quarta-feira, 15 de dezembro de 2010

Nº 1218 - 16 DE DEZEMBRO DE 2010 - SANTOS DO DIA

 

SANTA ADELAIDE ou ALICE

Imperatriz (931-999)

Adelaida (Alicia), Santa

Adelaida (Alicia), Santa

Imperatriz de Itália

Sessenta e oito anos cheios de agitação em que uma mulher importante que quis e soube ser "testemunho" de Cristo. Esta foi Adelaida ou Alicia, imperatriz de Itália. Casada muito jovem com o rei de Itália Lotário, era-lhe prometida uma vida feliz com sua recém nascida filha Emma e provavelmente o matrimónio desejava terminar seus dias "comendo perdizes", como se põe fim aos contos de princesas e príncipes que provavelmente também na sua época se contavam. Pero a veces los planes de la Providencia no coinciden con los de los hombres; se complican, van y vienen por tortuosos senderos, en muchas ocasiones imprevistos y en otras muy dolorosos, de los que el Señor sabe sacar mayores bienes. Así pasó. En realidad toda su vida estuvo envuelta en las turbulencias políticas y militares propias del tiempo. Cuando murió su primer marido sólo tiene dieciocho años y, tan joven, ya es reina, madre y viuda. Otro matrimonio, el segundo, la va a relacionar con la historia de los tres primeros Otones: su marido, hijo y nieto. En su vida están presentes los sufrimientos por cárcel y destierro. También entendió mucho de intrigas de la Corte, de confabulación, de envidias, de traiciones y de falsedades. Inculpablemente tuvo que soportar la incomprensión de propios y extraños porque la ambición y el poder ciega los ojos de los que no son buenos. Regente emperatriz, retoma funciones de mando en tiempos de Otón III. Ahora muestra con sus obras lo muerta que estaba para sí misma y que la anterior piedad, la de toda su vida, fue un asunto sincero. La emperatriz se dedica a hacer el bien. Protege, socorre y consuela a los necesitados. Considera el poder como una carga para ella y un servicio para el bien del pueblo. No es injusta, ni vengativa con quienes le injuriaron en tiempo pretérito. Muestra esmero infatigable en las tareas de gobierno. Reza, se mortifica y expía por los pecados de su pueblo. Magdeburgo es ejemplo de que propicia el resurgir de los templos. Tenida por santa, muere en Salces, en la Alsacia, en el 999.
¿Quieres saber más? Consulta
ewtn

BEATA MARIA DOS ANJOS (MARIANNA) FONTANELLA

Religiosa (1661-1717)

María de los Angeles (Marianna) Fontanella, Beata

María de los Angeles (Marianna) Fontanella, Beata

Nació en Turín (Italia) el 7 de enero de 1661. Fue la última de los once hijos de los condes Juan y María. A los 14 años quedó huérfana de padre y, a disgusto de su madre, vistió el hábito en el Carmelo de su ciudad el 19 de noviembre de 1675, cambiando su nombre de Mariana por el de María de los Angeles. Hizo su profesión el 26 de diciembre de 1676.Ya antes de ingresar en el Carmelo manifestó una singular disposición para conservarse pura y virtuosa. A los 13 años era su contento pasar horas ante el Santísimo Sacramento. Todas sus ansias eran de mortificarse privándose en la mesa de lo más apetitoso; por la noche se levantaba para hacer oración. Su humildad y mansedumbre eran la admiración de todos; su caridad en palabras y acciones era de santa. A los pobres socorría dándoles cuanto tenía. En 1702 fundó un nuevo Carmelo en Moncalien. La familia real la admiraba y consultaba en sus dificultades. Por medio de su fervorosa oración obtuvo de la Santísima Virgen gracias especiales para la ciudad de Turín. Sus virtudes fueron 1a admiración de todos. Delicadísima en extremo en cuanto a la pureza, hizo voto de no mirar a nadie a la cara y no permitiendó que aun en sus enfermedades la tocaran. Practicó la pobreza con cariño, usando el hábito más pobre, la celda más incómodayel peorjergón. Por convicción se tenía por la más inútil de la comunidad.  Cuatro veces la eligieron priora y también maesta de novicias. Las monjas quisieron elegirla priora por quinta vez, pero ella contestó: "Pueden empeñarse en hacerme priora; yo me empeñaré con mi Jesús a ver quien puede más". El mismo año la atacó una fiebre devoradora y, conseguido el permiso para morir, miró al crucifijo y expiró dulcemente. Era el 16 de diciembre de 1717.
Fue beatificada por el papa Pío IX el 25 de abril de 1865.

BEATO HONORATO DE BIALA PODLASKA

Sacerdote (1829-1916)

Honorato Kozminski de Biala, Beato

Honorato Kozminski de Biala, Beato

Honorato (de seglar, Wenceslao Kozminski) nació en Biala Podlaska (Polonia), el 16 de octubre de 1829. La muerte de su padre le produjo una crisis de fe y se declaró ateo. Sospechoso de participar en un complot contra el régimen ruso invasor, fue encarcelado y en la prisión enfermó de tifus: estas nuevas pruebas le hicieron recuperar la fe. Fue liberado por insuficiencia de pruebas y se hizo capuchino. Recibió la ordenación sacerdotal el 27 de diciembre de 1852. Se dedicó a la predicación y a la dirección de almas, ejerciendo al mismo tiempo varios cargos en su Orden. Su gran actividad estaba sostenida por una intensa vida interior. Se sirvió del confesonario y de la correspondencia para dirigir a personas y orientarlas en su vocación; fundó comunidades religiosas, de las que salieron numerosas congregaciones: todavía hoy existen 17. Fue un precursor de los institutos seculares. Debido a la supresión de los conventos, se iba trasladando de uno a otro, hasta llegar al de Nowe Miasto, en el que vivió los últimos 24 años de su vida, dedicado a la oración y al apostolado epistolar; la sordera le había obligado a dejar el confesonario. Como sus congregaciones habían pasado a la jurisdicción de los obispos, se dedicó a escribir numerosas obras y cartas a sus hijos espirituales. Falleció a la edad de 87 años, el 16 de diciembre de 1916. Lo beatificó Juan Pablo II el 16 de octubre de 1988.
[L´Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 16-X-88]
* * * * *
De la homilía de Juan Pablo II en la misa de beatificación (16-X-1988)
He aquí a aquel a quien el Señor ha dado su gracia (cf. Sal resp.): religioso entregado con magnanimidad y generosidad a su ideal de hermano menor capuchino. Verdadero hijo espiritual de San Francisco. Sacerdote y apóstol. Asiduo ministro del sacramento del perdón y de la reconciliación, su heroico servicio en el confesonario fue una verdadera dirección espiritual. Tuvo un profundo don de saber descubrir y mostrar los caminos de la vocación divina. Era hombre de continua oración, especialmente de la adoración del Santísimo Sacramento; inmerso en Dios y al mismo tiempo abierto a la realidad terrena. Un testigo ocular dijo de él que «caminaba siempre con Dios». Vivió, como es sabido, en tiempos difíciles: tiempos difíciles para la patria y para la Iglesia. Polonia había sido dividida. En el llamado Reino de Polonia había sido proclamado, después de la insurrección de enero, el estado de guerra. Se habían suprimido todas las Ordenes religiosas, y habían quedado sólo algunos monasterios, condenados prácticamente a la muerte, porque los noviciados habían sido cerrados. En todos los campos de la vida escolástica gravaba el terror policial. Fue entonces cuando nuestro Beato formuló el principio que se convirtió en la inspiración para su actividad apostólica: «El "estado" de los religiosos y de las religiosas es una institución divina, por tanto no puede desaparecer, porque sin él el Evangelio no se realizaría, por lo cual puede y debe cambiar sólo de forma» (Noticias sobre las nuevas congregaciones religiosas, Kraków 1980, pág. 45).
Buscaba a personalidades eminentes y compartía con ellas su solicitud por la suerte de la patria, de la iglesia y de los institutos religiosos en Polonia. Cuán elocuente es su confidencia: «Hay que orar fervientemente, el Señor quiere algo de mí... cada vez más a menudo vienen a mí las almas de diversos estados, instrucción, libres y piden que les indique la dirección, desean entrar en un convento, y sobre todo solicitan el permiso de hacer voto de castidad. No hay conventos. ¿Adónde y cómo guiar a estas almas? Ante todo no es lícito mandarlas al extranjero, porque son fruto de esta tierra; aquí deben permanecer, no es lícito privar a esta tierra del fruto maduro y más hermoso que ella ha dado. ¿Qué quedará aquí cuando quitemos a las almas santas, llamadas? Dios quiere algo, Él proveerá... Rogad también vosotros para que obtengamos la luz de Dios, para que Dios revele lo que quiere que hagamos por estas almas» (J. Chudzynska, Diario, págs. 10-11).
Así pensó y actuó el Beato Honorato, a quien el Señor dio su gracia y a quien impulsaba una fuerza interior. Indicaba el camino hacia la perfección que nacía de la lectura del Evangelio y de la contemplación. Animaba a permanecer en su ambiente y a imitar la vida de Jesús y María en Nazaret, a practicar los consejos evangélicos ocultamente, sin signos externos. Fue un innovador en la vida monástica y fundador de una nueva forma semejante a los actuales institutos seculares. Mediante sus hijas e hijos espirituales trataba de regenerar en la sociedad el espíritu de celo de los primeros cristianos, y llegaba a través de ellos a todos los ambientes. Todavía hoy 17 congregaciones, procedentes del círculo de su espiritualidad, trabajan en 19 países de cuatro continentes. «El que quiera ser grande -dice Cristo-, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos» (Mc 10,43-44). El Beato Honorato decía: «Quotidie a Christo exeo, ad Christum eo et ad Christum redeo» (Cada día vengo de Cristo, voy a Cristo y regreso a Cristo). Se abandonó a Cristo, Sabiduría encarnada, como su esclavo, según las directrices de San Luis María Grignon de Montfort. Repetía a menudo «totus tuus». Solicitaba que María fuese para él «protectora, mediadora, auxiliadora, maestra de sus predicaciones, consejera para las confesiones, garante de la castidad, consoladora, reparadora. El sacerdote Honorato fue probado con sus sufrimientos físicos y espirituales. «Mas plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias» (Is 53,10). Cuando recibió la decisión de la Iglesia que le privaba de la dirección de las congregaciones y cambiaba el carácter de las mismas, escribió: «El mismo Vicario de Cristo nos ha revelado la voluntad de Dios y ejecuto esta orden con la fe más grande... Recordad, venerables hermanos y hermanas, que a vosotros se presenta la ocasión de demostrar la obediencia heroica a la Santa Iglesia» (Padre Honorato, cartas circulares a las congregaciones). Y he aquí que, después de su íntimo tormento, vio la luz y se sació de su conocimiento, como dice el profeta Isaías (cf. Is 53,11). Hoy recibe la gloria de los altares en la Iglesia. Nos muestra cómo leer "los signos de los tiempos". Cómo perseverar, según el querer de Dios, y actuar en los tiempos difíciles. Enseña cómo resolver, de acuerdo con el espíritu del Evangelio, los problemas difíciles, y cómo remediar las necesidades humanas en el umbral del tercer milenio desde que «el Hijo del hombre... no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos» (Mc 10,45).
[L´Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 23-X-88]
* * * * *
Beato Honorato de Biala
Wenceslao Kozminski
nació el 16 de octubre de 1829, hijo de Esteban y Alejandra Kahl, en Biala Podlaska, en Polonia. De su familia, ferviente en la fe, recibió una sólida educación católica que acrecentó poco a poco durante el curso de los estudios que culminaron con la láurea en arquitectura. Superada una crisis de fe que lo llevó al ateísmo, se fue madurando en él, gradual pero decididamente, la vocación sacerdotal que lo indujo a dejar la casa paterna para entrar en el noviciado de los Capuchinos, en Lubartow. Después de haber profundizado en Lublin el estudio de la filosofía y de la teología se trasladó a Varsovia, donde el 27 de diciembre de 1855 fue ordenado sacerdote con el nombre de padre Honorato de Biala. En Varsovia inició de inmediato el ministerio de la predicación y el de la dirección espiritual, tuvo diversos cargos dentro de la Orden y al mismo tiempo se hizo presente en las escuelas, en los colegios, en los pensionados femeninos para las lecciones de religión. En especial se hizo cargo de la Asociación del santo Rosario y de la Tercera Orden Franciscana. Pero el principal carisma de Honorato se ve sobre todo en la fundación de asociaciones y congregaciones religiosas; de 1874 a 1896 fueron más de veinte las congregaciones fundadas por él. Al mismo tiempo, en calidad de comisario general de la Provincia capuchina, desarrolló una intensa actividad ministerial a menudo contraviniendo las leyes zaristas de persecución contra numerosos conventos. Aún hoy es impresionante la enorme cantidad de trabajo apostólico realizado por Honorato, a pesar de las restricciones impuestas por el régimen. Valiéndose del confesionario y la correspondencia, fundó 26 asociaciones religiosas, de las cuales surgieron numerosas Congregaciones. Hoy existen 16, de ellas 3 con hábito religioso y 14 sin él, 2 masculinas y 12 femeninas; puede considerarse precursor de los institutos seculares. De esta manera contribuyó grandemente a la supervivencia de la fe en Polonia. Además de ser renombrado predicador e iluminado director espiritual, fue un escritor fecundísimo para hacer conocer a la gente el amor de Dios, como escribió en su Manual Espiritual. Fue verdaderamente hijo de San Francisco en la forma de ver y vivir el amor de Dios en Cristo y en el sentir y vivir el ministerio de la Iglesia. En 1906 organizó una peregrinación nacional al santuario mariano de Czestochowa, en la cual participaron más de medio millón de personas. En 1908, después de la reorganización de sus Congregaciones decidida por la conferencia episcopal, fue removido de la dirección general de las mismas, y él se atuvo dócilmente a los mandatos de las autoridades superiores, reservándose sólo la dirección espiritual, de sacerdote y de confesor.
El 16 de diciembre de 1916, a la venerable edad de 87 años, Honorato Kozminski moría. En el testamento había expresado el deseo de ocultarse «en las Llagas de Jesús», y de «entregar el alma al Creador con la misma disposición con que Él entregó su espíritu en las manos de su Padre». El padre Honorato Kozminski de Biala Podlaska fue beatificado por Juan Pablo II el 16 de octubre de 1988.

 

BEATO CLEMENTE MARCHÍSIO

Fundador (1833-1903)

Clemente Marchisio, Beato

Clemente Marchisio, Beato

Clemente Marchisio nace el 1 de marzo de 1833 en Raconnigi, pequeña ciudad de la región de Turín, donde su familia es apreciada tanto por su fe como por su ardor en el trabajo.  El padre, modesto zapatero remendón, sólo tenía una aspiración: que el pequeño Clemente, primogénito de una familia de cinco hijos, pudiera ayudarle algún día en su oficio de zapatero. Pero desde muy joven el niño declara: «Quiero ser prebítero», es decir, cura.  La madre, una santa mujer, consigue persuadir a su marido: «dejémosle que sea sacerdote». Gracias a un caritativo sacerdote, don Sacco, el adolescente puede seguir estudios secundarios y luego estudiar filosofía. A la edad de 16 años, Clemente Marchisio es revestido con el hábito eclesiástico, al que será siempre fiel. Es ordenado sacerdote el 21 de septiembre de 1856. En su ardor juvenil, aún no se ha percatado de las responsabilidades sacerdotales.  Afortunadamente, después de su ordenación pasa dos años en el internado dirigido por San José Cafasso, cuyo objetivo es perfeccionar la formación de los jóvenes sacerdotes. «Ser sacerdote es el camino más seguro para alcanzar el Paraíso y para conducir allí a los demás», le dice don Cafasso.  Al salir del internado, Clemente Marchisio constatará: «Entré allí como un rapazuelo atolondrado, sin saber lo que quería decir "ser sacerdote". Pero salí totalmente cambiado, habiendo plenamente comprendido la dignidad del sacerdocio». Los comienzos del ministerio parroquial de don Marchisio se desarrollan serenamente en una pequeña ciudad cuya población se revela ferviente. Durante la Misa reparte cada día unas 400 comuniones, pero ese apostolado fácil no dura mucho.  En 1860 es nombrado párroco de Rivalba Torinese, comarca violentamente anticlerical a la que llaman «guarida del diablo». Como Jesucristo, quiere ser un "buen Pastor" para sus ovejas. Su deseo más profundo es salvarlas y, mediante ello, salvarse a sí mismo. El sermón inicial que dirige a sus parroquianos expone un programa eminentemente sacerdotal: «Os debo buen ejemplo, les dice, así como instrucción, mis servicios y a mí mismo por entero. Si resulta necesario, debo incluso sacrificarme por vuestras almas. Mi primer deber es dar buen ejemplo. Como pastor, debo ser la luz del mundo y la sal de la tierra, lo que me obliga a todas las virtudes... Debo honrar mi ministerio mediante una vida santa e irreprochable, y vosotros debéis honrar, respetar e imitar mi ministerio. Pero ese honor y ese respeto no lo debéis a mi persona, sino a mi ministerio, pues en mis manos tengo poderes que nunca tendrán ni los ángeles del Cielo ni los reyes de la tierra. Puedo reconciliaros con Dios, reparar vuestros pecados, abriros el manantial de la gracia y la puerta del Cielo, consagrar la Eucaristía y hacer que Jesús, nuestro Salvador, se instale en medio de vosotros. Debéis considerarme como el enviado de Dios para conduciros al Cielo... El segundo de mis deberes es instruiros: catequizar a los niños, enseñar a los ignorantes, incluso a aquellos que no frecuentan la Iglesia, aconsejar a los padres y madres de familia y exhortar a los jóvenes. Y si se presenta algún vicio, no tendré más remedio que levantar la voz. ¡Qué desgracia para mí si no dijera claramente la verdad!... En tercer lugar, me debo por entero a vosotros, como Jesús que dijo: El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos (Mt 20, 28). Debo dedicaros mis vigilias, mis cuidados, mis fatigas, en cualquier momento, tanto de día como de noche, a pesar de la distancia, del calor o del frío, a fin de procuraros mis auxilios... A mis servicios añadiré mi oración, pues fue gracias a ella como San Pablo convirtió tantas almas...» Ese programa de dedicación por amor de las almas nos estimula en el cumplimiento de nuestro deber de estado. En sus Ejercicios Espirituales, San Ignacio nos invita a todos a trabajar con Nuestro Señor para conquistar el mundo entero, a seguirlo en medio de las fatigas, a fin de seguirlo también en la gloria (nº 95). Pero esa conquista pacífica no puede hacerse sin la cruz.
Don Marchisio empieza catequizando a los niños, que escuchan con agrado a ese sacerdote de palabra sencilla, clara y animada. Pero en el púlpito, imitando al párroco de Ars, predica con vehemencia contra las blasfemias, la falta de respeto por el domingo y la depravación de las costumbres: «Sabedlo de una vez por todas, dice al auditorio: no he venido aquí para agradaros, sino para deciros la verdad y convertiros». Pero no siempre es agradable escuchar la verdad. Así pues, los que se sienten ofendidos por aquellos vigorosos sermones intentarán que el párroco se calle haciéndole la vida imposible. Nada más acabar la lectura del Evangelio, los hombres esbozan una señal de la cruz y abandonan la iglesia. "En bien de la paz", sus esposas los imitan, y los jóvenes, tanto chicos como chicas, se apresuran a hacer lo mismo. El predicador se encuentra entonces ante un auditorio de algunas ancianas sordas y de niños. Más adelante, el ataque adquiere mayor magnitud: introducen por la puerta de la iglesia un asno que brama a grito pelado. El joven párroco se tapa un momento la cara con las manos y luego, cuando recupera la calma, prosigue su homilía con fervor y persuasión. Se le hacen otras malas pasadas: alboroto en la iglesia, silbidos o cantos provocadores se suceden sin interrupción. Son escrutados sus más leves movimientos y los rasgos de la cara, y todo es bueno para sembrar la sospecha, amplificarla y transformarla en calumnia. En una ocasión, un agresor torpe lo ataca con un palo, pero el sacerdote, más hábil que él, le quita el palo y luego se lo devuelve diciendo: «Toma y haz conmigo lo que quieras. Estoy dispuesto a morir. Sin embargo, sólo siento una cosa, y es que te cogerán y caerás en manos de la justicia». Esa caridad desarma al adversario. Después de haberlo soportado todo en silencio durante mucho tiempo, Clemente Marchisio acaba cogiendo miedo y solicita que le cambien de parroquia. Su obispo le responde que permanezca con valentía en su cruz. Clemente obedece y se abandona al Corazón de Jesús, a la Santísima Virgen y a San José. «Para amar a Jesús, nos dice, no solamente con encendidas palabras, sino con hechos, es necesario que renieguen de uno y que le odien. Es necesario sufrir, estar cansado y humillado por Él. El mayor de los bienes se cumple en la cruz». Esas palabras son un eco de las de Jesús: Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo (Lc 6, 22-23). Pero el Beato Clemente Marchisio sacó la fuerza necesaria para seguir a Jesús en el Calvario de la celebración de la Misa y de la adoración del Santísimo Sacramento. «La espiritualidad de los sacerdotes va unida a la Eucaristía. De ella reciben la fuerza necesaria para ofrecer su vida al mismo tiempo que Jesús, Sumo sacerdote y Víctima de Salvación... Desde lo alto de la Cruz, Nuestro Señor habla a todos los sacerdotes y les invita a ser, con Él, signos de contradicción para el mundo. La contradicción de Jesús ha formado parte de la tradición apostólica: No os acomodéis al mundo presente (Rm 12, 2)» (Juan Pablo II, 9 de septiembre de 1983). Don Marchisio se prepara largamente cada día a la celebración de la Misa, que celebra sin lentitud, aunque con gran recogimiento. Invita igualmente a sus feligreces a que se preparen cuidadosamente para la comunión: «Si no preparáis el terreno para sembrar, es inútil que sembréis buena simiente; lo mismo sucede con este alimento del alma que es la sagrada comunión. Quien quiera recibir los frutos de la unión con Dios, conservar la vida del alma y acrecentar sus fuerzas, debe estar predispuesto a ello».

Una fuerza de conversión


Además, se deleita especialmente permaneciendo largo tiempo ante el Santísimo Sacramento, sobre todo cuando la cruz de las incomprensiones, de las calumnias y de las obligaciones se hace más pesada. A una mujer afligida le confiesa siguiente: «Mire, también yo me encuentro a veces abatido bajo el peso de las tribulaciones. Pero después de pasar cinco minutos ante el Santísimo Sacramento, que lo es todo, recupero plenamente el vigor. Cuando se encuentre deprimida y desanimada, haga lo mismo». También nosotros podemos nutrirnos del manantial inagotable de la Eucaristía con el agua de la gracia que nos fortificará en las tribulaciones de la vida. Sin decir palabra, la Sagrada Forma de Jesús cambiará la luz, en primer lugar la de nuestro corazón, y luego algunas veces la de los demás, y la cruz nos parecerá ligera de llevar y más suave de sufrir. La persecución desencadenada contra Clemente Marchisio durará unos diez años. Después de haber escrutado durante largo tiempo los actos y gestos del párroco, varios de sus feligreces constatan su fidelidad a la hora de cumplir sus compromisos. «Nunca se le vio cometer la más mínima imperfección en la observancia de los mandamientos de Dios y de la Iglesia», dirá uno de ellos. Conmovidos y edificados, muchos se convierten. El viento sopla en otra dirección, y los más implacables de sus adversarios acaban por volver a Dios. ¡Pero al precio de cuántas oraciones, de conversaciones privadas, de momentos de abandono y de soledad, de actos de paciencia, obtuvo de Dios la salvación de las almas de su parroquia! Dicen que «confiesa como un ángel», con sutileza, delicadeza y misericordia; en una palabra: con "corazón". Pero aunque se hayan convertido a Dios, no todos sus feligreces se han librado de las malas costumbres, y algunos siguen como pobres pecadores: «Lo que me destroza el corazón, nos dice, e impide que tenga paz es ver cómo se cometen tantos pecados con indiferencia, como si el pecado no fuera nada. Sin embargo, es el mayor de los males del mundo. El pecado no solamente trae la ruina para la eternidad, sino que ya en la vida presente es una especie de infierno. ¡Ah! Qué felicidad estar en gracia de Dios... ¡Oh, Señor!, concédele a mi voz la fuerza necesaria para penetrar en los corazones, así como un poderoso vigor para derribar y eliminar el vicio».

Las dos caridades


Don Marchisio habla de ese modo por caridad "espiritual", para la salvación eterna de sus fieles. Pero la caridad por sus necesidades materiales también es objeto de toda su solicitud. Nadie sale de su casa sin haber recibido ayuda, y llega a dar incluso su ropa de cama, sábanas y mantas, a unos pobres que se habían visto obligados a refugiarse en una cuadra. Entre 1871 y 1876 construye un asilo para niños, así como un taller de tejer para que las jóvenes tengan una ocupación y un salario. Algunas buenas voluntades femeninas le ayudan a llevar a buen término sus labores caritativas. Las reunirá en una comunidad bajo el título de "Hijas de San José". El ejemplo de Don Marchisio nos invita a practicar obras de misericordia, es decir, «acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras de misericordia espirituales, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios» (CIC, 2447). Pero la caridad de don Marchisio está atenta sobre todo a la manera en que el propio Jesús es tratado en el sacramento del altar. Siente una profunda herida en el alma cuando se entera de que han acontecido profanaciones de la Eucaristía. Le aflige profundamente el espectáculo de los ornamentos litúrgicos en mal estado, como la suciedad de los manteles y lienzos de altar. Por eso, después de haber rezado durante mucho tiempo y de haber solicitado la opinión de sus superiores, confía a las "Hijas de San José" una misión completamente diferente de la que había previsto al reunirlas. Consagrarán su vida al culto eucarístico. Así pues, la misión especial de las hermanas consistirá en preparar con gran respeto, según las normas de la Iglesia, el material del sacrificio eucarístico, confeccionar los ornamentos y los manteles, y atender a la decencia y al honor que requiere la Eucaristía. Se encargarán de catequizar a los niños para prepararlos a la primera comunión y velarán también por la educación litúrgica de los monaguillos y de los fieles. Las hermanas, y sobre todo la cofundadora, sor Rosalía Sismonda, acogen unánimemente y con entusiasmo esa nueva finalidad de su Instituto. Tras haber definido el objetivo de su Congregación, don Marchisio la mantiene cuidadosamente bajo la protección de San José, diciéndonos:  «Dejemos las cosas en manos de San José. Es nuestro buen padre putativo y no permitirá que nada nos falte... Rezad, llamad a la puerta de la divina Providencia y esperadlo todo de Dios mediante la intercesión de San José». También anima a la confianza en María. «Dirijámonos siempre a María, nos repite, y ella no dejará de socorrernos. Pensemos en su pureza, en su humildad, en su unión con Dios, en su conformidad con la voluntad divina y esforcémonos por hacer que resplandezca en nosotros para parecernos a ella... Llevad a María en vuestro corazón... La Virgen sabe que somos hijos suyos. Ella es la Madre de nuestra salvación eterna. Seamos valientes y un día contemplaremos a nuestra Madre del Cielo. ¿Habéis pensado en la felicidad de tener una madre?»

La escalada a la cima


Reconfortado por la mano maternal de María, don Marchisio no deja de avanzar por el camino de la santidad. Cinco años antes de su muerte anuncia que morirá a los 70 años. Pero antes tendrá que atravesar una noche muy oscura: «¡Pobre de mí!, gime. ¡El demonio nunca me había atormentado de este modo! ¡Cuántos dolores me ha obligado a resistir! ¡Cuánto ha intentado desengañarme al presentarme mi vida como inútil! ¡Cuántas tentaciones, incluso la de destruir mi Instituto de religiosas!» Pero, apoyado por el auxilio de la Virgen, sale victorioso de la prueba. Durante la mañana del 15 de diciembre de 1903, se dispone a celebrar Misa y a visitar a la cofundadora, sor Rosalía Sismonda, que está moribunda y que entregará su alma a Dios dos horas antes que él. Pero siente un malestar: «¡Si pudiera aún celebrar una Misa!... ¡Tal vez hoy no pueda recitar el breviario!». La agonía empieza pronto, marcada por breves plegarias: «¡Dios mío, ten piedad de mí!... ¡Crea en mí un corazón puro!... ¡Jesús, José y María!». Son sus últimas palabras. De esta manera pasa de este mundo al otro quien había escrito: «Las cosas de este mundo no son nada. El Cielo y la eternidad me esperan. ¿Qué será de mí o de nosotros? Un millón de años después de mi muerte no estaré sino al principio de la eternidad. La tierra es un lugar de paso en la que soy como un viajero. La vida es un momento que se escapa como el agua de un torrente». En la primavera de 1891 don Marchisio había coincidido con el obispo de Mantua, Monseñor Sarto, el futuro Papa San Pío X, quien declaró más tarde a las "Hijas de San José": «¿Sabéis que vuestro párroco de Rivalba es un santo? Sí, vuestro fundador. Hay que tener muy en cuenta sus palabras, sus opiniones y sus recuerdos». Que podamos también nosotros aprovechar el ejemplo de ese beato para practicar la misericordia, crecer un día tras otro en devoción hacia la Sagrada Eucaristía y conseguir con él la Patria celestial. Es la gracia que deseamos para Usted, así como para todos sus seres queridos, vivos y difuntos.

• Felipe Siphong Onphitak, Beato
Dezembro 16 Protomártir de Tailândia,

Felipe Siphong Onphitak, Beato

Felipe Siphong Onphitak, Beato

A lo largo de la historia de la Iglesia hay muchos hombres y mujeres que han vivido la fe en Jesucristo de una manera extraordinariamente ordinaria. Personas como tú o como yo, que en nuestro trabajo, centro de estudios, como catequista o miembro de alguna parroquia o movimiento eclesial nos esforzamos en vivir el amor como Jesús nos ha enseñado. Felipe era un hombre felizmente casado. Padre de 5 hijos y maestro de escuela. Nació en la provincia de Nakhon Phanom, Tailandia, el 30 septiembre 1907 y allí fue bautizado. Este país asiático es casi totalmente budista y aunque a lo largo de los últimos siglos algunos misioneros intentaron llevar el Evangelio a estos lugares, fue recién en 1881 cuando se inició un apostolado más estable.  La Providencia quiso que Felipe sea uno de los primeros católicos tailandeses. Estudió en el colegio parroquial de Non Seng y terminados sus estudios secundarios había dado muestras de una adhesión tan fuerte a la fe que los misioneros lo enviaron a evangelizar Songkhon. En este pueblo se casó con María Thong y allí también le nacieron sus cinco hijos. Para 1940 los católicos tailandeses eran ya unos 700 pero lamentablemente estalló la guerra entre Tailandia y la Indochina Francesa y los católicos fueron considerados como amenaza para la identidad nacional, pues eran dirigidos por misioneros franceses. Felipe se desempeñaba como maestro y catequista de la escuela parroquial y al ser obligados los misioneros a abandonar el país, él se quedó a cargo de esta pequeña comunidad de creyentes. Los soldados llegaron a este pueblo en agosto de 1940 y comenzaron a presionar a los creyentes para que abandonaran esta fe “extranjera”. Animados por Felipe y las religiosas Agnese Phila y Lucía Khambang, todos permanecieron firmes en la fe. Los soldados llegaron a la conclusión de que eliminando a Felipe esta comunidad cedería finalmente a las presiones. Con una carta falsificada citaron a Felipe a la subprefectura y la tarde del 15 de diciembre él se trasladó en bicicleta al supuesto llamado que le hacían, pero fue interceptado por un par de soldados que le esperaban y que al día siguiente, 16 de diciembre, le dispararon sin que él les guardara ningún rencor. De esta forma su sangre fecundó la semilla del Evangelio que empezaba a germinar en este país del Asia. A los pocos días los soldados mataron a dos religiosas y a cuatro laicas más. En 1959 los restos de Felipe fueron reunidos con los de estas mártires y en torno a ellas se ha construido un Santuario. Juan Pablo II los beatificó el 23 de abril de 1989. Hoy la Iglesia en Tailandia tiene una gran vitalidad, cuenta con 243 000 católicos y 10 diócesis.
Para ver más sobre las mártires de Songkhom haz "click"
AQUI

81650 > Sant' Adelaide Imperatrice  MR
81800 > Sant' Adelardo Monaco 
81700 > Sant' Adone di Vienne Vescovo  MR
92472 > Sant' Aggeo Profeta  MR
81750 > Sant' Albina Martire 
81730 > San Beano  MR
90596 > Beato Clemente Marchisio Sacerdote  MR
94811 > Beato Domenico Dosso Mercedario
94954 > Beata Elisabetta di San Francesco Clarissa 
90449 > Sant' Everardo del Friuli Confessore  MR
92650 > Beato Filippo Siphong Onphitak Protomartire della Thailandia  MR
94814 > Beati Giacomo e Adolfo Martiri mercedari 
81740 > San Macario di Collesano Monaco  MR
91864 > Beata Maria degli Angeli (Marianna Fontanella) Religiosa  MR
81720 > Sante Martiri d'Africa  MR
91171 > Beato Onorato (Venceslao) Kazminski Cappuccino  MR
76550 > Beato Sebastiano Maggi Sacerdote  MR

www.santiebeati.it  -  www.es.catholic.  -  www.jesuitas.pt

 

António Fonseca

terça-feira, 14 de dezembro de 2010

nº 1216 - 14 DE DEZEMBRO DE 2010 - SANTOS DO DIA

 

SÃO JOÃO DA CRUZ

Doutor da Igreja (1542-1591)

Juan de la Cruz, Santo

Juan de la Cruz, Santo

Doutor da Igreja

Martirológio Romano: Memória de são Juan de la Cruz, presbítero da Ordem dos Carmelitas e doutor da Igreja, que, por conselho de santa Teresa, foi o primeiro dos irmãos que empreendeu a reforma da Ordem, empenho que susteve com muitos trabalhos, obras e ásperas tribulações, e, como demonstram seus escritos, buscando uma vida escondida em Cristo e queimado pela chama de seu amor, subiu ao monte de Deus pela noite escura, descansando finalmente no Senhor, em Úbeda, da província de Jaén (1591).
Etimologicamente: João = Deus é misericordioso, é de origem hebraica.

Ávila y concretamente Fontiveros fue su patria chica. Luego lo será Castilla y de modo principal Andalucía la tierra de sus amores.
Se llamó Juan Yepes. Nació en 1542 del matrimonio que formaban Gonzalo y Catalina; eran pañeros y vivían pobres. Su padre muere pronto y la viuda se ve obligada a grandes esfuerzos para sacar adelante a sus tres hijos: Francisco, Luis y Juan. Fue inevitable el éxodo cuando se vio que no llegaba la esperada ayuda de los parientes toledanos; Catalina y sus tres hijos marcharon primero a Arévalo y luego a Medina del Campo que es el centro comercial de Castilla. Allí malviven con muchos problemas económicos, arrimando todos el hombro; pero a Juan no le van las manualidades y muestra afición al estudio.

Juan de la Cruz, Santo

Juan de la Cruz, Santo

Entra en el Colegio de la Doctrina, siendo acólito de las Agustinas de la Magdalena, donde le conoció don Alonso Álvarez de Toledo quien lo colocó en el hospital de la Concepción y le costea los estudios para sacerdote. Los jesuitas fundan en 1551 su colegio y allí estudió Humanidades. Se distinguió como un discípulo agudo.
Juan eligió la Orden del Carmen; tomó su hábito en 1563 y desde entonces se llamó Juan de Santo Matía; estudia Artes y Teología en la universidad de Salamanca como alumno del colegio que su Orden tiene en la ciudad. El esplendor del claustro es notorio: Mancio, Guevara, Gallo, Luis de León enseñan en ese momento.
En 1567 lo ordenaron sacerdote. Entonces tiene lugar el encuentro fortuito con la madre
Teresa en las casas de Blas Medina. Ella ha venido a fundar su segundo "palomarcico", como le gustaba de llamar a sus conventos carmelitas reformados; trae también con ella facultades del General para fundar dos monasterios de frailes reformados y llegó a convencer a Juan para unirlo a la reforma que intentaba salvar el espíritu del Carmelo amenazado por los hombres y por los tiempos. Llegó a exclamar con gozo Teresa ante sus monjas que para empezar la reforma de los frailes ya contaba con "fraile y medio" haciendo con gracia referencia a la corta estatura de Juan; el otro fraile, o fraile entero, era el prior de los carmelitas de Medina, fray Antonio de Heredia.
Inicia su vida de carmelita descalzo en Duruelo y ahora cambia de nombre, adoptando el de Juan de la Cruz. Pasa año y medio de austeridad, alegría, oración y silencio en casa pobre entre las encinas. Luego, la expansión es inevitable; reclaman su presencia en Mancera, Pastrana y el colegio de estudios de Alcalá; ha comenzado la siembra del espíritu carmelitano.
La monja Teresa quiere y busca confesores doctos para sus monjas; ahora dispone de confesores descalzos que entienden -porque lo viven- el mismo espíritu. Por cinco años es Juan el confesor del convento de la Encarnación de Ávila. La confianza que la reformadora tiene en el reformador -aunque posiblemente no llegó a conocer toda la hondura de su alma- se verá de manifiesto en las expresiones que emplea para referirse a él; le llamará "senequita" para referirse a su ciencia, "santico de fray Juan" al hablar de su santidad, previendo que "sus huesecicos harán milagros". No podía faltar la cruz; llegó del costado que menos cabía esperarla. Fueron los hermanos calzados los que lo tomaron preso, lo llevan preso a Toledo donde vivió nueve meses de durísima prisión. Es la hora de Getsemaní, la noche del alma, un periodo de madurez espiritual del hombre de Dios expresado en sus poemas. Logra escapar en 1578 del encierro de forma dramática, poniendo audacia y ganando confianza en Dios, con una cuerdecilla hecha con pedazos de su hábito y saliendo por el tragaluz.
En los oficios de dirección siempre aparece Juan de la Cruz como un segundón; serán los padres Gracián y Doria quienes se encarguen de la organización, Juan llevará la doctrina y cuidará del espíritu. Se le ve presente en la serranía de Jaén, confesor de las monjas en Beas de Segura, donde se encuentra la religiosa Ana de Jesús. Después en Baeza; funda el colegio para la formación intelectual de sus frailes junto a la principal universidad andaluza. Y en Granada, en el convento de los Mártires, continuará su trabajo de escritor. En 1586 funda los descalzos de Córdoba, como los de Mancha Real. Consiliario del padre Doria, en Segovia, por tres años. ¡Cómo no recordar su deseo-exponente de amor rendido- ante la contemplación de un Cristo doliente! "Padecer, Señor, y ser menospreciado por Vos". En 1591 la presencia de fray Juan de la Cruz empieza a ser non grata ante el padre Doria. La realidad es que está quedando arrinconado y hasta llega a tramarse su expulsión del Carmelo. Marcha a la serranía de Jaén, en la Peñuela, para no estorbar y se plantea la posibilidad de marchar a las Indias; allí estará más lejos. Es otro tiempo de oración solitaria y sabrosa. La reforma carmelitana vive agitada por el modo de proceder de Doria; a Juan le toca orar, sufrir y callar. Quizá tenga Dios otros planes sobre él y está preparándolo para una etapa mejor. Aquella inapetencia tan grande provocada por las calenturas persistentes provocó un mimo de Dios haciendo que aparecieran espárragos cuando no era su tiempo para calmar el antojadizo deseo de aquel fraile que iba de camino, sin fuerzas y medio muerto de cansancio, buscando un médico. Pasó dos meses en Úbeda. No acertó el galeno. Se presentó la erisipela en una pierna; luego vino la septicemia. Y en medio andaban los frailes con frialdad y era notoria la falta de consideración por parte del superior de la casa. Hasta que llegó el 13 de diciembre, cuando era de noche, que marchó al cielo desde el "estercolero del desprecio". Llovía.
Al final de este resumen-recuerdo de un fraile místico que supo y quiso aprovechar el mal para sacar bien, el desprecio de los hombres para hacerse más apreciado de Dios, y el mismo lenguaje para expresar lo inefable de la misteriosa intimidad con Dios con lírica palabra estremecida, pienso que será buen momento para hacer mención de algunas de las obras que le han hecho figura de la cultura hispana del siglo XVI. Subida al Monte Carmelo y Noche oscura del alma que bien pueden considerarse tanto una obra como dos; el Cántico espiritual, Llama de amor viva y algunos poemas y avisos.
Lo canonizaron en 1726. Pío XI lo hizo doctor de la Iglesia en 1926. Su gran conocedor y admirador Juan Pablo II, lo nombró patrono de los poetas Un fraile de cuerpo entero.
Consulta también
San Juan de la Cruz de Jesús Martí Ballester
Busca sus obras completas en:Aquí
¿Quieres saber más? Consulta corazones.org

SÃO VENÃNCIO FORTUNATO

Bispo (530-600)

Venancio Fortunato, Santo

Venâncio Fortunato, Santo

Obispo de Poitiers

Etimológicamente significa “cazador”. Viene de la lengua latina.
Lejos de invitar a un repliegue, el Evangelio nos sugiere caminos muy concretos. Uno de ellos orienta a compartir con gestos sencillez, incluso con medios reducidos. ¡Qué asombro! Esos gestos repercuten en una generosidad imprevisible.  Este joven vino al mundo cerca de Venecia en el 530 y murió en Poitiers en el 600. Hizo sus estudios en Ravena. Después se echó a vivir la vida como trovador durante unos años componiendo versos a cualquiera que le pagase dinero. Y con buena comida de por medio. Cuando cayó enfermo de la vista, lo curó san Martín de Tours. Desde este instante decidió ir a esta ciudad a darle las gracias al santo. Hizo un largo camino y cantando canciones pero sin mucho éxito. Tan sólo en la localidad de Metz se celebraban las bodas de dos nobles. Aquí tuvo suerte con sus poemas y sus cantos. Pero sus poesías cayeron pronto en el olvido porque el recién casado murió asesinado y ella falleció arrastrada por un caballo. Después, y llevando una vida más acorde con sus principios cristianos, se entregó a pedir limosna para el monasterio en donde residía. Es de esta época de donde datan los escritos que han llegado hasta nosotros. Son vidas de santos y poemas. Nos quedan al menos diez mil hexámetros de su estilo y de su forma.
Hacia poemas para celebrar a los santos, para recordar las malas hazañas de los reyes merovingios o para dar gracias a Radegunda por los buenos banquetes que preparaba en su honor. También componía himnos, sobre todo “Vexilla regis" que aún hoy día se cantan en las fiestas en las que se expone el Santísimo Sacramento y el "Pange lingua” que es es usada en alguna de las "Horas Canónicas", que son parte del Oficio Divino. Con el paso del tiempo llegó a ser obispo de Poitiers.
¡
Felicidades a quien lleve este nombre!
Nota : Existe otro himno que inicia con las mismas palabras ("Pange lingua”) pero que fue escrito por Santo Tomás de Aquino y que se refiere al Santísimo Sacramento.

 

BEATA MARIA FRANCISCA SCHERVIER

Fundadora (1819-1876)

Francisca Schervier, Beata

Francisca Schervier, Beata

Fundadora de Hermanas de los Pobres de San Francisco de Asís


María Francisca Schevrier nació en Aquisgrán el 3 de enero de 1819, hija de Juan Enrique y Luisa Migeon.  Era ahijada del emperador Francisco II. Después de la muerte de su madre, acaecida en 1832, tomó la costumbre de socorrer a los pobres en sus necesidades y de enseñarles el catecismo.  En un ambiente a menudo indiferente, a veces hostil, porque la burguesía ciudadana ostentaba una actitud volteriana, María Francisca no ahorraba fatiga alguna, no se dejaba vencer por ningún temor y encontró ayuda para su empresa en un sacerdote de su parroquia. Después de haber hecho un retiro en Lieja, el 3 de octubre de 1846, con cinco compañeras formó en Aquisgrán un grupo que poco después tuvo la ocasión de prestar un gran servicio durante una epidemia de cólera y de viruela que asoló la ciudad.  Para dar una forma canónica a la naciente institución, escribió una regla en la que ponía a su pequeño grupo bajo la protección de San Francisco de Asís, poniendo de relieve la caridad, la pobreza y las obras de misericordia para con los pobres. De ahí viene el nombre del instituto de Hermanas de los Pobres de San Francisco de Asís.  Con sus compañeras entró en la vida religiosa el 12 de octubre de 1850. Pero su regla solamente fue aprobada por San Pío X en 1908. La nueva congregación se difundió rápidamente: ya en 1858 había sido fundada una casa provincial en Hartwel en Estados Unidos de América.
En vísperas de la aprobación pontificia, el Instituto contaba ya con 61 casas, de las cuales 16 en América y 1500 religiosas. Actualmente se cuentan 12 casas en Alemania y en Estados Unidos, hay algunas religiosas que se han dedicado a la obra de la recuperación de la juventud descarriada y otras que durante la guerra de 1864, 1866 y 1870 se dedicaron a la asistencia sanitaria de los militares en los hospitales.A pesar de esta dinámica actividad, María Francisca sabía encontrar tiempo para dedicar a la oración, a la meditación, a la visita diaria, al Santísimo Sacramento, al cultivo de una tierna y filial devoción hacia la Madre de Dios. Era suave para con todos y severa consigo misma; practicaba mortificaciones y penitencias, tenía un gran respeto hacia los sacerdotes en los cuales veía la misma persona de Cristo. Soportó con cristiana resignación la última enfermedad que afinó más su alma y la hizo digna de la gloria.
Murió el 14 de diciembre de 1876 en Aquisgrán. Tenía casi 58 años.  La ciudad acudió a su funeral y la lloró porque en ella perdió a la madre amadísima de todos, especialmente de los pobres, de los desgraciados y de los pequeños
.

• Nimatullah Al- Hardini, Santo
Dezembro 14 Sacerdote religioso da Ordem Libanesa Maronita,

Nimatullah Al- Hardini, Santo

Nimatullah Al- Hardini, Santo

Sacerdote religioso de la Orden Libanesa Maronita
Nació en Hardin, en el norte del Líbano, el año 1808. En el bautismo recibió el nombre de Youssef. Pertenecía a una familia maronita, con seis hijos, que fueron educados en un profundo amor a Dios y a su Iglesia. Tres de sus hermanos siguieron, como él, la vida monástica o sacerdotal. Tanios fue párroco; Eliseo entró en la Orden Libanesa Maronita, en la que vivió como ermitaño durante cuarenta y cuatro años; Msihieh abrazó la vida claustral en el monasterio de San Juan Bautista, en Hrasch.
Pasó los primeros años de su infancia frecuentando los monasterios y eremitorios de su pueblo. Terminados los estudios, fue a vivir con su abuelo materno, Youssef Raad, párroco de Tannourin, cuyo ejemplo suscitó en él el amor al sacerdocio, vivido para el servicio de la Iglesia. En Tannourin, rezaba el oficio divino en el monasterio con los monjes o en la parroquia con su abuelo y los fieles.
Ingresó en la Orden Libanesa Maronita a los veinte años. Fue enviado al monasterio de San Antonio de Qozhaya, cerca de la Qadischa ("Valle santo"), para hacer sus dos años de noviciado, durante los cuales se entregó con fervor a la oración comunitaria y al trabajo manual. Dedicaba todo su tiempo libre, e incluso parte del destinado al descanso, a visitar al santísimo Sacramento. Lo solían encontrar en la capilla, arrodillado, inmóvil, con las manos alzadas en forma de cruz y los ojos fijos en el sagrario.
Después de la profesión monástica, que emitió el 14 de noviembre de 1830, fue enviado al monasterio de San Cipriano y Santa Justina, en Kfifan, para estudiar la filosofía y la teología, a la vez que trabajaba en el campo; además, destacaba por su habilidad para encuadernar manuscritos y libros, oficio que había aprendido durante el noviciado. Durante ese período, a causa de su ascetismo y su intensa aplicación a los estudios, se enfermó. Para evitarle la gran fatiga del trabajo en el campo, su superior lo destinó a la sastrería.
Al ser ordenado sacerdote, fue nombrado director del estudiantado y profesor, labor que desempeñó hasta sus últimos años. Dividía su jornada habitualmente en dos partes: la primera mitad para prepararse a la celebración de la misa y la otra mitad para la acción de gracias después de la eucaristía. Vivía esta dimensión contemplativa juntamente con su amor a los hermanos y a la cultura. Fundó una escuela para instruir gratuitamente a la juventud.
Le tocó vivir dos guerras civiles (en los años 1840 y 1845), que fueron preludio de sangrientos acontecimientos de 1860, durante los cuales muchos monasterios fueron quemados, muchas iglesias devastadas y muchos cristianos maronitas asesinados. En ese marco civil y religioso tan difícil y doloroso, su hermano el padre Eliseo, ermitaño, lo invitó a abandonar la vida comunitaria para retirarse a un eremitorio, pero él respondió: "Los que luchan por la virtud en la vida comunitaria tendrán más mérito".
Era severo y duro consigo mismo, pero misericordioso e indulgente con sus hermanos. Radical en su opción, concebía la santidad en términos de comunión. Afirmaba: "La primera preocupación de un monje debe ser, día y noche, no herir o afligir a sus hermanos".
Fue grande su devoción a la Virgen María. En sus aflicciones invocaba la intercesión de María, su principal auxilio, por el Líbano y por su Orden. Rezaba el rosario todos los días con los demás monjes. Nunca se cansaba de repetir el nombre bendito de María. Practicaba el ayuno en su honor todos los sábados y las vísperas de sus fiestas; tenía devoción particular por el misterio de la Inmaculada Concepción. Después de rezar el Ángelus, repetía estas palabras: "Bendita sea la Inmaculada Concepción de la santísima Virgen".
Se esforzó por inculcar a los fieles su devoción a María, formando cofradías. Fundó también dieciséis altares consagrados a la Madre de Dios; uno de estos, en el monasterio de Kfifan, fue llamado, después de su muerte, "Nuestra Señora de Hardini".
En 1845, a los 33 años, la Santa Sede lo nombró asistente general de su Orden con un mandato de tres años, por su celo en la observancia de las reglas monásticas. Para ese cargo fue reelegido otras dos veces, pero se negó siempre a aceptar el nombramiento de abad general de la Orden. Residía, con los demás asistentes, en el monasterio de Nuestra Señora de Tamich, casa general de la Orden, pero solía acudir al monasterio de Kfifan, tanto para continuar dando clases como para ejercer su trabajo de encuadernador, labor que realizaba con espíritu de pobreza, poniendo especial esmero en los manuscritos litúrgicos. De 1853 a 1859 tuvo entre sus alumnos a san Charbel, que asistió a la muerte de su maestro y a la conmovedora ceremonia de su funeral.
En lo más duro del invierno, mientras se encontraba en el monasterio de Kfifan para dar clases, debido al intenso frío, se vio afectado por una pulmonía; al agravarse, solicitó ser trasladado a una celda cercana a la iglesia para escuchar el canto del oficio y, tras una agonía de diez días, recibió la unción de los enfermos con un icono de la Virgen en las manos, e invocándola: "Oh María, te encomiendo mi alma". Falleció el 14 de diciembre de 1858, a los 50 años de edad.

• Espiridião de Tremitunte, Santo
Dezembro 14 Obispo y Confesor,

Espiridión de Tremitunte, Santo

Espiridión de Tremitunte, Santo

El santo obispo y confesor de Cristo san Espiridión nació en la isla de Chipre, en la segunda mitad del siglo III, y fue hijo de padres cristianos.
Pasó los prime ros años de su vida en el monte, hecho pastor del ganado de su padre, con lo cual se crió en grande simplicidad e inocencia de costumbres, ocupado en admirar las maravillas y perfecciones del Creador en sus criaturas.
Llegó a extenderse por toda ]a isla la fama del santo pastor Espiridión; de tal suerte que fue uno de aquellos confesores a quienes Maximino, gran perseguidor de los cristianos, mandó sacar el ojo derecho, cortar el nervio y desjarretar la pierna izquierda, y lo condenó a trabajar en las minas.
Holgóse el santo confesor de haber sido hallado digno de padecer por el nombre de Jesús; y permaneció en su destierro y pesadísimo trabajo durante algunos años, hasta que con la muerte del perseguidor cesó el destierro y pudo volver a Chipre y gozar de la paz que dio a la santa Iglesia el gran Constantino.
Ejercitóse de nuevo en su oficio de pastor, esparciendo más puros rayos de santidad y edificación después de su confesión; hasta que habiendo fallecido el obispo de Tremitunte, en la isla de Chipre, el pueblo y el clero a una voz aclamaron por su sucesor a Espiridión.
Resistióse el humilde pastor, pero inútilmente, alegando su incapacidad, y después de recibidas las sagradas órdenes, fue consagrado obispo.
Convocóle el concilio de Nicea, en el que fue condenado Arrio, siendo Espiridión uno de los prelados que allí, en número de trescientos diez y ocho, se reunieron.
No faltaron algunos filósofos gentiles deseosos de ver aquella sagrada junta, y aquel como teatro de sabiduría y majestad; y entre ellos había uno de sutil ingenio y gran disputador, a quien los padres más doctos e ilustra dos jamás pudieron convencer.
Pidió Espiridión licencia para disputar con él; y le propuso con pocas y sencillas palabras la suma de lo que la fe cristiana cree y predica de la Trinidad y de la redención del hombre por Cristo; y después le dijo: «Filósofo, esto es lo que los cristianos creemos: tú ¿qué crees?» Quedó asombra do el gentil, y, como fuera de sí, respondió: «Yo creo lo que tú erees, y lo tengo por verdad», añadiendo, que cuando se le quiso convencer con razones, con razones había él respondido; mas cuando la virtud de Dios le había hablado por boca de su siervo, no pudo resistir: y se hizo cristiano.
También asistió al concilio sardicense y defendió contra los mismos arrianos la fe católica. Finalmente, habiendo corrido la carrera de su peregrinación, ilustre por sus virtudes y por la gloria de sus milagros, dio su bien aventurado espíritu al Señor, que para tanta gloria suya lo había creado.

• Boaventura de Pistoia, Beato
Dezembro 14 Servo de María,

Buenaventura de Pistoya, Beato

Buenaventura de Pistoya, Beato

Buenaventura nació en Pistoya hacia el año de 1250.
Impulsado por las palabras y el ejemplo de san Felipe Benicio a vivir una vida más santa, ingresó en la Orden de los Siervos y fue ordenado sacerdote.
Como prior de varios conventos, manifestó excelentes dotes de saiduría y de humanidad.
Durante el priorato en Montepulciano recibió la profesión de santa Inés, nativa de aquella ciudad, y la asistió en la fundación de su monasterio.
Buenaventura murió en Orvieto hacia el año 1315. Pío VII confirmó su culto en 1822.
Su cuerpo se venera en Pistoya, en nuestra iglesia de la Anunciación.

81450 > Sant' Agnello di Napoli Abate  MR
81390 > Santi Ares, Promo ed Elia Martiri  MR
92875 > Beato Bonaventura (Bonaccorsi) da Pistoia Servo di Maria  MR
81380 > Santa Droside (Anisia) di Antiochia Martire  MR
81360 > Santi Erone, Arsenio, Isidoro e Dioscoro Martiri  MR
81420 > San Folcuino di Therouanne Vescovo  MR
81525 > Beata Francesca Schervier Fondatrice  MR
90514 > Beata Giovanna Lambertini Monaca
25600 > San Giovanni della Croce Sacerdote e dottore della Chiesa  - Memoria MR
94807 > Beato Guglielmo de Rovira Mercedario 
91088 > San Matroniano Eremita 
81400 > San Nicasio di Reims Vescovo MR
91046 > San Nimatullah Youssef Kassab Al-Hardini Religioso maronita  MR
90513 > San Pompeo di Pavia Vescovo  MR
81440 > Beato Protasio (Antonio) Cubello Minguell Martire MR
81370 > Santi Tirso, Leucio, Callinico e compagni Martiri di Apollonia MR
81350 > San Venanzio Fortunato MR

www.santiebeati.it; www.es.catholic.; www.jesuitas.pt

 

António Fonseca

segunda-feira, 13 de dezembro de 2010

Nº 1215 - 13 DE DEZEMBRO DE 2010 - SANTOS DO DIA

 

SANTA LUZIA ou LÚCIA

Mártir (séculos III ou IV)

Lucía, Santa

Lúcia, Santa

Mártir
Dezembro 13

¿Queres saber mais? Consulta ewtn

Foi martirizada em Siracusa, na Sicília, sua cidade natal, nos fins do século III ou princípios do século IV, embora o ano exato não conste com certeza. O seu culto e a devoção para com ela são muito antigos e universais. Em Roma há pelo menos vinte igrejas com o seu nome. Uma inscrição de fins do século IV, encontrada por Órsi na catacumba de Siracusa, fala-nos duma Euskia, irrepreensível, boa e pura, que viveu quase cinco lustros e morreu «na festa da minha Senhora Luzia, para quem não há elogios que bastem». Para a generalidade dos críticos modernos, as Atas do martírio de Santa Luzia apresentam-se como suspeitas e pouco seguras. Um fundo indiscutível e inteiramente certo é este: Luzia tinha consagrado a sua virgindade a Cristo e renunciado ao seu património em favor dos pobres. Citada como cristã diante do Prefeito de Siracusa, viu-se ameaçada na sua honra e por fim condenada a morrer à espada. Está  provado que era já honrada em  no princípio do século V. São Tomás de Aquino fala dela duas vezes na Suma Teológica . Vejamos agora o que nos dizem as Atas. O pai de Santa Luzia morreu cedo e a mãe, Eutícia, tratou de a casar com um cavalheiro rico, mas pagão. Ela, desejando conservar a virgindade, foi atrasando o casamento quanto pôde, com a ideia de encontrar ocasião propícia para dissuadir a mãe. Ofereceu-lhe ensejo uma prolongada e molesta doença da mãe. Como a hemorroidária do Evangelho, Eutícia gastou muito com médicos e remédios, sem resultado. Em toda a Sicília eram célebres os milagres que realizava o Senhor por intercessão de Santa Águeda de Catânia. Luzia recomendou à mãe que se encomendasse com fé à Santa e que fizessem juntas uma peregrinação ao sepulcro dela. Dirigem-se a Catânia mãe e filha; a esperança que tinham, não ficou desiludida. A mãe voltou para Siracusa inteiramente curada. Era o momento oportuno para revelar o propósito que tinha a nossa Santa de imitar Águeda e de conservar, como ela, o seu coração para Cristo. Pediu-lhe também que lhe desse o dote para o repartir entre os pobres. Resistiu a mãe algum tempo, dizendo que esperasse que ela fechasse os olhos para as coisas da terra. Luzia soube insistir e convencê-la; por fim, ela cedeu. A generosa distribuição dos bens chegou depressa aos ouvidos do noivo, que se pôs a averiguar o motivo de tanta liberalidade: a fé cristã da sua noiva. Teve tal aborrecimento que se foi logo apresentar diante de Pascásio, prefeito da cidade, e acusou Luzia de ser cristã e inimiga do culto oficial. Levada diante do juiz , confessou destemidamente e negou-se a sacrificar aos deuses falsos do Império. Disse ter outro sacrifício, que agradava ao único Deus verdadeiro. Era o da esmola para valer às necessidades das viúvas, dos órfãos e dos pobres em geral. Havia três anos que estava a oferecê-lo e já unicamente lhe faltava o completo holocausto da sua vida. Quis o prefeito levar à desonra a virgem cristã, mas não houve força humana que a pudesse arrastar. Firme como um monte de granito, várias juntas de bois não foram capazes de a levar. As chamas do fogo também se mostravam impotentes, até que por fim a espada acabou com vida tão preciosa. Luzia é muitas vezes representada com os sobreditos bois. do Livro Santos de Cada dia, de www.jesuitas.pt

• Joana Francisca de Chantal, Santa
Dezembro 13 Co-Fundadora,

Juana Francisca de Chantal, Santa

Juana Francisca de Chantal, Santa

Co-Fundadora da Ordem Da Visitação de Santa María

Martirológio Romano: Santa Juana Francisca Frémiot de Chantal, religiosa, que sendo primeiro mãe de família, teve como fruto de seu cristão matrimónio seis filhos, a que educou piedosamente, e tendo morrido  seu esposo, sob a direção de são Francisco de Sales abraçou com decisão o caminho da perfeição e realizou obras de caridade, em especial para com os pobres e enfermos. Deu começo à Ordem da Visitação de santa María, que dirigiu também prudentemente, e sua morte teve lugar em Moulins, junto ao Aller, perto de Nevers, em França, no dia treze de dezembro (1641).
Santa Juana Francisca Fremiot nació en Dijon, Francia, el 23 de enero, de 1572, nueve años después de finalizado el Concilio de Trento. De esta manera, estaba destinada a ser uno de los grandes santos que el Señor levantó para defender y renovar a la Iglesia después del caos causado por la división de los protestantes. Santa Juana fue contemporánea de S. Carlos Borromeo de Italia, de Sta. Teresa de Ávila y S. Juan de la Cruz de España, de S. Juan Eudes y de sus compatriotas, el Cardenal de Berulle, el Padre Olier y sus dos renombrados directores espirituales,
San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl. En el mundo secular, fue contemporánea de Catalina de Medici, del Rey Luis XIII, Richelieu, Mary Stuart, la Reina Isabel y Shakespeare. Murió en Moulins el 13 de diciembre, de 1641.
Su madre murió cuando tenía tan solo dieciocho meses de vida. Su padre, hombre distinguido, de recia personalidad y una gran fe, se convirtió así en la mayor influencia de su niñez. A los veintiún años se casó con el Barón Christophe de Rabutin-Chantal, de quien tuvo seis hijos. Dos de ellos murieron en la temprana niñez. Un varón y tres niñas sobrevivieron. Tras siete años de matrimonio ideal, su esposo murió en un accidente de cacería. Ella educó a sus hijos cristianamente.
En el otoño de 1602, el suegro de Juana la forzó a vivir en su castillo de Monthelon, amenazándola con desheredar a sus hijos si se rehusaba. Ella pasó unos siete años bajo su errática y dominante custodia, aguantando malos tratos y humillaciones. En 1604, en una visita a su padre, conoció a San Francisco de Sales. Con esto comenzó un nuevo capítulo en su vida.
Bajo la brillante dirección espiritual de San Francisco de Sales, nuestra Santa creció en sabiduría espiritual y auténtica santidad. Trabajando juntos, fundaron la Orden de la Visitación de Annecy en 1610. Su plan al principio fue el de establecer un instituto religioso muy práctico algo similar al de las Hijas de la Caridad, de S. V. de Paúl. No obstante, bajo el consejo enérgico e incluso imperativo del Cardenal de Marquemont de Lyons, los santos se vieron obligados a renunciar al cuidado de los enfermos, de los pobres y de los presos y otros apostolados para establecer una vida de claustro riguroso. El título oficial de la Orden fue la Visitación de Santa María.
Sabemos que cuando la Santa, bajo la guía espiritual de S. Francisco de Sales, tomó la decisión de dedicarse por completo a Dios y a la vida religiosa, repartió sus joyas valiosas y sus pertenencias entre sus allegados y seres queridos con abandono amoroso. De allí en adelante, estos preciosos regalos se conocieron como "las Joyas de nuestra Santa." Gracias a Dios que ella dejó para la posteridad joyas aún más preciosas de sabiduría espiritual y edificación religiosa.
A diferencia de Sta. Teresa de Ávila y de otros santos, Juana no escribió sus exhortaciones, conferencias e instrucciones, sino que fueron anotadas y entregadas a la posteridad gracias a muchas monjas fieles y admiradoras de su Orden.

Juana Francisca de Chantal, Santa

Juana Francisca de Chantal, Santa

 

Uno de los factores providenciales en la vida de Sta. Juana fue el hecho de que su vida espiritual fuera dirigida por dos de los más grandes santos todas las épocas, S. Francisco de Sales y S. Vicente de Paúl. Todos los escritos de la Santa revelan la inspiración del Espíritu Santo y de estos grandiosos hombres. Ellos, a su vez, deben haberla guiado a los escritos de otros grandes santos, ya que vemos que ella les indicaba a sus Maestras de Novicias que se aseguraran de que los escritos de Sta. Teresa de Ávila se leyeran y estudiaran en los Noviciados de la Orden.
Santa Juana fue una auténtica contemplativa. Al igual que Sta. Brígida de Suecia y otros místicos, era una persona muy activa, llena de múltiples proyectos para la gloria de Dios y la santificación de las almas. Estableció no menos de ochenta y seis casas de la Orden. Se estima que escribió no menos de once mil cartas, que son verdaderas gemas de profunda espiritualidad. Más de dos mil de éstas se conservan todavía. La fundación de tantas casas en tan pocos años, la forzó a viajar mucho, cuando los viajes eran un verdadero trabajo.
Sta. Juana le escribió muchas cartas a S. Francisco de Sales, en búsqueda de guía espiritual. Desafortunadamente, después de la muerte de S. Francisco la mayoría de las cartas le fueron devueltas a Sta. Juana por uno de los miembros de la familia de Sales. Como era de esperarse, ella las destruyó, a causa de su naturaleza personal sagrada. De este modo, el mundo quedó privado de lo que pudo haber sido una de las mejores colecciones de escritos espirituales de esta naturaleza.
El día de hoy recordamos su ingreso al reino de los cielos, pero su fiesta fue asignada para el 12 de agosto.

• Odília ou Otília, Santa
Dezembro 13 Patrona de Alsácia,

Odilia u Otilia, Santa

Odilia ou Otília, Santa

Adalrico, seu pai, era duque da Alsácia, na época merovíngia – meados do século VI a meados do século VIII – e Beresinda, a mãe, era sobrinha de S. Leodegário, bispo de Autun. Esperavam um filho para assegurar a descendência, mas nasceu-lhes uma filha e, para cúmulo de infortúnio, esta era cega. Considerando-se desonrado, Adalrico pretendeu desfazer-se dela. Beresinda salvou-a, confiando-a a uma antiga ama, que vivia em Schernwiller, a duas léguas de Selestat. Esta levou-a para o mosteiro de Baume-les-Dames onde, tendo já doze anos, foi batizada e conseguiu a vista. Alguns anos depois, voltou para Obernheim, na Alsácia, para casa da família. O pai recebeu-a bem, mas pretendeu casá-la com um duque alemão, seu amigo. Não estando disposta a contrair casamento, Odília fugiu, disfarçada de mendiga, e só voltou a casa dos pais quando lhe asseguraram que podia seguir a sua vocação, que era ser religiosa. Adalrico,  completamente renovado graças às orações da filha, doou-lhe então um castelo que possuía nas montanhas de Hohenburgo. Ela transformou-o num grande mosteiro, onde em breve passaram a cantar os louvores de Deus cento e trinta jovens devotas. Odília dirigiu durante muito tempo essas duas casas e o seu nome tornou-se popularíssimo na Alsácia, na Lorena e na região de Baden. Morreu deitada sobre uma pele de urso, recomendando às filhas espirituais que servissem a Deus e amassem os pobres. Tal é a lenda de Santa Odília, padroeira da Alsácia, França. Sob o ponto de vista histórico, tudo o que dela sabemos é que era já invocada contra as doenças dos olhos no século IX, e que desde essa época se ia em peregrinação a Hohenburgo (monte de Santa Odília). do Livro Santos de Cada dia, de www.jesuitas.pt

 

  • João Marinoni, Beato
Dezembro 13 Co-fundador dos Montes de Piedade,

Juan Marinoni, Beato

Juan Marinoni, Beato

Juan Marinoni, llamado en el siglo Francisco, nació en Venecia en 1490, de una familia oriunda de Bérgamo.
Ordenado sacerdote, fue nombrado en 1515 Sacristán de la Catedral de S. Marcos, y pocos años después, Canónigo de aquella Basílica.
Cuando, huyendo del Saco de Roma (1527), los teatinos establecieron en Venecia la segunda casa de la Orden, Marinoni renunció a su canonjía para ingresar en la nueva milicia clerical.
Cambiando su nombre por el de Juan, recibió la sotana teatina de manos del mismo fundador, el 9 nov. 1529.
Plegándose a los deseos de Clemente VII, los teatinos decidieron aceptar, en agosto de 1545, la fundación de una casa en Nápoles, y comisionaron para llevarla a término a Cayetano y Marinoni.
En trienios sucesivos se turnaron ambos en el gobierno de la Comunidad napolitana, para compartir después la gloria del mismo sepulcro.
Características de Marinoni fueron su acendrada devoción a la Pasión de Cristo y su dedicación constante a la dirección espiritual de las almas.
Fundó con San Cayetano de Thiene los "Montes de Piedad" para liberar de la miseria a los pobres y marginados, institución que dió origen al actual Banco de Nápoles.
En su escuela se formaron Andrés Avelino, Pablo Burali y Jaime Tormo, a los que transmitió con fidelidad la herencia espiritual del fundador, S. Cayetano. M. el 13 dic. 1562, en la misma Casa de S. Pablo de la que había sido cinco veces prepósito.
En sus últimos años de vida abrió hospicios para ancianos y fundó hospitales.
Declarado beato en 1762 por decreto de Clemente XIII, su fiesta se celebra el 13 de diciembre.

• Judoco, Santo
Dezembro 13 Presbítero e Eremita,

Judoco, Santo

Judoco, Santo

En Neustria septentrional, san Judoco, presbítero y eremita, quien, siendo hijo de Jutael, rey de Armórica, y hermano de san Judicael, para no ser obligado a suceder a su padre abandonó la patria y se dedicó a la vida eremítica en Runiacum que luego cambió su nombre a Saint-Josse-sur-Mer.
Murió hacia el año 668 en Saint-Josse-sur-Mer de causas naturales, su cuerpo se ha mantenido incorupto.
Se lo representa como un hombre con un peregrino con un cayado en una de sus manos y una corona a sus pies.
Suele pedirsele ayuda contra la fiebre, contra los incendios, contra los naufragios, es patrono de los hombres de mar.

• María Magdalena de la Pasión (Constanza Starace), Beata
Dezembro 13 Fundadora,

María Magdalena de la Pasión (Constanza Starace), Beata

María Magdalena de la Pasión (Constanza Starace), Beata

Fundadora de las Religiosas Compasionistas

Nació en Castellammare di Stabia, provincia de Nápoles (Italia), el 5 de septiembre de 1845. Fue bautizada con el nombre de Costanza. Su madre, muy piadosa, la consagró a la Virgen de los Dolores. A la edad de 4 años comenzó a frecuentar la escuela, donde se relacionó con niñas pobres. Seguramente esta experiencia dejó una huella profunda en su corazón.
En 1850 las Hijas de la Caridad se establecieron en Castellammare, con el fin de asistir a los enfermos internados en el hospital de San Leonardo. Abrieron un orfanato y un internado para niñas, en el que Costanza solicitó entrar. El clima de oración y de piedad que se vivía allí suscitó en ella el deseo de consagrarse al Señor. Hizo la primera comunión y, a la edad de 10 años, recibió el sacramento de la Confirmación. Por motivos de salud, tuvo que volver a su casa.
A los 15 años su confesor la autorizó a consagrarse al Señor con los tres votos perpetuos, aconsejándole que se hiciera "monja en casa". El 8 de junio de 1867 profesó en las Terciarias de los Siervos de María, tomando el nombre de María Magdalena de la Pasión. El obispo de Castellammare, mons. Francesco Saverio Petagna, le encomendó la dirección de la pía unión de las Hijas de María y la catequesis de las niñas del pueblo. Las diversas epidemias de cólera que azotaron Castellammare la impulsaron a fundar, en 1869, el instituto de las Religiosas Compasionistas, cuyo carisma —según palabras de la madre María Magdalena— es: "Compadecer con Jesús doliente y con la Virgen de los Dolores; por tanto, compadecerse del prójimo en todas sus necesidades, tanto del espíritu como del cuerpo".
El 27 de mayo de 1871 mons. Petagna concedió al Instituto la erección canónica; el 10 de noviembre de 1893 el general de los Servitas firmó el decreto de agregación a la Orden; y, por último, el 10 de julio de 1928, el Papa Pío XI aprobó el Instituto.
Fueron innumerables las pruebas físicas y espirituales que la madre María Magdalena debió soportar en su camino hacia la santidad, pero contribuyeron a fortalecer su fe y su compromiso de servir totalmente al Señor. Murió de pulmonía el 13 de diciembre de 1921.
El 19 de agosto de 1929 su cuerpo fue trasladado al santuario del Sagrado Corazón, en Scanzano. El proceso de beatificación comenzó el 4 de abril de 1939. Con decreto pontificio del 7 de julio de 2003, Juan Pablo II la declaró venerable. Benedicto XVI, el 26 de junio de 2006, firmó el decreto de beatificación.
La semilla sembrada por sor María Magdalena de la Pasión se ha convertido hoy en un gran árbol, cuyas ramas se extienden más allá de los confines de su tierra natal: 24 comunidades en Italia y 14 en el extranjero (Canadá, México, Chile, India, Indonesia y Filipinas), 350 religiosas, 34 novicias y 35 postulantes.
Beatificada por Su Santidad Benedicto XVI el 15 de abril del 2007 en la Catedral Castellammare de Stabia. En el decreto de beatificación fijó el 5 de septiembre como su fiesta litúrgica.
Reproducido con autorización de
Vatican.va

93858 > Beati 7 Cavalieri Mercedari 
90511 > Sant' Antioco di Sulcis Martire  MR
92368 > Beato Antonio Grassi MR
81220 > Sant' Aristone Martire MR
81300 > Sant' Arsenio Monaco e taumaturgo 
93271 > Sant' Autberto Vescovo  MR
81250 > Santi Eustrazio, Aussenzio, Eugenio, Mardario ed Oreste Martiri  MR
81340 > Beato Giovanni Marinoni  MR
81325 > San Giudoco (Giudioco) di Piccardia Prete ed eremita MR
25550 > Santa Lucia Vergine e martire  - Memoria MR
94808 > Beato Martino de Pomar Mercedario
81200 > Sant' Odilia (Ottilia) di Hohenbourg Badessa  MR
81230 > Santi Pietro Cho Hwa-so e cinque compagni Martiri  MR

www.jesuitas.pt. – www.es.catholic.netwww.santiebeati.it

António Fonseca

Igreja da Comunidade de São Paulo do Viso

Nº 5 801 - SÉRIE DE 2024 - Nº (277) - SANTOS DE CADA DIA - 2 DE OUTUBRO DE 2024

   Caros Amigos 17º ano com início na edição  Nº 5 469  OBSERVAÇÃO: Hoje inicia-se nova numeração anual Este é, portanto, o 277º  Número da ...