domingo, 11 de setembro de 2011

Nº 1039-3 - 11 DE SETEMBRO DE 2011 - 10º ANIVERSÁRIO DO ATAQUE ÀS TORRES GÉMEAS EM NOVA IORQUE E AO PENTÁGONO EM WASHINGTON…

 

1039-3

Como é sabido, hoje completam-se 10 anos, após os ataques terroristas aos Estados Unidos, nomeadamente em Washington (Pentágono), Nova Iorque e na Pensilvânia – este apenas com  a queda do avião, falecendo todos os seus ocupantes – cifrando-se no total o desaparecimento de mais de 3000 pessoas, nas mais diversas e horríveis condições. Após essa data, ocorreram muitíssimos factos que modificaram por completo, praticamente, todo o Mundo. Desde a Guerra do Iraque, prisão e morte de Sadam Hussein, ataque em Madrid, também com milhares de pessoas mortas, (…), morte de Ossama Bin Laden, guerras civis, nos países árabes (e não só…), catástrofes naturais (ciclones, tufões, terramotos, tsunamis, inundações, incêndios, etc.., em todo o Mundo) – crises económicas em todos os países – praticamente - , desemprego, manifestações, assassínios, corrupção, revoluções que vão paulatinamente, deitando abaixo os ditadores, como sucedeu há pouco na Tunísia, no Egipto e, agora na Líbia, e possivelmente dentro em pouco, na Síria, Arábia Saudita, Angola, etc., etc., e tudo mudou completamente, e, assim será, até ao fim dos tempos. Mas, Não dá dúvidas, o desencadear do 11 de Setembro, despoletou, ou melhor, abriu a Caixa de Pandora.

O que nos reservará o futuro? Quase de certeza, não estarei cá para ver, se Deus assim o entender, mas os meus descendentes terão oportunidade de o presenciar, e, oxalá não venham a ser atingidos.

Em jeito de memória, para todos nós, deixo aqui algumas fotos e comentários sobre os horríveis acontecimentos de 11 de Setembro, (assim como os nomes de todos os que foram colhidos pelos braços da morte) nos diversos ataques perpetrados pela AlQaeda, nesse dia, nus EUA, que foram colhidos através do site:

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Cronologia: ¿Que se passou nos últimos 10 anos?

Os ataques terroristas de 11 de Setembro em Nova York e no Pentágono marcaram a história e o futuro dos Estados Unidos. Aquí encontrarás uma linha do tempo com os sucessos mais importantes na última década.

1. Ataques de 11 de Setembro Na manhã de 11 de Setembro de 2001, terroristas encabeçados pelo fundador de Al-Qaeda, Osama Bin Laden, sequestraram quatro aviões comerciais e atacaram as Torres Gémeas na cidade de Nova York, o Pentágono e na Virgínia. Um quarto avião caiu num campo de Pensilvânia, devido à luta entre a tripulação e os passageiros com os sequestradores por retomar o controle do aparelho. A tragédia deixou quase 3,000 pessoas sem vida e semeou o temor em todo o país.

11 de Setembro: Nomes das vítimas de 9/11 no Voo 93 de United Airlines

Sus nombres jamás serán olvidados

Seus nomes jamais serão olvidados

LeRoy Wilton Homer era o co-piloto do Voo 93 de United Airlines, que se despenhou na Pensilvânia em 11 de Setembro de 2001, quando os passageiros tentaram retomar o controla da aeronave de mãos dos quatro terroristas a bordo.

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SHANKSVILLE, Pensilvania - El Vuelo 93 de United Airlines, efectuado el 11 de septiembre de 2001 por un avión Boeing 757, cubría el trayecto entre el Aeropuerto Internacional Liberty de Newark, en Nueva Jersey, y el Aeropuerto Internacional de San Francisco.  Fue uno de los cuatro aviones secuestrados por Al Qaeda durante los atentados del 11 de septiembre. El avión fue tomado por cuatro secuestradores y es el único que no llegó a su objetivo, supuestamente la Casa Blanca o el edificio del Capitolio en Washington.  El vuelo con destino hacia San Francisco despegó a las 8:42 a.m., después de un retraso de 42 minutos. Según datos oficiales, iban a bordo cuatro terroristas que se habían colocado en primera clase, presumiblemente para estar más cerca de la cabina.  Alrededor de las 9:28 a.m., los secuestradores se pusieron en marcha y sometieron a la tripulación, asesinando al menos a tres de los miembros, el Capitán Jason Dahl, el copiloto Leroy J. Homer y la azafata Deborah Welsh y también, según los testimonios contados por las víctimas que pudieron hablar por teléfono durante el secuestro, hirieron mortalmente al pasajero Mark Rothenberg, que iba sentado justo delante de uno de los secuestradores y todo hace pensar que fue él la primera de las víctimas.  Minutos después de ser secuestrado, varios de los pasajeros y miembros de la tripulación lograron llamar a familiares para advertirles de la situación. Tras enterarse de que otros aviones habían sido estrellados contra el World Trade Center y el Pentágono, enseguida supieron que aquello no era un secuestro normal, sino una misión suicida.  Todo hace pensar que fue eso lo que les hizo tomar la decisión de intentar reducir a los secuestradores por su propia cuenta y tomar ellos el control del avión. Dos de los secuestradores se habían encerrado en la cabina de pilotaje y los 40 pasajeros aparentemente se unieron para impedir que el control siguiera en manos de los terroristas. Valerosamente intentaron controlar a los secuestradores e irrumpir en la cabina, al parecer sin éxito.  El Boeing 757 se estrelló antes de llegar a su destino alrededor de las 10:03 a.m. de la mañana, 35 minutos después de que los secuestradores se hicieran con el control del aparato, en un campo abierto en Shanksville (Pensilvania). Todos los que iban a bordo murieron. Al caer en un descampado, no causó víctimas en tierra.

A continuación la lista de nombres de las personas que murieron a bordo del Vuelo 93 de United Airlines, sin incluir los nombres de los cuatro terroristas:

A  -  Christian Adams  - B  -  Lorraine G. Bay - Todd Beamer - Alan Beaven - Mark K. Bingham - Deora Frances Bodley - Sandra W. Bradshaw - Marion Britton - Thomas E. Burnett Jr.  -  C   William Cashman - Georgine Rose Corrigan - Patricia Cushin  -  D  -  Jason Dahl - Joseph Deluca - Patrick Driscoll  -  F  -  Edward Porter Felt - Jane C. Folger - Colleen Fraser  -  G -  Andrew Garcia - Jeremy Glick - Lauren Grandcolas - Wanda A. Green - Donald F. Greene - Linda Gronlund - Richard Guadagno  -  H  -  Leroy Homer, Jr.  - K  - Toshiya Kuge  -  L  -  CeeCee Lyles  -  M  -  Hilda Marcin - Waleska Martinez  - Nicole Miller  -  N   -  Louis J. Nacke, II  -  P   -   Donald Arthur Peterson - Jean Hoadley Peterson - Mark Rothenberg  -  S   -  Christine Snyder  -  T  -  John Talignani  -  W   -  Honor Elizabeth Wainio - Deborah Ann Jacobs Welsh - Kristin Gould White

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11 de Setembro: Nomes das vítimas de 9/11 no Voo 77 de American Airlines

 

Sus nombres jamás serán olvidados

Seus nomes jamais serão olvidados

La imagen muestra la fachada del edificio del Pentágono, en Washington, por donde penetró el Vuelo 77 de American Airlines la mañana del 11 de septiembre de 2001. En ese ataque murieron las 64 personas que iban en el avión más otras 125 en tierra.

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WASHINGTON - El Vuelo 77 de American Airlines fue el tercer vuelo secuestrado como parte de los atentados del 11 de septiembre de 2001, y fue estrellado deliberadamente contra el edificio del Pentágono, sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos.  El avión, que cubría el enlace del Aeropuerto Internacional Washington-Dulles, cerca de Washington, y Los Ángeles, fue secuestrado por cinco saudíes yihadistas cuando llevaba 35 minutos de vuelo. Los saudíes entraron en la cabina del avión y obligaron a los pasajeros a dirigirse a la parte trasera del mismo.  Hani Hanjour, uno de los secuestradores, asumió el control del vuelo como piloto. A escondidas de sus secuestradores, los pasajeros lograron hacer llamadas a sus familiares y seres queridos, proporcionándoles información sobre lo sucedido.  El avión terminó estrellándose contra la fachada occidental de El Pentágono a las 9:37 a.m., provocando la muerte de las 64 personas a bordo (dos pilotos, cuatro azafatas y 58 pasajeros), así como de 125 personas en el edificio.  Fueron testigos de ello docenas de personas, y a los pocos minutos los noticieros empezaron a informar al respecto. Asimismo, el impacto generó daños en una buena parte del edificio y ocasionó un incendio, generando el derrumbe parcial del mismo, y que fue combatido por los bomberos durante varios días.

A continuación la lista de nombres de las personas que murieron a bordo del Vuelo 77 de American Airlines, sin incluir los fallecidos en tierra en el interior del Pentágono:

A  -  Paul W. Ambrose   -  B  -  Yeneneh Betru - Mary Jane Booth - Bernard C. Brown, II - CAPT Charles F. Burlingame III, USNR, Retired  -  C   -  Suzanne M. Calley - William E. Caswell - David M. Charlebois - Sarah M. Clark - Asia S. Cottom  -  D  -  James D. Debeuneure - Rodney Dickens - Eddie A. Dillard - LCDR Charles A. Droz III, USN, Retired  -  E Barbara G. Edwards  -  F  -  Charles S. Falkenberg - Dana Falkenberg - Zoe Falkenberg - J. Joseph Ferguson - Darlene E. Flagg - RADM Wilson F. Flagg, USNR, Retired  -  G  -  1stLt Richard P. Gabriel, USMC, Retired - Ian J. Gray  -  H   -  Stanley R. Hall - Michele M. Heidenberger  -  J  -  Bryan C. Jack - Steven D. Jacoby - Ann C. Judge  -  K  -  Chandler R. Keller - Yvonne E. Kennedy - Norma Cruz Khan - Karen Ann Kincaid  -  L - Dong Chul Lee - Jennifer Lewis - Kenneth E. Lewis  -  M  -  Renee A. May - Dora Marie Menchaca  -  N - Christopher C. Newton  -  O  -  Barbara K. Olson - Ruben S. Ornedo  -  P  -  Robert Penninger - Robert R. Ploger III - Zandra F. Ploger  -  R  -  Lisa J. Raines - Todd H. Reuben  -  S  -  John P. Sammartino - George W. Simmons - Donald D. Simmons - Mari-Rae Sopper - Robert Speisman - Norma Lang Steuerle  -  T  -  Hilda E. Taylor - Leonard E. Taylor - Sandra D. Teague  -  W  -  Leslie A. Whittington  -  Y -  CAPT John D. Yamnicky, Sr., USN, Retired - Vicki Yancey - Shuyin Yang  -  Z  -  Yuguag Zheng

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11 de Setembro: Nomes das vítimas de 9/11 no Pentágono em Washington

Sus nombres jamás serán olvidados

Sus nombres jamás serán olvidados

La imagen muestra la fachada del edificio del Pentágono, en Washington, por donde penetró el Vuelo 77 de American Airlines la mañana del 11 de septiembre de 2001. En ese ataque murieron las 64 personas que iban en el avión más otras 125 en tierra.

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WASHINGTON - El edificio del Pentágono en la capital estadounidense fue el tercer blanco atacado el 11 de septiembre de 2001, exactamente a las 9:37 a.m., luego de que dos aviones se estrellaran contra las Torres Gemelas del World Trade de Nueva York.  Se sabe que esa fatídica mañana un grupo de cinco secuestradores pertenecientes a la red terrorista de Al Qaeda tomaron el control del Vuelo 77 de American Airlines, en ruta desde el Aeropuerto Internacional Washington Dulles a Los Angeles.  Todas las 64 personas en el avión de pasajeros murieron, así como 125 personas que estaban en el edificio del Pentágono, donde opera la sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos y trabajan alrededor de 23 mil empleados militares y civiles.  El impacto del avión, un Boeing 757-223, dañó gravemente la estructura del edificio y causó su hundimiento parcial. En el momento de los ataques, el Pentágono estaba en renovación y varias oficinas estaban desocupadas, resultando en menos pérdidas humanas.

A continuación los nombres de las personas que murieron en el edificio del Pentágono, sin contar aquellas personas que viajaban a bordo del Vuelo 77 de American Airlines:

Aviso: Los nombres con "USA" pertenecen a miembros del Ejército de Estados Unidos; los identificados como "USN" son de militares de la Marina de Estados Unidos.

A  -  SPC Craig S. Amundson, USA  -  B  -  YN3 Melissa Rose Barnes, USN - MSG Max J. Beilke, Retired - IT2 Kris Romeo Bishundat, USN - Carrie R. Blagburn - COL Canfield D. - Boone, ARNG - Donna M. Bowen - Allen P. Boyle - ET3 Christopher L. Burford, USN  -  C   -  ET3 Daniel M. Caballero, USN - SFC Jose O. Calderon-Olmedo, USA - Angelene C. Carter - Sharon A. Carver - SFC John J. Chada, USA, Retired - Rosa Maria Chapa - Julian T. Cooper - LCDR Eric A. Cranford, USN  -  D  -  Ada M. Davis - CAPT Gerald F. DeConto, USN - LTC Jerry D. Dickerson, USA - IT1 Johnnie Doctor, Jr., USN - CAPT Robert E. Dolan, Jr., USN - CDR William H. Donovan, USN - CDR Patrick Dunn, USN  -  E  -  AG1 Edward T. Earhart, USN - LCDR Robert R. Elseth, USNR  -  F  -  SK3 Jamie L. Fallon, USN - Amelia V. Fields - Gerald P. Fisher - AG2 Matthew M. Flocco, USN Sandra N. Foster  -  G - CAPT Lawrence D. Getzfred, USN - Cortez Ghee - Brenda C. Gibson - COL Ronald F. Golinski, USA, Retired  -  H  -  Diane Hale-McKinzy - Carolyn B. Halmon - Sheila M.S. Hein - ET1 Ronald J. Hemenway, USN - MAJ Wallace Cole Hogan, Jr., USA - SSG Jimmie I. Holley, USA, Retired - Angela M. Houtz - Brady Kay Howell - Peggie M. Hurt - LTC Stephen N. Hyland, Jr., USA - Lt Col Robert J. Hymel, USAF, Retired  -  I  -  SGM Lacey B. Ivory, USA  -  J  -  LTC Dennis M. Johnson, USA - Judith L. Jones  -  K  -  Brenda Kegler  -  L  -  LT Michael S. Lamana, USN - David W. Laychak - Samantha L. Lightbourn-Allen - MAJ Stephen V. Long, USA - James T. Lynch, Jr. - Terence M. Lynch - OS2 Nehamon Lyons IV, USN  -  M  -  Shelley A. Marshall - Teresa M. Martin - Ada L. Mason-Acker - LTC Dean E. Mattson, USA - LTG Timothy J. Maude, USA - Robert J. Maxwell - Molly L. McKenzie - Patricia E. Mickley - MAJ Ronald D. Milam, USA - Gerard P. Moran, Jr. - Odessa V. Morris - ET1 Brian A. Moss, USN - Teddington H. Moy - LCDR Patrick J. Murphy, USNR  -  N  -  Khang Ngoc Nguyen - DM2 Michael A. Noeth, USN  -  O  -  Ruben S. Ornedo  -  P  - Diana B. Padro - LT Jonas M. Panik, USNR - MAJ Clifford L. Patterson, Jr., USA - LT Darin H. Pontell, USNR - Scott Powell - CAPT Jack D. Punches, USN, Retired - AW1 Joseph J. Pycior, Jr., USN  -  R  -  Deborah A. Ramsaur - Rhonda Sue Rasmussen  - IT1 Marsha D. Ratchford, USN - Martha M. Reszke - Cecelia E. (Lawson) Richard - Edward V. Rowenhorst - Judy Rowlett - SGM Robert E. Russell, USA, Retired - CW4 William R. Ruth, ARNG  -  S   -  Charles E. Sabin, Sr. - Marjorie C. Salamone - COL David M. Scales, USA - CDR Robert A. Schlegel, USN - Janice M. Scott - LTC Michael L. Selves, USA, Retired - Marian H. Serva - CDR Dan F. Shanower, USN - Antionette M. Sherman - Diane M. Simmons - Cheryle D. Sincock - ITC Gregg H. Smallwood, USN - LTC Gary F. Smith, USA, Retired - Patricia J. Statz - Edna L. Stephens - SGM Larry L. Strickland, USA  -  T  -  LTC Kip P. Taylor, USA - Sandra C. Taylor - LTC Karl W. Teepe, USA, Retired - SGT Tamara C. Thurman, USA - LCDR Otis V. Tolbert, USN - SSG Willie Q. Troy, USA, Retired  -  V  -  LCDR Ronald J. Vauk, USNR  -  W  -  LTC Karen J. Wagner, USA - Meta L. (Fuller) Waller - SPC Chin Sun Pak Wells, USA - SSG Maudlyn A. White, USA - Sandra L. White - Ernest M. Willcher - LCDR David L. Williams, USN - MAJ Dwayne Williams, USA - RMC Marvin Roger Woods, USN, Retired  -  Y  -  IT2 Kevin W. Yokum, USN - ITC Donald M. Young, USN - Edmond G. Young, Jr. - Lisa L. Young

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11 de Setembro: Nomes das vítimas de 9/11 no Voo 175 de United Airlines

Sus nombres jamás serán olvidados

Sus nombres jamás serán olvidados

La imagen muestra el momento cuando el Vuelo 175 de United Airlines impacta la Torre Sur del World Trade Center, exactamente a las 9:03 a.m. del 11 de septiembre de 2001. En el avión viajaban 65 personas, incluyendo los cinco terroristas.

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NUEVA YORK - El Vuelo 175 de United Airlines del 11 de septiembre de 2001 fue uno de los cuatro secuestrados el día de los ataques, y el segundo en estrellarse contra la Torre Sur del World Trade Center, exactamente las 9:03 a.m.  Al igual que el Vuelo 11 de American Airlines, el Vuelo 175 de United Airlines había despegado desde el Aeropuerto Internacional Logan, en Boston, rumbo a Los Angeles.  El aparato, un Boeing 767-222, fue secuestrado por cinco miembros de la red de Al Qaeda, luego de estar alrededor de 20 minutos en el aire. Los atacantes tomaron control de la aeronave y cambiaron el rumbo de la misma hacia Nueva York.  El jefe del comando terrorista en el Vuelo 175 estaba liderado por Marwan al-Shehhi, quien había recibido clases de pilotaje y estaba acompañado de Fayez Banihammad, Hamza al-Ghamdi, Ahmed al-Ghamdi y Mohand al-Shehri.  En el Vuelo 175 de American Airlines murieron un total de 65 personas, incluyendo a los cinco terroristas que viajaban a bordo. El impacto del avión, que estaba cargado de combustible, provocó la implosión de la Torre Sur del World Trade Center apenas a unos 59 minutos de la colisión.

A continuación está la lista completa de los pasajeros y tripulantes que ahí murieron:

A  -  Alona Abraham  -  B  -  Garnet Edward Bailey - Mark Lawrence Bavis - Graham Andrew Berkeley  - Touri Bolourchi  - Klaus Bothe  - Daniel Raymond Brandhorst  - David Reed Gamboa Brandhorst  -  C  -  John Brett Cahill  - Christoffer Mikael Carstanjen - John J. Corcoran III  -  D  -  Dorothy Alma de Araujo  - Ana Gloria Pocasangre Debarrera  -  F  -  Robert John Fangman - Lisa Anne Frost  -  G - Ronald Gamboa  - Lynn Catherine Goodchild  - Peter M. Goodrich - Douglas Alan Gowell  - Francis Edward Grogan  -  H  -  Carl Max Hammond, Jr.  - Christine Lee Hanson - Peter Burton Hanson  - Susan Kim Hanson  - Gerald Francis Hardacre  - Eric Hartono - James Edward Hayden  - Herbert Wilson Homer - Michael Robert Horrocks  -  J  -  Robert Adrien Jalbert - Amy N. Jarret  -  K  -  Ralph Kershaw - Heinrich Kimmig  - Amy R. King - Brian Kinney  -  L  -  Kathryn L. LaBorie - Robert G. Leblanc - Maclovio Lopez, Jr.  -  M  -  Marianne Macfarlane - Alfred Gilles Marchand - Louis Mariani - Juliana McCourt - Ruth Magdaline McCourt  - Wolfgang Peter Menzel  -  N - Shawn M. Nassaney  -  P  -  Marie Pappalardo  -  Q   Patrick J. Quigley IV  -  R  -  Frederick Charles Rimmele III  - James Roux   -  S  -  Jesus Sanchez  - Victor J. Saracini  - Mary Kathleen Shearer - Robert M. Shearer - Jane Louise Simpkin - Brian David Sweeney  -  T  -  Michael C. Tarrou - Alicia N. Titus  -  W  -  Timothy Ray Ward - William Michael Weems

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11 de Setembro: Nomes das vítimas de 9/11 no Voo 11 de American Airlines

Sus nombres jamás serán olvidados

Sus nombres jamás serán olvidados

El piloto Emmanue Remy (al centro) se reunió en Boston con técnicos y azafatas de American Airlines para recordar las víctimas del Vuelo 11, dos días después de los ataques del 9/11. El Vuelo 11 partió de esa ciudad a Los Angeles con 92 personas.

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NUEVA YORK - El Vuelo 11 de American Airlines del 11 de septiembre de 2001 fue uno de los cuatro secuestrados el día de los ataques, y el primero en estrellarse contra la Torre Norte del World Trade Center, exactamente las 8:46 a.m.  Al igual que el Vuelo 175 de United Airlines, el Vuelo 11 de American Airlines había despegado desde el Aeropuerto Internacional Logan, en Boston, rumbo a Los Angeles.  En el avión de encontraba Mohamed Atta (quien había sido entrenado como piloto) y otros cuatro terroristas: Abdulaziz al-Omari, Waleed al-Shehri, Wail al-Shehri y Satam al-Suqami.  A los 15 minutos de estar en el aire, el quinteto se adueñó de la aeronave tras herir con navajas a por lo menos tres personas a bordo. Acto seguido, Atta desvió el avión (un Boeing 767-223ER) y lo enfiló rumbo a Nueva York.  En el Vuelo 11 de American Airlines murieron un total de 92 personas, incluyendo a los cinco terroristas que viajaban a bordo. Se calcula que el impacto del aparato con la Torre Norte del World Trade Center y la explosión que ésta causó, eventualmente causó el colapso del edificio y la vida de las 1,344 personas que quedaron atrapadas en su interior.

A continuación está la lista completa de los pasajeros y tripulantes que ahí murieron:

A  -  Anna Allison - David Lawrence Angell - Lynn Edwards Angell  - Seima Aoyama  - Barbara Jean Arestegui  - Myra Joy Aronson  -  B   - Christine Barbuto - Carolyn Beug - Kelly Ann Booms  - Carol Marie Bouchard  -  C  -  Jeffrey Dwayne Collman  - Jeffrey W. Coombs - Tara Kathleen Creamer  - Thelma Cuccinello - Patrick Currivan  -  D  -  Brian Paul Dale  - David Dimeglio  - Donald Americo Ditullio  - Alberto Dominguez  -  F  -  Paige Marie Farley-Hackel - Alexander Milan Filipov - Carol Ann Flyzik  - Paul J. Friedman  - Karleton D.B. Fyfe  -  G  -  Peter Alan Gay  - Linda M. George  - Edmund Glazer  - Lisa Reinhart Gordenstein  - Andrew Peter Charles Curry Green  -  H  -  Peter Paul Hashem  - Robert Jay Hayes - Neilie Anne Heffernan Casey - Edward R. Hennessy, Jr.  - John A. Hofer - Cora Hidalgo Holland - John Nicholas Humber, Jr.  -  I  -  Waleed Joseph Iskandar  -  J  -  John Charles Jenkins - Charles Edward Jones  -  K - Robin Lynne Kaplan - Barbara A. Keating  - David P. Kovalcin  -  L  -  Judith Camilla Larocque  - Natalie Janis Lasden - Daniel John Lee  - Daniel M. Lewin  - Sara Elizabeth Low  -  M  - Susan A. Mackay - Karen Ann Martin  - Thomas F. McGuinness, Jr. - Christopher D. Mello  - Jeffrey Peter Mladenik - Carlos Alberto Montoya  - Antonio Jesus Montoya Valdes - Laura Lee Morabito  -  N  -  Mildred Naiman  - Laurie Ann Neira  - Renee Lucille Newell  - Kathleen Ann Nicosia - Jacqueline June Norton  - Robert Grant Norton  -   O - John Ogonowski  - Betty Ann Ong - Jane M. Ort  -  P  - Thomas Nicholas Pecorelli - Berinthia B. Perkins - Sonia M. Puopolo  -  R  -  David E. Retik - Jean Destrehan Roger - Philip Martin Rosenzweig  - Richard Barry Ross  -  S - Jessica Leigh Sachs  - Rahma Salie - Heather Lee Smith - Dianne Bullis Snyder  - Douglas Joel Stone  - Xavier Suarez - Madeline Amy Sweeney  -  T  - Michael Theodoridis - James Anthony Trentini - Mary Barbara Trentini  -  V Pendyala Vamsikrishna  -  W  -  Mary Alice Wahlstrom - Kenneth Waldie  - John Joseph Wenckus - Candace Lee Williams – Z - Christopher Rudolph Zarba, Jr.

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Transcrição (sem tradução – porque acho desnecessária…) feita por

António Fonseca

Nº 1039-2 - A RELIGIÃO DE JESUS – 24º DOMINGO DO TEMPO COMUM - 11 DE SETEMBRO DE 2011

Nº 1039-2

Do livro , A RELIGIÃO DE JESUS, de José Mª CastilloComentário ao Evangelho do diaCiclo A (2010-2011)Edição de Desclée De Brouwer – Henao, 6 – 48009 Bilbaowww.edesclee.cominfo@edesclee.com:

tradução de espanhol para português, por António Fonseca

Estrela O texto dos Evangelhos, que inicialmente estavam a ser transcritos e traduzidos de espanhol para português, diretamente através do livro acima citado, são agora copiados mediante a 12ª edição do Novo Testamento, da Difusora Bíblica dos Missionários Capuchinhos, (de 1982, salvo erro..). No que se refere às Notas de Comentários continuam a ser traduzidas como anteriormente. AF.

11 de Setembro de 2011

24º DOMINGO DO TEMPO COMUM

Mt 18, 21-35

Então, Pedro, aproximando-se, disse-Lhe: «Senhor, se o meu irmão me ofender, quantas vezes lhe deverei perdoar? Até sete vezes?» Jesus respondeu: «Não te digo sete vezes, mas setenta vezes sete». Por isso o reino dos céus é comparável a um rei que quis ajustar contas com os seus servos. Logo ao princípio, trouxeram-lhe um que lhe devia dez mil talentos. Não tendo ele com que pagar, o senhor ordenou que fosse vendido com a mulher, os filhos e todos os seus bens, para assim  pagar a dívida. O servo lançou-se então aos seus pés, dizendo: «Concede-me um prazo e pagar-te-ei tudo». Levado pela compaixão, o senhor daquele servo deu-lhe liberdade e perdoou-lhe a dívida. Ao sair, o servo encontrou um dos seus companheiros que lhe devia cem denários. Segurando-o, apertou-lhe o pescoço e sufocava-o, dizendo: «Paga o que me deves!» O doutro caiu a seus pés, suplicando: «Concede-me um prazo e pagar-te-ei» Mas ele não concordou e mandou-o prender até que lhe pagasse tudo quando lhe devia. Testemunhas desta cena, os seus companheiros contristados, foram contar ao seu senhor, o que havia acontecido. O senhor mandou-o então, chamar e disse-lhe: «Servo mau, perdoei-te tudo o que me devias, porque assim mo suplicaste: não devias igualmente ter piedade do teu companheiro, como eu tive de ti?» E o senhor, indignado, entregou-o aos verdugos, até que apagasse tudo o que devia. Assim procederá convosco Meu Pai Celestial, se cada um de vós não perdoar do fundo do coração a seu irmão».

1. Esta parábola afirma que cada qual vai receber de Deus o tratamento que cada um dê aos outros. Quer dizer, o comportamento de cada um com os outros é a medida do comportamento que Deus tem com cada ser humano. Portanto, o respeito, a tolerância, a estima, a capacidade de perdão que cada ser humano tem com as pessoas com quem convive, vai ser esse o respeito, a tolerância, a estima e o perdão que vai receber de Deus.  

2. Aqui estamos, pois, perante um critério fundamental para determinar como há-de ser o nosso comportamento ético. Por suposto, este critério é válido para pessoas crentes.Para justificar uma conduta ética, não se pode deitar mão de Deus. O agnóstico e o ateu podem ser (e existem em abundância) pessoas intocáveis. Mas o que não resulta fácil de entender é que uma pessoa, que carece de uma referência final que esteja acima das circunstâncias, possa ser uma pessoa que actue, se é necessário, contra os seus interesses e a favor dos interesses dos outros. O trágico deste momento é que há já demasiada gente, que não tem mais critério, na hora de agir, pois o que lhe interessa é o que lhe convém. sem pensar que o faça com os outros, será a medida da sua dita ou desdita.

3. Porque há pessoas incapazes de tratar aos outros como eles querem ser tratados? Porque não têm mais referência nem mais critério que a gratificação imediata do que os satisfaz. A parábola deste evangelho deixa patente que quem procede assim, no fundo, é o ser mais desgraçado. E é o que, em definitivo, tem pior futuro.

Compilação por

António Fonseca

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NOTA FINAL:

Desejo esclarecer que os comentários aos textos do Evangelho, aqui expressos, são de inteira responsabilidade do autor do livro A RELIGIÃO DE JESUS e, creio eu… apenas retratam a sua opinião – e não a minha ou de qualquer dos meus leitores, que eventualmente possam não estar de acordo com ela. Eu apenas me limito a traduzir de espanhol para português os Comentários e NEM EU NEM NINGUÉM ESTÁ OBRIGADO A ESTAR DE ACORDO. Desculpem e obrigado. AF.

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Nº 1039-1 - (233) - 11 DE SETEMBRO DE 2011 - SANTOS DE CADA DIA - 3º ANO

Nº 1039

SANTOS JACINTO e PROTO

Mártires (257)

Estes dois mártires foram queimados vivos pelo ano de 257, durante a perseguição de Valeriano, no qual também pereceu Santa Eugénia. Eram escravos e diz-se que foi devido à influência  deles que esta menina fidalga abraçou a fé. Os poucos ossos que escaparam às chamas foram envolvidos num pano tecido de oiro e colocados no cemitério de Santo Hermes, na antiga Via Salária. Como a câmara funerária em que estavam sepultados se tinha tornado inacessível, o Papa S. Dâmaso mandou desobstrui-la, no século IV, colocou lá um lampadário e construiu-lhe uma escada de acesso. Inscrições em verso recordam estes trabalhos. Quatro ou cinco séculos depois, procedeu-se a pesquisas nas catacumbas devastadas e foi possível recuperar os corpos de numerosos confessores. Os restos de S. Proto foram então transportados para Roma. Nos de S. Jacinto não se tocou, com receio de provocar um desastre; receou-se que abatesse uma muralha, se se procedesse à abertura do nicho em que estavam encerrados. Foi em 1845 que o Padre Marchi encontrou intacto esse nicho. A placa de mármore que o selava tinha a seguinte inscrição: D P. III IDUS SEPTEMBR. YACINTHUS MARTHYR. (Sepultado, no terceiro dos idos de Setembro, Jacinto mártir). No interior misturados com cinzas e fios de ouro, foram encontrados alguns ossos calcinados de S. Jacinto, dos quais se exalava um perfume subtil de essência de rosas. Do livro SANTOS DE CADA DIA, de www.jesuitas.pt

BEATO JOÃO GABRIEL PERBOYRE

Mártir (1802-1840)

Juan Gabriel Perboyre, Santo

Os sofrimentos deste mártir não ficam em nada atrás dos que se narraram em antigas Paixões. Filho de Pedro Perboyre, agricultor, e de Maria Riga, sua esposa piedosa, João Gabriel nasceu em Mongesty (Lot, França), no dia 6 de Janeiro de 1802. Tinha dois irmãos e duas irmãs que, como ele, entraram para a família espiritual de S. Vicente de Paulo. Ingressou nos Lazaristas de Montauban em 1820 e foi ordenado sacerdote, em Paris, em 1825. Desempenhou durante dez anos diversos cargos de confiança na sua Congregação e em 1835 embarcou no Havre, com destino à China. Depois de passar dezoito meses no Honan, foi em 1839 exercer o ministério para as montanhas de Hu-Pé. Havia já muito tempo que João Gabriel pedia todas as manhãs a Deus lhe concedesse a graça de derramar o sangue pela fé. O pedido foi enfim satisfeito e o seu martírio prolongou-se por um ano inteiro. Traído por um rapaz cristão e preso no dia 16 de Setembro de 1839, numa floresta, foi conduzido a Ku-Tching, depois a Siang-Yang-Fu e por último para U-Tchang-Fu. onde foi crucificado, no dia 11 de Setembro de 1840. Um mandarim oferecera-lhe a liberdade, se ele consentisse em profanar a cruz do Salvador. Dando largas à sua fantasia sanguinária, os carrascos torturaram-no de todas as maneiras: carregaram-no de cadeias, esmagaram-lhe os pés num torno, bateram-lhe com bambus, desfiguraram-no com chicotadas, fizeram-no beber sangue de cão e insultaram o seu pudor. Estava já agonizante e com os membros estirados sobre uma cruz e ainda lhe davam pontapés na barriga. Foi beatificado por Leão XIII em 1889. Do livro SANTOS DE CADA DIA, de www.jesuitas.pt

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Pafnucio, Santo
Setembro 11 Bispo de Tebaida,

Pafnucio, Santo

Pafnucio, Santo

Martirologio Romano: Conmemoración de san Pafnucio, obispo en Egipto, que fue uno de aquellos confesores que, en tiempo del emperador Galerio Maximino, habiéndoles sacado el ojo derecho y desjarretado la pantorrilla izquierda, fueron condenados a las minas, y después, asistiendo al Concilio de Nicea, luchó denodadamente por la fe católica contra el arrianismo (s. IV). Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa. Fue uno de los anacoretas de su época. Vivía de las verduras que daba la tierra, agua, un poco de sal y poco más. Compartía consigo mismo la soledad del desierto. La oración y la penitencia eran su principal modo de emplear el tiempo. A su cueva acudían las gentes a recibir consejo, escuchar lo que aprendía del Espíritu con sus rezos y a contrastar la vida con el estilo del Evangelio.
Se vió obligado a dejar la soledad contra su gusto porque fue nombrado obispo de Tebaida. Por defender a Cristo sufrió persecución, le amputaron una pierna y le vaciaron un ojo cuya órbita desocupada, según cuenta la historia, gustaba besar con respeto y veneración el convertido emperador Constantino. Estuvo presente en el Concilio de Nicea, donde se defendió la divinidad de Cristo y se condenó el arrianismo. En esa ocasión, al tratarse otros temas de Iglesia, tuvo el obispo Pafnucio la ocasión de dar muestras de profunda humanidad. El hombre que venia del más duro rigor del desierto y podía exhibir en su cuerpo la marca de la persecución se mostró con un talante más amplio, abierto, moderado y transigente que los padres que no conocían la dureza de la Tebaida ni los horrores de la amenaza, ni la vejación. Numerosos padres conciliares pretendieron imponer que los obispos, presbíteros y diáconos casados dejaran a sus esposas para ejercer el ministerio. El obispo curtido en la dura ascesis anacoreta se opuso a tal determinación haciendo que se fuera respetuoso con la disciplina de la época: autorizar el ejercicio del Orden Sacerdotal a los ya casados y no permitir casarse después de la Ordenación.

Juan Gabriel Perboyre, Santo
Setembro 11 Presbítero y Mártir,

Juan Gabriel Perboyre, Santo

Juan Gabriel Perboyre, Santo

Martirologio Romano: En la ciudad de Wuchang, de la provincia Hubei, en China, san Juan Gabriel Perboyre, presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que, dedicado a la predicación del Evangelio según costumbre del lugar, durante una persecución sufrió prolongada cárcel, siendo atormentado y, al fin, colgado en una cruz y estrangulado (1840). Fecha de canonización: Beatificado el 10 de noviembre 1889 por el Papa León XIII, y canonizado por S.S. Juan Pablo II el 2 de junio de 1996.  La misión divina de la Iglesia se hace extensiva a toda la tierra y en todos los tiempos, según la frase de Jesús: Id, pues, y enseñad a todas las naciones. «Nuestra religión debe enseñarse en todas las naciones y propagarse incluso entre los chinos, a fin de que conozcan al verdadero Dios y posean la felicidad en el cielo», afirmaba con valentía San Juan Gabriel Perboyre, misionero en la China, ante un mandarín encargado de interrogarlo. Y este último agregó: «¿Qué puedes ganar adorando a tu Dios? - La salvación de mi alma, el cielo al que espero subir después de haber muerto». El 2 de junio de 1996, con motivo de la canonización de San Juan Gabriel Perboyre, el Papa Juan Pablo II decía de él: «Tenía una única pasión: Cristo y el anuncio de su Evangelio. Y por su fidelidad a esa pasión, también él se halló entre los humillados y los condenados; por eso la Iglesia puede proclamar hoy solemnemente su gloria en el coro de los santos del cielo». En 1817, a los 15 años de edad, Juan Gabriel ingresa, junto con su hermano mayor Luis, en el seminario menor de Montauban (Francia), dirigido por los Padres Lazaristas, hijos espirituales de San Vicente de Paúl. Allí siente el deseo de consagrarse a las misiones en países paganos. Después de terminar el noviciado en Montauban, lo mandan a París para realizar estudios de teología, y luego es ordenado sacerdote. En 1832, su hermano Luis, que se había embarcado como sacerdote lazarista hacia la misión de la China, muere de unas fiebres durante la travesía. Juan Gabriel anuncia inmediatamente a la familia su deseo de ocupar el sitio que la muerte de su hermano ha dejado vacante. Pero sus superiores no lo consideran conveniente a causa de su frágil salud, y es nombrado vicedirector del seminario parisino de los Lazaristas. Como activo ayudante de un director de seminario ya mayor, sigue el principio de enseñar más con el ejemplo que con la palabra. Comunica de ese modo a los novicios su amor por Jesús: «Cristo es el gran Maestro de la ciencia. Es el único que da la verdadera luz... Solamente existe una cosa importante: conocer y amar a Jesucristo, pues no sólo es la luz, sino el modelo, el ideal... Así que no basta con conocerle, sino que hay que amarle... Solamente podemos conseguir la salvación mediante la conformidad con Jesucristo». Escribe lo siguiente a uno de sus hermanos: «No olvides que, ante todo, hay que ocuparse de la salvación, siempre y por encima de todo».
Sin embargo, en su corazón guarda el ardiente deseo de partir hacia las misiones; al mostrar a los seminaristas los recuerdos traídos hasta París del martirio de François-Régis Clet, les dice: «He aquí el hábito de un mártir... ¡cuánta felicidad si un día tuviéramos la misma suerte». Y les pide lo siguiente: «Rezad para que mi salud se fortifique y que pueda ir a la China, a fin de predicar a Jesucristo y de morir por Él». Obtiene finalmente de sus superiores el favor de salir hacia la China, donde llega el 10 de marzo de 1836. Su celo por la salvación de las almas le ayuda a soportar el hambre y la sed para la mayor gloria de Dios. Sea de día o de noche, siempre está dispuesto a acudir donde se solicite su ministerio, de tal forma que las fatigas y las vigilias no cuentan en absoluto. Además, es asaltado por violentas tentaciones de desesperanza, pero Nuestro Señor se le aparece y lo consuela, y el gozo vuelve al alma del apóstol. Víctima de los sufrimientos En 1839 se desencadena una persecución contra los cristianos. El 15 de septiembre, el padre Perboyre y su hermano el padre Baldus se hallan en su residencia de Tcha-Yuen-Keou. De repente les avisan de que llega un grupo armado. Los misioneros huyen cada uno por su lado para no caer los dos en manos de los enemigos. Juan Gabriel se esconde en un espeso bosque, pero al día siguiente un desdichado catecúmeno lo traiciona por una recompensa de treinta taeles (moneda china). Los soldados le desgarran las vestiduras, lo visten con harapos, lo amordazan y se van a la posada a celebrar su arresto.
Interrogado por el mandarín de la subprefectura, Juan Gabriel responde con firmeza que es europeo y predicador de la religión de Jesús. Empiezan entonces a torturarlo, pero por temor a que sucumba lo sientan en una banqueta y le atan fuertemente las piernas. Así pasa la noche el piadoso padre, bendiciendo a Jesús por concederle el honor de padecer sus mismos sufrimientos. Trasladado a la prefectura, al cabo de un penosísimo viaje a pie, con grilletes en el cuello, en las manos y en los pies, sufre cuatro interrogatorios. Para obligarlo a hablar, lo ponen de rodillas durante muchas horas sobre cadenas de hierro. A continuación, lo cuelgan de los pulgares y le golpean en la cara cuarenta veces con suelas de cuero para obligarle a renegar de su fe. Pero, reconfortado por la gracia de Dios, lo sufre todo sin quejarse. Después es trasladado a Ou-Tchang-Fou, ante el virrey, donde debe responder en una veintena de interrogatorios. El virrey quiere obligarlo en vano a caminar sobre un crucifijo. Lo golpean con correas de cuero y con palos de bambú hasta el agotamiento, o bien lo levantan a gran altura con la ayuda de poleas y lo dejan desplomarse hasta el suelo. Pero el alma del piadoso padre permanece unida a Dios. «¿Así que sigues siendo cristiano? - ¡Oh, sí¡ ¡Y me siento feliz por ello!». Finalmente, el virrey lo condena al estrangulamiento; pero como quiera que la sentencia no puede ejecutarse hasta que sea ratificada por el emperador, Juan Gabriel Perboyre sigue en prisión durante algunos meses. « ¡ Irreconocible ! » Ningún cristiano había podido llegar junto a él mientras los mandarines lo torturaban; sin duda se vanagloriaban con la esperanza de que, al privarlo de cualquier ayuda, conseguirían vencer su constancia con mayor facilidad. Pero esa severa consigna es suavizada después del último interrogatorio. Uno de los primeros en poder penetrar en la cárcel es un religioso lazarista chino llamado Yang. ¡Qué desgarrador espectáculo aparece ante su mirada! Enmudece, derrama abundantes lágrimas y apenas consigue dirigir unas palabras al mártir. El padre Juan Gabriel desea confesarse, pero dos oficiales del mandarín que se hallan constantemente a su lado se lo impiden. Ante la petición de un cristiano que acompaña al padre Yang, consienten en apartarse un poco, y el misionero puede entonces confesarse. Los demás prisioneros, encarcelados a causa de delitos comunes, testigos de la piadosa vida del padre Juan Gabriel, no tardan en apreciarlo; ideas hasta entonces desconocidas se abren paso en sus endurecidas almas. Admiradores de tantas virtudes, proclaman que tiene derecho a todo tipo de respeto. Él, por su parte, se halla completamente feliz en medio de los sufrimientos, porque lo vuelven más conforme con su divino modelo. « Es todo lo que deseaba » Por fin, el 11 de septiembre de 1840, después de un año entre grilletes y torturas, es conducido hasta el lugar de la ejecución. Le atan brazos y manos a la barra transversal de una horca en forma de cruz, y le sujetan ambos pies a la parte baja del poste, sin que toquen el suelo. El verdugo le pone en el cuello una especie de collar de cuerda en el que introduce un trozo de bambú. Con calculada lentitud, el verdugo aprieta dos veces la cuerda alrededor del cuello de la víctima. Una tercera torsión más prolongada interrumpe la plegaria continua del mártir, haciéndolo entrar en el inmenso y eterno gozo de la corte celestial. Tiene 38 años. Una cruz luminosa aparece en el cielo, visible hasta Pekín. Ante el asombro de todos, contrariamente a lo que sucede con los rostros de los ajusticiados por estrangulamiento, el de Juan Gabriel está sereno y conserva su color natural. «El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana» (CIC, 2473). El sacrificio de San Juan Gabriel Perboyre produjo muchos frutos espirituales, muchos de los cuales son visibles: al igual que él, muchos cristianos chinos dieron su vida por Cristo, y la religión cristiana se desarrolló en China hasta requerir la construcción de catorce vicarías apostólicas. Más recientemente, las persecuciones del régimen comunista no han conseguido extinguir la fe. San Juan Gabriel nos recuerda a nosotros mismos que «Todos los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación» (CIC, 2472). Ese testimonio no siempre conduce al martirio de la sangre, pero supone la aceptación de la cruz de cada día. Empeñémonos en llevarla con amor, con la ayuda de la Santísima Virgen, y alcanzaremos el cielo, arrastrando con nosotros multitud de almas: «Más allá de la cruz, no hay otra escala por la que podamos subir al cielo» (Santa Rosa de Lima). Es la gracia que, en este comienzo de año, pedimos a San José, para Usted y para todos sus seres queridos, vivos y difuntos. Reproducido con autorización expresa de Abadía San José de Clairval ¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Francesco Giovanni Bonifacio, Beato
Setembro 11 Presbítero e Mártir,

Francesco Giovanni Bonifacio, Beato

Francesco Giovanni Bonifacio, Beato

El 4 de octubre de 2008 fue inscrito en el libro de los beatos este sacerdote asesinado en 1946 a los 34 años, cuya causa de beatificación fue iniciada en 1957 por el entonces arzobispo de Trieste, monseñor Antonio Santin. De 1943 a 1945, las tropas yugoslavas de Tito, en colaboración con los comunistas italianos, realizaron una obra de verdadera limpieza étnica con acciones de inaudita ferocidad. Miles de personas fueron ajusticiadas y arrojadas a las llamadas "foibas", las cavidades cársticas con una profundidad de hasta 200 metros. Los historiadores hablan de cuatro mil personas, pero los supervivientes indican un número muy superior, hasta veinte mil. En aquella época, 350.000 italianos abandonaron Istria, Fiume y Dalmacia. Familias enteras italianas fueron masacradas. Muchos eran atados con alambres de espino a los cadáveres y arrojados vivos a los precipicios. Fueron al menos 50 los sacerdotes asesinados por las tropas comunistas de Tito. Sólo en la "foiba" de Basovizza, a pocos kilómetros de Trieste, una de las pocas que quedaron en territorio italiano, se han encontrado cuatrocientos metros cúbicos de cadáveres. Durante decenios, esta barbarie se mantuvo cubierta por el silencio, mientras que en los años noventa aumentó la atención sobre el tema hasta que el Parlamento italiano, con una ley de 2004, instituyó el "Día del Recuerdo", para conservar la memoria de la tragedia de las "foibe". En ese clima de terror civil llevado adelante a menudo con el instrumento de la persecución religiosa, el padre Bonifacio llevaba consuelo a la gente de las colinas entre Buie y Grisignana, en Croacia, y reunía a los jóvenes, dando vida a una Acción Católica local. Nacido en Pirano, Istria, en 1912, de una familia humilde y profundamente cristiana, y segundo de siete hijos, Francesco recibió la ordenación sacerdotal el 27 de diciembre de 1936, en la catedral de San Justo en Trieste. Tras un primer encargo en Cittanova, asumió la responsabilidad de la parroquia de Villa Gardosi, que atendía a diversas aldeas esparcidas por la zona de Buie, sin electricidad. Don Francesco se hizo amar enseguida, promoviendo numerosas actividades, visitando a las familias, a los enfermos, y donando lo poco que tenía a los pobres. Su empeño lo convirtió en un sacerdote demasiado incómodo para la propaganda antirreligiosa de la Yugoslavia de entonces, pero a pesar de las intimidaciones prosiguió hasta el final por su camino. La tarde del 11 de septiembre de 1946 don Francesco estaba regresando a su casa desde Grisignana. Fue detenido por dos hombres de la guardia popular. Quien los vio, contó que desaparecieron en el bosque. Su hermano, que lo buscó inmediatamente, fue encarcelado con la acusación de contar falsedades. El asunto no se conoció durante años, hasta que un director teatral logró contactar a uno de los guardias populares que habían detenido a don Bonifacio.  Éste contó que el sacerdote fue metido en un coche, desnudado, golpeado con una piedra en la cara y rematado con dos cuchilladas antes de ser arrojado en una "foiba". Desde entonces sus restos no han sido encontrados.  El hermano del beato, Giovanni Bonifacio, afirmó en una entrevista a Radio Vaticano que el presbítero “era un sacerdote que vivía el Evangelio con la gente”, “siempre en movimiento: entre los enfermos, enseñando catecismo, siempre dando vueltas por los pueblos”.  “Cuando se lo llevaron, la gente lo supo en seguida, porque tocaron las campanas”, recordó. “Por desgracia, nunca le soltaron. Después supe algo, también cómo le mataron. Pero nunca sentí odio alguno hacia los que le hicieron daño a mi hermano... ¡Aún ahora les perdonamos!”. “Mi hermano -añadió- fue el primero en perdonar, precisamente cuando lo mataban. Él ya estaba preparado para el martirio”.

Buenaventura de Barcelona (Miguel Butista Gran), Beato
Septiembre 11 Religioso Franciscano,

Buenaventura de Barcelona (Miguel Butista Gran), Beato

Buenaventura de Barcelona (Miguel Butista Gran), Beato

Martirologio Romano: En Roma, beato Buenaventura de Barcelona (Miguel) Gran, religioso de la Orden de Hermanos Menores, que, amante de la observancia regular, instituyó conventos para retiros espirituales en muchos lugares del territorio romano, mostrando siempre máxima austeridad de vida y caridad para con los pobres (1648).
Fecha de beatificación: El Sumo Pontífice Pío X beatificó a fray Buenaventura Gran de Barcelona el 10 de junio del año 1906. El Beato Buenaventura Gran vino al mundo en Riudoms, pueblecito de Cataluña cercano a Tarragona, el 24 de noviembre de 1620. Sus padres eran labradores pobres, pero muy temerosos de Dios. Lo llamaron Miguel Bautista, nombre que mudó más adelante en el convento por el de Buenaventura. Al paso que crecía en edad, sus padres le enseñaban las grandes verdades de nuestra fe, y excitaban en su corazón vivos sentimientos de amor a Dios, al par que una tierna y filial devoción a la Virgen María. Frecuentó algunos años la escuela del pueblo; después, lo emplearon sus padres en las labores del campo. No obstante sus muchas ocupaciones, el piadoso joven hallaba tiempo para cumplir fielmente los ejercicios devotos que se había impuesto para cada día. Antes y después de la tarea cotidiana, solía entrar en la iglesia a visitar al Señor sacramentado, y muchas veces, sobre todo en la víspera de las fiestas principales, permanecía en oración ante el Santísimo toda la noche. Ya en su juventud hubiera deseado Miguel entregarse de todo en todo al Señor en la vida religiosa; pero tales razones alegó su padre para disuadirle, que Miguel se convenció de que Dios le quería todavía en el siglo. Contrajo matrimonio con una doncella muy virtuosa; pero el día de la boda, después de la ceremonia religiosa, se quedó en la iglesia por espacio de largas horas; cuando fueron a buscarle, lo hallaron totalmente absorto en altísima contemplación, y fue menester hacerle volver en sí. Ambos esposos determinaron vivir como hermanos guardando virginidad perfecta, y así lo hicieron con la gracia de Dios. A los dieciséis meses de matrimonio, murió la virtuosa compañera de Miguel; antes de morir declaró formalmente a su madre que el Señor le había otorgado la insigne merced de guardar intacta su virginidad. Lego franciscano Rotos ya los lazos que le tenían atado al siglo, partió Miguel de casa con licencia de sus padres, y fue a llamar a las puertas del convento franciscano de San Miguel de Escornalbou. Se echó a los pies del Padre Provincial y le suplicó que lo admitiese como fraile converso. El buen Padre se negó a ello, alegando falta de salud y estudios en el pretendiente. Entonces le dijo Miguel: «Razón tenéis de despedirme; pero al fin y al cabo menester será cumplir lo que el Señor ha determinado». Viendo el Superior su constancia, lo admitió en el convento, donde tomó el hábito el día 14 de julio, entonces fiesta de San Buenaventura, cuyo nombre quiso llevar para merecer la protección del seráfico Doctor franciscano.Recién entrado en la religión, dio muestras del celo con que se proponía observar la pobreza de la Orden. Al hallar en el bolsillo cierta moneda que guardaba sin advertirlo, la tiró por la ventana tan lejos como pudo, exclamando: «Maldígame Dios si en los días que me quedan de vida llego a apropiarme semejante moneda». El fervor de los principios no se desmintió en todo el tiempo de su noviciado. Tanto sus compañeros como los religiosos antiguos le miraban como a modelo. Al año de probación, profesó con los votos religiosos. Celo apostólico. Persecuciones del diablo Los superiores eligieron a fray Buenaventura para que, en compañía de otros religiosos, fuese a fundar en Mora un convento de la Reforma franciscana. En esta nueva residencia llevó el Beato vida todavía más devota y mortificada, a pesar del mucho trabajo que suele acarrear una nueva fundación. Por sus cargos de limosnero y cocinero, tenía trato continuo con el mundo, pero sabía enderezarlo todo a la mayor gloria de Dios. Lo que más le afligía era ver que el libertinaje se cebaba en poblaciones fieles hasta entonces a su fe y de sanas costumbres. Les llegaba el contagio de los ejércitos franceses que ocuparon Cataluña en el último período de la guerra de los Treinta Años. Aunque mero fraile converso, llevado de celo ardiente, se presentaba sin temor en medio de los concursos y saraos del mundo, y con sus palabras traía al sendero del bien a los extraviados y trocaba en "Magdalenas" a las mayores pecadoras. Casi todos los soldados franceses eran calvinistas. Fray Buenaventura intentó convertirlos, y tuvo la dicha de traer a muchos de ellos al seno de la Iglesia Católica. Notable fue la conversión de uno de los principales jefes de aquel ejército. Cierto día se llegó a él fray Buenaventura en ademán de pedirle limosna. El oficial mandó a su ordenanza que le diese algo. -- No es esa limosna la que te pido -exclamó el siervo de Dios. - ¿Pues qué quieres? -preguntó el hereje. - La limosna que deseo no es para el convento -repuso el fraile-, sino para la salvación de tu alma.  No se enojó el oficial con las palabras del fraile; al contrario, habiéndose mostrado hasta entonces rebelde a todas las exhortaciones, ahora oyó los consejos de fray Buenaventura con docilidad y mansedumbre y, movido de la gracia, abjuró de la herejía al poco tiempo. Con malos ojos veía el demonio escapársele tantas almas que creía poseer para siempre. Para vengarse del santo fraile, empezó a aparecérsele de noche en figuras espantosas, amenazándole, persiguiéndole y dándole recios golpes y toda suerte de malos tratos. Pero Buenaventura, confiando en el Señor y escudándose en su fe, menospreciaba la violencia del infierno embravecido. «Nada podrás contra mí, espíritu maligno, porque Dios me ampara y defiende», solía decirle al demonio. Con hacer entonces la señal de la santa Cruz e invocar los sagrados nombres de Jesús y María, ahuyentaba a los espíritus infernales. Éxtasis y milagros Frente a las violentas persecuciones del infierno, el Señor solía consolar a Buenaventura con mercedes y dones realmente admirables. Yendo un día de camino, se paró a hablar con algunos amigos y, en la conversación, vinieron a tratar de las glorias de la Virgen María. De repente, apareció el Beato cercado de extraordinario resplandor; se alzó en el aire y recorrió unos cien pasos gritando con toda su fuerza:
-- ¡Virgen Santísima! ¡Virgen Santísima! ¡Viva la Virgen Santísima!  Un hecho más maravilloso todavía ocurrió un día de fiesta en la iglesia del convento, donde por mandato del superior explicaba la doctrina a los niños. Mientras hablaba con fervor de los misterios de nuestra fe, miró un instante a un cuadro de la Inmaculada colocado en el altar mayor. Lo mismo fue verlo que lanzarse disparado como una flecha por el aire hasta besar con sus labios el purísimo rostro de la Virgen. Los niños empezaron a gritar asustados; acudieron los frailes y muchísimas personas vecinas de la iglesia, y todos contemplaron admirados aquel éxtasis maravilloso, hasta que el padre superior, para acabar con aquel alboroto de la gente, mandó al Beato que bajase. Al punto obedeció fray Buenaventura; pero extrañado y corrido a vista de la muchedumbre, se retiró a su celda para no oír las voces del pueblo, que le aclamaba ya como a santo. El Señor le favoreció asimismo con el don de milagros. Siendo cocinero, dejó un día la comida en el fogón y se fue a la iglesia a hacer una visita corta. Pero, estando allí, quedó arrobado en éxtasis, y se olvidó totalmente de las ollas y del fogón. Entretanto la comida de la comunidad quedó del todo quemada y echada a perder. - ¿Qué hacéis, fray Buenaventura? -le dijo el hermano campanero, antes de tocar a comer-; la comida está totalmente quemada, y así tendrán que contentarse hoy los frailes con pan y agua.- No tema, hermano -repuso humildemente el siervo de Dios-, todo se arreglará. Toque a comer como de costumbre, y el Señor proveerá al sustento de sus siervos. Fue a tocar el campanero, riéndose para sus adentros de la ingenuidad de fray Buenaventura. Pero, ¡cosa maravillosa!, llevaron al comedor aquellos alimentos carbonizados, y los frailes los hallaron tan exquisitos y en su punto, que declararon no haberlos comido nunca tan sabrosos. Otro día recibió el Beato dos hermosos peces para la comida de los frailes. Se ausentó unos instantes y al volver no halló sino las espinas. Los culpables habían sido los gatitos del convento. Buenaventura los llamó a todos sin enfadarse y, tomando mansamente en sus rodillas al más viejo, le echó un sermoncillo de encantadora sencillez: «¡Ah goloso! -le dijo-; tú, que eres el más viejo y deberías dar buen ejemplo a los gatitos tus compañeros, les enseñas a robar y comerse el pescado de los pobres franciscanos. Mira, no tengo más remedio que castigarte delante de todos tus compañeros para que escarmienten». Diciendo esto, le dio unos golpecitos con la mano, pero con tanta suavidad, que más parecían caricias. Hallábase entonces en la cocina un tal Salmerón; al ver aquella escena, no pudo menos de reírse a carcajada limpia. Pero aquella risa se trocó en admiración cuando al mirar al plato vio, en lugar de las raspas, otros dos peces tan grandes y hermosos como los de antes. Una señora llamada Isabel Vila criaba gusanos de seda; pero llegó a faltarle hoja de morera, con lo que temió perder el fruto de su labor. Acudió a fray Buenaventura, y éste fue con ella a ver de qué se trataba. Ante aquellos gusanillos muertos de hambre que levantaban sus cabecitas como pidiendo el sustento de que habían menester, dijo a la señora: -- No os aflijáis, doña Isabel; estos minúsculos hermanitos nuestros están ahora alabando al Señor. Y mirando a los gusanitos les dijo:  -- Vaya, hermanos gusanos; puesto que ya no hay hojas que comer, haced vuestros capullos. No en balde les dijo el Beato estas palabras, porque la misma noche hicieron capullos tan grandes y de tan excelente calidad, que la señora logró beneficio mayor que si la hoja no hubiera faltado. Salió cierto día a pedir limosna, y advirtió de pronto que el Ebro arrastraba a una mujer con su borriquillo. Ya estaban a punto de perecer ahogados, cuando Buenaventura se fue a ellos andando sobre las aguas, y los trajo a la orilla. -- ¡Prodigio, prodigio! -empezaron a gritar los transeúntes. -- ¿A esto llamáis prodigio? -les dijo el Beato; y cándidamente añadió-: La prueba de que no es un milagro, es que todos podéis hacer lo mismo si tenéis fe. - En el convento de Tarrasa
Al humilde fray Buenaventura le pareció que no era nada cuanto hasta entonces había hecho en la religión. Pensó reformar su vida, y para ello no vio mejor camino que fundar un convento donde se observase rigurosamente la primitiva Regla de San Francisco. Un día estaba el Beato suplicando a la Virgen María que le diese a conocer cuál era la voluntad divina. La Reina del cielo se le apareció entonces y le dijo: -- Buscas, hijo, cómo fundar un convento de la perfecta observancia. Yo te lo diré. Parte para Roma. Allí quiere Dios fundar por tu medio un Instituto más austero. Aquel mismo día se le apareció Nuestro Señor, y le volvió a decir que partiese para Roma, donde podría llevar a efecto la reforma. Manifestó Buenaventura a sus superiores la orden celestial y, como era modelo de obediencia, aguardó con sosiego que le llegase la licencia de embarcarse para Italia. Mucho le costó al padre Provincial dar el permiso, porque no quería perder un fraile tan virtuoso; y así, en vez de dejarle ir a Roma, lo envió como limosnero al convento de Tarrasa. Aquí tuvo ocasión de desplegar todo su celo. Cierto día se llegó hasta el puerto de la cercana ciudad de Barcelona. Entró en una galera y, al ver a los cautivos moros que hacían de remeros, movióse a compasión. Empezó a hablarles, y lo hizo con tanta mansedumbre y caridad, que todos ellos, movidos y persuadidos con las palabras de Buenaventura, acabaron pidiendo el bautismo. Finalmente, le dieron licencia para embarcarse. Pronto cundió la noticia por Tarrasa y sus alrededores, y se afligieron sobremanera todas aquellas gentes. Llegó el día del embarco, y entonces se vio cuánto apreciaban todos al humilde fraile limosnero; porque al llegar al puerto, fue tal la aglomeración de gente que cercó a fray Buenaventura, que no podía dar un paso. Esta demostración popular le conmovió vivamente. «Hermanos míos -les dijo-, si no fuera porque así lo quiere el Señor, nunca me separaría de vosotros. Ofrezcámosle todos el sacrificio de nuestra propia voluntad». Diciendo esto, se levantó en el aire, donde permaneció suspendido una hora a vista de la gente. Entendieron con este prodigio que no debían oponerse más tiempo a que se embarcase el siervo de Dios y, en cuanto hubo bajado al suelo, se apartaron y le dejaron libre el paso. En medio de las lágrimas y gemidos de los presentes, entró Buenaventura en un navío que se hacía a la vela con rumbo a Italia. Reformador y apóstol. Su muerte A punto estuvo el navío de caer en manos de los holandeses, enemigos entonces de España. El Beato lo salvó milagrosamente, porque con el Santo Cristo en la mano gritó a los perseguidores que se acercaban: -- Deteneos, enemigos de nuestra fe, y no os acerquéis más. Al punto se levantó un viento huracanado que barrió lejos los cuatro grandes veleros holandeses, y empujó al navío español hacia las costas italianas. También sosegó una furiosa tempestad con sólo una palabra. Desembarcó en Génova, y prosiguió a pie hasta Roma, pasando por Loreto y Asís. Primero se hospedó en el convento de Ara Coeli. De allí pasó al de San Mauricio, con el cargo de limosnero. Pero, a poco de llegar, se ganó de tal manera el aprecio de las gentes, que en tropel acudían a verle, lo que determinó a los superiores a enviarle a Capránica (Viterbo). Aquí premió el Señor la obediencia de su siervo, permitiendo que la sagrada Hostia volase de los dedos del sacerdote a los labios del Beato después del Dómine non sum dignus. La noticia de este milagro llegó hasta Roma. Los cardenales Facchinetti y Barberini -este último protector de la Orden-, con intento de asegurarse del hecho y estudiar de cerca el espíritu del Beato, le hicieron ir al convento de San Isidoro, en Roma, del que fue cocinero. Los dos príncipes de la Iglesia acudieron a verle, hablaron con él largo rato y quedaron convencidos de la eminente santidad del humilde lego franciscano. A menudo iban a verle o le llamaban a palacio. Estas amistades fueron de gran provecho a Buenaventura para llevar a efecto la anhelada Reforma. Merced a la intervención de tan poderosos protectores, tuvo el humilde fraile una larga entrevista con el Sumo Pontífice Alejandro VII, el cual, maravillado de que un hermano lego le hablase con elocuencia tan extraordinaria, encargó al cardenal Barberini que apresurase la ejecución de aquella empresa. El cardenal llamó a Buenaventura. Le dijo que redactase una súplica a la Congregación de Obispos y Regulares, y el mismo prelado la presentó a los Padres, que la aprobaron. Alejandro VII sancionó, el 8 de marzo de 1662, la fundación de la Reforma, y el Capítulo provincial franciscano celebrado en Roma aquel mismo año cedió al Beato y a sus compañeros el convento de Santa María de las Gracias, sito en Ponticelli (Rieti). Quince religiosos, entre padres y hermanos legos, acudieron al llamamiento de fray Buenaventura. Su vida fue copia de la del santo Fundador; ni almacenaban provisiones, ni aceptaban estipendios por la predicación, misas u otros ejercicios del santo ministerio, y se contentaban con lo que la Providencia les enviaba por mano de los bienhechores. Buenaventura no aceptó el cargo de superior sino por imposición del cardenal Barberini; y por cierto que lo ejerció con vigilancia, prudencia y caridad tales, que todos se hacían lenguas ensalzando las virtudes de su amado Guardián. - ¿Dónde habéis estudiado, fray Buenaventura? -le preguntó cierto día un hermano. -- En las llagas de Jesucristo -le contestó el Beato. Tanto prosperó la Reforma, que fue menester fundar otros conventos para recibir a los muchos que deseaban entrar en ella. El más famoso fue el de Roma, en el Palatino, llamado convento de San Buenaventura, fundado el 8 de diciembre de 1677 con veinticinco frailes. Durante su estancia en Roma, fue este santo y humilde religioso otro San Felipe Neri. Solía enviar a los padres a dar misiones en todas las iglesias de la ciudad y parroquias vecinas. Enseñaba la doctrina a los niños en el portal del convento; visitaba a los enfermos en los hospitales, y a muchos los curaba milagrosamente con sólo rezar por ellos. Por eso, cuando alguien caía enfermo, solían decir: «Llamemos a fray Buenaventura»; y también: «Llevémosle a fray Buenaventura». Le agradaba sobremanera dar limosna a los pobres. Quería que cada mañana se les repartiese abundante sopa; cuando los mendigos eran más numerosos, las provisiones se multiplicaban milagrosamente en las manos del Beato. Cierto día que volvía al convento llevando a cuestas el pan de la comunidad, se vio cercado de tantos pobres, que se le llevaron todo el pan. -Señor -dijo entonces fray Buenaventura-, así como yo atiendo a las necesidades de vuestros pobres, Vos proveeréis a las de mis frailes. Y así fue, porque, al llegar al convento, el cesto se halló lleno de tanto y mejor pan que antes.  Al conde Tomás Barberini le predijo que tendría pronto un heredero, como así sucedió el mismo año; y al cardenal Francisco Barberini le libró de gravísimo peligro, porque, a pesar de cierta prohibición, entró el Beato en el aposento del prelado y, para despedirse, le acompañó el cardenal hasta la puerta de palacio; y no bien habían salido del aposento, se derrumbó el techo del mismo estrepitosamente. Llegó el Beato a la edad de sesenta y cuatro años. Previendo ya su próximo fin, solía repetir amorosamente: «¡Paraíso, paraíso! ». El 15 de agosto de 1684, le sobrevino una recia calentura. Los médicos esperaban vencerla, pero Buenaventura aseguraba que no sanaría. El 11 de septiembre recibió los santos Sacramentos con admirable devoción, bendijo a los frailes, y fue arrebatado al éxtasis eterno de la vida perdurable.

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