Martirológio Romano: No mosteiro de Santa Cruz de Viana do Castelo, em Portugal, beato Bartolomeu dos Mártires Fernandes, bispo de Braga, que exímio pela integridade de sua vida, se distinguiu pela caridade no cuidado pastoral de sua grei, deixando muitos escritos de sólida doutrina. Etimologicamente: Bartolomeu = Aquele que é filho de Tolomeo, é de origem hebraica. Viu a primeira luz em Lisboa (Portugal) em 3 de Maio de 1514. Foi baptizado na Igreja dos Mártires, daí seu nome. Sua família era endinheirada e generosa com os pobres. Nasceu com um sinal particular: tinha uma cruz bem delineada no exterior de sua mão direita, com uma flor de lis em cada ponta. Cursou estudos elementares e depois gramática e latim; no entanto, a pregação dos padres dominicanos inspiraram sua vocação ao sacerdócio. Ingressou em dita ordem (1528), onde praticou a penitência e a mortificação que o caracterizaram. Depois de sua ordenação sacerdotal continuou estudos na Batalha. Em 1551 assistiu com seu provincial ao Capítulo Geral em Salamanca (Espanha), donde recebeu o doutorado em sagrada teologia. Desempenhou o cargo de prior no convento de Benfica (Lisboa) e anos depois, por obediência, foi bispo em Braga (1559). Seu zelo pastoral infundiu na freguesia o amor a Deus, por meio da oração e da contemplação; mesmo assim, corrigiu com firmeza, os costumes incorretos do clero e do povo. Participou no concílio de Trento (1561) e, ao regressar a Braga, convocou o IV concílio provincial (1564) para dar a conhecer os decretos de Trento. Renunciou ao arcebispado (1581) e fez vida de retiro no convento de Viana do Castelo (Portugal) até sua morte acontecida em 16 de Julho de 1590. Foi sepultado neste lugar, onde em 1609 colocaram suas relíquias num mausoléu. S.S. João Paulo II o beatificou em 4 de Novembro de 2001. Se tiverem informação relevante para a canonização do Beato Bartolomeu contacte a: Dominicanos - Casa Provincial Travessa do Corpo Santo, 32 1200-131 1200-131 Lisboa, PORTUGAL
Abadessa
Elvira, Santa
Etimologicamente significa “prudente conselheira”, Vem da língua alemã. Alguém, muito amante da vida e profundamente crente, dizia a miúdo:"Me alegro de cada instante que vivo". Se le veía siempre con el rostro alegre repitiendo en su oración personal estas palabras: Jesús, mi alegría, mi esperanza y mi vida. Un creyente que vive en esta dimensión, todo lo relativiza y sabe darle importancia cada día a lo que es fundamental. Elvira celebra su santo en el mismo día que la Virgen del Carmen, devoción tan arraigada en España y en el mundo entero. Elvira consagró su vida al Señor mediante los tres lazos imperecederos de la virginidad, la pobreza y la obediencia en el monasterio. Su virtud resplandecía entre todas su hermanas. Por eso, apenas tuvieron ocasión, la eligieron abadesa o superiora del monasterio. Fue una alegría para todas. Supo dirigir el monasterio con tanta prudencia, amabilidad y buen consejo, que las monjas y cuantas personas la trataban quedaban encantadas ante el atractivo de su santidad y la delicia de sus corazón virgen. El monasterio en el que surgió su apostolado, brilló por sus dotes de atención a los pobres y sus cualidades para gobernarlo según las reglas. El monasterio se llama D´Ohren, ya que está situado a la vera de la Renania alemana, fue construido en el siglo VII por Dagoberto I de Austrasia y San Modoaldo. Todo esto sucedió en el siglo XII. ¡Felicidades a quien lleve este nombre! Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com
Virgem e Fundadora
María Magdalena Postel, Santa
Martirológio Romano: Em Saint-Sauveur-le-Vicomte, povo de Normandía, em França, santa María Magdalena Postel, virgem, a qual, durante a mesma revolução, ao haver sido expulsados todos os sacerdotes, prestou toda classe de serviços aos enfermos e, em geral, a todos os fieis. Volta a paz, fundou na mais completa pobreza a Congregação das Filhas da Misericórdia, para a formação das jóvens pobres (1846). Nació en Barfleur, en la Normandía francesa, el 28 de noviembre de 1756. A los nueve años tomó la Primera Comunión; pocos años después murieron sus padres. Estudió en la abadía benedictina de Valognes, la cual abandonó para dedicarse a la educación y formación cristiana de mujeres sin recursos. A los dieciocho años fundó su primera escuela. Al estallar la Revolución y ser disueltas las órdenes religiosas, le fue encomendada la misión de custodiar y administrar el Pan Eucarístico y guardar los vasos y ornamentos sagrados (1789). Durante más de diez años dio asilo a sacerdotes perseguidos y continuó en la clandestinidad su labor catequística; por ello, debido a su caridad y por los dones especiales que en ella radicaban, fue nombrada «la Virgen sacerdote». Cuando estaba en presencia del Santísimo Sacramento, se dice que «ni siquiera un rayo podría distraerla». En 1798 ingresó como terciaria franciscana. En 1807 fundó en Cherburgo el Instituto de las Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia, de regla severa y vida muy austera. En este lugar murió el 16 de julio de 1846. Durante su fecunda vida fundó más de treinta y siete conventos e iglesias. Fue canonizada por Pío XI el 24 de mayo de 1926
Abadessa
Ermengarda (Irmengard), Beata
Martirológio Romano: No mosteiro de Frauenwörth, junto ao lago Chiemsee, na Baviera, beata Irmengard, abadessa, que desde sua mais tenra infância, desprezando o esplendor da corte, se entregou ao serviço de Deus, conseguindo que outras muitas virgens seguissem o Cordeiro (866). Las siguientes conisideranciones sobre la Beata Ermengarda (Irmengard, en alemán), están tomadas de J. Ratzinger, De la mano de Cristo. Homilías sobre la Virgen y algunos Santos, Eunsa, Pamplona 1997, pp. 69-76. La Beata Ermengarda, fundadora del monasterio de Frauenwörth, junto al Chiemsee, nació en Ratisbona (Regensburg) el año 833 y murió a los 33 años de edad, el 866. Fue hija de Luis II "el Germánico" y Emma von Altdorf. Bisabuelos suyos fueron:Carlomagno, Hildegarda de Vintzgau, el duque Ingerman de Hesbaye, el duque Isembart II von Altdorf, Ermengarda de Francia (hermana de Carlomagno), el duque Widukind "el Grande" de Sajonia y Svetana de Sajonia. Ermengarda tuvo tres hermanas y dos hermanos. Junto con sus hermanas, fue educada en el monastrio de Buchau (Suabia). Mas tarde, se hizo benedictina y se fue a vivir a la abadía de Frauenwörth, situada en una isla en el lago de Chiemsee (Baviera, cerca de Salzburgo). Fue la primera abadesa y se distinguió por su piedad de vida. Sus restos reposan en la capilla del monasterio. Fue beatificada por Pio XI en 1928. La pequeña isla llamada Fraueninsel ("isla de las mujeres") es un lugar de peregrinación al que acude toda Alemania. Se invoca a Ermengarda para superar la esterilidad y también como protectora en los partos múltiples. Se celebra el día de la Virgen del Carmen, 16 de julio. Gisela, una de sus hermanas, casó con el duque Bertoldo de Suabia y tuvo dos hijas antepasadas nuestras: Bertilde de Suabia y Cunegunda de Suabia (ver descedencia de Luis "el Germánico"). El 18 de julio de 1993, el Card. Ratzinger pronunció una homilía en el monasterio de la abadía de Frauenwörth, comentando el texto de Mt 13, 24-33 (parábolas del Reino de los Cielos). Jesús dice que "los justos brillarán como estrellas en el Reino de mi Padre. "Son los santos, personas que habiendo abierto sus ojos a la luz de Dios, despiden a su vez destellos luminosos. A la manera de estrellas suspendidas en el horizonte de la Historia, penetran con sus rayos los nubarrones y oscuridades de los tiempos, e inciden sobre el mundo para dejarnos ver algo de la santidad de Dios" (p. 69). Hay que fijarse en ellos, en los tiempos de crisis. Ellos nos darán luces nuevas para conocer mejor a Dios y a su Iglesia. La Beata Ermengarda ha dejado en el curso de los siglos una estela continua que las múltiples tinieblas de las épocas no han podido sofocar. Durante la secularización, cuando las puertas del convento se cerraron, las gentes de Chiemgau creyeron ver luces que se movían por las inmediaciones del lugar. Decían que fue una procesión de la Beata Ermengarda. Actualmente, sólo se conserva de una parte la portada de doble planta de el convento que ella fundo, con sus pinturas de ángeles y, de otra, los huesos de la Beata. Esas dos cosas tangibles que nos quedan nos dicen muchas otras. Ermengarda, al fundar su convento, lo dispuso como un lugar al servicio de la fe. Quería que se extendiera el Reino de Dios por el mundo. Los frescos de los ángeles nos recuerdan que desde sus mismos orígenes remotos, la vida monacal ha respondido a la idea del angelikos bios, la vida de los ángeles como modelo: mirar la faz de Dios, , estar en diálogo con Él y glorificarle con cantos armoniosos de alabanza. Los ángeles se distinguen porque vuelan y porque cantan. Vuelan porque son ágiles y pueden alcanzar las alturas porque están desentendidos de su peso y su importancia. Y cantan porque de suyo son diáfanos y rebosan de una alegría que, al integrarse en toda la armonía de la Creación, es un reflejo de la belleza de su Autor. "Coram angelis psallam tibi, Domine" (Ps 138,1). Ante la faz de tus ángeles he de alabarte, Señor. "Esto nos dice que, en la Liturgia, no sólo estamos reunidos unos con otros, sino que hay alguien más. Nos encontramos asociados a los ángeles mirando la faz de Dios. Con nuestras voces nos unimos a sus coros, y las suyas se juntan con los nuestros. De aquí viene la grandeza de la Liturgia: porque en ésta elevamos nuestros ojos hacia los ángeles y, con ellos, nos ponemos ante la faz del Creador. Si comprendemos esto significa que la Liturgia será para nosotros una fuente de alegría que jamás podrá ser parangonada con todas esas fiestas que nosotros hemos inventado, y en las cuales no se hermanan los Cielos y la tierra. Y, al tener la certeza de que estamos ante los ángeles de Dios, y que ellos mismos están entre nosotros, brotará con nuestro gozo el espíritu de adoración hacia la inmensa Presencia que nos envuelve" (p. 71-72). "A la vista de este sitio y del estilo de vida que la Beata Ermengarda implantara en esta isla, nos viene a la memoria la frase en que San Benito condensó la quintaesencia de su Regla: «Operi Dei nihil praeponatur» (Antepóngase a todas las cosas, el servicio de Dios). Ha de ser siempre lo principalísimo. A ello se suma lo mismo que el Señor nos ha dejado dicho: «Buscad primeramente el Reino de Dios, y lo demás se os dará por añadidura» (Mt 6, 33). En el espíritu de San Benito, la idea es además una idea completamente práctica para los casos en que puedan surgir dudas. Podríamos preguntarnos: ¿No habrá acaso algo que sea más prioritario? Su respuesta será siempre: no. Jamás podrá surgir alguna cosa que sea más urgente que dedicar tiempo a Dios y disponerse para servirle. Lo demás tomará de ahí su ritmo justo. Tener tiempo para Dios ha de ser siempre criterio de preferencia frente a todo lo restante. La regla de este mundo es la opuesta: «Operi Dei quaecumque res praeponatur» (Todas las otras cosas son más importantes, y se han de hacer primero: los pendientes, los apuros, etc.; luego viene Dios). El problema es que siempre se va relegando a Dios al final y nunca tenemos tiempo para Él. "Nuestro tiempo, al quedar huero de Dios, se ha convertido sin más en tiempo vano. Con él vamos flotando en el vacío y, al perder la noción de nuestro fin, ya no sabemos el sentido, la magnitud y la densidad de nuestra vida: porque hemos invertido el orden de las cosas al estimar superfluo lo importante, y hacer de nosotros mismos lo primero sin caer en cuenta de que nuestra importancia verdadera viene sólo de Dios. Busquemos pues su Reino con total preferencia. Dios primero: tal es el llamamiento que esta obra de Irmengarda, su convento y su monasterio, continúan dirigiendo a nuestro mundo" (p. 73). "¿Y qué nos dicen los restos de Ermengarda? Que murió a los 34 años, y que según han declarado los expertos tras haber analizado los huesos, padecía de artritis, a pesar de su juventud, como la mayoría de sus parientes. Al saber de una muerte tan temprana, y de aquella enfermedad que había venido soportando, nos hacemos cierta idea de su vida, sus fatigas y sus dolores. Nos podemos imaginar cuánto debió de sufrir entre unos muros tan fríos, y en el coro de las horas nocturnas durante unos inviernos largos, oscuros, gélidos y húmedos". Sus dolores fueron también morales. Supo de la sublevación de su hermano Carlomán contra el padre (Luis "el Germánico"), en 862, que se unió al dux eslavo Ratislav (846-869), guía de checos y moravos y constructor del gran imperio eslavo. El movimiento coincidió con una nueva agitación de los abodritas (eslavos) y una incursión normanda en Sajonia, a las que se debió hacer frente, así como a la primera aparición de jinetes magiares en los confines de Baviera, que será asolada por las sagitae hungarorum entre 910 y 955 (resonante triunfo de Otón I en Lechfeld, sobre los magiares). En consecuencia, si fue una mujer de amor, fue al mismo tiempo una mujer de sufrimiento. Ambas cosas van unidas en la vida. "Podemos afirmar que quien se niega a sufrir no puede amar de verdad, pues el amor implica siempre alguna forma de morir a sí mismo, de sentirse arrancado y, con ello, liberado de sí mismo" (p. 74). Nuestro tiempo ignora la idea de sufrimiento. Queremos "hacer", pero no "padecer". Nuestra vida no es únicamente actividad, sino también "pasividad", estado de pasión. Hemos nacido, y tendremos que morir. Entre la hora del nacimiento y esa otra en la que seremos despojados de la vida, nuestros días son un continuo decaer hacia la muerte. Sólo si unos y otros acertamos a entenderlo y asumirlo, volveremos a comprender la forma verdadera de amarnos mutuamente: porque esto implica siempre que sepamos aceptarnos y sobrellevarnos unos a otros, aunque a veces los demás no sean «de nuestro agrado», nos fastidien y nos «alteren los nervios». Y sólo cuando aceptemos hondamente lo pasivo de nuestra existencia y sus padecimientos, podremos recobrar el sentimiento de la alegría de vivir" (p.74). Las parábolas del Reino de los Cielos Las parábolas del Reino es precisamente lo que nos enseñan: a) la parábola del trigo y la cizaña: que tenemos que soportar el crecimiento de la cizaña en nosotros y en los demás, b) la parábola del grano de mostaza: que tenemos que soportar que la Iglesia (la Obra) parezca sólo un grano pequeño de mostaza, c) la parábola de la levadura: que debemos contentarnos con creer que el Reino de los Cielos actúa como la levadura, sigilosa en los adentros, y cuya fuerza somos incapaces de apreciar. "Esto nos dice que necesitamos tener fe, dejarnos fermentar por la levadura del Evangelio: porque así seremos buenos y el mundo podrá serlo igualmente" (p. 74). El abad Gerhard von Seeon puso una leyenda en unas tablillas de plomo, 150 años después de la muerte de Ermengarda: "virgo beata nimis, ora pro nobis". Irmengarda continuaba cerca de ellos para escucharles y ayudarles. "El amor hacia el prójimo no mengua entre los santos cuando se hallan en el otro mundo" (Orígenes). Habiéndose abismado en el amor a Dios, están presentes con Él para nosotros, dispuestos a escucharnos y acompañarnos. En la tablilla de von Seeon aparecen otras palabras: un texto de la Escritura que nos es bien conocido por la liturgia de Adviento: "Alegraos siempre en el Señor, os lo repito, alegraos. Que los hombres conozcan vuestra amabilidad. El Señor está cercano" (Fil 4,4). Ermengarda sabía que el Señor está cercano. De aquí vino su bondad y su alegría, una alegría contagiosa. "Pienso, pues, que su legado a nuestro favor en este día se resume en las siguientes palabras: «El Señor está cerca. Manteneos a su lado. Si sois buenos por Él, podréis estar alegres también por Él»" (p. 76).
Andrés de Soveral e 29 Mártires de Brasil, Beatos
Andrés de Soveral e 29 Mártires de Brasil, Beatos
Martirológio Romano: Na cidade de Cunhaú, perto de Natal, no Brasil, beatos Andrés de Soveral, presbítero da Companhia de Jesus, e Domingos Carvalho, mártires, que dolosamente encerrados na igreja quando celebravam a Missa, tanto eles como um grupo de fieis foram cruelmente assassinados por uns soldados (16 de julho 1645). Junto ao rio Uruaçu, perto de Natal, no Brasil, beatos Ambrósio Francisco Ferro, presbítero, e companheiros, mártires, que deram a vida vítimas da opressão que se desencadeou contra a fé católica (1645). Seus nomes são: beatos Antonio Baracho, António Vilela Cid, António Vilela filho e sua filha, Diogo Pereira, Manuel Rodrigues Moura e sua esposa, filha de Francisco Dias filho, Francisco de Bastos, Francisco Mendes Pereira, João da Silveira, João Lostau Navarro, João Martins e sete jovens, José do Porto, Mateus Moreira, Simão Correia, Estêvão Machado de Miranda e duas filhas suas, Vicente de Souza Pereira (3 de outubro 1645).