domingo, 25 de agosto de 2013

Nº 1732-216-133 - SANTOS DE CADA DIA - 25 de Agosto de 2913 (Domingo) - 5º ano

Nº 1732

25 DE AGOSTO DE 2013

Chamo a atenção dos meus estimados leitores para a leitura do aviso publicado no início dos textos publicados anteontem, dia 23 e referentes aos dias 21, 22 e 23 do corrente mês, (e ontem DIA 24 – SÁBADO),

pois as dificuldades ainda permanecem, pelo que a publicação de hoje (são já 23 horas) e as dos próximos dias,

com certeza vão ser efectuadas com muito atraso e nas mesmas condições das atrás referidas.

Por isso, as minhas desculpas e os meus agradecimentos.  ANTÓNIO FONSECA

e-mail: antoniofonseca1940@hotmail.com

Nº 1732 - (215-13) – 1ª Página

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Nº 1731 - (215-13) – 1ª Página
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E U   S O U

AQUELE   QUE   SOU
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LUÍS, Santo  -  rei de França  (1214-1270)

 

Luis IX, Santo

Luis IX, Santo

Rey de Francia

Martirologio Romano: San Luis IX, rey de Francia, que, tanto en tiempo de paz como durante la guerra para defensa de los cristianos, se distinguió por su fe activa, su justicia en el gobierno, el amor a los pobres y la paciencia en las situaciones adversas. Tuvo once hijos en su matrimonio, a los que educó de una manera inmejorable y piadosa, y gastó sus bienes, fuerzas y su misma vida en la adoración de la Cruz, la Corona y el sepulcro del Señor, hasta que, contagiado de peste, murió en el campamento de Túnez, en la costa de África del Norte (1270).
Etimología: Luis = guerrero ilustre. Viene de la lengua alemana.
Fecha de canonización: El Papa Bonifacio VIII lo canonizo en el año 1297

San Luis, rey de Francia, es, ante todo, una Santo cuya figura angélica impresionaba a todos con sólo su presencia. Vive en una época de grandes heroísmos cristianos, que él supo aprovechar en medio de los esplendores de la corte para ser un dechado perfecto de todas las virtudes. Nace en Poissy el 25 de abril de 1214, y a los doce años, a la muerte de su padre, Luis VIII, es coronado rey de los franceses bajo la regencia de su madre, la española Doña Blanca de Castilla. Ejemplo raro de dos hermanas, Doña Blanca y Doña Berenguela, que supieron dar sus hijos, más que para reyes de la tierra, para santos y fieles discípulos del Señor. Las madres, las dos princesas hijas del rey Alfonso VIII de Castilla, y los hijos, los santos reyes San Luis y San Fernando.
En medio de las dificultades de la regencia supo Doña Blanca infundir en el tierno infante los ideales de una vida pura e inmaculada. No olvida el inculcarle los deberes propios del oficio que había de desempeñar más tarde, pero ante todo va haciendo crecer en su alma un anhelo constante de servicio divino, de una sensible piedad cristiana y de un profundo desprecio a todo aquello que pudiera suponer en él el menor atisbo de pecado. «Hijo -le venía diciendo constantemente-, prefiero verte muerto que en desgracia de Dios por el pecado mortal».
Es fácil entender la vida que llevaría aquel santo joven ante los ejemplos de una tan buena y tan delicada madre. Tanto más si consideramos la época difícil en que a ambos les tocaba vivir, en medio de una nobleza y de unas cortes que venían a convertirse no pocas veces en hervideros de los más desenfrenados, rebosantes de turbulencias y de tropelías. Contra éstas tuvo que luchar denodadamente Doña Blanca, y, cuando el reino había alcanzado ya un poco de tranquilidad, hace que declaren mayor de edad a su hijo, el futuro Luis IX, el 5 de abril de 1234. Ya rey, no se separa San Luis de la sabia mirada de su madre, a la que tiene siempre a su lado para tomar las decisiones más importantes. En este mismo año, y por su consejo, se une en matrimonio con la virtuosa Margarita, hija de Ramón Berenguer, conde de Provenza. Ella sería la compañera de su reinado y le ayudaría también a ir subiendo poco a poco los peldaños de la santidad.
En lo humano, el reinado de San Luis se tiene como uno de los más ejemplares y completos de la historia. Su obra favorita, las Cruzadas, son una muestra de su ideal de caballero cristiano, llevado hasta las últimas consecuencias del sacrificio y de la abnegación. Por otra parte, tanto en la política interior como en la exterior San Luis ajustó su conducta a las normas más estrictas de la moral cristiana. Tenía la noción de que el gobierno es más un deber que un derecho; de aquí que todas sus actividades obedecieran solamente a esta idea: el hacer el bien buscando en todo la felicidad de sus súbditos.
Desde el principio de su reinado San Luis lucha para que haya paz entre todos, pueblos y nobleza. Todos los días administra justicia personalmente, atendiendo las quejas de los oprimidos y desamparados. Desde 1247 comisiones especiales fueron encargadas de recorrer el país con objeto de enterarse de las más pequeñas diferencias. Como resultado de tales informaciones fueron las grandes ordenanzas de 1254, que establecieron un compendio de obligaciones para todos los súbditos del reino.
El reflejo de estas ideas, tanto en Francia como en los países vecinos, dio a San Luis fama de bueno y justiciero, y a él recurrían a veces en demanda de ayuda y de consejo. Con sus nobles se muestra decidido para arrancar de una vez la perturbación que sembraban por los pueblos y ciudades. En 1240 estalló la última rebelión feudal a cuenta de Hugo de Lusignan y de Raimundo de Tolosa, a los que se sumó el rey Enrique III de Inglaterra. San Luis combate contra ellos y derrota a los ingleses en Saintes (22 de julio de 1242). Cuando llegó la hora de dictar condiciones de paz el vencedor desplegó su caridad y misericordia. Hugo de Lusignan y Raimundo de Tolosa fueron perdonados, dejándoles en sus privilegios y posesiones. Si esto hizo con los suyos, aún extremó más su generosidad con los ingleses: el tratado de París de 1259 entregó a Enrique III nuevos feudos de Cahors y Périgueux, a fin de que en adelante el agradecimiento garantizara mejor la paz entre los dos Estados.
Padre de su pueblo y sembrador de paz y de justicia, serán los títulos que más han de brillar en la corona humana de San Luis, rey. Exquisito en su trato, éste lo extiende, sobre todo, en sus relaciones con el Papa y con la Iglesia. Cuando por Europa arreciaba la lucha entre el emperador Federico II y el Papa por causa de las investiduras y regalías, San Luis asume el papel de mediador, defendiendo en las situaciones más difíciles a la Iglesia. En su reino apoya siempre sus intereses, aunque a veces ha de intervenir contra los abusos a que se entregaban algunos clérigos, coordinando de este modo los derechos que como rey tenía sobre su pueblo con los deberes de fiel cristiano, devoto de la Silla de San Pedro y de la Jerarquía. Para hacer más eficaz el progreso de la religión en sus Estados se dedica a proteger las iglesias y los sacerdotes. Lucha denodadamente contra los blasfemos y perjuros, y hace por que desaparezca la herejía entre los fieles, para lo que implanta la Inquisición romana, favoreciéndola con sus leyes y decisiones.
Personalmente da un gran ejemplo de piedad y devoción ante su pueblo en las fiestas y ceremonias religiosas. En este sentido fueron muy celebradas las grandes solemnidades que llevó a cabo, en ocasión de recibir en su palacio la corona de espinas, que con su propio dinero había desempeñado del poder de los venecianos, que de este modo la habían conseguido del empobrecido emperador del Imperio griego, Balduino II. En 1238 la hace llevar con toda pompa a París y construye para ella, en su propio palacio, una esplendorosa capilla, que de entonces tomó el nombre de Capilla Santa, a la que fue adornando después con una serie de valiosas reliquias entre las que sobresalen una buena porción del santo madero de la cruz y el hierro de la lanza con que fue atravesado el costado del Señor.
A todo ello añadía nuestro Santo una vida admirable de penitencia y de sacrificios. Tenía una predilección especial para los pobres y desamparados, a quienes sentaba muchas veces a su mesa, les daba él mismo la comida y les lavaba con frecuencia los pies, a semejanza del Maestro. Por su cuenta recorre los hospitales y reparte limosnas, se viste de cilicio y castiga su cuerpo con duros cilicios y disciplinas. Se pasa grandes ratos en la oración, y en este espíritu, como antes hiciera con él su madre, Doña Blanca, va educando también a sus hijos, cumpliendo de modo admirable sus deberes de padre, de rey y de cristiano.
Sólo le quedaba a San Luis testimoniar de un modo público y solemne el gran amor que tenía para con nuestro Señor, y esto le impulsa a alistarse en una de aquellas Cruzadas, llenas de fe y de heroísmo, donde los cristianos de entonces iban a luchar por su Dios contra sus enemigos, con ocasión de rescatar los Santos Lugares de Jerusalén. A San Luis le cabe la gloria de haber dirigido las dos últimas Cruzadas en unos años en que ya había decaído mucho el sentido noble de estas empresas, y que él vigoriza de nuevo dándoles el sello primitivo de la cruz y del sacrificio.
En un tiempo en que estaban muy apurados los cristianos del Oriente el papa Inocencio IV tuvo la suerte de ver en Francia al mejor de los reyes, en quien podía confiar para organizar en su socorro una nueva empresa. San Luis, que tenía pena de no amar bastante a Cristo crucificado y de no sufrir bastante por Él, se muestra cuando le llega la hora, como un magnífico soldado de su causa. Desde este momento va a vivir siempre con la vista clavada en el Santo Sepulcro, y morirá murmurando: «Jerusalén».
En cuanto a los anteriores esfuerzos para rescatar los Santos Lugares, había fracasado, o poco menos, la Cruzada de Teobaldo IV, conde de Champagne y rey de Navarra, emprendida en 1239-1240. Tampoco la de Ricardo de Cornuailles, en 1240-1241, había obtenido otra cosa que la liberación de algunos centenares de prisioneros.
Ante la invasión de los mogoles, unos 10.000 kharezmitas vinieron a ponerse al servicio del sultán de Egipto y en septiembre de 1244 arrebataron la ciudad de Jerusalén a los cristianos. Conmovido el papa Inocencio IV, exhortó a los reyes y pueblos en el concilio de Lyón a tomar la cruz, pero sólo el monarca francés escuchó la voz del Vicario de Cristo.
Luis IX, lleno de fe, se entrevista con el Papa en Cluny (noviembre de 1245) y, mientras Inocencio IV envía embajadas de paz a los tártaros mogoles, el rey apresta una buena flota contra los turcos. El 12 de junio de 1248 sale de París para embarcarse en Marsella. Le siguen sus tres hermanos, Carlos de Anjou, Alfonso de Poitiers y Roberto de Artois, con el duque de Bretaña, el conde de Flandes y otros caballeros, obispos, etc. Su ejército lo componen 40.000 hombres y 2.800 caballos.
El 17 de septiembre los hallamos en Chipre, sitio de concentración de los cruzados. Allí pasan el invierno, pero pronto les atacan la peste y demás enfermedades. El 15 de mayo de 1249, con refuerzos traídos por el duque de Borgoña y por el conde de Salisbury, se dirigen hacia Egipto. «Con el escudo al cuello -dice un cronista- y el yelmo a la cabeza, la lanza en el puño y el agua hasta el sobaco», San Luis, saltando de la nave, arremetió contra los sarracenos. Pronto era dueño de Damieta (7 de junio de 1249). El sultán propone la paz, pero el santo rey no se la concede, aconsejado de sus hermanos. En Damieta espera el ejército durante seis meses, mientras se les van uniendo nuevos refuerzos, y al fin, en vez de atacar a Alejandría, se decide a internarse más al interior para avanzar contra El Cairo. La vanguardia, mandada por el conde Roberto de Artois, se adelanta temerariamente por las calles de un pueblecillo llamado Mansurah, siendo aniquilada casi totalmente, muriendo allí mismo el hermano de San Luis (8 de febrero de 1250). El rey tuvo que reaccionar fuertemente y al fin logra vencer en duros encuentros a los infieles. Pero éstos se habían apoderado de los caminos y de los canales en el delta del Nilo, y cuando el ejército, atacado del escorbuto, del hambre y de las continuas incursiones del enemigo, decidió, por fin, retirarse otra vez a Damieta, se vio sorprendido por los sarracenos, que degollaron a muchísimos cristianos, cogiendo preso al mismo rey, a su hermano Carlos de Anjou, a Alfonso de Poitiers y a los principales caballeros (6 de abril).
Era la ocasión para mostrar el gran temple de alma de San Luis. En medio de su desgracia aparece ante todos con una serenidad admirable y una suprema resignación. Hasta sus mismos enemigos le admiran y no pueden menos de tratarle con deferencia. Obtenida poco después la libertad, que con harta pena para el Santo llevaba consigo la renuncia de Damieta, San Luis desembarca en San Juan de Acre con el resto de su ejército. Cuatro años se quedó en Palestina fortificando las últimas plazas cristianas y peregrinando con profunda piedad y devoción a los Santos Lugares de Nazaret, Monte Tabor y Caná. Sólo en 1254, cuando supo la muerte de su madre, Doña Blanca, se decidió a volver a Francia.
A su vuelta es recibido con amor y devoción por su pueblo. Sigue administrando justicia por sí mismo, hace desaparecer los combates judiciarios, persigue el duelo y favorece cada vez más a la Iglesia. Sigue teniendo un interés especial por los religiosos, especialmente por los franciscanos y dominicos. Conversa con San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, visita los monasterios y no pocas veces hace en ellos oración, como un monje más de la casa.
Sin embargo, la idea de Jerusalén seguía permaneciendo viva en el corazón y en el ideal del Santo. Si no llegaba un nuevo refuerzo de Europa, pocas esperanzas les iban quedando ya a los cristianos de Oriente. Los mamelucos les molestaban amenazando con arrojarles de sus últimos reductos. Por si fuera poco, en 1261 había caído a su vez el Imperio Latino, que años antes fundaran los occidentales en Constantinopla. En Palestina dominaba entonces el feroz Bibars (la Pantera), mahometano fanático, que se propuso acabar del todo con los cristianos. El papa Clemente IV instaba por una nueva Cruzada. Y de nuevo San Luis, ayudado esta vez por su hermano, el rey de Sicilia, Carlos de Anjou, el rey Teobaldo II de Navarra, por su otro hermano Roberto de Artois, sus tres hijos y gran compañía de nobles y prelados, se decide a luchar contra los infieles.
En esta ocasión, en vez de dirigirse directamente al Oriente, las naves hacen proa hacia Túnez, enfrente de las costas francesas. Tal vez obedeciera esto a ciertas noticias que habían llegado a oídos del Santo de parte de algunos misioneros de aquellas tierras. En un convento de dominicos de Túnez parece que éstos mantenían buenas relaciones con el sultán, el cual hizo saber a San Luis que estaba dispuesto a recibir la fe cristiana. El Santo llegó a confiarse de estas promesas, esperando encontrar con ello una ayuda valiosa para el avance que proyectaba hacer hacia Egipto y Palestina.
Pero todo iba a quedar en un lamentable engaño que iba a ser fatal para el ejército del rey. El 4 de julio de 1270 zarpó la flota de Aguas Muertas y el 17 se apoderaba San Luis de la antigua Cartago y de su castillo. Sólo entonces empezaron los ataques violentos de los sarracenos.


Luis IX, Santo

Luis IX, Santo

El mayor enemigo fue la peste, ocasionada por el calor,la putrefacción del agua y de los alimentos. Pronto empiezan a sucumbir los soldados y los nobles. El 3 de agosto muere el segundo hijo del rey, Juan Tristán, cuatro días más tarde el legado pontificio y el 25 del mismo mes la muerte arrebataba al mismo San Luis, que, como siempre, se había empeñado en cuidar por sí mismo a los apestados y moribundos. Tenía entonces cincuenta y seis años de edad y cuarenta de reinado.
Pocas horas más tarde arribaban las naves de Carlos de Anjou, que asumió la dirección de la empresa. El cuerpo del santo rey fue trasladado primeramente a Sicilia y después a Francia, para ser enterrado en el panteón de San Dionisio, de París. Desde este momento iba a servir de grande veneración y piedad para todo su pueblo. Unos años más tarde, el 11 de agosto de 1297, era solemnemente canonizado por Su Santidad el papa Bonifacio VIII en la iglesia de San Francisco de Orvieto (Italia).

JOSÉ CALASÂNCIO, Santo  -  Fundador (1556-1648)

José de Calasanz, Santo

José de Calasanz, Santo

Fundador de los
Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías
(Escolapios)

Martirologio Romano: San José de Calasanz, presbítero, que puso en marcha escuelas populares para instruir a niños y adolescentes en el amor y la sabiduría del Evangelio, y fundó en Roma la Orden de Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías (1648).
Fecha de canonización: Fue beatificado el 18 de agosto de 1748 por el Papa Benedicto XIV, y canonizado el 16 de julio de 1767 por el Papa Clemente VIII.

Parece que a Dios le importa menos la obra que hace el hombre, aunque sea buena para la extensión del Reino, que la misma respuesta de santidad que el mismo hombre le da. De otra manera, Dios espera del hombre más su amorosa correspondencia que todo lo que el hombre pueda hacer por Dios. En el caso de la familia escolapia parece que puede verse con gran nitidez esta previa intuición.
José de Calasanz, español, aragonés, nacido en Peralta de la Sal probablemente el 1558, cuando ha empezado a reinar Felipe II. Pedro Calasanz y María Gastón son los padres de la familia numerosa con siete hijos cuyo benjamín es José. Bien lo formó la buena madre poniéndole al corriente de lo importante para vivir: tierna devoción a la Virgen y odio al pecado. Tanto que cuando sólo tenía cinco años hubo quien le vió por el olivar con un cuchillo en la mano dispuesto a matar al demonio que es el peor enemigo.
Estudia los primeros latines -porque quería ir para cura- en Estadilla; hace filosofía y algo de teología en la universidad de Lérida; cambia a la de Valencia para terminar los estudios, pero tuvo que abandonar la ciudad por la persecución de una dama que ponía en peligro su vocación. Se ordenó de sacerdote en Barbastro. Y cambia la licenciatura en teología por el doctorado en Barcelona. Fue secretario de varios obispos y se encamina a Roma para conseguir una canonjía.
El Concilio de Trento propuso la edición de un Catecismo que por fin publicó el Papa Pío V. Surge la Archicofradía de la doctrina Cristiana para procurar a los fieles la instrucción necesaria y alimentar su fe y José de Calasanz organiza -entusiasmado- las catequesis dominicales; luego funda una escuela en Santa María del Transtévere para atender la formación de una niñez y juventud abandonada. Cada vez son más numerosas y largas las hileras de niños que de todas partes de la Ciudad Eterna quieren aprovechar la ocasión. Elige gente responsable que se despreocupe del dinero, muestre interés por el problema y esté dispuesta a la constancia; busca lugares, llama a las puertas, y va organizando la avalancha. Está dispuesto a poner el saber al alcance de los pobres también y a que deje de ser clasista y privilegio de nobles. Han comenzado las Escuelas Pías. Son gratuitas y para todos. Los seguidores de José forman una comunidad sui generis, no tienen votos ni reglas, están unidos y estimulados por la autoridad moral del fundador que es apoyo y modelo por su carisma. Y así funcionarán hasta que el papa Paulo V haga de ella una Congregación de votos simples y Gregorio XV, en 1621, la eleve a la categoría de Orden con votos solemnes y nombre a José de Calasanz como General.
Como sucede con los fundadores de Órdenes religiosas que se han entregado en cuerpo y alma a sacar adelante un querer divino, hubiera sido suficiente lo escrito hasta ahora para su subida a los altares, máxime cuando la labor apostólica y su amplia repercusión social es altamente llamativa por la explosión que supuso este buen hacer en toda Europa. Roma, Génova, Nápoles, Florencia, Sicilia, Germania, Polonia, Cerdeña, España, Hungría, Francia y Austria ¡Más de cuarenta fundaciones durante su gobierno! Pero lo que define a José de Calasanz como santo es otra cosa.
¿Quieres saber lo que pasó? Entre los suyos hubo un "trepa", sí uno de esos que hay en todas las épocas y en todos los estamentos que van medrando para conseguir triunfar y subir a costa de adular a los grandes o poderosos y de pisar a los pequeños o impotentes; esos que frecuentemente son gente de poca valía personal, envidiosos y carentes de escrúpulos morales que gozan adornándose con joyas ajenas. Comienzan por poco y terminan con traición. En este caso, dentro de la familia escolapia, se llamaba el P. Mario Sozzi. Se hizo amigo de los del Santo Oficio y consiguió con malentendidos, intrigas y calumnias la deposición del cargo de General a José Calazancio. Lo humilló hasta conseguir trasladarlo a él y a su Curia entre guardias a los tribunales como espía y malhechor y a desposeerlo de todo gobierno en la orden. Y con el agravante de tener ochenta años el fundador, usurpando él mismo el cargo de General. Cuando muere el papa Urbano VIII, una Comisión de cardenales, revisa el asunto y viendo la fragante injusticia cometida con el anciano fundador y con la Orden, se decide la reposición en su función y el restablecimiento de su fama. Pero las cosas habían llegado tan alto que eso supone la difamación del Santo Oficio y la puesta en ridículo de los que intervinieron en el asunto; total, que se queda la cuestión in statu quo prolongando la injusticia por tiempo indefinido hasta que el papa Inocencio X opta por la destrucción de la obra calasancia por aquello de que "muerto el perro se acabó la rabia"; aquella decisión papal del 1646 era la ruina y suponía la definitiva destitución del General. Lo verdaderamente admirable es que en todo este negro negocio de injusticia José permaneció en el ejercicio sublime de la paciencia, humildad, obediencia, sufriendo la calumnia y la desunión de los suyos, al tiempo que animaba como podía a los más próximos a la perseverancia, prometiéndoles una futura restauración.
¿Quieres saber cómo terminó? El P. Sozzi de marras murió de una horripilante sífilis. Y aún hoy no se sabe muy bien si está o no en el Purgatorio en compañía de los papas Urbano VIII e Inocencio X. Sí se sabe con certeza que José de Calasanz está en el Cielo como intercesor y propuesto como modelo de santidad. Y la familia calasancia está por esos mundos de Dios anunciando el Evangelio a la gente, instruyendo juventudes, formando hombres y aprendiendo de sus orígenes lo santo para hacerlo y lo aborrecible para detestarlo.
Este día también se festeja a Luis de Francia

MIGUEL DE CARVALHO, Beato (Mártir – 1577-1624)

 

IN:  Livro dos Santos de Cada dia, de www.jesuitas.pt

 

 

Por favor devem procurar ver os textos publicados neste mesmo dia, no último ano (2012) se, para tal tiver possibilidade (e curiosidade)

Patricia, Santa

Virgen y Mártir, 25 de agosto

Patricia, Santa

Patricia, Santa

Virgen y Mártir

Martirologio Romano: En Nápoles de Campania, Italia, santa Patricia, Virgen.
Etimología: Patricia = de noble cuna. Viene de la lengua griega.
Fecha de canonización: Fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, por lo que su culto fue aprobado por un obispo como consecuencia de la devoción popular.

Santa Patricia (665) descendiente del gran emperador Constantino, nació en Constantinopla. Fue educada en la corte, y siendo muy joven hizo voto de virginidad. Para poder permanece fiel a éste, huyó de la ciudad porque el emperador Costante II (668-685) quería imponerle matrimonio.
Llegó a Roma junto con Aglaia y otra joven y se puso bajo la protección del Papa Liberio, recibiendo el velo virginal. Muerto su padre, Patricia volvió a Constantinopla y renunciando a toda pretensión a la corona imperial, distribuyó sus bienes entre los pobres y emprendió una peregrinación a Tierra Santa. Pero una terrible tempestad la hizo naufragar en las costas de Nápoles, justamente en la islita de Megaride (Castel dell’Ovo), donde murió después de una brevísima enfermedad.
Por celeste revelación de Aglaia, los funerales de Patricia se hicieron de forma solemne con la participación del obispo, del duque de la ciudad y de muchísima gente. El carruaje tirado por dos caballos sin guía, detuvo la marcha delante del Monasterio de Caponapoli de los Padres basiliani, dedicado a San Nicandro y Marciano, donde Patricia, al pasar por Nápoles en su precedente viaje a Roma, había indicado que reposarían sus restos. Allí, las hermanas que la habían seguido, formaron una congregación bajo el nombre de Patricias o Hermanas de Santa Patricia.
 

Patricia, Santa

Patricia, Santa

El monasterio, trasferido por los monjes basiliani, quedó para las hermanas bajo la regla benedictina y tuvovarios siglos de vida gloriosa. A causa de eventos históricos y políticos, en 1864 las reliquias de la Santa fueron trasladadas al monasterio de San Gregorio Armeno, donde revestidos de cera están contenidos en una urna hecha de oro y plata y adornada con piedras preciosas, en la capilla lateral de la monumental iglesia del monasterio.
La población siempre acude a venerar a la Santa, asistiendo estupefacta al prodigio de la licuefacción de la sangre que mana de un diente conservado en un relicario. Durante varios siglos, la licuefacción de la sangre sobrevino con modalidades y tiempos diversos. Este milagro es menos conocido que la otra licuefacción que hay en Nápoles, la de San Jenaro, patrono principal dela ciudad.
Santa Patricia es la segunda patrona de Nápoles.

Ginés (o Genesio) de Roma, Santo

Mártir, 25 de agosto

Ginés (o Genesio) de Roma, Santo

Ginés (o Genesio) de Roma, Santo

Mártir Laico

Martirologio Romano: En Roma, san Genesio, mártir, que todavía catecúmeno y desempeñando el oficio de escribano y comediante, al negarse a actuar contra los cristianos fue detenido por los soldados y bautizado con su propia sangre (303).
Etimología: Ginés = protector de la familia. Viene dela lengua alemana.
Fecha de canonización: Fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, por lo que su culto fue aprobado por un obispo como consecuencia de la devoción popular.

Era un comediante pagano. Como viese un bautismo cristiano, se le ocurrió parodiarlo ante el emperador Diocleciano, desempeñando el papel de enfermo. Los que le «administraban» fingían, pero él, movido por la gracia de Dios, recibió el Bautismo de agua, pues interiormente se acababa de convertir a Él. Poco después, el de sangre, por no querer adorar a los dioses. — Fiesta: 25 de agosto.
Hoy diríamos que Ginés fue actor de teatro. Cuidaba, en efecto, de las diversiones del emperador Diocleciano. Casualmente, pudo asistir, sin ser visto, a una administración del Bautismo que los cristianos conferían a sus catecúmenos, a pesar de la fuerza pública y de las leyes prohibitivas del Estado.
Pensando que su parodia agradaría al César y a los magnates de la corte, se fingió enfermo y llamó a dos colegas en el oficio para que simulasen una administración bautismal.
Lo cierto es que, mientras sus compañeros se burlaban de lo lindo, tocado él de la Gracia, siguió con gran devoción las distintas ceremonias hasta que terminaron y recibió el verdadero Bautismo de Jesucristo. Le vistieron luego, según era costumbre cristiana en los primeros siglos, con blancas vestiduras.
Para continuar la burla, el Emperador y los que le asistían, satisfechos por la seriedad que creían aparente, mandaron traer un ídolo de Venus. Indicaron a Ginés que lo adorase o se preparase para los tormentos —todo esto en broma—, pero él se incorporó del lecho en que, milagrosamente, se había despojado de su enfermedad espiritual y, de pie, se dirigió al Emperador en estos términos:
«Oídme, Emperador, y todos cuantos estáis aquí, oficiales del ejército, filósofos, senadores y pueblo, lo que voy a decir. Jamás pude ni aun oír el nombre de cristiano, antes me llenaba de horror al escucharlo, y detestaba a mis propios parientes porque profesaban aquella Religión. Procuré con vana curiosidad ver los misterios de los cristianos para que, en público, imitándolos, moviese al pueblo a risa; mas al tiempo que yo pedí el Bautismo, dentro de mí mismo sentí un remordimiento de conciencia acerca de mi vida, gastada toda en maldades; tanto, que me provocó a dolerme y a tener pesar por haber sido malo. Al tiempo que quisieron echar el agua sobre mi cabeza y me preguntaron si creía lo que los cristianos creen, levantando los ojos al cielo, vi una mano que bajaba sobre mí, y vi ángeles con rostros de fuego que de un libro recitaban todos los pecados de mi vida. Me dijeron que sería limpio de ellos si recibiese el agua purificadora. Así lo deseé. Luego que cayó sobre mí el agua bautismal, vi la escritura del libro borrada sin que ni quedase señal alguna de letras. Mira, pues, Emperador, y todos vosotros romanos, lo que es justo que haga: pretendí agradar al Emperador de la tierra y hallé gracia con el Emperador del Cielo; procuré causar risa en los hombres y causé alegría en los ángeles. Por tanto, confieso desde hoy a Jesucristo por verdadero Dios y os exhorto a todos que hagáis lo propio para salir de las tinieblas de que yo he salido».
El emperador Diocleciano, airado en gran manera, mandó encarcelarle. Al día siguiente fue atormentado: le rasgaron los costados con uñas de hierro y le aplicaron luego hachas encendidas.
El Mártir sufrió con gran confianza estos tormentos, hasta que el verdugo le cortó la cabeza y durmió así pacíficamente en el Señor.
Es maravillosa la obra de Dios en sus Santos. San Ginés no sólo se convirtió sino que dio testimonio público de su fe y rubricó con su sangre el intenso amor a Jesucristo que abrasaba su alma.

Tomás Cantalupo de Hereford, Santo

Obispo de Hereford, 25 de agosto

Tomás Cantalupo de Hereford, Santo

Tomás Cantalupo de Hereford, Santo

Obispo de Hereford

Martirologio Romano: En Montefiascone, de la Toscana, muerte de santo Tomás Cantelupe, obispo de Hereford, en Inglaterra, quien, célebre por sus conocimientos, se mostró severo para consigo mismo, pero excepcionalmente espléndido para con los pobres (1282).
Etimología: Tomás = gemelo. Viene de la lengua aramea.

Nació hacia el año 1218, en Hambleden, en las proximidades de Great Marlow. Su educación quedó a cargo de su tío Walterio, obispo de Worcester, quien le envió a Oxford a los diecinueve años. Pero el joven pasó poco tiempo ahí y se trasladó luego a París con su hermano Hugo(1). En Francia los jóvenes vivían en una inmensa posesión. En 1245, acompañaron al Concilio de Lyon a su padre, quien había sido enviado como legado de Inglaterra. Probablemente Tomás recibió ahí la ordenación. El Papa Inocencio IV le concedió una dispensa para que pudiese gozar de varios beneficios eclesiásticos simultáneamente, y el joven Tomás hizo amplio uso de dicha dispensa.
Después de enseñar derecho civil en Orleans por algún tiempo, volvió a París. Ahí obtuvo el título de licenciado y entonces pasó a Oxford a enseñar derecho canónico. Fue elegido canciller de la Universidad. Aunque se distinguió siempre por su caridad para con los estudiantes pobres, no dejaba por ello de exigir severamente el cumplimiento de la disciplina. Después de la derrota de Enrique III en Lewes, Tomás fue nombrado canciller del reino. Su prudencia, su valor, su sentido de justicia y su absoluto desprecio del respeto humano, así como su incorruptible honradez hacían de él un prototipo de magistrado. Sin embargo, no ocupó mucho tiempo el cargo, ya que fue depuesto cuando Simón de Montfort triunfó en Evesham. El santo, que tenía entonces unos cuarenta y siete años, se retiró a París.
Algunos años más tarde retornó a Oxford. recibió el grado de doctor en teología en la iglesia de los dominicos. En el discurso que pronunció con tal ocasión, Roberto Kilwardby, arzobispo electo de Canterbuy declaró que el nuevo doctor había llevado una vida irreprochable. Administraba sus beneficios por medio de vicarios y solía presentarse de improviso para estar seguro de que sus súbditos recibían los cuidados corporales y espirituales que se les debían. En 1275, elegido obispo de Hereford, recibió la consagración episcopal en la iglesia de Cristo, de Canterbury.
Debido a las guerras civiles y a la pusilanimidad de sus dos predecesores la amplia y rica diócesis de Hereford se hallaba en un estado lamentable cuando Santo Tomás fue elegido para gobernarla. Enfrentándose con los señores temporales y espirituales de la región, que se aferraban a sus derechos y posesiones, fue venciéndolos uno a uno. Excomulgó a Corbet, barón de Gales; obligó a lord Clifford a hacer penitencia pública en la catedral de Hereford; el obispo de Saint Asaph y el obispo de Menevia, que habían tratado de impedir que consagrase la iglesia abacial de Dors, experimentaron el peso de la mal de la mano aquel prelado feudal, que era a la vez barón y obispo, "solícito y prudente en las cosas de este mundo y todavía más solícito y prudente en las de Dios".
Entre los numerosos incidentes y rasgos de la vida y la persona de Santo Tomás que se hallan consignados en el proceso de canonización, se cuenta que, cuando visitaba su diócesis, preguntaba a todos los niños que encontraba en el camino si estaban confirmados; si la respuesta era negativa, procedía a conferirles inmediatamente el sacramento. Excomulgaba y reprendía a los pecadores públicos, sobre todo a aquellos que ocupaban puestos de importancia y daban mal ejemplo a sus subordinados.
Desgraciadamente, en los últimos años de la vida de Santo Tomás estalló una disputa entre él y Juan Peckham, arzobispo de Canterbury, debido a ciertas cuestiones de jurisdicción y a algunos incidentes ocurridos en la diócesis de Hereford. En un sínodo que tuvo lugar en Reading en 1279, Santo Tomás encabezó a los sufragáneos ofendidos. Roma les dio la razón a su debido tiempo; pero Juan Peckham excomulgó a Santo Tomás. Algunos obispos se negaron a publicar el decreto de excomunión, y Santo Tomás anunció públicamente que iba a apelar ante el Papa Martín IV, a quien fue a ver a Roma. Todavía se conservan ahí algunas cartas de los procuradores de Juan Peckham. A pesar del alboroto que éstos causaron en la Ciudad Eterna, el Sumo Pontífice acogió amablemente a Santo Tomás en Orvieto. Mientras se estudiaba el proceso, el santo se retiró a Montefiascone, pero, ya para entonces, las fatigas y el calor del viaje habían arruinado su salud y cayó gravemente enfermo. Se cuenta que uno de sus capellanes, al comprender que la enfermedad era mortal, le dijo: "Señor, ¿no quisierais confesaros?" Tomás se le quedó mirando y replicó: "Estáis loco." El capellán repitió por dos veces la proposición y recibió la misma respuesta. Lo que ignoraba el pobre capellán era que el santo acostumbraba confesarse todos los días. Santo Tomás falleció el 25 de agosto de 1282 y fue sepultado en Orvieto. Sus reliquias fueron pronto trasladadas a Hereford. La capilla catedralicia en la que fueron depositadas, se convirtió en uno de los santuarios más famosos del occidente de Inglaterra (Juan Peckham se negó a conceder el permiso de enterrar los restos hasta que vio con sus propios ojos el certificado de absolución concedido por la penitenciaría papal). Los milagros empezaron a multiplicarse: en las actas de canonización se enumeran nada menos que cuatrocientos veintinueve. La causa se introdujo a instancias del rey Eduardo I y llegó a su término en 1320.

Pedro Vázquez, Beato

Mártir, 25 de agosto

Pedro Vázquez, Beato

Pedro Vázquez, Beato

Mártir

Martirologio Romano: En Shimabara, de Japón, beatos mártires Miguel Carvalho, de la Compañía de Jesús; Pedro Vázquez, de la Orden de Predicadores; Luis Sotelo y Luis Sasanda, presbíteros, y Luis Baba, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que fueron quemados vivos a causa de su fe en Cristo (1624).
Fecha de beatificación: Fue beatificado por Pío IX el 7 de julio de 1867.

Nace en Verín (Orense) pero estudió en Madrid y es hijo del convento de nuestra Señora de Atocha.
Estudió la filosofía en Segovia y la teología en Avila. Llega a Manila en 1615 y pasa a Japón en 1621, siendo apresado en 1623.
Muere a fuego lento el 25 de agosto de 1624 y sus restos fueron arrojados al mar.
Tuvo gran valentía en su predicación y deseo del martirio.
Fue beatificado por Pío IX el 7 de julio de 1867.

Ginés (o Genesio) de Arlés, Santo

Mártir, 25 de agosto

Ginés (o Genesio) de Arlés, Santo

Ginés (o Genesio) de Arlés, Santo

Patrono de los Notarios Latinos

Martirologio Romano: En Arlés, de la Provenza, san Genesio, mártir, que todavía catecúmeno y desempeñando el oficio de escribano, al negarse a actuar contra los cristianos buscó la salvación en la huida, pero, detenido por los soldados, fue bautizado con su propia sangre (~305).

Ginés, nativo de Arlés, fue un soldado que llegó a ser conocido por su maestría en la escritura, por lo que fue nombrado secretario del magistrado romano de Arlés.
En el desarrollo de las funciones de su oficio, le fue dictado para ser copiado el decreto de persecución de los cristianos.
Indignado en su ideal de justicia, el joven catecúmeno lanzó las tablillas de cera donde tomaba sus notas a los pies del magistrado y huyó.
Fue capturado y ejecutado y recibió el bautismo en su propia sangre.
Su veneración debe ser muy antigua, y su nombre se halla en el Martyrologium Hieronymianum. Una iglesia y un altar dedicados a él eran ya conocidos en el siglo IV. Así, el obispo de la ciudad, San Hilario de Arlés, cuenta que, mientras se celebraba la solemnidad de San Ginés:
"Iba mucha gente a su iglesia, y tenían que pasar por una puente del río Ródano, pero cargó tanta multitud que iba al oficio, que se hundió ... estaba allí el entonces obispo de la ciudad, llamado Honorato, se puso de rodillas pidiendo a San Ginés alcanzase de Dios remedio para toda aquella gente que por ir a honrarlo padecía tal desgracia ... no había concluido su petición, cuando se vio que salían del río cuantos en él habían caído. Ninguno quedó ahogado, ninguno tullido de pie o mano, ninguno descalabrado. Mojados todos y todos muy alegres ... Pasaron en barcas el río y fueron a la iglesia de San Ginés para dar gracias a Dios por lo que había hecho por la intercesión del Santo".

María del Tránsito de Jesús Sacramentado Cabanillas, Beata

Fundadora, 25 de agosto

María del Tránsito de Jesús Sacramentado Cabanillas, Beata

María del Tránsito de Jesús Sacramentado Cabanillas, Beata

Fundadora de la
Congregación de las Hermanas Misioneras de la Tercera Orden de San Francisco de la Argentina

Martirologio Romano: En Córdoba, ciudad de la República Argentina, beata María del Tránsito de Jesús Sacramentado Cabanillas, virgen, que se dedicó con empeño a la formación cristiana de la infancia pobre y abandonada, fundando en ese país el Instituto de las Hermanas Misioneras de la Tercera Orden de San Francisco (1885).
Fecha de beatificación: Su Santidad Juan Pablo II la beatificó el 14 de abril del 2002, y estableció que su fiesta se celebre el 25 de agosto.

María del Tránsito Eugenia de los Dolores Cabanillas nació el día 15 de agosto de 1821 en la estancia de Santa Leocadia, actual Carlos Paz (Córdoba, Argentina). Su padre, Felipe Cabanillas Toranzo, descendía de una familia de Valencia (España) emigrada a Argentina durante la segunda mitad del siglo XVII y que logró reunir una cierta fortuna económica en su nuevo ambiente, pero que se distinguió sobre todo por su profunda religiosidad cristiana.
En 1816, el Sr. Felipe Cabanillas se unió en matrimonio con la joven Francisca Antonia Luján Sánchez, de la que tuvo once hijos. Tres fallecieron prematuramente, cuatro contrajeron matrimonio y los otros se consagraron a Dios: uno como sacerdote secular y tres como religiosas en diversos Institutos, continuando así una larga y gloriosa tradición familiar.
La Beata era la tercer nacida de la familia. Bautizada por D. Mariano Aguilar el día 10 de enero de 1822 en la capilla de San Roque, le impusieron los nombres de Tránsito, es decir, María del Tránsito o María Asunción, y de Eugenia de los Dolores.Recibió el sacramento de la confirmación con cierto retraso, el día 4 de abril de 1936, dada la lejanía del centro diocesano.
Tras la primera educación familiar, María del Tránsito fue enviada a Córdoba, ciudad de nobles tradiciones culturales, con su famosa universidad del siglo XVII, fundada por el obispo franciscano Fernando Trejo y Sanabria, y los colegios de Santa Catalina (1613) y de Santa Teresa (1628). Desde 1840, al tiempo que seguía sus estudios, cuidó de su hermano menor, que estaba preparándose para el sacerdocio en el seminario de Nuestra Señora de Loreto de la citada ciudad de Córdoba.
En 1850, tras la muerte del Sr. Felipe Cabanillas, la familia entera se trasladó definitivamente a Córdoba, por lo que la Venerable María del Tránsito se estableció con su madre, su hermano, que fue ordenado sacerdote en 1853, sus hermanas y cinco primas huérfanas en una casita situada cerca de la iglesia de San Roque. María del Tránsito se distinguió por su piedad, sobre todo hacia la Eucaristía, llevó a cabo una intensa actividad como catequista e hizo muchas obras de misericordia, visitando frecuentemente a los pobres y a los enfermos en compañía de su prima Rosario.
Después del fallecimiento de su madre (13 de abril de 1858), la Beata ingresó en la Tercera Orden Franciscana e intensificó su vida de oración y de penitencia, dirigida espiritualmente por el Padre Buenaventura Rizo Patrón, franciscano, que sería ordenado obispo de Salta en 1862. Pero ella anhelaba consagrarse a Dios por entero. Por eso, en 1859, con ocasión de su profesión en la TOF, emitió el voto de virginidad perpetua y empezó a pensar en la fundación de un Instituto para la instrucción cristiana de la infancia pobre y abandonada.
En 1871 entró en contacto con la Sra. Isidora Ponce de León, que se interesaba vivamente por la erección de un monasterio de carmelitas en Buenos Aires.Al año siguiente, María del Tránsito la siguió hasta Buenos Aires e ingresó en el monasterio el 19 de marzo de 1873, el mismo día en que fue inaugurado. Pero su compromiso ascético se reveló superior a sus fuerzas físicas, cayó enferma y, por razones de salud, tuvo que abandonar la clausura en abril de 1874. En septiembre de aquel mismo año, creyéndose suficientemente recuperada, ingresó en el convento de las religiosas de la Visitación de Montevideo, pero también allí cayó enferma pocos meses des- pués.
La Beata acepta todo con admirable resignación, abandonándose cada vez con más confianza en las manos de la Divina Providencia. Contemporáneamente, vuelve a emerger su idea de una fundación educativa y asistencial al servicio de la infancia. Varios franciscanos la alientan a ello y D. Agustín Garzón le ofrece una casa y su colaboración y la pone en contacto con el P. Ciríaco Porreca, OFM, de Río Cuarto.
El día 8 de diciembre de 1878, obtenida la aprobación eclesiás- tica de su proyecto de fundación y de las constituciones y después de unos ejercicios espirituales predicados por el P. Porreca, María del Tránsito Cabanillas, en compañía de sus dos compañeras Teresa Fronteras y Brígida Moyano, pone en marcha la Congregación de las Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas de la Argentina. A petición de la Fundadora, el P. Ciríaco Porreca, OFM, es nombrado director del Instituto. El 2 de febrero de 1879 María del Tránsito Cabanillas y sus dos primeras compañeras emiten la profesión religiosa y el día 27 de aquel mismo mes y año escriben al
P. Bernardino de Portogruaro, Ministro general de la Orden de Frailes Menores, solicitándole la agregación de su Instituto a la Orden Franciscana. El P. Bernardino de Portogruaro les responde afirmativamente el día 28 de enero de 1880.
La nueva Congregación tuvo inmediatamente una floración de vocaciones, de manera que todavía en vida de la Fundadora se inauguró el colegio de Santa Margarita de Cortona en San Vicente, así como el del Carmen en Río Cuarto y el de la Inmaculada Concepción en Villa Nueva.
La Beata guiaba el floreciente Instituto con admirable sabiduría, pero sus fuerzas físicas iban cediendo gradualmente a las fatigas de cada día y a los rigores ascéticos. El 25 de agosto de 1885 moría santamente, como había vivido durante toda su vida, dejando en herencia heroicos ejemplos de humildad y de caridad al servicio sobre todo de la infancia, de los pobres, de los enfermos y de sus hermanas.En su currículo espiritual deben subrayarse sobre todo la prudencia, la paciencia, la fortaleza de ánimo para afrontar las múltiples pruebas de la vida, su asidua actividad enseñando el catecismo y atendiendo a la infancia abandonada, su amor a la pureza y la confianza en la Divina Providencia, que le respondía con frecuencia con signos sorprendentes.
Como Fundadora, la Beata supo infundir en sus hijas el espíritu sobrenatural, la generosidad, el amor a la infancia, el espíritu de penitencia y de mortificación.
Su Santidad Juan Pablo II declaró la heroicidad de las virtudes de la Beata el día 28 de junio de 1999.
Su Santidad Juan Pablo II la beatificó el 14 de abril del 2002, y estableció que su fiesta se celebre el 25 de agosto
Reproducido con autorización de Vatican.va

Luis Baba, Beato

Mártir, 25 de agosto

Luis Baba, Beato

Luis Baba, Beato

Mártir

Martirologio Romano: En Shimabara, de Japón, beatos mártires Miguel Carvalho, de la Compañía de Jesús; Pedro Vázquez, de la Orden de Predicadores; Luis Sotelo y Luis Sasanda, presbíteros, y Luis Baba, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que fueron quemados vivos a causa de su fe en Cristo (1624).
Fecha de beatificación: por Pío IX el 7 de julio de 1867

Luis Baba, mártir en el Japón, nació de una familia japonesa de antigua tradición católica y fue el catequista predilecto de Fray Luis Sotelo, franciscano. Por su celo y sus capacidades catequísticas fue escogido por él como compañero de misión en los muchos y largos viajes, una experiencia que lo confirmó siempre más en su propósito de prodigarse para el servicio de la fe. De regreso de España visitó a México y luego llegó a las islas Filipinas.
La última parte del viaje de Manila a Nagasaki se realizó en un junco de japoneses, los cuales, temiendo comprometerse por haber transportado al país misioneros (era el tiempo de la dura persecución), los entregaron sin más a las autoridades, que los arrestaron y en 1622 los enviaron a Omura, donde el catequista Luis vio realizarse su antiguo deseo de ser admitido a la Tercera Orden de San Francisco y vestir su hábito.
La mañana del 25 de agosto de 1624 el gobernador de Omura notificó a Luis Baba y a otros cuatro prisioneros la sentencia que los condenaba al suplicio del fuego. Ante esta noticia el ánimo de ellos se sintió pleno de gozo y juntos dieron gracias a Dios. Antes de ser conducidos al suplicio, el gobernador los sometió a un interrogatorio preguntándoles sus nombres y su especialidad. Por todos respondió el Beato Luis Sotelo: “estos dos padres pertenecen uno a la Orden de Santo Domingo y el otro a la compañía de Jesús y se llaman Pedro Vásquez y Miguel Carvalho. De estos dos japoneses, uno es sacerdote y religioso de mi Orden, el otro, Luis Baba, antes era catequista, y yo en la prisión lo recibí en la Orden de la Penitencia de San Francisco. Todos nosotros predicamos la fe en Jesucristo y estamos prontos a morir en testimonio de esta fe”.
El gobernador tomó nota de esta declaración y los santos confesores de la fe fueron conducidos al lugar de la ejecución cerca de Omura donde habían muerto mártires también el Beato Apolinar Franco y sus compañeros. A lo largo del viaje no cesaron de predicar a Jesucristo. Al llegar al lugar establecido fueron atados a los postes y se encendieron las hogueras. El mártir Luis Baba, sintiendo aflojarse los lazos que lo mantenían atado pasó entre las llamas y se arrodilló delante del Beato Luis Sotelo para recibir su última bendición, luego regresó tranquilamente a su poste y esperó allí la muerte sonriente.

Aredio de Limoges, Santo

Abad, 25 de agosto

Aredio de Limoges, Santo

Aredio de Limoges, Santo

Abad

Martirologio Romano: En Attane, en el territorio de Limoges, en Aquitania, san Aredio, abad, que compuso una Regla llena de sabiduría para el cenobio que había fundado, extraída de los escritos de distintos autores de vida monástica (591).

Limoges sobre 510 ó 516 - †Saint-Yrieix-la-Perche, 25 de agosto de 591

Abad en Limoges y canciller de Teodeberto II, el rey de Austrasia, en el siglo VI. Fundador del monasterio de Attanum, y las comunas francesas conocidas como St. Yrieix (nombre con el que se conoce a este santo en Francia). Entre ellas se encuentran Saint-Yrieix-les-Bois, Saint-Yrieix-la-Perche y Saint-Yrieix-la-Montagne.
Aredio fue hijo del terrateniente Jucundus y su mujer Pelagia. Crecío en la corte de Teodeberto I de Austrasia. Le eligieron canciller alrededor del año 540. El obispo de Trier, le animó a entrar en un monasterio. Tras recibir la tonsura, durante la canción de un salmo, se sentó una paloma sobre su cabeza y se quedó un rato con él en el monasterio. Después de la muerte de su padre y su hermano, alrededor al año 540 o 545, volvió a su tierra y se ocupó de los bienes de la familia. Allí, en Attane, fundó en 564/572 un monasterio bajo la regla de San Basilio con delegaciones en Vigeois y Excideuil en el Périgord. Como peregrino visitó las tumbas de Julián de Brioude, de Radegundis de Poitiers y de San Martín de Tours. Durante sus viajes adquirió varios relicarios, -por ejemplo de San Martín-, y realizó algunos milagros.
Coleccionó relatos de milagros que más tarde se los pasó a su amigo Gregorio de Tours. Él menciona a Aredio brevemente en su obra «Historia Francorum». Otro amigo, el poeta Venantius Fortunatus honraba a Aredio con un poema en el año 576.
La carrera anterior de canciller, le permitió realizar una cierta actividad diplomática. Después de la muerte de Chilperico I de Aquitania, intercedió entre el duque Desiderio y el rey Gontrán I de Francia, lo que resultó en el tratado de Andelot en el 28 de noviembre de 587.
Aredio murió de tifus en una edad mayor y fue enterrado en la iglesia de su monasterio.

Luis Urbano Lanaspa, Beato

Presbítero y Mártir, 25 de agosto

Luis Urbano Lanaspa, Beato

Luis Urbano Lanaspa, Beato

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Valencia, de España, beato Luis Urbano Lanaspa, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que llevó a cabo una gloriosa prueba por Cristo (1936).
Fecha de beatificación: El 11 de marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II lo beatificó junto a otros 232 mártires de la persecución religiosa en España.

Nace el 3 de junio de 1882. Cursa los primeros estudios en los Escolapios de Zaragoza. A los 14 años ingresa en el Seminario conciliar para dar comienzo los estudios de Filosofía, y ejerce de sacristán en la iglesia de las monjas dominicas de santa Inés.
Toma el hábito de santo Domingo el día 30 de octubre de 1898 en Padrón, La Coruña (Provincia dominicana de España). Estuvo en los conventos de Corias (Asturias) y san Esteban de Salamanca.
Fue ordenado sacerdote el 22 de septiembre de 1906.
Simultanea la carrera eclesiástica con la carrera de Ciencias Físicas obteniendo el doctorado en la Universidad central de Madrid.
El año 1912, para restaurar la Provincia de Aragón, viene a Valencia en donde desplegará su actividad con la máxima competencia como predicador, profesor, escritor, director de almas y promotor de la beneficencia social.
Embarca para Santiago de Chile, Perú y Ecuador como orador sagrado del Legado Pontificio Cardenal Juan Bautista Benlloch y Vivó. Es agraciado con el título de Predicador General en la Orden y la Corona de España le otorga el título de Predicador de su Majestad.
Es merecedor del grado de Maestro en Teología. Entre otras publicaciones, en 1914 escribe sobre ecumenismo presentando a Santo Domingo como modelo para los ecumenistas.
Promueve la fundación del Colegio-Asilo San Joaquín y de la Policlínica de San Vicente Ferrer. Es muy consciente de hacer toda su obra social sólo por Dios, pues piensa y dice muchas veces que, si llega la revolución, lo matarían aplastándolo como un gusano.
La tarde del domingo, 19 de julio de 1936, abandona el Convento y se aloja en el domicilio de familias amigas de la Comunidad. El día 23 se produce el primer aviso e intento de detención.
Es detenido a primera hora de la tarde del día 21 de agosto. Esa misma tarde lo asesinan.
Sus restos mortales reposan desde 1942 en la cripta lateral del altar de Santo Domingo de la Basílica San Vicente Ferrer en Valencia.

María Troncatti, Beata

Misionera, 25 de agosto

María Troncatti, Beata

María Troncatti, Beata

Misionera Salesiana

Martirologio Romano: En Sucúa, provincia Morona Santiago (Ecuador), Beata María Troncatti, religiosa profesa de la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora ( 1969)

María Troncatti nació en Cortegno Golgi (Brescia, Italia) el 16 de febrero de 1883. Creció feliz, trabajando duramente en su numerosa familia, dividiendo su tiempo entre la granja y el cuidado de sus pequeños hermanos y hermanas, en la cálida y afectuosa atmósfera creada por sus padres ejemplares. Acudía regularmente al catecismo en su parroquia, donde desarrolló un espíritu profundamente cristiano, que le abrió su corazón a los valores de la vocación religiosa.
Primera profesión en Nizza Monferrato
Sin embargo, por obediencia a su párroco, ella esperó hasta alcanzar la mayoría de edad para solicitar ser admitida en el Instituto de las Hermanas Salesianas. Hizo su primer profesión en 1908 en Nizza Monferrato. Durante la Primer Guerra Mundial (1915-18), Sor María tomó un curso de cuidados sanitarios en Varazze y trabajó como enfermera de la Cruz Roja en el hospital militar. Esta experiencia probaría ser muy valiosa en el curso de su larga vida misionera en la selva amazónica en Ecuador.
Misionera en Ecuador
Partió para Ecuador en 1922 donde fue enviada a trabajar entre el pueblo Shuar donde, junto con otras dos monjas, ella inició el difícil trabajo de evangelización. Ellas enfrentaron peligros de todo tipo, incluso los causados por las fieras de la selva y por la fuerte correntada de los ríos que debían ser vadeados o cruzados en frágiles "puentes" fabricados con enredaderas o en hombros de los indios.
Enfermera, cirujana, dentista
Macas, Sevilla de Don Bosco, Sucúas, son algunos de los "milagros" del trabajo de Sor María Troncatti que todavía florecen. Ella fue enfermera, cirujana, ortopedista, dentista, anestesista. Pero, sobre todas las cosas, ella fue catequista y evangelizadora, rica en los maravillosos recursos de la fe, la paciencia y el amor fraternal.
Promoción de la mujer Shuar
Su trabajo por la promoción de la mujer Shuar dio sus frutos en cientos de nuevas familias cristianas formadas, por la primera vez, a través de la elección libre personal por parte de las parejas jóvenes.
Sor María murió en un trágico accidente aéreo en Sucúa (Morona Santiago), el 25 de agosto de 1969. Sus restos descansan en Macas, en la provincia de Morona Santiago (Ecuador).
Una milagrosa intercesión
Josefa Yolanda Solorzano Pisco, de Buenos Aires de Rocafuerte (Provincia de Manabí, Ecuador), madre de cinco hijos, en el año 2002 contrajó de una de las formas más peligrosas de malaria, la Plasmodium falciparum, y enseguida desarrolló un proceso degenerativo irreversible. Los médicos le concedían pocos días e, incluso, pocas horas de vida.
Viendo acercarse la muerte, Josefa hizo venir a un sacerdote salesiano para poner en orden su vida sacramental, porque sólo estaba casada por lo civil. "Padre, cásenos ante Dios", le pidió. Pero el padre Edgar Ivan Segarra, especialmente conmovido al pensar en los cinco niños que iban a quedar huérfanos, organizó una novena de oración pidiendo la intercesión de la Sierva de Dios María Troncatti, misionera salesiana durante 44 años en las selvas ecuatorianas, nacida en Italia en 1883 y fallecida en accidente de avión en 1969.
En pocos días, sin ninguna explicación médica, Josefa se curaba completamente.
"Es un milagro que confirma el valor de la familia", se ha dicho en las comunidades salesianas. Y es que uno de los grandes éxitos de María Troncatti entre los indios shuar de la selva ecuatoriana fue conseguir que las familias se formaran con el consentimiento cristiano del esposo y la esposa, en una cultura que no apreciaba esto.
La diócesis de Puertoviejo, en Ecuador, pidió en 2008 que la Congregación de las Causas de los Santos analizase el milagro en Roma. El 7 de abril de 2011 los siete doctores de la consulta médica, por unanimidad, declararon que la curación era científicamente inexplicable. Fue beatificada el 25 de noviembre de 2012.

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92411 > Sant' Ebba di Coldingham Principessa, badessa 25 agosto
94149 > Sant' Edberto (Egberto) Re del Northumberland 25 agosto
67500 > Sant' Erminia (Ermina) Venerata a Reims 25 agosto
91784 > Sant' Eusebio di Roma Martire 25 agosto MR
67450 > San Genesio di Arles Vescovo e martire 25 agosto MR
67600 > San Genesio di Brescello 25 agosto
67650 > San Genesio di Roma Martire 25 agosto
67410 > San Geronzio Vescovo 25 agosto MR
91757 > Santi Giulio e Ermete 25 agosto
29050 > San Giuseppe Calasanzio Sacerdote 25 agosto - Memoria Facoltativa MR
67460 > San Gregorio di Utrecht Abate 25 agosto MR
29000 > San Ludovico (Luigi IX) Re di Francia 25 agosto - Memoria Facoltativa MR
93232 > Beato Luigi Urbano Lanaspa Sacerdote domenicano, martire 25 agosto MR
90613 > Beata Maria del Transito (Cabanillas) di Gesù Sacramentato 25 agosto MR
90100 > Beata Maria Troncatti Religiosa 25 agosto
67430 > San Mena Patriarca di Costantinopoli 25 agosto MR
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93144 > Beato Paolo Giovanni Charles Sacerdote e martire 25 agosto MR
90253 > Santa Patrizia di Costantinopoli Vergine 25 agosto
67575 > San Pellegrino Martire 25 agosto MR
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90889 > Beato Pietro Vazquez Martire 25 agosto MR
67420 > San Severo di Agde Abate 25 agosto MR
67470 > San Tommaso Cantelupe Vescovo 25 agosto MR

 

IN:  WWW.SANTIEBEATI.IT

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