quarta-feira, 9 de dezembro de 2009

JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN, Santo (e outros) – 9 de Dezembro

Santos de Hoje, Quarta-feira, dia 9 de Dezembro

 

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, Santo
Vidente da Virgem de Guadalupe, 9 de Dezembro

 

São João (Juan) Diego Cuauhtlatoatzin

São João (Juan) Diego Cuauhtlatoatzin

9 de Dezembro (1474-1548)

Os registos oficiais narram que Juan Diego, para nós João Diego, nasceu em 1474 na Calpulli, ou melhor, no bairro de Tlayacac ao norte da actual Cidade do México. Era um índio nativo, que antes de ser baptizado tinha o nome de Cuauhtlatoatzin, traduzido como "águia que fala" ou "aquele que fala como águia".
Era um índio pobre, pertencia à mais baixa casta do Império Azteca, sem ser, entretanto, um escravo. Dedicava-se ao difícil trabalho no campo e à fabricação de esteiras. Possuía um pedaço de terra, onde vivia feliz com a esposa, numa pequena casa, mas não tinha filhos.
Atraído pela doutrina dos padres franciscanos que chegaram ao México em 1524, se converteu e foi baptizado, junto com sua esposa. Receberam o nome cristão de João Diego e Maria Lúcia, respectivamente. Era um homem dedicado, religioso, que sempre se retirava para as orações contemplativas e penitências. Costumava caminhar de sua vila à Cidade do México, a catorze milhas de distância, para aprender a Palavra de Cristo. Andava descalço e vestia, nas manhãs frias, uma roupa de tecido grosso de fibra de cactos como um manto, chamado tilma ou ayate, como todos de sua classe social.
A esposa, Maria Lúcia, ficou doente e faleceu em 1529. Ele, então, foi morar com seu tio, diminuindo a distância da igreja para nove milhas. Fazia esse percurso todo sábado e domingo, saindo bem cedo, antes do amanhecer. Durante uma de suas idas à igreja, no dia 9 de Dezembro de 1531, por volta de três horas e meia, entre a vila e a montanha, ocorreu a primeira aparição de Nossa Senhora de Guadalupe, num lugar hoje chamado "Capela do Cerrinho", onde a Virgem Maria o chamou em sua língua nativa, nahuatl, dizendo: "Joãozinho, João Dieguito", "o mais humilde de meus filhos", "meu filho caçula", "meu queridinho".
A Virgem o encarregou de pedir ao bispo, o franciscano João de Zumárraga, para construir uma igreja no lugar da aparição. Como o bispo não se convenceu, ela sugeriu que João Diego insistisse. No dia seguinte, domingo, voltou a falar com o bispo, que pediu provas concretas sobre a aparição.
Na terça-feira, 12 de Dezembro, João Diego estava indo à cidade quando a Virgem apareceu e o consolou. Em seguida, pediu que ele colhesse flores para ela no alto da colina de Tepeyac. Apesar do frio inverno, ele encontrou lindas flores, que colheu, colocou no seu manto e levou para Nossa Senhora. Ela disse que as entregasse ao bispo como prova da aparição. Diante do bispo, João Diego abriu sua túnica, as flores caíram e no tecido apareceu impressa a imagem de Nossa Senhora de Guadalupe. Tinha, então, cinquenta e sete anos.
Após o milagre de Guadalupe, foi morar numa sala ao lado da capela que acolheu a sagrada imagem, depois de ter passado seus negócios e propriedades ao seu tio. Dedicou o resto de sua vida propagando as aparições aos seus conterrâneos nativos, que se convertiam. Ele amou, profundamente, a santa eucaristia, e obteve uma especial permissão do bispo para receber a comunhão três vezes na semana, um acontecimento bastante raro naqueles dias.
João Diego faleceu no dia 30 de Maio de 1548, aos setenta e quatro anos, de morte natural.
O papa João Paulo II, durante sua canonização em 2002, designou a festa litúrgica para 9 de Dezembro, dia da primeira aparição, e louvou são João Diego, pela sua simples fé nutrida pelo catecismo, como um modelo de humildade para todos nós.
Fonte: www.paulinas.org.br

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, Santo

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, Santo

Vidente da Virgem de Guadalupe

Juan Diego Cuauhtlatoatzin (que significa: Águia que fala ou O que fala como águia), um índio humilde, de la etnia indígena dos chichimecas, nasceu em torno do ano 1474, em Cuauhtitlán, que nesse tempo pertencia ao reino de Texcoco. Juan Diego foi baptizado pelos primeiros franciscanos, aproximadamente em 1524. Em 1531, Juan Diego era um homem maduro, como de uns 57 anos de idade; edificou aos demais com seu testemunho e sua palavra; de facto, se acercavam a ele para que intercedesse pelas necessidades, petições e súplicas de seu povo; já “que quanto pedia e rogava a Senhora do Céu, tudo lhe era concedido”.
Juan Diego fue un hombre virtuoso, las semillas de estas virtudes habían sido inculcadas, cuidadas y protegidas por su ancestral cultura y educación, pero recibieron plenitud cuando Juan Diego tuvo el gran privilegio de encontrarse con la Madre de Dios, María Santísima de Guadalupe, siendo encomendado a portar a la cabeza de la Iglesia y al mundo entero el mensaje de unidad, de paz y de amor para todos los hombres; fue precisamente este encuentro y esta maravillosa misión lo que dio plenitud a cada una de las hermosas virtudes que estaban en el corazón de este humilde hombre y fueron convertidas en modelo de virtudes cristianas; Juan Diego fue un hombre humilde y sencillo, obediente y paciente, cimentado en la fe, de firme esperanza y de gran caridad.
Poco después de haber vivido el importante momento de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, Juan Diego se entregó plenamente al servicio de Dios y de su Madre, transmitía lo que había visto y oído, y oraba con gran devoción; aunque le apenaba mucho que su casa y pueblo quedaran distantes de la Ermita. Él quería estar cerca del Santuario para atenderlo todos los días, especialmente barriéndolo, que para los indígenas era un verdadero honor; como recordaba fray Gerónimo de Mendieta:A los templos y a todas las cosas consagradas a Dios tienen mucha reverencia, y se precian los viejos, por muy principales que sean, de barrer las iglesias, guardando la costumbre de sus pasados en tiempos de su gentilidad, que en barrer los templos mostraban su devoción (aun los mismos señores).
Juan Diego se acercó a suplicarle al señor Obispo que lo dejara estar en cualquier parte que fuera, junto a las paredes de la Ermita para poder así servir todo el tiempo posible a la Señora del Cielo. El Obispo, que estimaba mucho a Juan Diego, accedió a su petición y permitió que se le construyera una casita junto a la Ermita. Viendo su tío Juan Bernardino que su sobrino servía muy bien a Nuestro Señor y a su preciosa Madre, quería seguirle, para estar juntos; “pero Juan Diego no accedió. Le dijo que convenía que se estuviera en su casa, para conservar las casas y tierras que sus padres y abuelos les dejaron”.

 

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, Santo

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, Santo


Juan Diego manifestó la gran nobleza de corazón y su ferviente caridad cuando su tío estuvo gravemente enfermo; asimismo Juan Diego manifestó su fe al estar con el corazón alegre, ante las palabras que le dirigió Santa María de Guadalupe, quien le aseguró que su tío estaba completamente sano; fue un indio de una fuerza religiosa que envolvía toda su vida; que dejó sus casas y tierras para ir a vivir a una pobre choza, a un lado de la Ermita; a dedicarse completamente al servicio del templo de su amada Niña del Cielo, la Virgen Santa María de Guadalupe, quien había pedido ese templo para en él ofrecer su consuelo y su amor maternal a todos lo hombres y mujeres. Juan Diego tenía “sus ratos de oración en aquel modo que sabe Dios dar a entender a los que le aman y conforme a la capacidad de cada uno, ejercitándose en obras de virtud y mortificación.” También se nos refiriere en el Nican motecpana: “A diario se ocupaba en cosas espirituales y barría el templo. Se postraba delante de la Señora del Cielo y la invocaba con fervor; frecuentemente se confesaba, comulgaba, ayunaba, hacía penitencia, se disciplinaba, se ceñía cilicio de malla y escondía en la sombra para poder entregarse a solas a la oración y estar invocando a la Señora del cielo.”
Toda persona que se acercaba a Juan Diego tuvo la oportunidad de conocer de viva voz los pormenores del Acontecimiento Guadalupano, la manera en que había ocurrido este encuentro maravilloso y el privilegio de haber sido el mensajero de la Virgen de Guadalupe; como lo indicó el indio Martín de San Luis cuando rindió su testimonio en 1666: “Todo lo cual lo contó el dicho Diego de Torres Bullón a este testigo con mucha distinción y claridad, que se lo había dicho y contado el mismo Indio Juan Diego, porque lo comunicaba.” Juan Diego se constituyó en un verdadero misionero.
Cuando Juan Diego se casó con María Lucía, quien había muerto dos años antes de las Apariciones, habían escuchado un sermón a fray Toribio de Benavente en donde se exaltaba la castidad, que era agradable a Dios y a la Virgen Santísima, por lo que los dos decidieron vivirla; se nos refiere: “Era viudo: dos años antes de que se le apareciera la Inmaculada, murió su mujer, que se llamaba María Lucía. Ambos vivían castamente.” Como también lo testificó el P. Luis Becerra Tanco: “el indio Juan Diego y su mujer María Lucía, guardaron castidad desde que recibieron el agua del Bautismo Santo, por haber oído a uno de los primeros ministros evangélicos muchos encomios de la pureza y castidad y lo que ama nuestro Señor a las vírgenes, y esta fama fue constante a los que conocieron y comunicaron mucho tiempo estos dos casados”. Aunque esto no obsta de que Juan Diego haya tenido descendencia, sea antes del bautismo, sea por la línea de algún otro familiar; ya que, por fuentes históricas sabemos que Juan Diego efectivamente tuvo descendencia; sobre esto, uno de los principales documentos se conserva en el Archivo del Convento de Corpus Christi en la Ciudad de México, en el cual se declara: “Sor Gertrudis del Señor San José, sus padres caciques [indios nobles] Dn. Diego de Torres Vázquez y Da. María del la Ascención de la región di Xochiatlan […] y tenida por descendiente del dichoso Juan Diego.” Lo importante también es el hecho de que Juan Diego inspiró la búsqueda de la santidad y de la perfección de vida, incluso en medio de los miembros de su propia familia, ya que su tío, como ya veíamos, al constatar como Juan Diego se había entregado muy bien al servicio de la Virgen María de Guadalupe y de Dios, quiso seguirlo, aunque Juan Diego le convino que era preferible que se quedara en su casa; y ahora tenemos también este ejemplo de Sor Gertrudis del Señor San José, descendiente de Juan Diego, quien ingresó a un monasterio, a consagrar su vida al servicio de Dios, buscando esa perfección de vida, buscando la Santidad.
Es un hecho que Juan Diego siempre edificó a los demás con su testimonio y su palabra; constantemente se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo; ya “que cuanto pedía y rogaba la Señora del cielo, todo se le concedía”.
El indio Gabriel Xuárez, quien tenía entre 112 y 115 años cuando dio su testimonio en las Informaciones Jurídicas de 1666; declaró cómo Juan Diego era un verdadero intercesor de su pueblo, decía: “que la dicha Santa Imagen le dijo al dicho Juan Diego la parte y lugar, donde se le había de hacer la dicha Ermita que fue donde se le apareció, que la ha visto hecha y la vio empezar este testigo, como lleva dicho donde son muchos los hombres y mujeres que van a verla y visitarla como este testigo ha ido una y muchas veces a pedirle remedio, y del dicho indio Juan para que como su pueblo, interceda por él.” El anciano indio Gabriel Xuárez también señaló detalles importantes sobre la personalidad de Juan Diego y la gran confianza que le tenía el pueblo para que intercediera en sus necesidades: “el dicho Juan Diego, –decía Gabriel Xuárez– respecto de ser natural de él y del barrio de Tlayacac, era un Indio buen cristiano, temeroso de Dios, y de su conciencia, y que siempre le vieron vivir quieta y honestamente, sin dar nota, ni escándalo de su persona, que siempre le veían ocupado en ministerios del servicio de Dios Nuestro Señor, acudiendo muy puntualmente a la doctrina y divinos oficios, ejercitándose en ello muy ordinariamente porque a todos los Indios de aquel tiempo oía este testigo, decirles era varón santo, y que le llamaban el peregrino, porque siempre lo veían andar solo y solo se iba a la doctrina de la iglesia de Tlatelulco, y después que se le apareció al dicho Juan Diego la Virgen de Guadalupe, y dejó su pueblo, casas y tierras, dejándolas a su tío suyo, porque ya su mujer era muerta; se fue a vivir a una casa Juan Diego que se le hizo pegada a la dicha Ermita, y allá iban muy de ordinario los naturales de este dicho pueblo a verlo a dicho paraje y a pedirle intercediese con la Virgen Santísima les diese buenos temporales en sus milpas, porque en dicho tiempo todos lo tenían por Varón Santo.”
La india doña Juana de la Concepción que también dio su testimonio en estas Informaciones, confirmó que Juan Diego, efectivamente, era un hombre santo, pues había visto a la Virgen: “todos los Indios e Indias –declaraba– de este dicho pueblo le iban a ver a la dicha Ermita, teniéndole siempre por un santo varón, y esta testigo no sólo lo oía decir a los dichos sus padres, sino a otras muchas personas”. Mientras que el indio Pablo Xuárez recordaba lo que había escuchado sobre el humilde indio mensajero de Nuestra Señora de Guadalupe, decía que para el pueblo, Juan Diego era tan virtuoso y santo que era un verdadero modelo a seguir, declaraba el testigo que Juan Diego era “amigo de que todos viviesen bien, porque como lleva referido decía la dicha su abuela que era un varón santo, y que pluguiese a Dios, que sus hijos y nietos fuesen como él, pues fue tan venturoso que hablaba con la Virgen, por cuya causa le tuvo siempre esta opinión y todos los de este pueblo.” El indio don Martín de San Luis incluso declaró que la gente del pueblo: “le veía hacer al dicho Juan Diego grandes penitencias y que en aquel tiempo le decían varón santísimo.”
Como decíamos, Juan Diego murió en 1548, un poco después de su tío Juan Bernardino, el cual falleció el 15 de mayo de 1544; ambos fueron enterrados en el Santuario que tanto amaron. Se nos refiere en el Nican motecpana: “Después de diez y seis años de servir allí Juan Diego a la Señora del cielo, murió en el año de mil y quinientos y cuarenta y ocho, a la sazón que murió el señor obispo. A su tiempo le consoló mucho la Señora del cielo, quien le vio y le dijo que ya era hora de que fuese a conseguir y gozar en el cielo, cuanto le había prometido. También fue sepultado en el templo. Andaba en los setenta y cuatro años.” En el Nican motecpana se exaltó su santidad ejemplar: “¡Ojalá que así nosotros le sirvamos y que nos apartemos de todas las cosas perturbadoras de este mundo, para que también podamos alcanzar los eternos gozos del cielo!”

Consulta também:

Juan Diego, o fenómeno guadalupano
Carta Pastoral pela canonização de Juan Diego
¿Que podemos aprender de Juan Diego


Este dia também se festeja a Santa Leocádia e a Santa Clara Isabel Fornari

 

Pedro Fourier, Santo
Educador e Fundador, 9 Dezembro

 

São Pedro Fourier

São Pedro Fourier

9 de Dezembro (1565-1640)

Pedro Fourier nasceu em 30 de Novembro de 1565, em Mirecourt, uma pequena aldeia da Lorena, na França. Ainda jovem, tornou-se um professor admirado e respeitado por seu carácter e competência, que quase todas as famílias desejavam lhe entregar seus filhos para educar. Percebendo o chamado para a vida religiosa, ao completar vinte anos entrou para a Ordem dos Cónegos de Santo Agostinho, onde cursou teologia e filosofia, para finalmente ser ordenado sacerdote.
Mas Pedro era tão rigoroso e disciplinado consigo mesmo e com os irmãos de Ordem, que estes logo fizeram com que fosse transferido do convento. Assim, ele foi designado para ocupar uma das três paróquias que estavam vagas. Preferiu a mais pobre e carente, numa região onde dominavam a corrupção moral e os protestantes calvinistas.
Nessa paróquia permaneceu trinta anos, o suficiente para mudar o comportamento de praticamente toda a população. Incansável, conseguia tempo para percorrer os arredores, arrebanhando centenas de convertidos com sua pregação simples e eficiente. Também fundou em sua paróquia três associações apostólicas: a de São Sebastião, para homens; a do Rosário, para mulheres; e a da Nossa Senhora Imaculada, para moças. Todas voltadas para a educação e formação das crianças e jovens daquela região e arredores.
Entretanto Pedro não obteve sucesso quando criou a primeira escola para os meninos. Por isso, antes de fundar a das meninas, decidiu preparar pessoalmente, e muito bem, as professoras. Reuniu quatro moças, dirigidas pela jovem Alix Le Clerc, e começou a ensinar-lhes as técnicas pedagógicas de ensino, valendo-se da sua grande cultura e didáctica. Foi assim que fundou a Congregação de Nossa Senhora das Cónegas de Santo Agostinho. A nova Ordem foi aprovada pelo sumo pontífice em 1616, tendo como co-fundadora Alix Le Clerc, hoje bem-aventurada.
Cumprida essa missão, recebeu a tarefa de reformar a própria Ordem, expulsando dela qualquer indício do espírito calvinista, que ameaçava instalar-se. Pedro, em 1622, foi eleito superior dos Cónegos Regulares de Santo Agostinho. Mas encontrou muita oposição dentro do clero e, principalmente, do governo.
Em 1636, o rei da França exigiu que Pedro fizesse um juramento que ia contra sua consciência e contra o papa. Em vez disso, preferiu o exílio. Teve, então, de mudar-se para a diocese de Gray, na Borgonha. Embora tivesse o cargo de superior da Ordem, os últimos quatro anos ele passou exercitando o que mais gostava e que fizera em toda sua vida: ensinando as crianças e os jovens numa escola gratuita que ele mesmo ali fundara.
O grande educador, fundador e pregador Pedro Fourier morreu no dia 9 de Dezembro de 1640, em Gray. Foi canonizado, em 1897, pelo papa Leão XIII.
Fonte: www.paulinas.org.br

 

Pedro Fourier, Santo

Pedro Fourier, Santo

A São Pedro Fourier ocorreram no ano 1600 as ideias educadoras que mais tarde iam propagar por todo o mundo São João de la Salle (em 1700) e São João Bosco (em 1850). Foi um precursor da educariam gratuita e popular.
Nasceu em Lorena (França) em 1565.

Havendo terminado brilhantemente seus estudos na Universidade, fundou uma escola gratuita na sua cidade, caso bem raro nesse tempo. Logo ingressou na comunidade de canónicos regulares de Santo Agostinho e lá foi ordenado sacerdote.
Como se sentia indigno de celebrar a Santa Missa, durou três meses sem fazer a celebração de sua primeira missa, desde sua ordenação, preparando-se para isso (algo parecido fez Santo Ignácio de Loyola).
Le pusieron a escoger entre tres parroquias, para que dijera de cuál quería ser párroco. Él escogió la más abandonada, la que más problemas tenía, y la que más estaba necesitando de un trabajo fuerte y constante. Era un pueblecito de los Vosgos que estaba lleno de protestantes calvinistas y donde la moralidad estaba por el suelo. Allí trabajó San Pedro Fourier por treinta años (un caso parecido a los que sucederá siglos después en Ars, cuando llegó allá san Juan Vianey). Aún hoy, todavía allá, cuando hablan de nuestro santo lo llaman "el buen padre Pedro".
Lo primero que hizo para lograr convertir aquellas gentes fue dedicarse a orar, y a sacrificarse por ellas. Recordaba lo que decía Jesús: "ciertos malos espíritus no se alejan sino con la oración y los sacrificios". Aún en el más crudo invierno no encendía fuego para calentarse, y la estufa que iba a calentar el ambiente no se encendía sino cuando llegaban visitantes muy friolentos.
Las otras dos armas con las cuales se propuso ganar las almas de aquellos pecadores fueron la limosna y el buen ejemplo. Quería cumplir aquel mandato del Señor que dice: "De tal manera luzca ante los demás la luz de vuestro buen ejemplo, que los demás al ver vuestras buenas obras, glorifiquen al Padre Celestial". Y en cuanto a las limosnas los necesitados encontraban siempre dispuesto al Padre Pedro a darles alguna ayuda, pero acompañada de buenos consejos que les sirvieran también para la salvación de su alma.
En su parroquia existían numerosas personas que habían tenido bienes de fortuna pero por un mal negocio o un incendio o una enfermedad o un robo, etc., habían quedado en gran pobreza. Para ellos fundó nuestro santo una caja de Mutua Ayuda, en la cual depositaba las contribuciones que las gentes le hacían, y de allí iba sacando para prestar a quienes habían quedado en la ruina. Lo único que les exigía era que si un día lograban volver a tener otra vez los bienes suficientes, devolvieran lo que se les había prestado. Así muchas familias que no se atrevían mendigar, fueron socorridas a tiempo sin ser humilladas. La Caja progresó notablemente.
San Pedro Fourier estaba convencido de que para poder hacer apostolado sin desanimarse ni desorientarse es necesario asociarse con algún grupo apostólico donde a uno lo animen, lo corrijan, lo guíen y lo acompañen. Por eso fundó en su parroquia tres asociaciones apostólicas: la de San Sebastián, para hombres, la del Rosario para señoras y la de la Inmaculada para señoritas. Les hacía reunión semanal para cada grupo por separado y allí organizaba los trabajos de apostolado y se animaban para seguir adelante.
A San Pedro Fourier se le ocurrió en aquellos años algo que cien años después le iba a dar gran éxito a San Juan Bautista de la Salle, pero que en aquel 1600 todavía no encontraba ambiente favorable: fundar las escuelas gratuitas para el pueblo. Trató de hacerlo en su parroquia pero se encontró con que los sacerdotes no aceptaban dar clases en primaria y a los padres de familia si eran pobres, no les interesaba que sus hijos estudiaran, y los maestros que encontraba no tenían vocación para ello. Total: fracasó totalmente en su intento. El mismo lo reconoció humildemente. El terreno todavía no estaba abonado para tan grande cosecha. Solamente cuando La Salle un siglo después se dedique a preparar maestros totalmente entusiasmados por la educación, logrará llenar la nación de casas de educación.
Habiendo fracasado en cuanto a escuelas para los niños, nuestro santo se propuso hacer una fundación para las niñas. Pero amaestrado por la amarga experiencia anterior, se propuso preparar antes muy bien a las profesoras. Reunió cuatro muchachas (dirigidas por la beata Alicia, que fue la cofundadora de su comunidad) y empezó a darles a cada día una hora de clase de pedagogía y de técnicas para enseñar a la juventud. Luego las fue enviando a dar clases a grupos de jovencitas, y pronto ya pudo fundar con ellas la Comunidad de Hermanas de San Agustín, que fue aprobada en 1616 por el Sumo Pontífice. Los expertos en Roma decían que el Padre Pedro había obtenido en seis meses una aprobación que otras comunidades sólo habían conseguido en treinta años. Pero es que se hizo apoyar por unos padres jesuitas muy importantes y por varios padres franceses muy estimados en el Vaticano, y además su congregación había dado muestras del gran bien que se consigue educando a la juventud.
El Padre Pedro puso en práctica varios métodos educativos que después otros famosos educadores católicos popularizarán por todas partes. Lo primero: hacer que la educación fuera práctica. Que no se redujera sólo a aprender cuestiones teóricas, sino que enseñara a la juventud muchas cosas que en la vida práctica de cada día iban a ser necesarias. Y así le dio gran importancia a la contabilidad, tanto que sus colegios eran verdaderamente unos secretariados comerciales, donde las jóvenes se familiarizaban con todo lo que les iba a servir para ser después unas eficientes secretarias y unas hábiles contadoras. También se les enseñaban artes prácticas como bordado, pastelería, dibujo artístico, etc.
Otro de sus métodos nuevos, fue el de enseñar por medio de la declamación. Como lo hará más tarde San Juan Bosco, a San Pedro Fourier se le ocurrió preparar dramas, sainetes, comedias, diálogos y recitales, donde mientras se hacía reír y se emocionaba a los oyentes, se iban enseñando verdades de la religión y de otras ciencias. Los domingos por la tarde daban sus alumnas representaciones muy amenas e instructivas para el pueblo, con notable asistencia. Era un modo de valerse del teatro para enseñar y hacer progresar. Y el mismo tener que declamar en público les daba a las jóvenes mayor facilidad para expresarse en reuniones de sociedad, y obtenían más habilidad para ser buenas maestras.
Su parroquia estaba infestada de calvinistas y evangélicos, lo cual era un serio peligro para los católicos. Lo primero que se propuso nuestro santo fue instruir a sus feligreses acerca de los 10 errores o herejías que enseñan los protestantes, para que no se dejaran engañar por ellos. Luego fue insistiendo en que el católico por pertenecer a la mejor religión del mundo debe tener un comportamiento mejor que el de los demás. Y a los protestantes les recordaba cuán bueno y provechoso es pertenecer a la Santa Iglesia Católica. Y los feligreses de su parroquia comentaban: "el Padre Pedro ha logrado más en cuanto a los protestantes en varios meses, que lo que habían logrado los otros sacerdotes en 30 años".
En 1622 nuestro santo fue nombrado superior de su comunidad de Canónigos de San Agustín, y al posesionarse de su alto cargo dijo: "Así como Jesucristo se entrega a nosotros en la Sagrada Comunión, sin esperar pago alguno, y buscando solamente el bien de los que la reciben, así me dedicaré desde este día a todos los que pertenecen a nuestra comunidad, no para obtener algún honor, o ventaja alguna, sino pensando solamente en la salvación de las almas". Programa verdaderamente digno de ser imitado, por todos los superiores en todas partes.
En su nuevo cargo se dedicó con todas sus fuerzas a mejorar el comportamiento de los socios de su comunidad, la cual había caído en bastante descuido en cuanto al cumplimiento de los reglamentos. Al principio encontró bastante resistencia, pero poco a poco fue logrando que los canónigos de San Agustín empezaran a ser verdaderamente fervorosos.
En 1636 el gobierno de Francia quiso exigirle que hiciera un juramento que iba contra su conciencia. En vez de jurar prefirió salir desterrado. Los últimos cuatro años de su vida los pasó en el destierro, enseñando en una escuela gratuita que él mismo había fundado allá.
Dios lo llamó a Sí el 9 de diciembre de 1640. El Sumo Pontífice lo declaró santo en 1897. El santuario donde están sus restos es visitado por numerosas peregrinaciones y su comunidad logró extenderse por varios países.

 

Leocádia de Toledo, Santa
Mártir, 9 de Dezembro

Leocadia de Toledo, Santa

Leocádia de Toledo, Santa

Procedente das Gálias, entra o governador Daciano deixando um rasto de sangue cristão por onde passa. Os primeiros anos pacíficos e benevolentes do imperador Diocleciano ficaram para trás. Parece que o césar Galério moveu os ânimos da tetrarquia governante contra tudo o que leva o nome de cristão. Girona, Barcelona, Zaragoza, Alcalá, Toledo, Ávila e Mérida apresentam cada uma sua lista de nomes conhecidos e venerados que, pelo mesmo tempo, deram suas vidas com inteireza.
Em seu livro De las coronas, o Peristephanon, deixará Prudêncio seu testemunho escrito do século IV sobre os actos martiriais em arte pindérico. Entre eles, o encantador relato do martírio de Santa Leocádia.
Em Toledo a jovem Leocádia, quase menina, foi levada ao tribunal do governador. Doce, forte e enamorada de seu Senhor, resiste primeiro às chamativas propostas do regalante e logo as ameaças do duro tirano. Posta no cárcere em condições infra-humanas morre, sem derramar sangue, em 9 de Dezembro de 303 ou de 304. Assim soube ser fiel.
Junto a seu túmulo, no cemitério local, na vega do Tejo, se começa a desenvolver o culto martirial. A basílica romana do século IV é melhorada a começos do VII pelo rei Sisebuto, século em que o culto à santa vive seu esplendor. Pronto, arcebispos — incluído santo Ildefonso — põem os próprios túmulos junto a seu túmulo e concílios toledanos se celebram sob a próxima protecção.
As relíquias da santa padroeira toledana hão suportado desde meados do século VIII uma longa peregrinação. Muitos e não sempre triunfais hão sido os traslados até sua reposição na catedral, a ombros também de Felipe II, no século XVI. Hoje repousam em arca de prata fabricada pelo prateiro Merino em El Ochavo da catedral.
Menina inocente Leocádia, ensina-nos aos sisudos, sábios, prudentes, sensatos, velhos, judiciosos e muito experimentados da vida onde está a Verdade e que há que fazer para a ter.

Clara Isabel Fornari, Beata
Monja, 9 de Dezembro

Monja

Etimologicamente significa “ilustre,”. Vem da língua latina.
Esta jovem nasceu em Roma em 25 de Junho de 1697 e foi baptizada como Ana Felícia Fornari. Morreu em Todi em 1744.
Quando tinha apenas 15 anos, ingressou no convento das Clarissas de Todi, no ano seguinte fez seus votos e tomou o nome de Clara Isabel.
A esta idade começou a ter fenómenos extraordinários que se repetiram na sua vida.
Em seus longos e frequentes momentos de êxtases teve visitas de Jesus, Nossa Senhora, Santa Clara de Assis e Santa Catalina de Siena.
Durante um destes momentos, Jesus pôs um anel no seu dedo, e a chamou sua "esposa na dor".
Os médicos e o confessor atestaram que seus êxtases eram reais.
Suas mãos, seus pés e suas costas se marcaram com os estigmas da Paixão de Jesus, e às vezes sangravam
Na sua cabeça uma coroa de espinhos que atravessavam seu interior. Pela frente suava gotas de sangue.
O demónio, descontente – supomos – com tanta inspiração divina, a submetia a um medo contínuo. Lhe dava golpes, a tirava pelas escadas e lhe metia na cabeça a ideia de que se suicidasse.
Ela, sem embargo, se sentia consolada por Deus e a alentava no caminho à santidade.

Clara Isabel Fornari, Beata

Clara Isabel Fornari, Beata


A Mãe de Deus fez a seguinte promessa à Irmã Clara Isabel Fornari:Todas as almas que com confiança, se apresentem diante da imagem de Nossa Senhora da Confiança, obterão verdadeiro conhecimento, dor e arrependimento de seus pecados, e a Santíssima Virgem lhes concederá uma particular devoção e ternura para com Ela”
Desde logo, que para os que lemos todos estes dons, recordamos as palavras de Paulo a Timóteo: Não faças estéril o dom que hás recebido.
¡Felicidades a quem leve este nome!
A miúdo me arrependo de haver falado; nunca de haver calado” (Siro).

Bernardo María Silvestrelli, Beato
Sacerdote Passionista, 9 Dezembro

Bernardo María Silvestrelli, Beato

Bernardo María Silvestrelli, Beato

César Pedro Silvestrelli nasce num belo palácio gentílico de Roma em 7 de Novembro de 1831. O pai Juan Tomás é um nobre rico de Toscaza; a mãe, Teresa Gozzani, pertence aos marqueses de São Giorgio do Casale Monferrato (AL). Os Silvestrelli tinham uma capela familiar e um mestre eclesiástico para a assistência na formação escolar e cristã dos filhos.
César tem um aspecto agradável, é inteligente, culto, empreendedor, sabe tratar com todos.
Frequenta com êxito a escola do Colégio Romano dos Jesuítas. Cuida muito sua preparação religiosa sob a guia do mestre eclesiástico. Provavelmente segue com interesse a vida política; o irmão Luís será deputado no Parlamento.
Está dotado de muitas qualidades naturais que porá ao serviço de Deus na Congregação Passionista.
Um alto imprevisto no convento passionista de Santo Eutizio (VT) depois de uma jornada de caça o põe em contacto com a vida passionista. Pouco depois, aos 23 anos, faz a experiência de um mês no convento passionista dos Santos João e Paulo em Roma. Al partir regala un crucifijo de marfil a cada uno de sus familiares. Como respuesta a la sorpresa de estos él explica: “Nunca se puede saber qué pasará”. Pero él ya sabe que no regresará más a su casa: irá directamente al noviciado pasionista sobre el Monte Argentario. Pero después de un mes debe interrumpir el noviciado por motivos de salud. Con todo no abandona el convento e inicia los estudios de teología en preparación al sacerdocio. El 22 de diciembre de 1855 es ordenado sacerdote. Repuesto en su salud, renueva la petición de ser pasionista y es nuevamente acogido y enviado al noviciado de Morrovalle (MC). Aquí toma el hábito y el nombre de Bernardo María de Jesús. Pronto llegará también al noviciado de Morrovale Francisco Possenti, Gabriel de la Dolorosa y nacerá una bella y santa amistad. Al primer impacto Bernardo, que entiende las cosas del mundo exclama: “¿Lo logrará este lechuguino? ” refinamiento exagerado, quizás si, pero la elegancia no es un pecado. Pero enseguida deberá decir de él: “Este lechuguino pasará primero que los demás”. Ambos tienen la fortuna de tener la dirección espiritual del venenerable P. Norberto Cassinelli.
En abril de 1856 emite la profesión religiosa e inicia su larga militancia en la congregación pasionista. Dan frutos su cultura y santidad como profesor, director de estudiantes de teología y maestro de novicios. Por su capacidad de gobierno es elegido superior y consultor provincial y por 25 años llevará la carga de superior general. Por humildad trata de rechazar, de retirarse; a cada reelección se declara incapaz de gobernar la congregación; pero los co hermanos ven en él un perfecto superior, exigente y paternal, unido a las sanas tradiciones y abierto a nuevas instancias enseñando más con el ejemplo que con palabras y lo reeligen siempre en el primer escrutinio. En 1893, para evitar la reelección, no participa en el capítulo general; pero mientras se da a la fuga, se le aparece San Gabriel de la Dolorosa quien le ordena regresar al capítulo. El P. Bernardo no pudiendo huir a la voluntad de Dios, regresa y se entrega por completo con infatigable empeño.
Bajo su gobierno la congregación toma nuevo impulso y se expande ya sea en Italia como en el exterior. Al momento de su muerte el número de religiosos, de las casas y de las provincias se cuenta al doble. Abre nuevos conventos en Italia y en varias naciones de Europa y de América. Pone mucho cuidado en la formación intelectual y espiritual de los religiosos; funda el seminario menor y abre un estudiantado internacional en Roma para los jóvenes pasionistas.
Robándole tiempo al sueño, escribe libros maravillosos, verdaderas joyas de ascética y de historia de los primeros tiempos pasionistas para conservar en la posteridad el genuino espíritu del fundador y los mejores ejemplos y modelos de la vida pasionista. Desea que no se pierda tanta riqueza y santidad. Escribe para animar a los co hermanos, para formar conciencia religiosa y pasionista. Envía cartas pastorales, dialoga con todos, visita comunidades tanto dentro como fuera de Italia, estimula a cada uno a ser fiel al carisma pasionista. Y está su propio ejemplo. Irreprensible en todo tanto que lo llaman “La primera regla viviente” y es saludado como “segundo fundador”.
Es estimado de los Papas por su santidad y por sus dotes humanas. León XIII lo llama “hombre santísimo”; Pío X dice a los Pasionistas: “Ustedes tienen un santo como superior general”. Muchos, pero inútiles son los intentos por hacerlo cardenal. Los últimos años los pasa en continua oración y soledad. Frecuentemente cambia de convento para huir de continuas visitas que los distraen del recogimiento.
Muere el 9 de diciembre de 1911 en Moricone (Rm), como fue previsto por él mismo, por una caída mientras subía una escalera corta pero empinada. Juan Pablo II lo declara beato el 16 de octubre de 1988. Un día Bernardo, pensando en San Gabriel había dicho: “Aquel muchacho me la hizo, pero yo lo alcanzaré”. Y lo alcanzó en todos los sentidos.

Siro de Pavia, Santo
Bispo, 9 Dezembro

Siro de Pavia, Santo

Siro de Pavia, Santo

Uma lenda que apareceu em Itália identifica o bispo de Pavía, são Siro, com o menino galileu que apresentou a Jesus os pães e os peixes para o milagre da multiplicação. Uma segunda lenda, de origem francesa, vê nesse jovenzito a são Marcial. A primeira lenda a refere o autor de De laudibus Papiae, um escrito de 1330, em que se diz também que são Siro, primeiro bispo de Pavía, foi enterrado na igreja dos santos Gervásio e Protásioque foi a primeira igreja ticinesa”.
O autor de De laudibus sacava, por sua vez, as notícias da Vida de são Siro, escrita por um anónimo no século VIII com a clara intenção de fazer ver que a Igreja de Pavía era mais antiga que a de Milão, de que dependia: seus bispos eram consagrados pelo metropolita de Milão, e isto não agradava aos cidadãos de Pavía, a cidade eleita como capital do reino longo bardo e rival em prestigio da cidade de santo Ambrósio (que em época mais recente dedicou a san Siro seu mais famoso estádio de futebol).
Segundo esta Vida as origens do bispo de Pavía estão unidos com Aquileia, cujo primeiro bispo Ermagora foi consagrado pelo evangelista são Marcos. Siro haveria ido de Palestina a Itália seguindo a são Pedro e a são Marcos, e se haveria detido em Aquileia com o bispo Ermagora, em companhia de Evêncio.
Enviados ambos à cidade junto do Ticino colaboraram ambos na difusão do Evangelho em toda essa região e em redor. Ainda que verosímil, a biografia de são Siro contrasta com os dados cronológicos, porque se sabe que o terceiro bispo de Pavía, Evêncio, viveu entre 381 e 397.

http://es.catholic.net/santoral

Recolha e transcrição das primeiras duas biografias (que estão traduzidas em português-Brasil) do site: www.quiosqueazul.comwww.paulinas.org.br e as restantes do site: http://es.catholic.net/santoral que não estão traduzidas completamente, por serem muito extensas, – as duas primeiras, por repetição – por António Fonseca.

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