desierto o la actividad apostólica. El futuro fundador de cenobios y gran predicador de muchedumbres opta por la soledad de los montes. Los espíritus superiores toman personalmente la iniciativa de su vida y Froilán quiso consagrarla totalmente a la familiaridad íntima con Dios. Buscaba a Dios en aquellos montes y lo encontraba en todas las criaturas, que le hablaban de una belleza arcana y superior. El podía cantar dulcemente aquellos versos de Berceo :

Yaciendo a la sombra perdí todos cuidados;
odí sones de aves dulces e modulados.
Nunca udieron omnes órganos más temprados,
nin que formar pudiesen sones más acordados.

Mientras él gozaba de los encantos de la soledad, estallaba en la España musulmana una violenta persecución contra los cristianos. El año 850 comenzó a florecer de nuevo con el rito solemne de la sangre el martirologio cordobés. Rosas purpúreas de esta larga primavera martirial fueron, entre otros, el sacerdote Perfecto, degollado el día de la Pascua mora; el erudito monje Isaac, decapitado y colgado de un palo; el joven Sancho, crucificado; las dos vírgenes Columba y Pomposa, y el más famoso de todos, el bienaventurado Eulogio, aquel hacedor anhelante de mártires, cuya cabeza cortó el alfanje de un solo golpe, a las tres de la tarde del sábado 11 de marzo del año 859.
Tal vez la voz poderosa de esta sangre inocente retumbó entre los montes donde Froilán se escondía y le empujó a organizar una cruzada. Tal vez en el diálogo familiar con Dios sintió la invitación a la vida activa. Nos cuenta su biógrafo, con la ingenuidad de nuestros cantares de gesta y, sin duda, imitando los inicios de la predicación de Isaías, que al joven eremita le acuciaba la duda de si debía permanecer por más tiempo en aquellas soledades. Para liberarse de ella se sometió a la prueba del fuego. Si Dios suspendía las leyes, era señal evidente de su voluntad divina. Froilán introdujo unas brasas encendidas en su boca. El fuego no le causó la más mínima quemadura. Dios había hablado. De los montes se lanzó a los poblados a propagar entre los hombres otro fuego que le ardía dentro. Su vida nos dice escuetamente que recorría las ciudades predicando sin cesar la palabra divina con gran aplauso de todos.
En sus triunfos pastorales sentía irresistiblemente el atractivo de la soledad para reponer sus energías. Acompañado del sacerdote Atilano torna a su retiro. Ambos se escondieron en los montes de Curueño (León). Pero los pueblos en masa le seguían a su celda solitaria. Con las muchedumbres iban magnates y obispos que anhelaban oír su palabra. Entre sus oyentes se despertaron numerosos seguidores cautivados por sus ejemplos. Ante los ruegos insistentes se ve forzado a bajar a la ciudad de Veseo. Allí erige su primer monasterio, que llenará pronto con 300 monjes. Es el comienzo de una nueva etapa: fundador de cenobios. Su fama salta los montes de León y llega a oídos de Alfonso III en Oviedo. El rey le envía mensajeros ordenándole venir a su corte. Honda impresión causó en Alfonso la presencia de aquel monje. Se fija en él para la gigantesca obra de repoblación que había comenzado su padre, Ordoño I. Las fronteras del reino astur-leonés llegaban por el sur hasta la línea del Duero. De Castilla se podía decir lo del poeta: «Harto era Castilla menguado rincón cuando Amaya era corte, Hitero el moyón". Zamora, Toro y Simancas eran fortalezas que espiaban posibles asaltos árabes al reino cristiano. Las zonas fronterizas a ambos lados del río estaban despobladas y devastadas por los reyes asturianos. Lo exigía así la táctica militar. Pero había que ir empujando la frontera más abajo. Para eso, en la zona norte del Duero era necesario levantar los poblados destruidos y poner en explotación las tierras abandonadas. Ninguna fuerza más cohesiva para dar vida a estas preocupaciones regias que la acción colonizadora de los monasterios. Esto lo comprendió cabalmente Alfonso III y concedió al Santo amplias facultades para visitar todos sus dominios y levantar cenobios a cuyo amparo se acogiesen los nuevos poblados. Estas agrupaciones humanas, así formadas, constituían una unidad política cuyo jefe era el abad, y sus agentes y maestros los monjes, que enseñaban las artes de la paz e infundían el espíritu de cruzada en la guerra de reconquista. Froilán puso en juego de nuevo su capacidad de iniciativa y se dio a recorrer las tierras del reino alfonsino. Su beligerante actitud le llevó a fundar dos grandes monasterios cerca de la frontera, a pocos kilómetros de Zamora. El primero fue el de San Salvador de Tábara. En él se congrega ron 600 monjes de ambos sexos. Era uno de esos monasterios llamados dúplices, donde las monjas, aunque rigurosamente separadas, tenían la ventaja de la asistencia sacerdotal y de la defensa en caso de invasión.
Fue éste, en el siglo x, uno de los más famosos monasterios por el arte refinado de su escritorio. La pesadumbre del tiempo, insensible a los afanes del hombre, no nos ha permitido ver en su realidad de piedra la arquitectura de esta fundación. Pero, afortunadamente, un códice de su escritorio nos la conserva parcial mente. En el último folio aparece la torre del monasterio, "alta y lapídea", de sillería policroma, con ventanales de arcos de herradura. Sobre el tejado, dos airosas torrecillas con sendas campanas. A los lados de los últimos ventanales, dos balcones voladizos se asoman al horizonte. Tres hombres suben a la torre por unas es caleras de mano y otro hace sonar las campanas tirando de una cuerda. Adosado a la torre está el escritorio. Un pergaminero aparece sentado en un taburete cortando el pergamino con grandes tijeras. En un aposento inmediato están el monje Senior, copista, y Emeterio, escriba y pintor, discípulo predilecto de Magio. Fue Mágio la gloria cultural más notable del monasterio tabarense. Contemporáneo en su niñez de Froilán, elevó a alturas maravillosas el arte de la miniatura, ese arte casto, espiritual y apacible a los ojos, y que mueve el ánima a altas consideraciones". Son todos los datos que poseemos de esta espléndida fundación. Del segundo monasterio tenemos aún menos noticias. Según el citado biógrafo, lo levantó en un emplazamiento alto y ameno junto a las aguas del Esla, al parecer cerca de Moreruela (Zamora). Sólo una frase añade a este laconismo: ..se reunieron allí 200 monjes consagrados a la ascesis de la vida regular". Aquellos cronistas medievales, avaros del tiempo, no nos cuentan nada de los métodos de dirección espiritual del Santo cenobiarca ni del ambiente de perfección que, sin duda, reinaba en estos monasterios. Pero se siente palpitar en estas breves páginas biográficas la dinámica incontenible de Froilán, su temperamento emprendedor, su espíritu sobrenatural lleno de ardorosa elocuencia, su recia personalidad de caudillo espiritual. Esa era la fama que corría de pueblo en pueblo y de comarca en comarca y que cada día ganaba más admiradores. Por eso no es extraño que, al quedar vacante la sede de León, se alzase unánime la voz del clero y del pueblo, reclamando por obispo al abad Froilán. El rey, que no había lo grado convencerle para que aceptase el oficio pastoral, se alegró sobremanera. Vencida su resistencia, fue consagrado obispo de León el día de Pentecostés, 19 de mayo del 900. Ese mismo día recibía también la consagración episcopal para la sede de Zamora su inseparable y santo amigo Atilano. Estas dos lumbreras, dice emocionado el autor anónimo, puestas sobre el candelero, iluminaron con la claridad de su luz eterna todos los confines de España. La Iglesia de León, que estaba dedicada, según una donación de la época, "a los señores, santos, gloriosos y, después de Dios, fortísimos patronos Santa María Virgen, Reina celeste, y San Cipriano, obispo y mártir", recibía ahora clamorosamente por obispo al que había de ser su Patrono hasta el día de hoy. Sólo la gobernó cinco años, pero el heroísmo de sus virtudes y el triunfo de su santidad la aureolaron para siempre.

Atilano de Zamora, Santo
Bispo, 5 Outubro

Atilano de Zamora, Santo

Atilano de Zamora, Santo

Bispo
Outubro 5

Pocos datos, y algunos improbables. Pero los ciertos bastan para destacar la personalidad eminente de uno de los obispos españoles de los difíciles años de la Reconquista.
Nace en Tarazona hacia el 850, familia noble. A 15 años está ya en el monasterio. Ordenado sacerdote y dedicado a la pastoral activa, destaca como predicador. Sin embargo, Atilano anhela la vida solitaria de oración y penitencia. Para eso busca un maestro experimentado que es ardua tarea en aquella época ya que, por testimonio de Odilón de Samos que inspeccionó por mandato de Ordoño I la vida eremítica en Galicia, se sabe que había de todo entre los solitarios, incluso eremitas que hacían de espías para el mejor postor. Acertó en la elección: Un monje predicador y al mismo tiempo solitario llamado Froilán, que no era sacerdote, ni amigo de honores y alabanzas.
Ambos se apartan en la montaña del norte de León, cerca de Valdorria y ya estarán juntos siempre... hasta que sean obispos. Con ansias de soledad que pocas veces pudieron disfrutar.
Su fama de santidad y el rumor extendido en la comarca hace que hombres y mujeres de todas partes acudan a la zona del Curueño para escuchar de ellos la Palabra divina.
Por las peticiones insistentes de las gentes del pueblo, se ven obligados a levantar un monasterio en Veseo que llegó a contar en la época de los santos hasta 300 monjes que seguirán la regla de San Fructuoso o San Isidoro.
Fama que llega a toda España. La corte de Oviedo, Alfonso III el Magno colma de honores al abad Froilán y le faculta para construir monasterios en su reino. Era la hora de impulsar la labor colonizadora soñada. Las fronteras del reino astur-leonés llegaban hasta la línea del Duero. Zamora, Toro y Simancas son fortalezas que vigilan los posibles asaltos árabes al reino cristiano. Las tierras fronterizas a ambos lados del río estaban despobladas y devastadas por los reyes asturianos. Lo exigía así la táctica militar. Pero había que ir empujando la frontera más abajo y en la zona del Duero era preciso levantar los poblados destruidos y explotar las tierras abandonadas. Esta preocupación regia hermanaba con el deseo evangelizador de Friolán y Atilano: los monasterios podrían ser la fuerza cohesiva capaz para la colonización. El monasterio había de ser una organización a cuyo amparo se acogieran las gentes, enseñaran las artes de la paz e infundiera el espíritu de cruzada en la guerra de reconquista.
Cuando se asientan las posiciones fronterizas por la derrota de Almondhir, cerca de Benavente o de Zamora, se comienza su reedificación y repoblación. Los santos Froilán y Atilano fundan el monasterio doble de San Salvador de Tábara, que llega a reunir hasta 600 religiosos, hombres y mujeres, con separación completa, sometidos a severa disciplina.
Esto facilita la labor colonizadora y cultural, además de religiosa. Los campos se roturan y cultivan al abrigo del monasterio donde se alaba a Dios, se reza, se estudia, se copian libros hasta llegar a ser en siglo X, el más refinado escritorio. Allí ejercen los arquitectos, pergamineros, pintores, miniaturistas que elevan el alma, y se desarrollan los oficios y el arte.
Y a orillas del Esla fundan otros pequeños cenobios.
Culminan sus fundaciones en Moreruela. Se levanta allí un gran monasterio, en lugar alto y ameno, que alberga a 200 monjes. Luego será enriquecido con privilegios por Alfonso VII, Fernando II, y el Papa Alejandro III y, ya en el siglo XII, cuna del Císter en España. Son contemplativos al tiempo que poseen un dinamismo emprendedor. Fueron consagrados Obispos el mismo día de Pentecostés del año 900. El abad, Froilán, será obispo de León hasta su muerte, en el 905; el prior, Atilano, será el obispo de la repoblada Zamora, gobernándola con sabiduría y bondad hasta el cinco de octubre del 919, que fue su muerte.

Faustina Kowalska, Santa
Apóstola da Divina Misericórdia, 5 de Outubro

Faustina Kowalska, Santa

Faustina Kowalska, Santa

Apóstola da Divina Misericórdia

Martirológio Romano: Em Cracóvia, na Polónia, santa María Faustina (Elena) Kowalska, virgem das Irmãs da Bem-aventurada Virgem Maria da Misericórdia, solícita de anunciar o mistério da divina misericórdia (1938).
Data de canonização: Foi beatificada em 18 de Abril de 1993 e logo canonizada em 30 de Abril de 2000, em solenes cerimónias presididas pelo Papa João Paulo II.

Sor Faustina nació en el año 1905 en la aldea de Glogowiec, cerca de Lodz, como la tercera de diez hermanos en la familia de Kowalski. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración, laboriosidad, obediencia y sensibilidad ante la pobreza humana. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para trabajar de empleada doméstica en casas de familias acomodadas. A los 20 años entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, donde ­ como Sor María Faustina ­ vivió 13 años cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera. Su vida, aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su unión con Dios. Desde niña había deseado ser una gran santa y, en consecuencia, caminó hacia este fin colaborando con Jesús en la obra de salvar a las almas perdidas, hasta ofrecerse como sacrificio por los pecadores. Los años de su vida conventual estuvieron marcados, pues, por el estigma del sufrimiento y las extraordinarias gracias místicas.
La misión de sor Faustina consiste en 3 tareas:
­

  • Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.
  • ­ Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el prójimo.
    ­
  • La tercera tarea es inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia el prójimo. Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor María Faustina.
    Sor María Faustina manifestó su misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores. Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio ‹dijo el Señor Jesús a sor María Faustina‹ tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario 1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a científicos que descubren en ella un frente más para sus investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas,por citar algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco.
    El 18 de abril de 1993 el Papa Juan Pablo II beatificó a nuestra Sor Faustina Kowalska en la Basílica de San Pedro en Roma. Fue en el primer domingo de Pascua, en el cual, según el pedido expreso de Jesús a Sor Faustina, debía celebrarse la Fiesta de la Misericordia. Y la beatificó precisamente Juan Pablo II, quien siendo aún arzobispo de Cracovia, llevó adelante el proceso arquidiocesano como paso previo a los procesos romanos.
    El 30 de abril de 2000, el Santo Padre Juan Pablo II, canonizó a Sor Faustina, en la Basílica de San Pedro, frente a 200.000 devotos de la Divina Misericordia.

  • ORAÇÃO PARA ALCANÇAR GRAÇAS
    por meio da beata Sor Faustina

  • Oh Jesús, que hiciste de la beata Faustina una gran devota de tu infinita misericordia,
    concédeme por su intercesión, si fuere esto conforme a tu santísima voluntad, la gracia de .............................., que
    te pido. Yo, pecador/a, no soy digno/a de tu misericordia, pero dígnate mirar el espíritu de entrega y sacrificio de Sor Faustina
    y recompensa sus virtudes atendiendo las súplicas que a través de ella te presento confiando en tí.
    Padre nuestro...
    Ave María...
    Gloria...
    Santa Faustina, ruega por nosotros.
  •  
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    Sito de Santa Faustina
    Este día también se festeja a São Plácido, São Simón e São Froilan
  • Flora de Beaulieu
    Virgem, Mística, 5 Outubro

    Flora de Beaulieu

    Flora de Beaulieu

    Santa Flora (1300-1347) Nació en Maurs, Francia. Alrededor del año 1324, la santa ingresó al convento de las monjas "hospitalarias" de la orden de San Juan de Jerusalén.
    Allí recibían a los enfermos y a los peregrinos. Desde su ingreso Flora tuvo que hacer frente a toda clase de pruebas espirituales. En una época le asaltó el deseo insidioso de volver al mundo. A consecuencia de esto sufrió una depresión nerviosa, y la tristeza que se revelaba en su rostro enfadaba a sus compañeras, las cuales insistían en tratarla como demente. Sin embargo, bajo la ayuda de un confesor que sí creyó en ella, la santa hizo grandes progresos en la vida espiritual, y Dios le concedió al fin las más extraordinarias gracias místicas. Tal vez, la más curiosa de estas experiencias fue la sensación que tenía la santa de que llevaba dentro de su cuerpo una cruz de madera de la que prendía el cuerpo del Salvador. Los brazos de la cruz le perforaban las axilas y le producían hemorragias. Unas veces eran bucales y otras, la sangre manaba de una herida que tenía en el costado. Sus éxtasis duraban a veces desde la misa de la mañana hasta las vísperas del mediodía.
    Murió en 1347, a los 38 años de edad. En su tumba se dieron numerosos milagros. Durante toda su vida, Flora fue colmada de gracias y de sufrimientos, en igual medida.
    É a padroeira das Violetas, Margaridas, Dálias, Hortênsias, e em geral de todas as que levam nome de flor.

    Raimundo de Capua, Beato
    Biógrafo de Catalina de Siena, 5 Outubro

    Raimundo de Capua, Beato

    Raimundo de Capua, Beato

    Fue un religioso italiano, entró en la Orden de Predicadores (Dominicos) en 1350, en Bolonia. Fue el director espiritual de Santa Catalina de Siena, también fue profesor y superior de varios conventos. Ejerció los cargos de provincial en Lombardía en 1380 y Maestro General de la Orden.
    Primeros tiempos en la Orden
    Nació en Capua en 1330. Hijo de una de las familias más prominentes de Bolonia, conoció la Orden de Predicadores siendo estudiante universitario, a la que ingresa en 1350, tiempo más tarde contaría que en un sueño, el mismo Santo Domingo de Guzmán lo habría motivado a dar ese paso. Una de sus primeras obligaciones fue la de ser director espiritual de varios conventos de monjas en la región de Montepulciano. Fue uno de los primeros biógrafos de Santa Inés de Montepulciano, que había fallecido unos cincuenta años antes.
    En 1367 fue llamado a Roma a fin de ser el superior del convento de Minerva. Enseñó en Santa María Novella, en Florencia, hasta que en 1374 fue enviado a Siena por el Maestro General de la Orden. Allí vivía Santa Catalina de Siena, la gran mística, a quien las autoridades de la Orden estaban lógicamente interesadas en servir, siendo Raimundo nombrado su director espiritual y confesor.
    Con Catalina
    Raimundo fue un hombre cuidadoso y modesto a pesar de haber sido nombrado para acompañar a una de las mujeres más celebres de ese tiempo. Al principio no demostró gran entusiasmo por su nueva misión, más el trato cotidiano le hizo ver que estaba conociendo a una verdadera santa. Una de sus primeras decisiones fue permitirle recibir la comunión diaria (una práctica muy poco concedida a laicos en ese entonces). Con la llegada de la peste negra a la región, los dos se volvieron incansables compañeros, apoyando y confortando a los enfermos y sus familias. Él mismo cayó enfermo, más con los cuidados y sobre todo las oraciones de Catalina se restableció cuando todos ya lo daban por perdido. Acompañó a Catalina en los últimos seis años que a ella le restaban, fruto de su acción, Catalina le enviaba diariamente docenas de personas para que se confesaran y se convirtieran, lo que le dejaba totalmente exhausto y sin tiempo para nada más. La Orden designó dos monjas para que los ayudaran con esa labor.
    El Cisma
    Cuando Catalina consiguió convencer al Papa Gregorio XI de regresar a Roma, terminando los setenta años de cautiverio en Avignón, este falleció al poco de su llegada, dando paso a la confusa elección de Urbano VI, algunos cardenales elegirán a Clemente VII. Todo el país, la Iglesia y la propia Orden se dividirán en varias facciones, apoyando a un bando o al otro. Catalina y Raimundo apoyarán al Papa legítimo, Urbano VI. Raimundo fue enviado por éste ante el rey de Francia para establecer negociaciones, pero fue impedido por soldados y populacho que apoyaban a la facción contraria. Catalina lo criticó duramente por haberle faltado el coraje y bravura suficientes para poder realizar aquella misión tan importante ante la cual poco valor tenía la propia vida.
    Maestro y reformador
    Pocas semanas después de la muerte de Catalina, en 1380, Raimundo fue electo Maestro General de la Orden, por lo menos por aquellos que apoyaban a Urbano VI. Su mandato,
    en tales circunstancias fue obviamente muy complejo y difícil. Trató de reunir nuevamente a la dividida Orden, intentando restaurar el sistema de la observancia, una reforma religiosa que apenas pudo triunfar con Santa Teresa de Ávila. Además fue criticado por descuidar el estudio como factor primordial en el carisma dominico, sin embargo su estrategia de introducir en cada provincia al menos un convento reformado, resultó vencedora.
    Falleció en Nurembega, en 1399, cuando estaba promoviendo la reforma, siendo posteriormente trasladado a Nápoles. En el quinto centenario de su muerte, el papa León XIII lo beatificó.

    traducido por Xavier Villalta

    Alberto Marvelli, Beato
    Laico, 5 Outubro

    Alberto Marvelli, Beato

    Alberto Marvelli, Beato

    Nace en Ferrara, Italia, el 21 de marzo de 1918. Es el segundo de seis hermanos. Crece en una familia cristiana, en la que a la vida de piedad se unen actividades caritativas, catequísticas y sociales.
    Participa en el Oratorio salesiano y en la Acción Católica, donde madura su fe con una opción decisiva: “mi programa de vida se resume en una palabra: santidad”.
    Alberto reza con recogimiento, enseña la catequesis con convicción, demuestra celo apostólico, caridad y serenidad. Posee un carácter fuerte, decidido, voluntarioso y generoso y un fuerte sentido de la justicia, por ello influye moralmente entre sus compañeros. Es deportista y dinámico; ama el tenis, el fútbol, la natación, las excursiones en la montaña, pero su gran pasión será la bicicleta, en la que descubre un medio privilegiado para su apostolado y su acción caritativa.
    Madura su formación cultural y espiritual en la Federación Universitaria Católica Italiana (F.U.C.I.), eligiendo como modelo de vida juvenil a Pier Giorgio Frassati.
    Una vez finalizados sus estudios universitarios en ingeniería mecánica el 30 de junio de 1941, Alberto debe enrolarse como militar, puesto que Italia está en guerra, una guerra que él condena con lucidez y firmeza: “descienda pronto la paz con justicia para todos los pueblos, la guerra desaparezca para siempre de la faz de la tierra”. Dado de baja en el ejercito por tener tres hermanos en el frente, trabaja durante un breve período en la FIAT de Turín.
    Tras los trágicos acontecimientos del 25 de julio que lleva a la caída del fascismo y la ocupación alemana del territorio italiano el 8 de septiembre de 1943, Alberto vuelve a su casa de Rímini. Sabe cuál es su misión: transformarse en obrero de la caridad.
    Después de cada bombardeo Alberto es la primera persona en ayudar a los heridos, a dar valor a los sobrevivientes y a asistir a los moribundos, a sacar de las ruinas a los sepultados vivos.
    A su alrededor hay no sólo ruinas sino también tanta hambre. Alberto distribuye a los pobres colchones, frazadas, ollas y todo lo que logra recoger. Va donde los campesinos y comerciantes, compra alimentos y después, en su bicicleta cargada de provisiones, sale en busca de los que tienen hambre. Muchas veces regresa a su casa sin zapatos e incluso sin bicicleta: había dado a quien tenía más necesidad que él.
    Durante el período de la ocupación alemana Alberto logra salvar a muchos jóvenes de la deportación. Con una acción heroica consigue abrir los vagones del tren que partía desde la estación de San Arcángel y libera a hombres y mujeres que iban destinados a los campos de concentración.
    Después de la liberación de la ciudad el 23 de septiembre de 1945, al constituirse la primera junta del Comité de liberación, entre los asesores figura Alberto Marvelli, a pesar de no estar inscripto en ningún partido político ni pertenecer a los “partegiani”. Todos han reconocido y valorado el gran trabajo realizado por él a favor de los sin techo.
    Tiene 26 años, es joven, pero afronta concretamente los problemas, con aptitud y competencia. Posee coraje en las situaciones más difíciles y una disponibilidad sin límites. Le confían el cargo más arduo: ocuparse de poner orden en la concesión de viviendas en la ciudad. Después le encargan el área de la reconstrucción, como colaborador del Ente de Ingenieros Civiles.
    Alberto escribe en un pequeño bloc: “servir es mejor que hacerse servir. Jesús sirve”. Es con este espíritu de servicio que Alberto asume siempre sus obligaciones cívicas.
    Cuando en Rímini vuelven a surgir los partidos políticos, se inscribe en la Democracia Cristiana. Vive su compromiso político como un servicio a la sociedad organizada: la actividad política podía y debía transformarse en la expresión más alta de la fe vivida.
    En 1945 el Obispo lo llama a dirigir a los Profesionales Católicos. Su compromiso se sintetizó en dos palabras: cultura y caridad.
    Convencido de que “no es necesario llevar la cultura sólo a los intelectuales sino a todo el pueblo”, funda una Universidad popular. Abre un comedor para pobres. Los invita a misa y reza con ellos; después, en la mesa sirve la comida y escucha sus necesidades. Su actividad a favor de todos no conoce descanso. Como cofundador de la A.C.L.I. (Asociación Católica de Trabajadores Italianos), forma una cooperativa para los que se dedican a la construcción; es la primera cooperativa “blanca” en la “roja” región italiana de la Romaña.
    La intimidad con Jesús Eucarístico lo lleva a no encerrarse en sí mismo, a no desatender su compromiso con la historia. Por el contrario, cuando se da cuenta de que el mundo que lo circunda está bajo el signo de la injusticia y del pecado, la Eucaristía le da fuerzas para realizar su trabajo de redención y liberación, capaz de humanizar la faz de la tierra.
    Al anochecer del 5 de octubre de 1946, mientras se dirige en bicicleta a un comicio electoral, siendo uno de los candidatos para la elección de la primera administración comunal, un camión militar lo atropella y le provoca la muerte. Tenía 28 años.
    Toda Italia lloró su muerte. En la historia del apostolado de los laicos, la figura de Alberto Marvelli se presenta como la de un precursor del Concilio Vaticano II en lo que se refiere a la animación y el compromiso apostólico de los laicos en la transformación cristiana de la sociedad. El siervo de Dios Jorge La Pira escribió sobre él: “La Iglesia de Rímini podrá decir a las próximas generaciones: yo os muestro cómo es la vida cristiana auténtica”.

    Ana Schaeffer, Beata
    Ana Schaeffer, laica, apóstola do sofrimento, 5 Outubro

    Ana Schaeffer, Beata

    Ana Schaeffer, Beata

    Anna Schaffer nació 18 el 1882 de febrero en la parroquia de Mindelstetten, entre Regensburg y Ingolstadt en el corazón de Baviera (Alemania). Niña callada, reservada, ella aprendió la piedad y el amor de Dios de su madre que la enseñó ser una buena cristiana. Después de hacer la Primera Comunión, ella se ofreció al Señor, siendo su más caro deseo entrar en una orden de hermanas misioneras.
    Estudió leyes, profesión que ejerció por un tiempo, intentando ganar lo necesario para poder obtener la dote necesaria para su ingreso. Su vida fue marcada el 4 de febrero de 1901, estando en la casa del guardabosques de Stammham sufrió un horrible accidente de trabajo en el que sus dos piernas se quemaron desde los pies hasta por sobre las rodillas.
    Los doctores intentaron ayudarla, pero sin éxito, quedando ella invalida, aquejada por terribles dolores y postrada en su cama, pero fue desde ahi que inició su labor de apostolado mediante correspondencia y testimoniales por escrito.
    Fueron venticuatro años los que ella soportó su dolor, ofreciendolo siempre al Señor, hasta que falleció el 5 de Octubre de 1925.
    Su santidad Juan Pablo II, durante la ceremonia de beatificación de la beata Ana Schäffer el domingo 8 de marzo de 1999 nos dijo:
    Cuando finalmente dirigimos nuestra mirada a la beata Ana Schäffer, leemos su vida precisamente como un comentario viviente de lo que san Pablo escribió a los romanos: «La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rm 5, 5).
    Cuanto más se transformaba su vida en un calvario, tanto más fuerte era en ella la convicción de que la enfermedad y la debilidad podían ser las líneas en las que Dios escribía su evangelio. Llamaba a su habitación de enferma «taller del dolor», para conformarse cada vez más con la cruz de Cristo. Hablaba de tres llaves, que Dios le había concedido: «La más grande es de hierro y muy pesada, son mis sufrimientos. La segunda es la aguja, y la tercera, la pluma. Con todas estas llaves quiero trabajar día tras día, para poder abrir la puerta del cielo».
    Entre atroces dolores, Ana Schäffer tomaba conciencia de la responsabilidad que cada cristiano tiene de la santidad de su prójimo. Por eso utilizó su pluma. Su lecho de enferma se convierte en la cuna de un apostolado epistolar muy amplio. Las pocas fuerzas que le quedan las emplea en el bordado, para de esta forma dar a los demás un poco de alegría. Pero, tanto en sus cartas como en sus labores manuales, su razón de vida es el Corazón de Jesús, símbolo del amor divino. Así, representa las llamas del Corazón de Jesús no como lenguas de fuego, sino como espigas de trigo. La Eucaristía, que Ana Schäffer recibía diariamente de su párroco, es sin duda, su punto de referencia. Por ello, esa representación del Corazón de Jesús será característica de la nueva beata.

    Bartolo Longo, Beato
    Laico fundador, 5 Outubro

    Bartolo Longo, Beato

    Bartolo Longo, Beato

    Graduado en leyes. Edificó el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya en 1876
    Fue Beatificado por Juan Pablo II el 26 de Octubre de 1980.
    El Papa Juan Pablo II lo cita muchas veces en su Encíclica sobre el Rosario:
    Rosarium Virginis Mariae
    Bartolo Longo
    nació en Latiano, en las cercanías de Brindisi, ubicada en el tacón de Italia, el 10 de Febrero de 1841. Sus padres fueron Bartolomé (médico) y Antonia Luparelli (hija de un magistrado). Desde niño se manifiesta muy ingenioso, vivo y de carácter ardiente. A los seis años fue llevado a un internado de los Padres Escolapios, en Francavilla Fontana. Allí hizo toda su primaria y secundaria (11 años). El resto de sus estudios lo realizó en Lecce y Nápoles. Aquí termina sus estudios de derecho en 1864, a los 23 años. Era de temperamento apasionado, su estructura o lo conducía al cielo o al infierno; jamás a un lugar intermedio. Era elegante, buen mozo e inteligente.
    En la Universidad se enreda en la moda anticristiana de la época y se dedica a la política, a las supersticiones y al espiritismo: llegó a ser “medium” de primer rango y sacerdote espiritista. Fue su tiempo de alienación juvenil, de búsqueda desenfrenada. El estudio, las diversiones, la música (tocaba piano) y los amigos llenaban su días. No sobraba tiempo para la oración. Y Dios fue desapareciendo de día en día. Por otro lado, la filosofía de Hegel y el racionalismo de Renán lo tenían totalmente atrapado. Empezó a odiar a la Iglesia, organizando conferencias contra ella y alabando a los que criticaban al clero.
    Esta experiencia paradójicamente le sirvió de peldaño para redescubrir la fe definitivamente. En este proceso, fueron instrumentos de Dios especialmente dos personas: un profesor amigo (Vincenzo Pepe) y un sacerdote dominico (el Padre Alberto Radente).
    Su conversión, acaecida el día del Sagrado Corazón de Jesús de 1865, en la Iglesia del Rosario de Nápoles, le llevó a tomar decisiones radicales: abandonó la vida forense y se dedicó a obras de caridad y al estudio de la religión. Incluso renunció a propuestas muy ventajosas para la vida matrimonial.
    Dios quiso elegir a este hombre pecador como instrumento para propagar su gloria con la construcción de un santuario dedicado a la Santísima Virgen María, que más tarde se llamaría Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya. Allí, otros pecadores irían a encontrar perdón y paz.
    En 1872 se radica en Pompeya por motivos profesionales: la condesa De Fusco le confió la administración de sus propiedades. Le impactó profundamente la miseria humana y religiosa de los pobres campesinos. A raíz de una inspiración especial decide dedicarse al catecismo y a la difusión del Santo Rosario.
    En 1876, bajo sugerencia del Obispo de Nola, inicia la “campaña de un ´sueldo mensual´” para construir un templo en Pompeya. Como resultado de la cooperación humana y la intercesión prodigiosa de María surge un hermoso Santuario. Y en torno a esta construcción nace una ciudad mariana, enriquecida con numerosos institutos de caridad.
    El “milagro de Pompeya” es producto de cincuenta años de trabajo incansable, ardiente e inteligente. Miles de niños abandonados recibieron ayuda, un hogar. Miles de personas se dieron a la oración, gracias a los escritos de San Bartolo Longo. Millones de peregrinos visitaron a la Virgen en su nuevo Santuario.
    En 1885, siguiendo los consejos de amigos y superiores, San Bartolo Longo contrae matrimonio con la condesa De Fusco, que así se convierte en su colaboradora fiel y generosa. El 9 de Febrero de 1924 muere Mariana De Fusco a los 88 años de edad, siguiéndola el santo italiano, dos años después, el 5 Octubre de 1926.
    En 1934 se inicia el proceso canónico para la beatificación; en 1947 Roma emite el decreto de introducción de la causa del Siervo de Dios; y el 26 de Octubre de 1980 Juan Pablo II lo proclama Beato. “Sobre todo puede decirse de él sin exagerar –afirma el Papa en esa oportunidad– que toda su vida fue un servicio permanente a la Iglesia, en nombre de María y por amor a Ella... El Rosario en sus manos, nos dice también a nosotros cristianos del S. XX: "¡Ojalá vuelva a despertarse tu confianza en la Santísima. Virgen del Rosario... Santa, venerada Madre, te traigo todas mis preocupaciones, en ti deposito toda mi confianza, toda mi esperanza!”.
    Su espíritu
    Gabriel de Rosa, Profesor de la Universidad de Roma y Director del Centro de estudios de historia del “Mezzogiorno”, considera que San Bartolo Longo fue un verdadero precursor de la influencia de los laicos en la Iglesia. “Su construcción –Santuario, Confraternidad, nueva ciudad– fue la respuesta más robusta y solemne que un laico católico podía dar a la cultura filantrópico de la época ...”. “Figura indudablemente excepcional de laico católico, que no se dejó distraer por la grandiosidad de sus empresas, por el clamor, el consenso y el disenso que éstas suscitaban; y cuyas resistencias a las insidias y a los ricos del mundo alimentó constantemente con ejemplos nacidos de su propia espiritualidad”.
    Un rasgo resaltante de su personalidad fue su profundo amor filial a la Madre de Dios. Quizá pueda considerarse este aspecto como punto de partida y fuente de su fecundidad apostólica. Por las innumerables gracias recibidas, que él atribuye todas a María, siente el irresistible deseo de corresponder “amándola y alabándola, y hacer que otros la amen y alaben”.
    Consagró toda su vida a su servicio y a la difusión de su culto, especialmente el Santo Rosario. Empezó fundando una Confraternidad del Rosario, erigiendo un simple altar donde reunía a los campesinos, los instruía y les habituaba al rezo del Rosario. Como vio que Dios bendecía el lugar en abundancia, le surgió la idea de construir allí un templo a la Santísima Virgen, que atrajera a muchos fieles. "Ni yo podía obstaculizar los designios del Señor, cuando me ví en medio de tantos prodigios insólitos, que no sabía ni podía explicar racionalmente... No vi mejor camino que seguir y secundar lo que la Providencia por sí sola estaba obrando".
    El santo italiano llega a Pompeya el 10 de Octubre de 1872. Ese mismo mes tuvo una experiencia espiritual extraordinaria: salió a pasear por los alrededores, y en un lugar denominado Arpaia (donde actualmente existe un pequeño monolito recordatorio), envuelto en una profunda quietud, absolutamente solo, recuerda las palabras de su confesor, el P. Alberto Radente: “Si quieres salvarte, propaga el Rosario. Es promesa de María”.
    San Bartolo Longo, transportado interiormente, levanta el rostro y las manos hacia el cielo y grita a María: "Si es verdad que tú has prometido a Santo Domingo que quien propaga el Rosario se salva, yo me salvaré, porque no saldré de esta tierra de Pompeya sin haber propagado aquí tu Rosario”. En ese momento sonó a lo lejos una campana, era la hora del Angelus del medio día. El santo se postró, oró y lloró. Ese saludo fue para él la respuesta esperada.
    Pompeya era entonces un lugar abandonado e ignorado. Aún no se habían hecho excavaciones realmente científicas de las ruinas de la Pompeya pagana. La zona era temida por los viandantes, dado que allí se guarecían ladrones y malvivientes.
    Cuando San Bartolo llegó por primera vez, fue escoltado desde la estación hasta la casa por dos hombres armados con fusil. No había comisaría en el lugar. Lo único importante era una pequeña iglesia parroquial en muy mal estado. Conociendo lo que posteriormente surgió allí, cabe la frase latina “Opera Dei ex nihilo”. Dios crea siempre de la nada. El simple altar se iría a convertir posteriormente en un Santuario célebre, que pronto adquirió carácter internacional; puesto bajo la inmediata jurisdicción del Papa, se torna Basílica Pontificia (a fines del S. XIX).
    San Bartolo Longo organiza la primera fiesta del Rosario en el Valle de Pompeya, al año siguiente de su llegada a esas tierras (Oct. 1873). Había visto la pobreza en que vivían los pobladores de la zona y quiso hacer algo por ellos. Por eso, empezó a visitarlos, así se percató de su profunda piedad y respeto a los muertos (su fe en la inmortalidad), vio que éstos eran enterrados sin oraciones y miserablemente. Entonces, pensó que debía comenzar por allí y se le ocurrió hacer una gran rifa de ochocientos premios: rosarios, medallas, estampas de la Virgen del Rosario y centenares de crucifijos. A través de estos premios entraron María y Jesús en esas pobres casas.
    Además, con una Confraternidad del Rosario, se ocuparía de prestar asistencia y medicina a los enfermos, ayudar a casarse a jóvenes pobres y dar sepultura a los muertos, acompañándolos y recitando el Rosario. Se consiguió en Nápoles todo lo necesario (de unas damas pías), preparó fuegos artificiales, juegos y una banda de músicos; elementos muy típicos de una fiesta patronal.
    Lo central debía ser una misa cantada por el Párroco, y una prédica sobre el Santo Rosario, a cargo de su amigo y confesor, el dominico Padre Alberto Radente.
    Como en el pueblo no se veneraba ninguna imagen, expuso una de la Virgen del Rosario a la veneración pública y así esperó la mañana del 3er. domingo de Octubre.
    Llegó el domingo tan anhelado, pero cargado de una lluvia torrencial. No hubo fiesta. “Comenzamos mal –pensó san Bartolo–, parece no le agrada a la Señora lo que hago”. Pero luego recapacitó: “De parte mía no debo hacer otra cosa que propagar el Rosario. Veremos si la Señora de parte suya mantiene la promesa hecha a Santo Domingo...”.
    Es sabido que el santo italiano no escribió ningún tratado sistemático de mariología. No existe una “mariología de B. Longo”, pero sí toda una catequesis, una devoción y espiritualidad de índole popular. Allí María es presentada no como un simple personaje del pasado, sino como una persona actualmente activa, viva, dotada de sentimientos, fuerte y maternal a la vez: “La Súplica le dice ´augusta, bendita, buena, querida, coronada, omnipotente por gracia´ y la invoca como “Reina de la paz y del perdón, Madre de los pecadores, nuestra abogada y nuestra esperanza...”. María es para B. Longo lo que él ha experimentado en su vida: una fuerza salvífica, una protagonista en el plan de Dios, una realidad que obra en la historia. En sintonía con la piedad popular, san Bartolo exprime esta realidad viviente de María describiendo los miembros de su cuerpo... las manos, los ojos, los brazos, el corazón... Como persona “viva María actúa, salva, ilumina, perdona”.
    Con extraordinaria visión pastoral, san Bartolo se percató al año siguiente (la fiesta había resultado) que, fiesta, prédica, rifa, etc. eran como humareda que pasaba... Pero, ¿cómo inducir a la gente al amor y a la fraternidad? Se le ocurrió hacer una misión. Y la misión se hizo a fines de 1875: “todos se reconciliaron con Dios y entre sí, y se adhirieron a la Confraternidad del Rosario” (fundada propiamente el 13.11. 1876).
    En una página de “I Quindici Sabati” (Quince Sábados) exprime san Bartolo Longo con simplicidad un método de pastoral popular, de la llamada mariología tipológica: “... como dos amigos que andan juntos frecuentemente llegan a asemejarse incluso en sus costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesucristo y con la Virgen, al meditar los misterios del Rosario y formando juntos una misma vida en la comunión, podemos llegar a asemejarnos a ellos, en cuanto la bajeza humana nos permita, y aprender... el vivir humilde, pobre,... paciente y perfecto”. El pueblo imita a la persona que ama.
    Ese mismo año llega a Pompeya por primera vez el Obispo de Nola, para suministrar la Confirmación al término de la misión. B. Longo le expresa su deseo de construir un pequeño altar en honor de la Virgen del Rosario, a lo que el Obispo respondió: “Yo propongo que hagamos, en vez de un altar, una iglesia”. Y desde un balcón del primer piso de la casa de la Condesa de Fusco, señaló: “Aquél es el lugar donde debe ser edificando el templo en Pompeya”. Quince años después el templo estaba construido, inconcluso aún, pero ya consagrado. Posteriormente el Papa León XIII lo declara patrimonio pontificio (1894).
    Longo afirma que Pompeya es obra de Dios y no del hombre. El personalmente jamás hubiera edificado tal Santuario sin la palabra autorizada del Obispo y el apoyo incesante de María Santísima.
    ¿Y la imagen de gracia?
    Fue un obsequio del Padre Alberto Radente, que se la compró a un revendedor callejero por sólo 3,40 Liras. Estaba abandonada en un convento de monjas de la Tercera Orden de Santo Domingo, en Nápoles. Cuando Bartolo Longo llegó en la mañana del 13 de Noviembre de 1875 casi desesperado (porque al día siguiente concluía la misión y debía presentarse la imagen al pueblo), en busca de un cuadro pintado al óleo, la Providencia le salió al paso: estaba a punto de comprar un pequeño por 400 Liras, cuando inesperadamente se topa con el Padre Radente en la plaza, que al enterarse de la búsqueda, le ofrece el suyo.
    A pesar de no ser del gusto de San Bartolo Longo, pero presionado por las circunstancias y por insistencia de la religiosa que lo guardaba, sin saber qué hacer con él, lo puso en un carro de abono y lo envió a Pompeya (esto nos recuerda muchas de las historias y leyendas sudamericanas de imágenes de María transportadas en carros a sus actuales centros de veneración).
    La sencillez de este comienzo humilde contrasta con la magnitud de los frutos sobrenaturales del lugar santo, habiendo atravesado inmensas dificultades hasta llegar a su desarrollo pleno.
    Esto puede ser signo de una correcta interpretación de la voluntad de Dios, que de esa manera quiso “besar esa tierra” para consagrarla al servicio de los hombres. Dios renueva así originalmente su pacto salvifico con los hombres en un lugar y en un tiempo determinado, a través de instrumentos simples escogidos por El. Ya en época de Bartolo Longo esta imagen atrajo a miles de peregrinos de todas partes: Madrid, Liverpool, Coblenza, Bruselas, Varsovia, Viena, Suiza, Africa, Oceanía, y toda Italia.
    La primera gracia sucede en Nápoles, en el palacio de la calle Tribunali n° 62. Una joven sufría de epilepsia central con fortísimas convulsiones, que se repetían cada tres o cuatro días. A través de la Condesa de Fusco llegaron a enterarse los familiares de la iglesia en construcción, dedicada a la Virgen del Rosario y de lo que Dios ya venía obrando en el Valle. La tía de la joven promete una peregrinación a Pompeya y su colaboración en la obra, si sanaba la sobrina. La niña sanó totalmente y quedó libre para siempre del mal que la aquejaba, a partir del 13 de Febrero de 1876. Dos médicos, que asistían a la joven, fueron testigos del hecho.
    A este primer acontecimiento de gracia sucedieron varios otros con el correr del tiempo. El 18 Julio de 1914 acontece en Alemania un hecho, que sumado a otros, daría origen a un gran Movimiento Internacional Schönstatt. Su Fundador, el P. José Kentenich (1885-1968) lee ese día un artículo de Cyprian Froehlich publicado en Die allgemeine Rundschau (núm. 19, 521 ss) sobre san Bartolo Longo y su creación predilecta: el Santuario de Pompeya. J. Kentenich interpretó este hecho como una señal de la Providencia y meditó largamente sobre él: ¿No podría suceder algo semejante también en Schönstatt (Vallendar)? El quería depositar toda la responsabilidad de la formación de los jóvenes seminaristas en manos de María. Era entonces Director Espiritual del Seminario Menor de los PP. Palotinos. Los signos del tiempo, especialmente la segunda guerra mundial, exigían de ellos (seminaristas y superiores) el máximo: la santidad. ¿No estaría en los planes de Dios –se preguntaba– que María, tal como había sucedido en Pompeya, fuese atraída a la pequeña capilla abandonada de San Miguel, del valle de Schönstatt, para establecer allí su trono de gracia y mostrarse como educadora, obrando milagros de transformación interior? Tres meses después nace Schönstatt, hoy difundido en Europa, Asia, África, América y Australia. Es norma de la Providencia Divina valerse de lo pequeño e insignificante para realizar grandes obras en la historia de la salvación. La experiencia de Pompeya sirvió de inspiración y una capilla abandonada llegaría luego a convertirse en un lugar de peregrinación.
    El 15 de Agosto de 1877 sale a luz el primer devocionario “I Quindici Sabati” (Los Quince Sábados). A un siglo de distancia (1981) se publica la 75a. edición, con 745.000 ejemplares. Bartolo Longo no se imaginaba que esta obra suya tendría tanta penetración popular.
    La “devoción de los Quince Sábados” consiste en prometerle a Dios un rezo por 15 sábados consecutivos, en memoria de los 15 misterios del Rosario, con el fin de honrar a la Santísima Virgen y obtener por su mediación alguna gracia especial.


    Esta devoción se basa en una experiencia francesa semejante; tiene una dinámica propia muy acertada:

    a) la perfecta devoción a María es la imitación de sus virtudes;

    b) para ello se medita su vida, por orden, un misterio cada sábado;

    c) se procura conformar la propia acción al contenido de cada misterio, y así;

    d) se busca santificar todo el día.

    Con esta práctica san Bartolo buscó unir contemplación con acción. El punto clave radica en la meditación de los misterios. Se pretende evitar así la repetición mecánica de las Avemarías. Puede rezarse en cualquier tiempo, pero especialmente antes de la fiesta del Rosario (1er. domingo de Oct.) y antes del 8 de Mayo, fiesta de la Virgen de Pompeya.
    Se aplica el siguiente esquema:

    una meditación (que siempre consta de tres partes) sobre el misterio correspondiente (ej. primer misterio gozoso, la Anunciación a María, Lc 1,26-55);

    se resalta una virtud de María (ej. la humildad);

    se recomienda un propósito en la misma línea;

    sigue luego una jaculatoria para repetirla durante el día y poder así recordar el propósito.

    Luego se proponen algunas oraciones a la Virgen de Pompeya y a Jesús, para antes y después de la comunión.

    Se incluyen algunos ejemplos de santos que encarnaban especialmente la virtud meditada en el día.

    Finalmente se narran breves historias de gracias concedidas por la Virgen del Rosario de Pompeya.


    El devocionario “Los quince sábados” contiene además un apéndice con varias oraciones (Misa con María Santísima, el Rosario en forma breve, Novena a la V. del Rosario, oraciones a Santo Domingo y a Santa Catalina de Siena, Súplica a la Reina del Santo Rosario de Pompeya y una oración final dedicada a san Bartolo Longo).

    Como todos los fundadores de la Iglesia, Bartolo Longo no pudo eximirse de las pruebas, que Dios quiso enviarle para forjar en él un verdadero espíritu de fundador y para purificarlo de criterios muy humanos en su actuar.
    En una primera época de la construcción del templo, dada la necesidad material para cubrir los costos, B. Longo se vio obligado a recurrir a la nobleza napolitana. La dependencia era considerable, por ser prácticamente la única fuente de entrada.
    En Mayo de 1877 se dio un primer hecho purificador, que le ocasionó muchos dolores de cabeza: aparece en el escenario de Pompeya un fenómeno, la “Virgen Liberadora de las plagas” (Madonna liberatrice dai flagelli), simplemente conocida por “Madonna dei Flagelli”, abandonada en una capillita de un villorrio denominado Boscoreale, de la Diócesis de Nola, a 4 Km. de Pompeya. Supuestamente esta Madonna, según comentarios del pueblo, habría hecho un estrepitoso milagro. La noticia corrió de boca en boca, come es costumbre a nivel popular. Y pronto empezaron a caer miles y miles de peregrinos portando velas y dinero para la “Madonna dei Flagelli”. Estas caravanas de peregrinos pasaban por Pompeya sin interesarse del nuevo templo en construcción y ante los ojos de Bartolo Longo, completamente confundido.
    Como si esto fuera poco, cuando iba a hacer su colecta acostumbrada golpeando las puertas de los nobles de Nápoles, algunos le preguntaban: ¿Va Ud. ahora a Pompeya? Llévese por favor esto (y se sacaban sus joyas: pendientes, brazaletes, anillos, etc.) a la “Madonna dei Flagelli”; me ha hecho una gracia especial.
    Como si esto aún fuera poco todavía, el Obispo de Nola (Mons. Formisano) protestó que hubiera más salidas que entradas en la construcción, se desentendió de la obra dejando solo a san Bartolo, y... para colmo, escribe una carta pastoral al clero y al pueblo de su Diócesis para motivarlos a hacer donaciones para una nueva iglesia dedicada a la “Madonna dei Flagelli” de Boscoreale.
    Estocada profunda en el corazón de Bartolo Longo, que no decae en su espíritu de fundador. Como hombre de Dios saca provecho de esas pruebas. Años después escribe estas recomendaciones a todas aquellas personas llamadas por Dios a salvar almas, a construir iglesias, a fundar órdenes, comunidades religiosas y obras de beneficencia: “No se desanimen ante las primeras contradicciones y no dejen la obra de Dios a causa de mortificaciones y contrariedades que, con toda certeza, vendrán de parte de los hombres y del demonio. Continúen mas bien confiando siempre en el socorro divino, teniendo como lema, que cuanto más aceptada sea la obra de Dios, tanto mayor serán las oposiciones y las tentaciones que han de soportarse, pero que al final el Señor triunfará”.

    Las obras de Pompeya
    Los institutos pompeyanos son, por así decir, la corona del Santuario de Pompeya. El amor a María se expresa en amor a los hombres. La fe se proyecta en obras. “La Virgen no quiere en ustedes, la fe sin la obra de caridad... En este sentido pensamos completar cada acto de fe nuestra con una obra de caridad... Es esto, podemos decir, el pálpito más íntimo de nuestro corazón”.
    Fe y caridad se integran y se iluminan; son para Bartolo Longo un binomio indisoluble: “
    Las obras de la fe han sido siempre una inspiración para obras de caridad, y las obras de caridad, a su vez, han sido siempre preludio de nuevas manifestaciones de religión y de culto”.
    El objeto predilecto de las obras de Pompeya son los niños y jóvenes, huérfanos e hijos de encarcelados. No hay límite de permanencia en los Institutos. Una administración central que distribuye equitativamente las ofrendas del Santuario (única fuente de entrada) se encarga del mantenimiento.
    Antes de entrar a enumerar las obras de Pompeya, sintetizamos los puntos resaltantes del proyecto de promoción humana de Bartolo Longo:
    § La fuente: “La caridad de Cristo, que es fuego vivo, busca expandirse sobre la tierra y no tiene horizontes”.
    § La Mediadora: “La Reina de la Misericordia... que introdujo en mi corazón la santa resolución de unir al culto la beneficencia”.
    § Humilde realismo: “Un voto secreto del alma, que hacía tiempo guardábamos celosamente en el corazón con una perplejidad, a veces dolorosa, la cual nace del deseo ardiente de realizarlo, y de la evidente insuficiencia, y, diría casi, imposibilidad de los medios ...”.
    § Los destinatarios: “Los niños más abandonados (hijos de encarcelados)... que viven en condiciones peores que los huérfanos... que llevan sin culpa la marca de la infamia... sin educación y sin freno... que de a poco se darán al vicio y luego al delito”.
    § La finalidad: “
    La educación moral y civil de los hijos de encarcelados”.
    § La idea central: Los positivistas afirman que estos niños nacen y están fatalmente destinados a recorrer (como sus padres) el camino de la delincuencia, que ninguna prevención, ninguna educación puede sustraerles de ese trágico fin. A esto contesta san Bartolo Longo: “Nosotros no creíamos en la omnipotencia del mal; creíamos más bien en la fuerza redentora del bien y en la eficacia renovadora de la educación”.
    § La novedad: “Esta es una obra cristiana totalmente nueva... que no existe en Francia, ni en Bélgica ni en otras naciones católicas. Italia sería la primera en poseerla”.
    San Bartolo Longo resalta cuatro medios pedagógicos en la formación de la niñez y la juventud, que se encuadran hacia un fin moral y espiritual:
    § El trabajo: “El trabajo, según nuestra escuela, es esencialmente educador: refrena el instinto del bagabundeo, educa a la paciencia, a la obediencia, al respeto a los superiores y a la autoridad; emancipa al hombre de la esclavitud y del servilismo; hace que el hombre sea verdaderamente libre”. “Concuerdo con que el mero trabajo no es medio que pueda educar: yo asocio el trabajo con la oración; elevo el trabajo a oración”. “Además, el trabajo es fuente de bienestar social: suprime la plaga social de la mendicidad; la familia del hombre que trabaja es honesta; en cambio el hombre que no trabaja se apoltrona en el ocio, y el ocio es el padre de los vicios. El trabajo es causa de economía doméstica; es fuente de paz y de unión en el hogar. El trabajo ennoblece al hombre”.
    § El estudio: no tanto como adorno intelectual, “para instruir mentalmente, sino para armonizar la cultura de la mente con la del corazón, el sentimiento del deber y la ley del trabajo; todo sostenido y vivificado por la religión ...”.
    § La música: “En mi método educativo es momento muy importante coordinar la fatiga..., o el ejercicio del arte mecánica con el estudio de la música, o con el aprendizaje de instrumentos musicales... En general la música es para mí un elemento de los más relevantes para la educación de esta clase de niños”.
    § La educación física: coordinada con las otras actividades.
    Esto constituye el núcleo de toda su concepción educativa. Pero como elemento esencial de su pedagogía permanece la caridad, el amor noble, puro, divino. Como en toda la tradición cristiana, insiste en el encuentro de dos voluntades libres, unidad en un amor recíproco y en un amor común a Cristo: "Ama a tu educador, porque al educarte te ama, y porque representa a la persona de Jesucristo. Ama, instruye y salva al pobre y al abandonado, porque representa la persona de Jesucristo ".
    Bajo esta perspectiva han de ser contempladas las obras de Pompeya, que pasamos a enumerarlas en orden de aparición.
    1 - La revista “Il Rosario e la Nuova Pompei”, fundada por B. Longo en 1884. En la primera página se afirma lo siguiente: Es un obsequio de B. Longo a los devotos de la Virgen del Rosario de Pompeya, a los amigos y sostenedores de sus obras. Es el órgano formativo e informativo del Santuario.
    2 - El Orfanato Femenino. Es el primero de los institutos de beneficencia surgido a la sombra del Santuario. Su fecha de fundación (8.V.1887) coincide con la primera coronación de la Virgen del Rosario. Por una inspiración sobrenatural, B. Longo decidió crear al lado del monumento a la fe (el Santuario) un monumento a la caridad: ese día acogió a la primera huérfana.
    3 - El Instituto Masculino de B. Longo. Acoge a unos 300 jóvenes, bajo la orientación de los Hnos. de la Escuela Cristiana. Su origen se remota al año 1891.
    4 - Las “Hermanas. Hijas del Rosario de Pompeya”. Fundadas por B. Longo en 1897, según las reglas de la Tercera Orden de Sto. Domingo, para dedicarse al cuidado de los niños y las jóvenes. Es uno de los pocos casos en la historia de la Iglesia, donde un laico deviene fundador de una comunidad religiosa. Son actualmente más de 100.
    5 - El Instituto Femenino “Sagrado Corazón”. Es la última promesa del Beato B. Longo convertida en realidad. Data del año 1922.
    6 - El Seminario “Bartolo Longo”. Allí se forman los futuros sacerdotes para la asistencia religiosa de millones de peregrinos y la formación cristiana de los alumnos de los diversos Institutos. Surgió en 1949.
    7 - La Fundación “Mariana De Fusco-Longo”. Lleva el nombre de la esposa de B. Longo y fue inaugurada en 1965. Su objetivo es acoger a mujeres solas que deciden vivir en Pompeya los últimos años de su existencia.

    Carisma de Pompeya
    Sin lugar a dudas tiene una doble vertiente: el culto a María y las obras de misericordia, íntimamente unidos.
    Lo primero se expresa, por sobre todo, en la devoción del Rosario, no como oración cualquiera, sino como fundamento de la búsqueda particular del hombre de la intercesión de la Madre de Dios. Ello trae consigo la conversión, el espíritu de oración y las obras de caridad.
    Respecto a las obras de misericordia, parecieran ser lo más típico de Pompeya. No existe prácticamente algo semejante en otros centros europeos de peregrinación. El binomio fe y caridad, culto y misericordia, es carisma específico transmitido por Bartolo Longo y que, para bien de tantos hombres, perdura en Pompeya.

    Tranquilino Ubiarco, Santo
    Presbítero e Mártir, 5 de Outubro

    Tranquilino Ubiarco, Santo

    Tranquilino Ubiarco, Santo

    Presbítero e Mártir

    Martirológio Romano: No lugar de Tepatitlán, no México, S. Tranquilino Ubiarco, presbítero e mártir, que na perseguição contra a Igreja não deixou de cumprir com seus funções ministeriais, pelo qual foi pendurado de uma árvore, terminando assim seu glorioso martírio (1928).
    Data de canonização: 21 de Maio de 2000 por S.S. João Paulo II

    Nació en Zapotlán el Grande, Jal. (Diócesis de Ciudad Guzmán), el 8 de julio de 1899. Vicario con funciones de párroco en Tepatitlán, Jal. (Diócesis de San Juan de los Lagos). Fue uno de los infatigables y abnegados misioneros en los tiempos difíciles de la persecución. Nada le detenía para ir, lleno de caridad, a administrar los sacramentos y a sostener la vida cristiana de los fieles celebrando la Eucaristía en casas particulares. A principios del mes de octubre de 1928 fue a Guadalajara a comprar lo necesario para el Sacrificio Eucarístico. Alguien le hizo ver que su campo pastoral estaba enclavado en la zona de mayor peligro: «Ya me voy a mi parroquia; a ver qué puedo hacer y si me toca morir por Dios, ¡Bendito sea!». Cuando una noche preparada la celebración de la Eucaristía y la bendición de un matrimonio, fue hecho prisionero y condenado a morir ahorcado en un árbol de la alameda, a las afueras de la ciudad. Con entereza cristiana bendijo la soga, instrumento de su martirio, y a un soldado que se negó a participar en el crimen, le dijo, repitiendo las palabras del Maestro. «Hoy estarás conmigo en el paraíso».
    Era la madrugada del día 5 de octubre de 1928.
    Fueron muchos los fieles que sufrieron el martirio por defender su fe, de entre ellos presentamos ahora a veinticinco que fueron proclamados santos de la Iglesia por Juan Pablo II.


    Los 25 santos canonizados el 21 de mayo del 2000 fueron:
    Cristobal Magallanes Jara, Sacerdote
    Roman Adame Rosales, Sacerdote
    Rodrigo Aguilar Aleman, Sacerdote
    Julio Alvarez Mendoza, Sacerdote
    Luis Batis Sainz, Sacerdote
    Agustin Caloca Cortés, Sacerdote
    Mateo Correa Magallanes, Sacerdote
    Atilano Cruz Alvarado, Sacerdote
    Miguel De La Mora De La Mora, Sacerdote
    Pedro Esqueda Ramirez, Sacerdote
    Margarito Flores Garcia, Sacerdote
    Jose Isabel Flores Varela, Sacerdote
    David Galvan Bermudez, Sacerdote
    Salvador Lara Puente, Laico
    Pedro de Jesús Maldonado Lucero, Sacerdote
    Jesus Mendez Montoya, Sacerdote
    Manuel Morales, Laico
    Justino Orona Madrigal, Sacerdote
    Sabas Reyes Salazar, Sacerdote
    Jose Maria Robles Hurtado, Sacerdote
    David Roldan Lara, Laico
    Toribio Romo Gonzalez, Sacerdote
    Jenaro Sanchez Delgadillo
    David Uribe Velasco, Sacerdote
    Tranquilino Ubiarco Robles, Sacerdote
    Para ver las biografías de los Mártires Mexicanos del siglo XX
    Haz Click AQUI
    Reproducido con autorización de Vatican.va

     

    http://es.catholic.net/santoral

    Recolha, transcrição e tradução incompleta (pela sua extensão) por António Fonseca

    domingo, 4 de outubro de 2009

    FRANCISCO DE ASSIS, SANTO (e outros) - 4 de Outubro

    Francisco de Asís, San
    Fundador da Ordem dos Franciscanos, 4 de Outubro.

    Francisco de Asís, San

    Francisco de Assis, São

    Fundador da Ordem dos Frades Menores (OFM), conhecidos como os franciscanos
    Outubro 4

    São Francisco foi um santo que viveu tempos difíceis da Igreja e a ajudou muito. Renunciou a sua herança dando mais importância em sua vida aos bens espirituais que aos materiais.
    Francisco nasceu em
    Assis, Itália em 1181 ou 1182. Seu pai era comerciante e sua mãe pertencia a uma família nobre. Tinham uma situação económica muito desafogada. Seu pai comerciava muito com França e quando nasceu seu filho estava fora do país. As gentes apodaram o menino “francesco” (o francês) ainda que este haja recebido em seu baptismo o  nome de “João.” 
    Na sua juventude não se interessou nem pelos negócios de seu pai nem pelos estudos. Se dedicou a gozar da vida sãmente, sem maus costumes nem vícios. Gastava muito dinheiro mas sempre dava esmolas aos pobres. Gostavas das românticas tradições cavalheirescas que propagavam os trovadores.
    Quando Francisco tinha vinte anos, houve pleitos e discórdia entre as cidades de Perugia e Assis. Francisco foi prisioneiro durante um ano e o suportou com alegria. Quando recobrou a liberdade caiu gravemente enfermo. A enfermidade fortaleceu e amadureceu seu espírito. Quando se recuperou, decidiu ir combater no exército. Comprou uma custosa armadura e um manto que deu a um cavaleiro mal vestido e pobre. Deixou de combater e voltou à sua antiga vida mas sem a tomar tão ligeiramente como antes. Dedicou-se à oração e depois de um tempo teve a inspiração de vender todos seus bens e comprar a pérola preciosa de que fala o Evangelho. Se deu conta que a batalha espiritual começa pela mortificação e a vitória sobre os instintos. Um dia encontrou-se com um leproso que lhe pedia uma esmola e lhe deu um beijo.
    Visitava e servia aos enfermos nos hospitais. Sempre, regalava aos pobres seus vestidos, ou o dinheiro que levava. Um dia, uma imagem de Jesus Cristo crucificado lhe falou e lhe pediu que reparasse sua Igreja que estava em ruínas. Decidiu ir e vender seu cavalo e umas roupas da tenda de seu pai para ter dinheiro para arranjar a
    Igreja de São Damião. Chegou aí e ofereceu ao padre seu dinheiro e pediu-lhe permissão para ficar a viver com ele. O sacerdote lhe disse que sim que podia ficar aí, mas que não podia aceitar seu dinheiro. O papá de São Francisco, ao inteirar-se do sucedido, foi à Igreja de São Damião mas seu filho se escondeu. Passou alguns dias em oração e jejum. Regressou ao seu povo e estava tão desfigurado e mal vestido que as pessoas se riam dele como se fosse um louco. Seu pai o levou para sua casa e lhe bateu furiosamente,  pôs-lhe grilhetas nos pés e o encerrou num quarto (Francisco tinha então 25 anos). Sua mãe se encarregou de pô-lo em liberdade e ele foi para São Damião. Seu pai foi  buscá-lo aí e lhe bateu novamente e lhe disse que voltasse a sua casa ou que renunciasse à sua herança e lhe pagasse o preço dos vestidos que havia vendido de sua tenda. São Francisco não teve problema em renunciar à herança e do dinheiro dos vestidos mas disse que pertencia a Deus e aos pobres. Seu pai o obrigou a ir com ele ao bispo de Assis que lhe sugeriu devolver o dinheiro e ter confiança em Deus. São Francisco devolveu nesse momento a roupa que trazia posta para dá-la a seu pai já que a ele pertencia. O pai ficou muito lastimado e o bispo deu a São Francisco um velho vestido de lavrador que tinha e no qual  São Francisco colocou uma cruz com um pedaço de corda e o vestiu.
    São Francisco partiu buscando um lugar para se estabelecer. Num mosteiro obteve esmola e trabalho como se fosse um mendigo. Umas pessoas lhe deram uma túnica, um cinturão e umas sandálias que usou durante dois anos.
    Logo regressou a São Damião e foi a Assis para pedir esmola para reparar a Igreja. Aí suportou as risotas e o desprezo. Uma vez feitas as reparações de São Damião fez o mesmo com a antiga Igreja de São Pedro. Depois se mudou para uma capelinha chamada Porciúncula, dos beneditinos, que estava num planalto perto de Assis. Era um sítio muito tranquilo que agradou muito a São Francisco. Ao ouvir as palavras do Evangelho “...Não levem ouro....nem duas túnicas, nem sandálias, nem báculo..”, deu as suas sandálias, seu báculo e seu cinturão e ficou somente com sua túnica sujeitada com um cordão. Começou a falar a seus ouvintes acerca da penitência. Suas palavras chegavam aos corações de seus ouvintes. Ao saudar a alguém, lhe dizia “A paz do Senhor seja contigo”. Deus lhe havia concedido já o dom de profecia e o dom de milagres.
    São Francisco teve muitos seguidores e alguns queriam fazer-se discípulos seus. Seu primeiro discípulo foi Bernardo de Quintavalle que era um rico comerciante de Assis que vendeu tudo o que tinha para dá-lo aos pobres. Seu segundo discípulo foi Pedro de Cattaneo. São Francisco lhes concedeu hábitos aos dois em Abril de 1209.
    Quando já eram doze discípulos, São Francisco redigiu uma regra breve e informal que eram principalmente conselhos evangélicos para alcançar a perfeição. Depois de vários anos foi autorizada pelo Papa Inocêncio III a regra e lhes deu por missão pregar a penitência.
    São Francisco e seus companheiros se mudaram para uma cabana que logo tiveram que desalojar. Em 1212, o abade deu a São Francisco a capela de Porciúncula com a condição de que a conservasse sempre como a igreja principal da nova ordem. Ele a aceitou mas só emprestada sabendo que pertencia aos beneditinos. Em redor da Porciúncula construíram cabanas muito simples. A pobreza era o fundamento de sua ordem. São Francisco só chegou a receber o diaconado porque se considerava indigno do sacerdócio. Os primeiros anos da ordem foram um período de treino na pobreza e na caridade fraterna. Os frades trabalhavam em seus ofícios e nos campos vizinhos para ganhar o pão de cada dia. Quando não havia trabalho suficiente, saíam a pedir esmola de porta em porta. O fundador lhes havia proibido aceitar dinheiro. Se distinguiam por sua grande capacidade de serviço aos outros, especialmente aos leprosos a quem chamavam “irmãos cristãos”. Deviam sempre obedecer ao bispo do lugar onde se encontrassem. O número de companheiros do santo ia em aumento.
    Santa Clara ouviu pregar a São Francisco e decidiu segui-lo em 1212. São Francisco conseguiu que Santa Clara e suas companheiras se estabelecessem em São Damião. A oração destas fazia fecundo o trabalho dos franciscanos.
    São Francisco deu à sua ordem o nome de “Frades Menores” já que queria que fossem humildes. A ordem cresceu tanto que necessitava de uma organização sistemática e de disciplina comum. A ordem se dividiu em províncias e à frente de cada uma se colocou a um ministro encarregado “do bem espiritual dos irmãos”. A ordem de frade cresceu mais além dos Alpes e tinham missões em Espanha, Hungría e Alemanha. Na ordem haviam quem queriam fazer umas reformas às regras, mas seu fundador não estava de acordo com estas. Surgiram alguns problemas por isto porque alguns frades diziam que não era possível o não possuir nenhum bem. São Francisco dizia que este era precisamente o espírito e modo de vida de sua ordem.
    São Francisco conheceu em Roma a Santo Domingo que havia pregado a fé e a penitência no sul de França. 
    No Natal de 1223 São Francisco construiu uma espécie de gruta em que se representou o nascimento de Cristo e se celebrou Missa.
    Em 1224 se retirou para o Monte Alvernia e construiu aí uma pequena cela. A única pessoa que o acompanhou foi o irmão León e não quis ter visitas. É aqui onde sucedeu o milagre dos estigmas no qual ficaram impressos os sinais da paixão de Cristo no corpo de Francisco. A partir de então levava as mãos dentro das mangas do hábito e levava meias e sapatos. Disse que lhe haviam sido reveladas coisas que jamais diria a homem algum. Um tempo depois debaixo do Monte curou a muitos enfermos.
    São Francisco não queria que o estudo tirasse o espírito de sua ordem. Dizia que podiam estudar se o estudo não lhes tirasse tempo de sua oração e se não o faziam por vaidade. Temia que a ciência se convertesse em inimiga da pobreza. 
    A saúde de São Francisco foi-se deteriorando, os estigmas o faziam sofrer e o debilitaram e já quase havia perdido a vista. No verão de 1225 o levaram com vários doutores porque já estava muito enfermo. Pouco antes de morrer ditou um testamento em que recomendava aos irmãos observar a regra e trabalhar manualmente para evitar a ociosidade e dar bom exemplo. Ao inteirar-se que lhe restavam poucas semanas de vida, disse “¡Bem-vinda, irmã morte!” e pediu que o levassem a Porciúncula. Morreu em 3 de Outubro de 1226 depois de escutar a paixão de Cristo segundo São João. Tinha 44 anos de idade. Sepultaram-no na Igreja de São Jorge em Assis.
    São famosas as histórias dos passarinhos que vinham escutá-lo quando cantava as grandezas do Senhor, do coelhinho que não queria separar-se dele e do lobo amansado pelo santo. Alguns dizem que estas são lenda, outros no.
    São Francisco contribuiu muito à renovação da Igreja da decadência e a desordem em que havia caído durante a Idade Média. Ele ajudou a  Igreja que vivia momentos difíceis.


    ¿Que nos ensina a vida de São Francisco? 
    Ensina-nos a viver a virtude da humildade. São Francisco teve um coração alegre e humilde. Soube deixar não só o dinheiro de seu pai mas também soube aceitar a vontade de Deus em sua vida. Foi capaz de ver a grandeza de Deus e a pequenez do homem. Via a grandeza de Deus na natureza. 
    Ensina-nos a saber contagiar esse entusiasmo por Cristo aos demais. Pregar a Deus com o exemplo e com a palavra. São Francisco o fez com Santa Clara e com seus seguidores dando bom exemplo da liberdade que dá a pobreza.
    Ensina-nos o valor do sacrifício. São Francisco viveu sua vida oferecendo sacrifícios a Deus.
    Ensina-nos a viver com simplicidade e com muito amor a Deus. O mais importante para ele era estar perto de Deus. Sua vida de oração  foi muito profunda e era o primordial em sua vida.
    Foi fiel à Igreja e ao Papa. Fundou a ordem dos franciscanos de acordo com os requisitos da Igreja e pedia aos frades para obedecer aos bispos.
    Ensina-nos a viver perto de Deus e não das coisas materiais. Saber encontrar na pobreza a alegria, já que para amar a Deus não se necessita de nada material.
    Ensina-nos o importante que é sentir-nos parte da Igreja e ajudá-la sempre mas especialmente em momentos de dificuldade.

    Segue investigando en corazones.org

    Santos e teologia do coração - São Francisco de Assis



    "Nenhuma outra coisa temos de fazer senão ser solícitos em seguir a vontade de Deus e em agradar-lhe em todas as coisas."
    São Francisco de Assis

    Vida de São Francisco
    Nasceu em Assis (Itália), no ano 1182. Depois de uma juventude dissipada em diversões, se converteu, renunciou aos bens paternos e se entregou em pleno a Deus. Abraçou a pobreza e viveu uma vida evangélica, pregando a todos o amor de Deus. Deu a seus seguidores umas sábias normas, que logo foram aprovadas pela Santa Sede. Fundou uma Ordem de frades e sua primeira seguidora mulher, Santa Clara que funda as Clarissas, inspirada por Ele.

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    Certamente não existe nenhum santo que seja tão popular como ele, tanto entre católicos como entre os protestantes e ainda entre os não cristãos. São Francisco de Assis cativou a imaginação de seus contemporâneos apresentando-lhes a pobreza, a castidade e a obediência com a pureza e força de um testemunho radical.
    Chegou a ser conhecido como o Pobre de Assis por seu matrimónio com a pobreza, seu amor pelos passarinhos e toda a natureza. Todo ele reflectia uma alma em que Deus o era todo sem divisão, uma alma que se nutria das verdades da fé católica e que se havia entregue inteiramente, não só a Cristo, mas a Cristo crucificado.

    Nascimento e vida familiar de um cavaleiro
    Francisco
    nasceu em Assis, cidade de Umbría, no ano 1182. Seu pai, Pedro Bernardone, era comerciante. o nome de sua mãe era Pica e alguns autores afirmam que pertencia a uma nobre família da Provenza. Tanto o pai como a mãe de Francisco eram pessoas acomodadas.
    Pedro Bernardone comerciava especialmente em França. Como se achasse no dito país quando nasceu seu filho, a gente o apodou "Francesco" (o francês), por mais que no baptismo tenha recebido o nome de João.
    Em sua juventude, Francisco era muito dado às românticas tradições cavalheirescas que propagavam os trovadores. Dispunha de dinheiro em abundância e o gastava prodigamente, com ostentação. Nem os negócios de seu pai, nem os estudos lhe interessavam muito, mas o divertir-se em coisas vãs que comummente se lhes chama "gozar da vida". Sem embargo, não era de costumes licenciosas e era muito generoso com os pobres que lhe pediam por amor de Deus.
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    Achado de um tesouro
    Quando Francisco tinha uns 20 anos, estalou a discórdia entre as cidades de Perugia e Assis, e na guerra, o jovem caiu prisioneiro dos peruginos. A prisão durou um ano, e Francisco a suportou alegremente. Sem embargo, quando recobrou a liberdade, caiu gravemente enfermo. A enfermidade, em que o jovem provou uma vez mais sua paciência, fortaleceu e amadureceu seu espírito. Quando se sentiu com forças suficientes, determinou ir a combater no exército de Galterío e Briena, no sul de Itália. Com esse fim, comprou uma custosa armadura e um formoso manto. Mas um dia em que passeava ataviado com seu novo fardamento, se topou com um cavaleiro mal vestido que havia caído na pobreza; movido pela compaixão ante aquele infortúnio, Francisco cambiou seus ricos vestidos pelos do cavaleiro pobre. Essa noite viu em sonhos um esplêndido palácio com salas ornadas de armas, sobre as quais se achava gravado o sinal da cruz e lhe pareceu ouvir uma voz que lhe dizia que essas armas lhe pertenciam a ele e a seus soldados.
    Francisco partiu para Apulia com a alma ligeira e a segurança de triunfar, mas nunca chegou à frente de batalha. Em Espoleto, cidade do caminho de Assis a Roma, caiu novamente enfermo e, durante a enfermidade, ouviu uma voz celestial que o exortava a "servir o amo e não ao servo". O jovem obedeceu. Ao principio voltou a sua antiga vida, ainda que tomando-a menos à ligeira. A gente, ao vê-lo ensimesmado, lhe diziam que estava enamorado. "Sim", replicava Francisco, "vou casar-me com uma jovem mais bela e mais nobre que todas as que conheceis". Pouco a pouco, com muita oração, foi concebendo o desejo de vender todos seus bens e comprar a pérola preciosa de que fala o Evangelho.
    Ainda que ignorasse o que tinha que fazer para isso, uma série de claras inspirações sobrenaturais o fez compreender que a batalha espiritual começa pela mortificação e a vitória sobre os instintos. Passeando em certa ocasião a cavalo pela planura de Assis, encontrou a um leproso. As chagas do mendigo aterrorizaram a Francisco; mas, em vez de fugir, aproximou-se do leproso, que lhe estendia a mão para receber uma esmola. Francisco compendeu que havia chegado o momento de dar o passo ao amor radical de Deus. Apesar de sua repulsa natural aos leprosos, venceu sua vontade, se acercou dele e lhe deu um beijo. Aquilo cambiou sua vida. Foi um gesto movido pelo Espírito Santo, pedindo a Francisco uma qualidade de entrega, um "sim" que distingue os santos dos medíocres.
    São Buenaventura nos diz que depois deste evento, Francisco frequentava lugares separados onde se lamentava e chorava por seus pecados. Desafogando sua alma foi escutado pelo Senhor. Um dia, enquanto orava, apareceu-lhe Jesus crucificado. A memória da paixão do Senhor se gravou em seu coração de tal forma, que cada vez que pensava nisso, não podia conter suas lágrimas e soluços.
    "Francisco, repara minha Igreja, pois já vês que está em ruínas"
    A partir de então, começou a visitar e servir aos enfermos nos hospitais. Algumas vezes presenteava aos pobres suas vestes, outras, o dinheiro que levava. Lhes servia devotamente, porque o profeta Isaías nos disse que Cristo crucificado foi desprezado e tratado como um leproso. Deste modo desenvolvia seu espírito de pobreza, seu profundo sentido de humildade e sua grande compaixão. Em certa ocasião, enquanto orava na igreja de São Damião fora de Assis, lhe pareceu que o crucifixo lhe repetia três vezes: "Francisco, repara minha casa, pois já vês que está em ruínas".
    O santo, vendo que a igreja se achava em muito mal estado, creu que o Senhor queria que a reparasse; assim pois, partiu imediatamente, tomou uma boa quantidade de vestidos da tenda de seu pai e os vendeu junto com seu cavalo. Em seguida levou o dinheiro ao pobre sacerdote que se encarregava da igreja de São Damião, e lhe pediu permissão de ficar a viver com ele. O bom sacerdote consentiu em que Francisco ali ficasse, mas negou-se a aceitar o dinheiro. O jovem o depositou junto da janela. Pedro Bernardone, ao inteirar-se do que havia feito seu filho, se dirigiu indignado a São Damião. Mas Francisco havia tido bom cuidado de se ocultar.

    Renúncia à herança de seu pai
    Al cabo de algunos días pasados en oración y ayuno, Francisco volvió a entrar en la población, pero estaba tan desfigurado y mal vestido, que la gente se burlaba de él como si fuese un loco. Pedro Bernardone, muy desconcertado por la conducta de su hijo, le condujo a su casa, le golpeó furiosamente (Francisco tenía entonces 25 años), le puso grillos en los pies y le encerró en una habitación.
    La madre de Francisco se encargó de ponerle en libertad cuando su marido se hallaba ausente y el joven retornó a San Damián. Su padre fue de nuevo a buscarle ahí, le golpeó en la cabeza y le conminó a volver inmediatamente a su casa o a renunciar a su herencia y pagarle el precio de los vestidos que le había tomado. Francisco no tuvo dificultad alguna en renunciar a la herencia, pero dijo a su padre que el dinero de los vestidos pertenecía a Dios y a los pobres.
    Su padre le obligó a comparecer ante el obispo Guido de Asís, quien exhortó al joven a devolver el dinero y a tener confianza en Dios: "Dios no desea que su Iglesia goce de bienes injustamente adquiridos". Francisco obedeció a la letra la orden del obispo y añadió: "Los vestidos que llevo puestos pertenecen también a mi padre, de suerte que tengo que devolvérselos". Acto seguido se desnudó y entregó sus vestidos a su padre, diciéndole alegremente: "Hasta ahora tú has sido mi padre en la tierra. Pero en adelante podré decir: “Padre nuestro, que estás en los cielos”.' Pedro Bernardone abandonó el palacio episcopal "temblando de indignación y profundamente lastimado".
    El Obispo regaló a Francisco un viejo vestido de labrador, que pertenecía a uno de sus siervos. Francisco recibió la primera limosna de su vida con gran agradecimiento, trazó la señal de la cruz sobre el vestido con un trozo de tiza y se lo puso.
    Llamado a la renuncia y a la negación
    Enseguida, partió en busca de un sitio conveniente para establecerse. Iba cantando alegremente las alabanzas divinas por el camino real, cuando se topó con unos bandoleros que le preguntaron quién era. El respondió: "Soy el heraldo del Gran Rey". Los bandoleros le golpearon y le arrojaron en un foso cubierto de nieve. Francisco prosiguió su camino cantando las divinas alabanzas. En un monasterio obtuvo limosna y trabajo como si fuese un mendigo. Cuando llegó a Gubbio, una persona que le conocía le llevó a su casa y le regaló una túnica, un cinturón y unas sandalias de peregrino. Francisco los usó dos años, al cabo de los cuales volvió a San Damián.

    Para reparar la iglesia, fue a pedir limosna en Asís, donde todos le habían conocido rico y, naturalmente, hubo de soportar las burlas y el desprecio de más de un mal intencionado. El mismo se encargó de transportar las piedras que hacían falta para reparar la iglesia y ayudó en el trabajo a los albañiles. Una vez terminadas las reparaciones en la iglesia de San Damián, Francisco emprendió un trabajo semejante en la antigua iglesia de San Pedro. Después, se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, que pertenecía a la abadía benedictina de Monte Subasio. Probablemente el nombre de la capillita aludía al hecho de que estaba construida en una reducida parcela de tierra.
    La Porciúncula se hallaba en una llanura, a unos cuatro kilómetros de Asís y, en aquella época, estaba abandonada y casi en ruinas. La tranquilidad del sitio agradó a Francisco tanto como el título de Nuestra Señora de los Ángeles, en cuyo honor había sido erigida la capilla.
    Francisco la reparó y fijó en ella su residencia. Ahí le mostró finalmente el cielo lo que esperaba de él, el día de la fiesta de San Matías del año 1209.
    En aquella época, el evangelio de la misa de la fiesta decía: "Id a predicar, diciendo: El Reino de Dios ha llegado... Dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente... No poseáis oro ... ni dos túnicas, ni sandalias, ni báculo ...He aquí que os envío como corderos en medio de los lobos..." (Mat.10 , 7-19). Estas palabras penetraron hasta lo más profundo en el corazón de Francisco y éste, aplicándolas literalmente, regaló sus sandalias, su báculo y su cinturón y se quedó solamente con la pobre túnica ceñida con un cordón. Tal fue el hábito que dio a sus hermanos un año más tarde: la túnica de lana burda de los pastores y campesinos de la región. Vestido en esa forma, empezó a exhortar a la penitencia con tal energía, que sus palabras hendían los corazones de sus oyentes. Cuando se topaba con alguien en el camino, le saludaba con estas palabras: "La paz del Señor sea contigo".
    Dones extraordinarios
    Dios le había concedido ya el don de profecía y el don de milagros. Cuando pedía limosna para reparar la iglesia de San Damián, acostumbraba decir: "Ayudadme a terminar esta iglesia. Un día habrá ahí un convento de religiosas en cuyo buen nombre se glorificarán el Señor y la universal Iglesia". La profecía se verificó cinco años más tarde en Santa Clara y sus religiosas. Un habitante de Espoleto sufría de un cáncer que le había desfigurado horriblemente el rostro. En cierta ocasión, al cruzarse con San Francisco, el hombre intentó arrojarse a sus pies, pero el santo se lo impidió y le besó en el rostro. El enfermo quedó instantáneamente curado. San Buenaventura comentaba a este propósito: "No sé si hay que admirar más el beso o el milagro".
    Nueva orden religiosa y visita al Papa
    Francisco tuvo pronto numerosos seguidores y algunos querían hacerse discípulos suyos. El primer discípulo fue Bernardo de Quintavalle, un rico comerciante de Asís. Al principio Bernardo veía con curiosidad la evolución de Francisco y con frecuencia le invitaba a su casa, donde le tenía siempre preparado un lecho próximo al suyo. Bernardo se fingía dormido para observar cómo el siervo de Dios se levantaba calladamente y pasaba largo tiempo en oración, repitiendo estas palabras: "Deus meus et omnia" (Mi Dios y mi todo). Al fin, comprendió que Francisco era "verdaderamente un hombre de Dios" y enseguida le suplicó que le admitiese corno discípulo.
    Desde entonces, juntos asistían a misa y estudiaban la Sagrada Escritura para conocer la voluntad de Dios. Como las indicaciones de la Biblia concordaban con sus propósitos, Bernardo vendió cuanto tenía y repartió el producto entre los pobres.
    Pedro de Cattaneo, canónigo de la catedral de Asís, pidió también a Francisco que le admitiese como discípulo y el santo les "concedió el hábito" a los dos juntos, el 16 de abril de 1209. El tercer compañero de San Francisco fue el hermano Gil, famoso por su gran sencillez y sabiduría espiritual.
    En 1210, cuando el grupo contaba ya con 12 miembros, Francisco redactó una regla breve e informal que consistía principalmente en los consejos evangélicos para alcanzar la perfección. Con ella se fueron a Roma a presentarla para aprobación del Sumo Pontífice. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba.
    En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un Cardenal dijo: "No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el Evangelio". Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula. Inocencio III se mostró adverso al principio. Por otra parte, muchos cardenales opinaban que las órdenes religiosas ya existentes necesitaban de reforma, no de multiplicación y que la nueva manera de concebir la pobreza era impracticable.
    El cardenal Juan Colonna alegó en favor de Francisco que su regla expresaba los mismos consejos con que el Evangelio exhortaba a la perfección. Más tarde, el Papa relató a su sobrino, quien a su vez lo comunicó a San Buenaventura, que había visto en sueños una palmera que crecía rápidamente y después, había visto a Francisco sosteniendo con su cuerpo la basílica de Letrán que estaba a punto de derrumbarse. Cinco años después, el mismo Pontífice tendría un sueño semejante a propósito de Santo Domingo. Inocencio III mandó, pues, llamar a Francisco y aprobó verbalmente su regla; enseguida le impuso la tonsura, así como a sus compañeros y les dio por misión predicar la penitencia.

    porciuncula 
    La Porciúncula
    San Francisco y sus compañeros se trasladaron provisionalmente a una cabaña de Rivo Torto, en las afueras de Asís, de donde salían a predicar por toda la  región. Poco después, tuvieron dificultades con un campesino que reclamaba la cabaña para emplearla como establo de su asno. Francisco respondió: "Dios no nos ha llamado a preparar establos para los asnos", y acto seguido abandonó el lugar y partió a ver al abad de Monte Subasio. En 1212, el abad regaló a Francisco la capilla de la Porciúncula, a condición de que la conservase siempre como la iglesia principal de la nueva orden. El santo se negó a aceptar la propiedad de la capillita y sólo la admitió prestada. En prueba de que la Porciúncula continuaba como propiedad de los benedictinos, Francisco les enviaba cada año, a manera de recompensa por el préstamo, una cesta de pescados cogidos en el riachuelo vecino.
    Por su parte, los benedictinos correspondían enviándole un tonel de aceite. Tal costumbre existe todavía entre los franciscanos de Santa María de los Ángeles y los benedictinos de San Pedro de Asís.
    Alrededor de la Porciúncula, los frailes construyeron varias cabañas primitivas, porque San Francisco no permitía que la orden en general y los conventos en particular, poseyesen bienes temporales. Había hecho de la pobreza el fundamento de su orden y su amor a la pobreza se manifestaba en su manera de vestirse, en los utensilios que empleaba y en cada uno de sus actos. Acostumbraba llamar a su cuerpo "el hermano asno", porque lo consideraba como hecho para transportar carga, para recibir golpes y para comer poco y mal. Cuando veía ocioso a algún fraile, le llamaba "hermano mosca", porque en vez de cooperar con los demás echaba a perder el trabajo de los otros y les resultaba molesto.
    Poco antes de morir, considerando que el hombre está obligado a tratar con caridad a su cuerpo, Francisco pidió perdón al suyo por haberlo tratado tal vez con demasiado rigor. El santo se había opuesto siempre a las austeridades indiscretas y exageradas. En cierta ocasión, viendo que un fraile había perdido el sueño a causa del excesivo ayuno, Francisco le llevó alimento y comió con él para que se sintiese menos mortificado.
    Somete la carne a las espinas; Dios le otorga sabiduría
    Al principio de su conversión, viéndose atacado por violentas tentaciones de impureza, solía revolcarse desnudo sobre la nieve. Cierta vez en que la tentación fue todavía más violenta que de ordinario, el santo se disciplinó furiosamente; como ello no bastase para alejarla, acabó por revolcarse sobre las zarzas y los abrojos.
    Su humildad no consistía simplemente en un desprecio sentimental de sí mismo, sino en la convicción de que "ante los ojos de Dios el hombre vale por lo que es y no más". Considerándose indigno del sacerdocio, Francisco sólo llegó a recibir el diaconado. Detestaba de todo corazón las singularidades. Así cuando le contaron que uno de los frailes era tan amante del silencio que sólo se confesaba por señas, respondió disgustado: "Eso no procede del espíritu de Dios sino del demonio; es una tentación y no un acto de virtud." Dios iluminaba la inteligencia de su siervo con una luz de sabiduría que no se encuentra en los libros. Cuando cierto fraile le pidió permiso para estudiar, Francisco le contestó que si repetía con devoción el "Gloria Patri", llegaría a ser sabio a los ojos de Dios y él mismo era el mejor ejemplo de la sabiduría adquirida en esa forma.
    Sobre la pobreza de espíritu, Francisco decía: "Hay muchos que tienen por costumbre multiplicar plegarias y prácticas devotas, afligiendo sus cuerpos con numerosos ayunos y abstinencias; pero con una sola palabrita que les suena injuriosa a su persona o por cualquier cosa que se les quita, enseguida se ofenden e irritan. Estos no son pobres de espíritu, porque el que es verdaderamente pobre de espíritu, se aborrece a sí mismo y ama a los que le golpean en la mejilla".
    La Naturaleza
    Sus contemporáneos hablan con frecuencia del cariño de Francisco por los animales y del poder que tenía sobre ellos. Por ejemplo, es famosa la reprensión que dirigió a las golondrinas cuando iba a predicar en Alviano: "Hermanas golondrinas: ahora me toca hablar a mí; vosotras ya habéis parloteado bastante". Famosas también son las anécdotas de los pajarillos que venían a escucharle cuando cantaba las grandezas del Creador, del conejillo que no quería separarse de él en el Lago Trasimeno y del lobo de Gubbio amansado por el santo. Algunos autores consideran tales anécdotas como simples alegorías, en tanto que otros les atribuyen valor histórico.
    Aventura de amor con Dios
    Los primeros años de la orden en Santa María de los Ángeles fueron un período de entrenamiento en la pobreza y la caridad fraternas. Los frailes trabajaban en sus oficios y en los campos vecinos para ganarse el pan de cada día. Cuando no había trabajo suficiente, solían pedir limosna de puerta en puerta; pero el fundador les había prohibido que aceptasen dinero. Estaban siempre prontos a servir a todo el mundo, particularmente a los leprosos y menesterosos.
    San Francisco insistía en que llamasen a los leprosos "mis hermanos cristianos" y los enfermos no dejaban de apreciar esta profunda delicadeza. Les decía a los frailes: ¨Todos los hermanos procuren ejercitarse en buenas obras, porque está escrito: 'Haz siempre algo bueno para que el diablo te encuentre ocupado'. Y también, 'La ociosidad es enemiga del alma'. Por eso los siervos de Dios deben dedicarse continuamente a la oración o a alguna buena actividad.¨
    El número de los compañeros del santo continuaba en aumento, entre ellos se contaba el famoso "juglar de Dios", fray Junípero; a causa de la sencillez del hermanito Francisco solía repetir: "Quisiera tener todo un bosque de tales juníperos". En cierta ocasión en que el pueblo de Roma se había reunido para recibir a fray Junípero, sus compañeros le hallaron jugando apaciblemente con los niños fuera de las murallas de la ciudad. Santa Clara acostumbraba llamarle "el juguete de Dios".
    Santa Clara
    Clara había partido de Asís para seguir a Francisco, en la primavera de 1212, después de oírle predicar. El santo consiguió establecer a Clara y sus compañeras en San Damián, y la comunidad de religiosas llegó pronto a ser, para los franciscanos, lo que las monjas de Prouille habían de ser para los dominicos: una muralla de fuerza femenina, un vergel escondido de oración que hacía fecundo el trabajo de los frailes.
    Evangeliza a los mahometanos
    En el otoño de ese año, Francisco, no contento con todo lo que había sufrido y trabajado por las almas en Italia, resolvió ir a evangelizar a los mahometanos. Así pues, se embarcó en Ancona con un compañero rumbo a Siria; pero una tempestad hizo naufragar la nave en la costa de Dalmacia. Como los frailes no tenían dinero para proseguir el viaje, se vieron obligados a esconderse furtivamente en un navío para volver a Ancona. Después de predicar un año en el centro de Italia (el señor de Chiusi puso entonces a la disposición de los frailes un sitio de retiro en Monte Alvernia, en los Apeninos de Toscana), San Francisco decidió partir nuevamente a predicar a los mahometanos en Marruecos. Pero Dios tenía dispuesto que no llegase nunca a su destino: el santo cayó enfermo en España y, después, tuvo que retornar a Italia. Ahí se consagró apasionadamente a predicar el Evangelio a los cristianos.

    La humildad y obediencia
    San Francisco dio a su orden el nombre de "Frailes Menores" por humildad, pues quería que sus hermanos fuesen los siervos de todos y buscasen siempre los sitios más humildes. Con frecuencia exhortaba a sus compañeros al trabajo manual y, si bien les permitía pedir limosna, les tenía prohibido que aceptasen dinero. Pedir limosna no constituía para él una vergüenza, ya que era una manera de imitar la pobreza de Cristo. Sobre la excelsa virtud de la humildad, decía: "Bienaventurado el siervo a quien lo encuentran en medio de sus inferiores con la misma humildad que si estuviera en medio de sus superiores. Bienaventurado el siervo que siempre permanece bajo la vara de la corrección. Es siervo fiel y prudente el que, por cada culpa que comete, se apresura a expiarlas: interiormente, por la contrición y exteriormente por la confesión y la satisfacción de obra". El santo no permitía que sus hermanos predicasen en una diócesis sin permiso expreso del Obispo. Entre otras cosas, dispuso que "si alguno de los frailes se apartaba de la fe católica en obras o palabras y no se corregía, debería ser expulsado de la hermandad". Todas las ciudades querían tener el privilegio de albergar a los nuevos frailes, y las comunidades se multiplicaron en Umbría, Toscana, Lombardia y Ancona.
    Crece la orden
    Se cuenta que en 1216, Francisco solicitó del Papa Honorio III la indulgencia de la Porciúncula o "perdón de Asís". El año siguiente, conoció en Roma a Santo Domingo, quien había predicado la fe y la penitencia en el sur de Francia en la época en que Francisco era "un gentilhombre de Asís". San Francisco tenía también la intención de ir a predicar en Francia. Pero, como el cardenal Ugolino (quien fue más tarde Papa con el nombre de Gregorio IX) le disuadiese de ello, envió en su lugar a los hermanos Pacífico y Agnelo. Este último había de introducir más tarde la Orden de los frailes menores en Inglaterra. El sabio y bondadoso cardenal Ugolino ejerció una gran influencia en el desarrollo de la Orden. Los compañeros de San Francisco eran ya tan numerosos, que se imponía forzosamente cierta forma de organización sistemática y de disciplina común. Así pues, se procedió a dividir a la Orden en provincias, al frente de cada una de las cuales se puso a un ministro, "encargado del bien espiritual de los hermanos; si alguno de ellos llegaba a perderse por el mal ejemplo del ministro, éste tendría que responder de él ante Jesucristo". Los frailes habían cruzado ya los Alpes y tenían misiones en España, Alemania y Hungría.
    El primer capítulo general se reunió, en la Porciúncula, en Pentecostés del año de 1217. En 1219, tuvo lugar el capítulo "de las esteras", así llamado por las cabañas que debieron construirse precipitadamente con esteras para albergar a los delegados. Se cuenta que se reunieron entonces cinco mil frailes. Nada tiene de extraño que en una comunidad tan numerosa, el espíritu del fundador se hubiese diluido un tanto. Los delegados encontraban que San Francisco se entregaba excesivamente a la aventura y exigían un espíritu más práctico. Es que así les parecía lo que en realidad era una gran confianza en Dios.
    El santo se indignó profundamente y replicó: "Hermanos míos, el Señor me llamó por el camino de la sencillez y la humildad y por ese camino persiste en conducirme, no sólo a mí sino a todos los que estén dispuestos a seguirme... El Señor me dijo que deberíamos ser pobres y locos en este mundo y que ése y no otro sería el camino por el que nos llevaría. Quiera Dios confundir vuestra sabiduría y vuestra ciencia y haceros volver a vuestra primitiva vocación, aunque sea contra vuestra voluntad y aunque la encontréis tan defectuosa".
    Francisco les insistía en que amaran muchísimo a Jesucristo y a la Santa Iglesia Católica, y que vivieran con el mayor desprendimiento posible hacia los bienes materiales, y no se cansaba de recomendarles que cumplieran lo más exactamente posible todo lo que manda el Santo Evangelio.
    El mayor privilegio: no gozar de privilegio alguno
    Recorría campos y pueblos invitando a la gente a amar más a Jesucristo, y repetía siempre: 'El Amor no es amado". La gente le escuchaba con especial cariño y se admiraba de lo mucho que sus palabras influían en los corazones para entusiasmarlos por Cristo y su Verdad. Sus palabras eran reflejo de su vida en imitación a Jesús, decía:
    "El que ama verdaderamente a su enemigo no se apena de las injurias que éste le provoca, sino que sufre por amor de Dios a causa del pecado que arrastra el alma que lo ofendió. Y le manifiesta su amor con obras".
    A quienes le propusieron que pidiese al Papa permiso para que los frailes pudiesen predicar en todas partes sin autorización del obispo, Francisco repuso: "Cuando los obispos vean que vivís santamente y que no tenéis intenciones de atentar contra su autoridad, serán los primeros en rogaros que trabajéis por el bien de las almas que les han sido confiadas. Considerad como el mayor de los privilegios el no gozar de privilegio alguno..." Al terminar el capítulo, San Francisco envió a algunos frailes a la primera misión entre los infieles de Túnez y Marruecos, y se reservó para sí la misión entre los sarracenos de Egipto y Siria. En 1215, durante el Concilio de Letrán, el Papa Inocencio III había predicado una nueva cruzada, pero tal cruzada se había reducido simplemente a reforzar el Reino Latino de oriente. Francisco quería blandir la espada de Dios.
    San Francisco se fue a Tierra Santa a visitar en devota peregrinación los Santos Lugares donde Jesús nació, vivió y murió: Belén, Nazaret, Jerusalén, etc. En recuerdo de esta piadosa visita suya, los franciscanos están encargados desde hace siglos de custodiar los Santos Lugares de Tierra Santa.
    Misionero ante el Sultán
    En junio de 1219, se embarcó en Ancona con 12 frailes. La nave los condujo a Damieta, en la desembocadura del Nilo. Los cruzados habían puesto sitio a la ciudad, y Francisco sufrió mucho al ver el egoísmo y las costumbres disolutas de los soldados de la cruz. Consumido por el celo de la salvación de los sarracenos, decidió pasar al campo del enemigo, por más que los cruzados le dijeron que la cabeza de los cristianos estaba puesta a precio. Habiendo conseguido la autorización del delegado pontificio, Francisco y el hermano Iluminado se aproximaron al campo enemigo, gritando: "¡Sultán, Sultán!". Cuando los condujeron a la presencia de Malek-al-Kamil, Francisco declaró osadamente: "No son los hombres quienes me han enviado, sino Dios todopoderoso.
    Vengo a mostrarles, a ti y a tu pueblo, el camino de la salvación; vengo a anunciarles las verdades del Evangelio". El Sultán quedó impresionado y rogó a Francisco que permaneciese con él. El santo replicó: "Si tú y tu pueblo estáis dispuestos a oír la palabra de Dios, con gusto me quedaré con vosotros. Y si todavía vaciláis entre Cristo y Mahoma, manda encender una hoguera; yo entraré en ella con vuestros sacerdotes y así veréis cuál es la verdadera fe". El Sultán contestó que probablemente ninguno de los sacerdotes querría meterse en la hoguera y que no podía someterlos a esa prueba para no soliviantar al pueblo.
    Cuentan que el Sultán llegó a decir: "Si todos los cristianos fueran como él, entonces valdría la pena ser cristiano". Pero el Sultán, Malek-al-Kamil, mandó a Francisco que volviese al campo de los cristianos. Desalentado al ver el reducido éxito de su predicación entre los sarracenos y entre los cristianos, el Santo pasó a visitar los Santos Lugares. Ahí recibió una carta en la que sus hermanos le pedían urgentemente que retornase a Italia.
    La crisis del acomodamiento lleva a clarificar la regla
    Durante la ausencia de Francisco, sus dos vicarios, Mateo de Narni y Gregorio de Nápoles, habían introducido ciertas innovaciones que tendían a uniformar a los frailes menores con las otras órdenes religiosas y a encuadrar el espíritu franciscano en el rígido esquema de la observancia monástica y de las reglas ascéticas. Las religiosas de San Damián tenían ya una constitución propia, redactada por el cardenal Ugolino sobre la base de la regla de San Benito. Al llegar a Bolonia, Francisco tuvo la desagradable sorpresa de encontrar a sus hermanos hospedados en un espléndido convento. El Santo se negó a poner los pies en él y vivió con los frailes predicadores. Enseguida mandó llamar al guardián del convento franciscano, le reprendió severamente y le ordenó que los frailes abandonasen la casa.
    Tales acontecimientos tenían a los ojos del Santo las proporciones de una verdadera traición: se trataba de una crisis de la que tendría que salir la Orden sublimada o destruida. San Francisco se trasladó a Roma donde consiguió que Honorio III nombrase al cardenal Ugolino protector y consejero de los franciscanos, ya que el purpurado había depositado una fe ciega en el fundador y poseía una gran experiencia en los asuntos de la Iglesia. Al mismo tiempo, Francisco se entregó ardientemente a la tarea de revisar la regla, para lo que convocó a un nuevo capítulo general que se reunió en la Porciúncula en 1221. El Santo presentó a los delegados la regla revisada. Lo que se refería a la pobreza, la humildad y la libertad evangélica, características de la Orden, quedaba intacto. Ello constituía una especie de reto del fundador a los disidentes y legalistas que, por debajo del agua, tramaban una verdadera revolución del espíritu franciscano. El jefe de la oposición era el hermano Elías de Cortona. El fundador había renunciado a la dirección de la Orden, de suerte que su vicario, fray Elías, era prácticamente el ministro general. Sin embargo, no se atrevió a oponerse al fundador, a quien respetaba sinceramente. En realidad, la Orden era ya demasiado grande, como lo dijo el propio San Francisco: "Si hubiese menos frailes menores, el mundo los vería menos y desearía que fuesen más."
    Al cabo de dos años, durante los cuales hubo de luchar contra la corriente cada vez más fuerte que tendía a desarrollar la orden en una dirección que él no había previsto y que le parecía comprometer el espíritu franciscano, el Santo emprendió una nueva revisión de la regla. Después la comunicó al hermano Elías para que éste la pasase a los ministros, pero el documento se extravió y el Santo hubo de dictar nuevamente la revisión al hermano León, en medio del clamor de los frailes que afirmaban que la prohibición de poseer bienes en común era impracticable.
    La regla, tal como fue aprobada por Honorio III en 1223, representaba sustancialmente el espíritu y el modo de vida por el que había luchado San Francisco desde el momento en que se despojó de sus ricos vestidos ante el obispo de Asís.

    La Tercera Orden
    Unos dos años antes, San Francisco y el cardenal Ugolino habían redactado una regla para la cofradía de laicos que se habían asociado a los frailes menores y que correspondía a lo que actualmente llamamos Tercera Orden, fincada en el espíritu de la "Carta a todos los cristianos", que Francisco había escrito en los primeros años de su conversión. La cofradía, formada por laicos entregados a la penitencia, que llevaban una vida muy diferente de la que se acostumbraba entonces, llegó a ser una gran fuerza religiosa en la Edad Media. En el derecho canónico actual, los terciarios de las diversas órdenes gozan todavía de un estatuto específicamente diferente del de los miembros de las cofradías y congregaciones marianas.
    La representación del Nacimiento de Jesús
    San Francisco pasó la Navidad de 1223 en Grecehio, en el valle de Rieti. Con tal ocasión, había dicho a su amigo, Juan da Vellita: "Quisiera hacer una especie de representación viviente del nacimiento de Jesús en Belén, para presenciar, por decirlo así, con los ojos del cuerpo la humildad de la Encarnación y verle recostado en el pesebre entre el buey y el asno". En efecto, el Santo construyó entonces en la ermita una especie de cueva y los campesinos de los alrededores asistieron a la misa de medianoche, en la que Francisco actuó como diácono y predicó sobre el misterio de la Natividad.
    Se le atribuye haber comenzado en aquella ocasión la tradición del "belén" o "nacimiento". Nos dice Tomás Celano en su biografía del Santo: "La Encarnación era un componente clave en la espiritualidad de Francisco. Quería celebrar la Encarnación en forma especial. Quería hacer algo que ayudase a la gente a recordar al Cristo Niño y cómo nació en Belén".
    San Francisco permaneció varios meses en el retiro de Grecehio, consagrado a la oración, pero ocultó celosamente a los ojos de los hombres las gracias especialísimas que Dios le comunicó en la contemplación. El hermano León, que era su secretario y confesor, afirmó que le había visto varias veces durante la oración elevarse tan alto sobre el suelo, que apenas podía alcanzarle los pies y, en ciertas ocasiones, ni siquiera eso.

    Los Estigmas sanfco


    Alrededor de la fiesta de la Asunción de 1224, el Santo se retiró a Monte Alvernia y se construyó ahí una pequeña celda. Llevó consigo al hermano León, pero prohibió que fuese alguien a visitarle hasta después de la fiesta de San Miguel. Ahí fue donde tuvo lugar, alrededor del día de la Santa Cruz de 1224, el milagro de los estigmas, del que hablamos el 17 de septiembre. Francisco trató de ocultar a los ojos de los hombres las señales de la Pasión del Señor que tenía impresas en el cuerpo; por ello, a partir de entonces llevaba siempre las manos dentro de las mangas del hábito y usaba medias y zapatos.
    Sin embargo, deseando el consejo de sus hermanos, comunicó lo sucedido al hermano Iluminado y a algunos otros, pero añadió que le habían sido reveladas ciertas cosas que jamás descubriría a hombre alguno sobre la tierra.
    En cierta ocasión en que se hallaba enfermo, alguien propuso que se le leyese un libro para distraerle. El Santo respondió: "Nada me consuela tanto como la contemplación de la vida y Pasión del Señor. Aunque hubiese de vivir hasta el fin del mundo, con ese solo libro me bastaría". Francisco se había enamorado de la santa pobreza, mientras contemplaba a Cristo crucificado y meditaba en la nueva crucifixión que sufría en la persona de los pobres.
    El santo no despreciaba la ciencia, pero no la deseaba para sus discípulos. Los estudios sólo tenían razón de ser como medios para un fin y sólo podían aprovechar a los frailes menores, si no les impedían consagrar a la oración un tiempo todavía más largo y si les enseñaban más bien, a predicarse a sí mismos que a hablar a otros. Francisco aborrecía los estudios que alimentaban más la vanidad que la piedad, porque entibiaban la caridad y secaban el corazón. Sobre todo, temía que la señora Ciencia se convirtiese en rival de la dama Pobreza. Viendo con cuánta ansiedad acudían a las escuelas y buscaban los libros sus hermanos, Francisco exclamó en cierta ocasión: "Impulsados por el mal espíritu, mis pobres hermanos acabarán por abandonar el camino de la sencillez y de la pobreza".
    En sus escritos, esto es lo que el Santo nos dejó dicho sobre la vigilancia del corazón: “Cuidémonos mucho de la malicia y astucia de Satanás, el cual quiere que el hombre no tenga su mente y su corazón dirigidos a Dios. Y anda dando vueltas buscando adueñarse del corazón del hombre y, bajo la apariencia de alguna recompensa o ayuda, ahogar en su memoria la palabra y los preceptos del Señor, e intenta cegar el corazón del hombre mediante las actividades y preocupaciones mundanas, y fijar allí su morada”.
    Antes de salir de Monte Alvernia, el Santo compuso el "Himno de alabanza al Altísimo". Poco después de la fiesta de San Miguel bajó finalmente al valle, marcado por los estigmas de la Pasión y curó a los enfermos que le salieron al paso.
    La hermana Muerte
    Las calientísimas arenas del desierto de Egipto afectaron la vista de Francisco hasta el punto de estar casi completamente ciego. Los dos últimos años de la vida de Francisco fueron de grandes sufrimientos que parecía que la copa se había llenado y rebalsado. Fuertes dolores debido al deterioro de muchos de sus órganos (estómago, hígado y el bazo), consecuencias de la malaria contraida en Egipto. En los más terribles dolores, Francisco ofrecía a Dios todo como penitencia, pues se consideraba gran pecador y para la salvación de las almas. Era durante su enfermedad y dolor donde sentía la mayor necesidad de cantar.
    Su salud iba empeorando, los estigmas le hacían sufrir y le debilitaban, y casi había perdido la vista. En el verano de 1225 estuvo tan enfermo, que el cardenal Ugolino y el hermano Elías le obligaron a ponerse en manos del médico del Papa en Rieti. El Santo obedeció con sencillez. De camino a Rieti fue a visitar a Santa Clara en el convento de San Damián. Ahí, en medio de los más agudos sufrimientos físicos, escribió el "Cántico del hermano Sol" y lo adaptó a una tonada popular para que sus hermanos pudiesen cantarlo.
    Después se trasladó a Monte Rainerio, donde se sometió al tratamiento brutal que el médico le había prescrito, pero la mejoría que ello le produjo fue sólo momentánea. Sus hermanos le llevaron entonces a Siena a consultar a otros médicos, pero para entonces el Santo estaba moribundo. En el testamento que dictó para sus frailes, les recomendaba la caridad fraterna, los exhortaba a amar y observar la santa pobreza, y a amar y honrar a la Iglesia. Poco antes de su muerte, dictó un nuevo testamento para recomendar a sus hermanos que observasen fielmente la regla y trabajasen manualmente, no por el deseo de lucro, sino para evitar la ociosidad y dar buen ejemplo. "Si no nos pagan nuestro trabajo, acudamos a la mesa del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta".
    Cuando Francisco volvió a Asís, el Obispo le hospedó en su propia casa. Francisco rogó a los médicos que le dijesen la verdad, y éstos confesaron que sólo le quedaban unas cuantas semanas de vida. "¡Bienvenida, hermana Muerte!", exclamó el Santo y acto seguido, pidió que le trasportasen a la Porciúncula. Por el camino, cuando la comitiva se hallaba en la cumbre de una colina, desde la que se dominaba el panorama de Asís, pidió a los que portaban la camilla que se detuviesen un momento y entonces volvió sus ojos ciegos en dirección a la ciudad e imploró las bendiciones de Dios para ella y sus habitantes.
    Después mandó a los camilleros que se apresurasen a llevarle a la Porciúncula. Cuando sintió que la muerte se aproximaba, Francisco envió a un mensajero a Roma para llamar a la noble dama Giacoma di Settesoli, que había sido su protectora, para rogarle que trajese consigo algunos cirios y un sayal para amortajarle, así como una porción de un pastel que le gustaba mucho.
    Felizmente, la dama llegó a la Porciúncula antes de que el mensajero partiese. Francisco exclamó: "¡Bendito sea Dios que nos ha enviado a nuestra hermana Giacoma! La regla que prohibe la entrada a las mujeres no afecta a nuestra hermana Giacoma. Decidle que entre".
    El Santo envió un último mensaje a Santa Clara y a sus religiosas, y pidió a sus hermanos que entonasen los versos del "Cántico del Sol" en los que alaba a la muerte. Enseguida rogó que le trajesen un pan y lo repartió entre los presentes en señal de paz y de amor fraternal diciendo: "Yo he hecho cuanto estaba de mi parte, que Cristo os enseñe a hacer lo que está de la vuestra”. Sus hermanos le tendieron por tierra y le cubrieron con un viejo hábito. Francisco exhortó a sus hermanos al amor de Dios, de la pobreza y del Evangelio, "por encima de todas las reglas", y bendijo a todos sus discípulos, tanto a los presentes como a los ausentes.
    Murió el 3 de octubre de 1226, después de escuchar la lectura de la Pasión del Señor según San Juan. Francisco había pedido que le sepultasen en el cementerio de los criminales de Colle d'lnferno. En vez de hacerlo así, sus hermanos llevaron al día siguiente el cadáver en solemne procesión a la iglesia de San Jorge, en Asís. Ahí estuvo depositado hasta dos años después de la canonización. En 1230, fue secretamente trasladado a la gran basílica construida por el hermano Elías.
    El cadáver desapareció de la vista de los hombres durante seis siglos, hasta que en 1818, tras 52 días de búsqueda, fue descubierto bajo el altar mayor, a varios metros de profundidad. El Santo no tenía más que 44 o 45 años al morir. No podemos relatar aquí ni siquiera en resumen, la azarosa y brillante historia de la Orden que fundó. Digamos simplemente que sus tres ramas: la de los frailes menores, la de los frailes menores capuchinos y la de los frailes menores conventuales forman el instituto religioso más numeroso que existe actualmente en la Iglesia. Y, según la opinión del historiador David Knowles, al fundar ese instituto, San Francisco "contribuyó más que nadie a salvar a la Iglesia de la decadencia y el desorden en que había caído durante la Edad Media".
    ¡San Francisco de Asís: pídele a Jesús que lo amemos tan intensamente como lo lograste amar tú!
    La Porciúncula, en la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles
    La Porciúncula es un pueblo y a la misma vez una iglesia localizada aproximadamente a tres-cuartos de milla de la ciudad de Asís en Italia. El pueblo ha progresado alrededor de la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles. Fue precisamente en esta Basílica que San Francisco de Asís recibió su vocación en el año 1208. San Francisco vivió la mayor parte de su vida en este lugar. En el año 1211, San Francisco logró una estadía permanente en este pueblo cerca de Asís, gracias a la generosidad de los Benedictinos, los cuales le donaron la pequeña capilla de Santa María de los Ángeles o la Porciúncula, considerada como “una pequeña parte” de esas tierras.
    Un día mientras San Francisco estaba arrodillado en la capilla de San Damián, sintió que Cristo le habló desde el crucifijo y le dijo: “Reconstruye mi Iglesia que esta en ruinas.” El se tomó estas palabras literalmente y empezó a reconstruir varias Iglesias. No fue hasta un tiempo después que San Francisco comprendió que el mensaje principal de Cristo era que construyera y fortaleciera espiritualmente la Iglesia de Cristo. Así fue que el Santo comenzó a trabajar en la restauración de las iglesias de San Damián, San Pedro Della Spina y Santa Maria de los Ángeles o de la Porciúncula.
    Al lado del humilde santuario de la Porciúncula, fue edificado el primer convento Franciscano, con la construcción de unas cuantas pequeñas chozas o celdas de paja y barro, cercadas con un seto. Este acuerdo fue el comienzo de la Orden Franciscana. La Porciúncula fue también el lugar donde San Francisco recibió los votos de Santa Clara. El 3 de Octubre de 1226, muere San Francisco, y en su lecho de muerte, le confía el cuidado y protección de la capilla a sus hermanos.
    Un poco después del año 1290, la capilla, la cual media aproximadamente 22 pies por 13 ½ pies fue ampliamente engrandecida para poder acomodar a la cantidad de peregrinos que venían a visitarla. Más tarde, los edificios alrededor del santuario fueron destruidos por orden de Pio V (1566-72), excepto la celda en la cual murió San Francisco. Luego, estos fueron reemplazados por una gran Basílica, estilo contemporáneo. El nuevo edificio fue erigido sobre su celda y sobre la capilla de la Porciúncula. La Basílica ahora tiene tres naves y un circulo de capillas que se extienden a lo largo de la longitud de los costados.
    La Basílica forma una cruz latina de 416 pies de largo por 210 pies de ancho. Un pedazo del altar de la capilla es de la Anunciación, la cual fue pintada por un sacerdote en el año 1393. Uno todavía puede visitar la celda donde murió San Francisco. Detrás de la sacristía se encuentra el sitio donde el santo, durante una tentación se dice, que se revolcó en un arbusto de brezo, el cual después se convirtió en un rosal sin espinas. Fue precisamente durante esa misma noche del 2 de Agosto, que el Santo recibió la “Indulgencia de la Porciúncula.” Hay una representación del recibimiento de esta indulgencia en la fachada de la capilla de la Porciúncula.
    Se cuenta que una vez, en el año 1216, mientras Francisco estaba en la Porciúncula, en oración y en contemplación, se le apareció Cristo y le ofreció que le pidiera el favor que el quisiera. En el centro del corazón de San Francisco siempre estaba la salvación de las almas. El soñaba en que su amada Porciúncula fuese un santuario donde muchos se pudieran salvar, entonces le pidió al Señor que le concediera una indulgencia plenaria ( o sea, una completa remisión de todas las culpas), para que todos aquellos que vinieran a visitar la pequeña capilla, una vez que se hubieran arrepentido de sus pecados y confesado, pudieran obtenerla. Nuestro Señor accedió a su petición con la condición de que el Papa ratificará la indulgencia.
    San Francisco se fue de inmediato hacia Perugia con uno de sus hermanos en busca del Papa Honorio III. Este, a pesar de alguna oposición de la Curia, ante este favor nunca antes escuchado dio su aprobación a la Indulgencia, limitándola a poder recibirla solamente una vez al año. Posteriormente, el Papa la confirmó y fijo la fecha del 2 de Agosto como el día para alcanzar esta indulgencia. En Italia, es comúnmente conocida como “el perdón de Asís” o la “indulgencia de la Porciúncula”. Este es el recuento tradicional de la historia.
    Todos los fieles católicos pueden alcanzar la indulgencia plenaria el 2 de Agosto (o en otro día que haya sido declarado o asignado por el ordinario local para el beneficio de los fieles), bajo las debidas disposiciones (confesión sacramental, santa comunión, y rezar por las intenciones del Santo Padre). Estas condiciones pueden cumplirse unos días antes o después del día en que se gana la indulgencia. También tienen que visitar la iglesia devotamente y rezar el Padrenuestro y el Credo. La Indulgencia se aplica a la Catedral de la Diócesis, y a la co-catedral (si es que existe alguna), aunque no sean parroquiales, y también las iglesias quasi-parroquiales. Para alcanzar esta indulgencia, como cualquier indulgencia plenaria, los fieles tienen que estar libres de cualquier apego al pecado, aún al pecado venial. Donde se desea este apego, la indulgencia es parcial.


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    lobo de Gubbio
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    Devemos ser simples, humildes e puros


    Sua obra Cântico das Criaturas

    Cântico das Criaturas de São Francisco de Assis

    São Francisco de Assis

    Omnipotente, altíssimo, bondoso Senhor,

    teus são os louvores, a glória e a honra;
    tão só tu és digno de toda a bênção, e nunca é digno o homem de fazer de ti menção.
    Louvado sejas por toda criatura, meu Senhor, e em especial louvado pelo irmão sol, que alumia, e abre o dia, e é belo em seu esplendor, e leva pelos céus notícia de seu autor. 
    E pela irmã lua, de branca luz menor, e as estrelas claras, que teu poder criou, tão limpas, tão formosas, tão vivas como são, e brilham nos céus: !louvado, meu Senhor! 
    E pela irmã água, preciosa em seu candor, que é útil, casta, humilde: ¡louvado, meu Senhor! Pelo irmão fogo, que alumia ao ir-se o sol, e é forte, formoso, alegre: ¡louvado, meu Señor! 
    E pela irmã terra, que é toda bênção, a irmã mãe terra, que dá em toda ocasião as ervas e os frutos e flores de cor, e nos sustenta e rege: ¡louvado, meu Señor! 
    E pelos que perdoam e aguentam por teu amor os males corporais e a tribulação: ¡felizes os que sofrem em paz com a dor, porque lhes chega o tempo da consolação! 
    e pela irmã morte: ¡louvado, meu Senhor! Nenhum vivente escapa de sua perseguição; ¡ai se em pecado grave surpreende o pecador! ¡Ditosos os que cumprem a vontade de Deus!
    ¡Não provaram a morte da condenação! Servi-lhe com ternura e humilde coração. Agradecei seus dons, cantai sua criação. As criaturas todas, louvai a meu Senhor. Ámen.


    São Francisco: Carta aos fieis

    Da carta de São Francisco de Assis,

    Da carta de São Francisco de Assis dirigida a todos os fieis

    Debemos ser sencillos, humildes y puros.
    La venida al mundo del Verbo del Padre, tan digno, tan santo y tan glorioso, fue anunciada por el Padre altísimo, por boca de su santo arcángel Gabriel, a la santa y gloriosa Virgen María, de cuyo seno recibió una auténtica naturaleza humana, frágil como la nuestra. El, siendo rico sobre toda ponderación, quiso elegir la pobreza, junto con su santísima madre. Y, al acercarse su pasión, celebró la Pascua con sus discípulos. Luego oró al Padre, diciendo: Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mi ese cáliz.
    Sin embargo, sometió su voluntad a la del Padre. Y la voluntad del Padre fue que su Hijo bendito y glorioso, a quien entregó por nosotros y que nació por nosotros, se ofreciese a sí mismo como sacrificio y víctima en el ara de la cruz, con su propia sangre, no por sí mismo, por quien han sido hechas todas las cosas, sino por nuestros pecados, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Y quiere que todos nos salvemos por él y lo recibamos con puro corazón y cuerpo casto.
    ¡Qué dichosos y benditos son los que aman al Señor y cumplen lo que dice el mismo Señor en el Evangelio: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y al prójimo como a ti mismo! Amemos, pues, a Dios y adorémoslo con puro corazón y con mente pura, ya que él nos hace saber cuál es su mayor deseo, cuando dice: Los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad. Porque todos los que adoran deben adorarlo en espíritu y verdad. Y dirijámosle día y noche, nuestra alabanza y oración, diciendo: Padre nuestro, que estás en los cielos; porque debemos orar siempre sin desanimarnos.
    Procuremos, además, dar frutos de verdadero arrepentimiento. Y amemos al prójimo como a nosotros mismos. Tengamos caridad y humildad y demos limosna, ésta lava las almas de la inmundicia del pecado. En efecto, los hombres pierden todo lo que dejan en este mundo; tan sólo se llevan consigo el premio de su caridad y las limosnas que practicaron, por las cuales recibirán del Señor la recompensa y una digna remuneración.
    No debemos ser sabios y prudentes según la carne, más bien sencillos, humildes y puros. Nunca debemos desear estar por encima de los demás, sino, al contrario debemos, a ejemplo del Señor, vivir como servidores, y sumisos a toda humana criatura, movidos por, el amor de Dios. El Espíritu del Señor reposará sobre los que así obren y perseveren hasta el fin, y los convertirá en el lugar de su estancia y su morada, y serán hijos del Padre celestial, cuyas obras imitan; ellos son los los hermanos y las madres de nuestro Señor Jesucristo.
    Cf. Mt 5: 3-6
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    Petrónio de Bolonha, Santo
    Bispo, 4 de Outubro

    Petronio de Bolonia, Santo

    Petronio de Bolonha, Santo

    Outubro 4

    Desde muy antiguo, se une el recuerdo de San Petronio a los fieles de Bolonia, quienes comúnmente se denominan "Petronianos", con lo que demuestran eficazmente el afecto que los une a su Santo.
    Petronio fue el octavo Obispo de Bolonia y vivió alrededor de la mitad del siglo V. Un siglo doloroso en la historia de Italia, a causa de las guerras, luchas y revueltas ocasionadas por la invasión bárbara.
    Justamente en ese tiempo se desarrolla la obra providencial y benéfica del Santo, como la de muchísimos otros Obispos, que en las ciudades, privadas de todo apoyo y presa de todos los depredadores, representaban la única autoridad aceptable y aceptada, en defensa de los bienes tanto espirituales como materiales de sus fieles.
    También Petronio, como muchos otros Obispos de aquel tiempo, provenía de la administración pública, ya que fue funcionario e hijo de funcionario. Si dice que nació en España, de padre romano, y También en España fue Prefecto del pretorio. Luego decidió encaminarse hacia el sacerdocio y se radicó en la ciudad de Bolonia hacia el año 430; el Papa Celestino I lo convenció para que ocupara la Cátedra boloñesa.
    Bolonia era era entonces diócesis sufragánea de Milán, y los Obispos milaneses eran de gran peso. Uno fue el gran San Ambrosio, que consagró varias iglesias entre las cuales estaba la de los Mártires Vital y Agrícola.
    Siguiendo esa línea, el Obispo Petronio costruyó otros edificios sacros, dando nacimiento a ese sugestivo complejo de monumentos que en Bolonia se denomina "las siete iglesias". También hizo construir, alrededor de las "siete iglesias", un barrio entero a imagen de Jerusalén y de sus santuarios, para mejor incentivar en el pueblo el culto a los Santos y la devoción a los sagrados misterios.
    Antes de empezar con las iglesias, San Petronio había reconstruido las casas de los boloñeses. Alrededor de las casas, alargó y reforzó los muros de la ciudad. Fue un típico ejemplo de sabiduría, solícito tanto de los bienes espirituales como de los materiales de los fieles, y de la seguridad militar.
    Su vida fue espiritualmente intensa, cerca de una comunidad de monjes contemplativos.
    Una fuente no comprobada, le adjudica la fundación de la famosa universidad de Bolonia, la primera de Occidente. En el año 1388 se decidió edificar la basílica que lleva su nombre, que se convirtió en una de las más grandes y más bellas de la cristiandad.
    San Petronio es el Patrono de la ciudad de Bolonia y de la región de la Emilia. Es invocado por los arquitectos y constructores de los templos y edificios eclesiásticos. Es muy venerado en toda la región italiana de la Emilia-Romana y su basílica es muy visitada.
    El nombre: Petronio significa: "Que proviene de la ciudad romana de Pietrosa".
    A San Petronio se lo identifica teniendo en sus manos o cerca de él a la ciudad de Bolonia que, como hemos dicho, embelleció con magníficos templos. El Niño Jesús bendice la ciudad italiana, sostenida por los ángeles, desde los brazos de la Santísima Virgen en el Cielo abierto. Lleva los ornamentos propios de los obispos (capa pluvial, mitra y báculo).

    Áurea (ou Oriana) de Paris, Santa
    Abadessa, 4 de Outubro

    Aurea (u Oriana) de París, Santa

    Áurea (ou Oriana) de Paris, Santa

    Abadessa
    Outubro 4

    Etimológicamente significa “ encantadora, de oro”. Viene de la lengua griega.
    El violinista Yehudi Menuhin escribió: "A partir del momento en que las palabras se cantan, éstas penetran hasta lo recóndito del alma. Estoy persuadido de que los jóvenes que hoy evitan las iglesias, vendrían en masa si encontraran el misterio que allí debe reinar".
    Estamos en el siglo IV, año 361.
    San Eloy había sido desterrado por las buenas por el rey Dagoberto porque no lo veía con buenos ojos.
    El destierro no lo hundió, sino que le dio nuevas fuerzas para luchar, estando como estaba, penetrado del amor de Dios.
    Cuando se encontraba en París, fundó un convento para religiosas dedicadas completamente a la obra de Jesús.
    Había nada menos que 300. Era necesario nombrar a una abadesa, Y todas, mirando a Aurea, pensaron que era la hermana idónea para dirigirlas.
    Ella, a pesar de ser hija de Mauricio y de Quiria, había dejado todo para entregarse más directamente a Dios.
    Llevó adelante el convento durante 33 años. San Eloy, que había sido elevado a la sede de Noyón como obispo, la asistía y le daba orientaciones y buenos consejos.
    Cuando llegaron sus últimos momentos, Dios se los hizo ver.
    El propio san Eloy le avisó también del día de su muerte. El la preparó lo mejor posible.
    Sus restos fueron trasladados a la iglesia de san Marcial. Se le invoca a Aurea contra las calamidades públicas.
    ¡Felicidades a quien lleve este nombre!

    Alfredo Pellicer Muñoz, Beato
    Mártir, 4 Outubro

    Alfredo Pellicer Muñoz, Beato

    Alfredo Pellicer Muñoz, Beato

    Nació en Bellreguart, provincia Valencia, el 10 de abril de 1914, y lo bautizaron el día 14, imponiéndole el nombre de Jaime. Aprendió las primeras letras en las escuelas nacionales de su pueblo, hasta que, a los once años, ingresó en el Seminario menor franciscano de Benissa (Alicante), donde cursó los estudios del bachillerato.
    A los 16 años marchó al monasterio de Santo Espíritu del Monte (Gilet-Valencia), donde tomó el hábito franciscano el 25 de agosto de 1930, cambiando el nombre de pila por el de Alfredo. Pasó luego al convento-colegio de Onteniente, también casa de formación franciscana, y allí estudió la filosofía y un curso de teología, haciendo la Profesión solemne en la fecha ya crítica del 5 de julio de 1936.
    Dada su corta edad (22 años en el momento de dar la vida) y su condición de estudiante, fray Alfredo no pudo ser conocido sino por sus familiares y sus hermanos en religión, particularmente sus condiscípulos. Estos testigos recuerdan que era de carácter alegre, simpático, cordial y festivo, optimista y buen compañero, respetuoso con los demás. Se distinguió por la firmeza en la fe y en su vocación franciscana.
    Cuando estalló la guerra civil española y se agravó la persecución religiosa el 18 de julio de 1936, fray Alfredo Pellicer se encontraba en el convento-colegio de Onteniente. Tres días después los religiosos de esta comunidad se vieron forzados a dispersarse. Fray Alfredo, estudiante de teología, que acababa de hacer la profesión solemne, se refugió en casa de sus padres en Bellreguart, donde vivió algún tiempo con relativa tranquilidad. Los suyos le propusieron estudiar magisterio, pero Fr. Alfredo rechazó esta propuesta, porque deseaba perseverar en su vocación franciscana.
    El día 4 de octubre de ese año de 1936 fue detenido y asesinado. Fue conducido, después de la detención, al Comité; allí le hicieron halagüeñas proposiciones si renegaba de la fe, lo que fray Alfredo rechazó siempre con firmeza.
    La consumación del martirio tuvo lugar el mismo día 4 de octubre de 1936, hacia las tres de la tarde, en el lugar llamado «La Pedrera», a unos tres kilómetros de Gandía, en dirección a Valencia, cuando tenía 22 años de edad, 6 de hábito franciscano y tan sólo tres meses de profesión solemne.
    Es uno de los 232 mártires de Espanha beatificados por Sua Santidade Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001.

    Tomás de Celano, Beato
    Companheiro e biógrafo de São Francisco de Assís, 4 Outubro

    Tomás de Celano, Beato

    Tomás de Celano, Beato

    Fray Tomás, hijo de los condes de Marsi o de Celano Berardo y Margarita Gualtieri, nació por el año 1190. Recibió una excelente formación humanista con el estudio de las letras clásicas, de la Escritura y de los Padre de la Iglesia. En 1215, sintiéndose llamado por el Señor, profesó en manos de Francisco la Regla de los Hermanos Menores, aprobada oralmente por Inocencio III seis años antes. En su primera Vida del santo recuerda su experiencia: "Loado sea el buen Dios, que tuvo a bien, por su sola benignidad, acordarse de mí y de otros muchos: y es que, una vez que entró en España, se enfrentó con él, y, para evitar que continuara adelante, le mandó una enfermedad que le hizo retroceder en su camino. Volvióse a la iglesia de Santa María de la Porciúncula, y al poco tiempo se le unieron, muy gozosos, algunos letrados y algunos nobles..." (1Cel 56-57).
    Después del fracaso de las expediciones misioneras por Europa, en 1221, durante el capítulo general "de las esteras", fray Tomás fue uno de los 90 religiosos que se ofrecieron a fray Elías, vicario general de la Orden por enfermedad de Francisco, para ser enviado a Alemania, y uno de los 25 elegidos para fundar dicha provincia, con Cesáreo de Spira al frente de ellos. Gracias a la Crónica de uno de ellos, fray Jordán de Giano, sabemos que , en marzo de 1223, fr. Tomás fue elegido Custodio de los conventos de Maguncia, Worms, Spira y Colonia. Al final del mismo año, el ministro provincial fr. Cesáreo regresó a Italia para entrevistarse con Francisco, dejando a fr. Tomás en su lugar como vicario.
    El capítulo general de 1224 eligió como nuevo ministro de Alemania a fr. Alberto de Pisa y éste, tras consultar a fr. Tomás y a otros religiosos prudentes y sabios, convocó y celebró capítulo provincial el 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen.
    Al parecer, fr. Tomás regresó en 1226 a Asís, a la Porciúncula, donde fue testigo de la muerte de san Francisco, como él mismo afirma y como lo demuestra su forma de relatar los últimos días del "Poverello". Dos años después, será también testigo excepcional de la canonización de Francisco y de la fundación de una basílica en su honor, por obra de Gregorio IX (16-17 de julio de 1228).
    A principios de 1230, después de haber escrito la primera biografía de san Francisco, fray Tomás fue enviado a fundar el convento de Tagliacozzo en la región del Abruzzo, no muy lejos de Celano, pero su permanencia allí debió de ser muy breve.
    Hacia el año 1256, después de haber redactado la segunda Vida y el Tratado de los Milagros, a petición de las clarisas se trasladó a Val de Varri, en calidad de director espiritual, y allí permaneció hasta su muerte en el 1260. Su cuerpo reposa en una urna en la iglesia de San Francisco de Tagliacozzo.

    Francisco Xavier Seelos, Beato
    Redentorista, missionário nos Estados Unidos, 4 Outubro

    Francisco Xavier Seelos, Beato

    Francisco Xavier Seelos, Beato

    Francisco Xavier Seelos nace el 11 de enero de 1819 en Füssen, en la católica región de Baviera (Alemania). Es bautizado el mismo día en la iglesia parroquial de san Mang. El deseo de ser sacerdote es muy temprano en él, admirado por las cosas del Evangelio. En 1842, tras concluir sus estudios de filosofía entra en el seminario diocesano.
    Después de encontrarse con los misioneros Redentoristas, decide ingresar en esta congregación y ponerse al servicio de los inmigrantes de lengua alemana en Estados Unidos. Es recibido en la Congregación de los Misioneros Redentoristas el 22 de noviembre de 1848. Al año siguiente zarpará hacia Estados Unidos desde Le Havre, Francia, para llegar a New York el 20 de abril de 1843.
    El 22 de diciembre de 1844, terminado el noviciado y completados sus estudios de teología, Seelos es ordenado sacerdote en la iglesia redentorista de St. James en Baltimore, Maryland, USA. Tras su ordenación, trabaja durante nueve años en la parroquia de Santa Filomena en Pittsburgh, Pennsylvania, primero en calidad de vicepárroco con san Juan N. Neumann (el primer santo de los Estados Unidos de América), superior de la comunidad religiosa redentorista, y, más tarde, durante otros tres años, como párroco siendo ya él mismo Superior de la comunidad. Durante este tiempo, ocupa también el cargo de Maestro de Novicios. Con san Juan Neumann su principal ocupación era predicar misiones en diferentes poblaciones. Seelos comenta así su relación con Neumann: "Me ha introducido en la vida activa", y "me ha dirigido como director espiritual y confesor". Su disponibilidad e innata amabilidad, su atención a las necesidades de los fieles hacen pronto de él una figura bien conocida como confesor experto y director espiritual hasta el punto de que vienen a él también de otras ciudades cercanas.
    Fiel al carisma redentorista, lleva un estilo de vida modesto y se expresa con palabras sencillas. La temática de sus predicaciones y homilías, ricas en contenido bíblico, es fácil de entender incluso por la gente más sencilla. Una constante de su pastoral es su empeño por dedicarse a la formación de la fe de los pequeños. No solamente apoya este ministerio, sino que lo cree fundamental para el crecimiento interior de la comunidad cristiana de la parroquia.
    En 1854 es trasladado de Pittsburgh a Baltimore y, más tarde, en 1857, a Cumberland. En 1862 lo vemos ya en Annapolis, siempre ocupado en el servicio parroquial y entregado a la formación de los futuros Redentoristas en calidad de Prefecto de Estudiantes Teólogos Redentoristas. También aquí, es fiel a su imagen y continúa siendo pastor, amable y alegre, siempre atento a las necesidades de sus estudiantes y atento también a su formación académica. Se dedica sobre todo a infundir en estos futuros misioneros redentoristas el entusiasmo, el espíritu de sacrificio y el celo apostólico por el bien espiritual y temporal de la gente.
    En 1860 es presentado como candidato a Obispo de Pittsburgh. Para el Padre Seelos no era una buena noticia, y pide a Dios y a quien puede que se le libere de esa candidatura. El Papa Pío IX lo dispensa de esta pesada responsabilidad. El Padre Seelos se dedicará del 1863 al 1866 a la vida de misionero itinerante predicando en inglés y en alemán en los estados de Connecticut, Illinois, Michigan, Missouri, New Jersey, New York, Ohio, Pennsylvania, Rhode Island y Wisconsin.
    Tras un breve período de ministerio parroquial en Detroit, Michigan, en 1866 es destinado a la comunidad redentorista de New Orleans, Louisiana. También aquí ejerce de párroco de la iglesia de la Asunción de Santa Maria. Es para los fieles un párroco alegre, disponible y singularmente sensible a las necesidades de los más pobres y de los más abandonados. Pero en los planes de Dios este ministerio en New Orleans está llamado a durar poco. En el mes de septiembre, exhausto tras haber visitado y cuidado a las víctimas de una epidemia de fiebre amarilla, contrae la terrible enfermedad. Tras varias semanas de enfermedad, que padece con santa resignación, pasa a la vida eterna el 4 de octubre de 1867 a la edad de 48 años y 9 meses.
    Su Santidad el Papa Juan Pablo II proclamó al Padre Seelos Beato en la Plaza de San Pedro, el 9 abril del Solemne Año Jubilar 2000.

     

    http://es.catholic.net/santoral  -  http://corazones.org  -  Cântico das Criaturas   -  São Francisco: Carta aos fieis -

    Recolha, transcrição e tradução muito incompleta, devido à extensão das biografias de S. Francisco de Assis, principalmente, por António Fonseca

    sábado, 3 de outubro de 2009

    Aniversário da SSVP

    In: Agência Ecclesia - Boletim de 3/10/2009

     

     

    Vicentinos do Porto assinalam aniversário

    A Sociedade de S. Vicente de Paulo está a comemorar 150 Anos da sua entrada em Portugal. Foi em Outubro de 1859 que se fundou a primeira Conferência Vicentina em solo Português.

    Desde essa data e passando por todas as Dioceses do País, foi no Porto que o Movimento Vicentino se expandiu, consolidou e ganhou raízes. Foi ali que ele se estruturou hierarquicamente.

    Por isso, os Vicentinos do Porto sentem particulares responsabilidades e alegria nestas comemorações, que vão ter o seu ponto alto na Assembleia Diocesana celebrativa, a ter lugar no próximo dia 3 de Outubro, na Casa Diocesana de Vilar, sob a Presidência do Bispo do Porto, D. Manuel Clemente.

    O programa é o seguinte: 14h30 – Acolhimento; 15h00 – Início da Assembleia "Caridade na Verdade", com intervenção de Américo Mendes, Professor da UCP; 16h00 – A S.S.V.P. no passado e no presente, projecção documental; 16h30 – Momento musical; 17h30 – Celebração Solene da Eucaristia, animada pelo Coro da Paróquia de Cristo-Rei/Porto, e entrega simbólica da "lenha", que constituiu a ajuda dos primeiros vicentinos aos mais pobres; 19h – Jantar celebrativo.

    http://ecclesia.pt

     

    Recolha e transcrição de António Fonseca

    Igreja da Comunidade de São Paulo do Viso

    Nº 5 801 - SÉRIE DE 2024 - Nº (277) - SANTOS DE CADA DIA - 2 DE OUTUBRO DE 2024

       Caros Amigos 17º ano com início na edição  Nº 5 469  OBSERVAÇÃO: Hoje inicia-se nova numeração anual Este é, portanto, o 277º  Número da ...