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Nº 1563
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Nº 1563-1 - (47-13)
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Nº 1563-1 – (46-13)
Mártires (309)
Às portas de Cesareia da Palestina, residência do governador romano, apresentaram-se um dia cinco Egípcios jovens. Voltavam da Cilícia (Turquia), aonde tinham acompanhado, para os reconfortar, compatriotas cristãos condenados às minas. Aos guardas, que lhes faziam perguntas, dirigiram eles uma linguagem tão estranha que foram tidos como suspeitos e levados ao governador Firmiliano.
- Quem sois vós? – Perguntou-lhes.
- Elias, Jeremias, Isaías, Samuel e Daniel – respondeu Elias que falava em nome de todos. Eram nomes desconhecidos no Império Romano; tinham-nos tomado do baptismo; ora Firmiliano não lia o Antigo Testamento.
- Donde sois? – prosseguiu.
- Somos da Jerusalém do alto.
- E onde é essa Jerusalém do alto? – perguntou o governador que nem sabia com certeza onde era a Jerusalém de baixo, uma vez que este nome tinha sido substituído dois séculos antes por Élia Capitolina.
- Está do lado do Oriente, pois é no Oriente que nasce o sol, e Jesus é para nós o Sol da justiça, a Luz que brilha nas trevas (Jo 1, 5).
- Mas, afinal, qual é o vosso ofício? – perguntou Firmiliano que nada entendia dessa linguagem esotérica, se é que não se defrontava com inimigos de Roma, vindos do Oriente.
- Somos cristãos; fazemos profissão de servos de Cristo, no qual pusemos a nossa esperança e o nosso amor.
Desta vez o governador compreendeu; e mandou que os decapitassem. Isto mesmo é que eles procuravam: como não desejar sair deste mundo para entrar noutro melhor? Não pensavam eles nos seus amigos, de quem há pouco se tinham despedido, nesses irmãos que eram tratados pior que animais nas minas da Cilícia?
O historiador Eusébio de Cesareia é quem nos informa disto; estava nas vizinhanças quando, no ano de 309, eles foram justiçados.
Mártires de Cesarea de Palestina, Santos
Mártires
Mártires de Cesarea de Palestina, Santos
Martirologio Romano: En Cesarea de Palestina, santos mártires Elías, Jeremías, Isaías, Samuel y Daniel, cristianos egipcios que, por haber servido a los confesores condenados a las minas, fueron apresados por el prefecto Firmiliano, en tiempo de Galerio Maximiano, y, después duros tormentos, les degollaron. Tras ellos fueron martirizados Pánfilo, presbítero; Valente, diácono de Jerusalén; y Pablo, oriundo de la ciudad de Iamnia, que habían permanecido dos años en la cárcel, así como Porfirio, siervo de Pámfilo; además de Seleuco, capadocio que ostentaba un grado en la milicia; y Teodulo, anciano de la familia del prefecto Firmiliano. Finalmente, el capadocio Julián, llegado como peregrino en aquel momento, fue denunciado como cristiano por haber besado los cuerpos de los mártires y, por orden del prefecto, quemado a fuego lento (309). El año 309, cuando los emperadores Galerio Maximiano y Máximo llevaban adelante la persecución comenzada por Diocleciano, cinco egipcios fueron a visitar a los confesores de la fe, condenados a trabajos forzados en las minas de Cilicia. A su regreso les detuvieron los guardias a las puertas de Cesarea, en Palestina. Los cinco confesaron al punto que eran cristianos y declararon el motivo de su viaje. Al día siguiente, comparecieron ante el gobernador Firmiliano, junto con San Pánfilo. El juez, según su costumbre, ordenó que los cinco egipcios fuesen torturados en el potro, antes de ser juzgados. Después de que habían sufrido ya muchos suplicios, el gobernador preguntó al que hacía cabeza, su nombre y su nacionalidad. El mártir respondió que su nombre de bautismo era Elías, y que sus compañeros se llamaban Jeremías, Isaías, Samuel y Daniel. Como Firmiliano le preguntase nuevamente por su nacionalidad, Elías contestó que eran ciudadanos de Jerusalén, refiriéndose a la Jerusalén celestial, verdadera patria de todos los cristianos. El gobernador ordenó a los verdugos que torturasen a Elías, quien fue azotado con las manos atadas a la espalda y los pies brutalmente aplastados en yugos de madera. Después el gobernador mandó que los cinco fuesen decapitados. La orden se ejecutó inmediatamente. Porfirio, joven sirviente de san Pánfilo, juró que los cuerpos de su amo y de los otros mártires no quedarían sin sepultura. Enterado de tal audacia, Firmiliano le hizo arrestar. Como Porfirio confesara que era cristiano y se negara a sacrificar a los dioses, el juez le mandó azotar tan cruelmente, que los huesos y las entrañas del mártir quedaron al descubierto. Porfirio sufrió la tortura sin exhalar un gemido. Entonces el tirano ordenó que se encendiese una hoguera en forma de círculo, en cuyo centro fue colocado Porfirio. Ahí estuvo durante varias horas cantando alabanzas al Señor e invocando el nombre de Jesús, hasta que la muerte puso fin a su lento y glorioso martirio. Los soldados vieron que Seleuco, uno de los testigos del martirio, aplaudía la constancia de Porfirio; le condujeron, pues, ante el gobernador, quien le mandó decapitar inmediatamente. La historia de estos santos es de gran interés para todos los especialistas de hagiografía cristiana, ya que la cuenta Eusebio, el padre de la historia eclesiástica, quien vivía entonces en Cesarea y era amigo personal del mártir Pánfilo. En señal de devoción a su amigo, el historiador gustaba de llamarse «Eusebio (el discípulo) de Pánfilo».
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ONÉSIMO, Santo
HONESTO, Santo
FILIPA MARERIA, Beata
JOSÉ ALLAMANO, Beato
Juliana, (ou Ileana) Mártir, Santa
Virgem e Mártir
Juliana, (o Ileana) Mártir, Santa
Martirologio Romano: En la Campania, santa Juliana, virgen y mártir (s. inc.). Cuando llegó la paz de Constantino, la matrona Sofronia tomó las reliquias del cuerpo de la mártir Juliana con la intención de llevarlas consigo a Roma. Por una tempestad, tuvo que desembarcar en Puzoli donde le edificó un templo que luego destruyeron los lombardos. Las reliquias se vieron peligrar y prudentemente se trasladaron a Nápoles donde reposan y se veneran con gran devoción. En Nicomedia tuvieron lugar los hechos, de mil maneras narrados y con toda clase de matices comentados, en torno a esta santa que hizo un proyecto de su vida contrapuesto al deseado por su padre. Los narraré escuetamente adelantando ya que fue por la persecución de Maximiano. Juliana es hija de una conocida familia ilustre pero con un padre pagano metido en el ejercicio del Derecho - que cuando llega el momento llega a convertirse en perseguidor de los cristianos - y una madre agnóstica. Ella, por la situación del entorno familiar nada favorable para la vivencia cristiana, se ha hecho bautizar en secreto. Además se le ha ocurrido entregarse enteramente a Cristo y no entra el casamiento en sus planes de futuro. Este es el marco. La dificultad del caso comienza cuando Eluzo, que es un senador joven, quiere casarse con Juliana. La cosa se pone aún más interesante porque, conociendo que Eluzo bebe los vientos por su hija, ya ha concertado el padre el matrimonio entre el senador y la joven, comprometiendo su honorabilidad. La supuesta novia lo recibe amablemente y con cortesía haciendo gala de su esmerada educación. Pero, al llegar el momento culminante de los detalles matrimoniales, salta sobre el tapete una condición al aspirante con la intención de desligarse del compromiso. No lo aceptará -le dice- mientras no sea juez y prefecto de la ciudad. Claro que eso era como pedir la luna; pero se vio pillada en sus palabras ya que en poco tiempo, gracias a influencias, dinero y valía personal, Eluzo se ha convertido en juez y prefecto de Nicomedia; además, continúa insistiendo en sus pretensiones matrimoniales con Juliana. La doncella mantiene la dignidad dándole toda clase de felicitaciones y parabienes, al tiempo que le asegura no poder aceptar el matrimonio hasta que se dé otra condición imprescindible para cubrir la sima que los separa: debe hacerse cristiano. Ante tamaño disparate es el propio Eluzo quien pondrá al padre al corriente de lo que está pasando y de la «novedad» que se presenta. «Si eso es verdad, seremos juez y fiscal para mi hija». Juliana sólo sabe contestar a su padre furioso que ansía ser la primera dama de la ciudad, pero que sin ser cristiano, todo lo demás lo estima en nada.
«Por Apolo y Diana! Más quiero verte muerta que cristiana». Convertida al cristianismo, se destacó por su entusiasmo y ardor en la difusión de la fe, por lo que fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada el año 305. Su cuerpo fue trasladado a Cumas, en Italia, y posteriormente su reliquias llegaron a España, donde en su honor los condes de Castilla levantaron el célebre monasterio de Santillana (Santa Ileana), uno de los mejores monumentos de la Edad Media española En la conversación tratará a su padre con respeto y amor de hija, pero... «mi Salvador es Jesucristo en quien tengo puesta toda mi confianza». Vienen los tormentos esperados cuando las razones no son escuchadas. Estaño derretido y fuego; además, cárcel para darle tiempo a pensar y llevarla a un cambio de actitud. Finalmente, con 18 años, se le corta la cabeza el 16 de febrero del 308. Alguna vez hay padres «se pasan» al forzar a sus hijos cuando tienen que elegir estado. Esto tiene más complicaciones si razones profundas, como la fe práctica, dificulta la comprensión de los motivos que distancian. ¿No pensaría el padre de Juliana que sin matrimonio y cristiana su hija sería desgraciada? Quizá con viva fe cristiana llegara a vislumbrar que Jesucristo llena más que el dinero, el poder, la dignidad y la fama. Uno de los hechos más característicos de las «Actas», es la discusión que tuvo la santa con el demonio, el cual, disfrazado cono un ángel de luz, trataba de persuadirla para que accediese a los deseos de su padre y de su pretendiente. Por ello, el arte medieval representaba comúnmente a Santa Juliana con una cadena o una cuerda disponiéndose a atar a un demonio alado.
Macário o Grande, Santo
Abade
Macário el Grande, Santo
NOTA: En la actualidad el Martirologio lo recuerda el 19 de enero, en el calendario anterior se lo celebraba el 16 de febrero Martirologio Romano: Conmemoración de san Macario el Grande, presbítero y abad del monasterio de Scete, en Egipto, que, considerándose muerto al mundo, vivía sólo para Dios, enseñándolo así a sus monjes (c. 390). Etimología: Macario = Aquel que ha encontrado la felicidad, es de origen griego. Este santo nació en Egipto por el año 300. Pasó su niñez como pastor, y en las soledades del campo adquirió el gusto por la oración y por la meditación y el silencio. Una mujer atrevida le inventó la calumnia de que el niño que iba a tener era hijo de Macario, el cual, según decía ella, la había obligado a pecar. La gente enardecida arrastró al pobre joven por las calles. Pero él le pidió al Señor en su oración que hiciera saber a todos la verdad, y sucedió que tal mujer empezó a sentir terribles dolores y no podía dar a luz, hasta que al fin contó a sus vecinos quién era el verdadero papá del niño. Entonces la gente se convenció de la inocencia de Macario y cambió su antiguo odio por una gran admiración a su humildad y a su paciencia. Para huir de los peligros del mundo, Macario se fue a vivir en un desierto de Egipto, dedicándose a la oración, a la meditación y a la penitencia, y allí estuvo 60 años y fueron muchos los que se le fueron juntando para recibir de él la dirección espiritual y aprender los métodos para llegar a la santidad. El obispo de Egipto ordenó de sacerdote a Macario para que pudiera celebrarles la misa a sus numerosos discípulos. Después fue necesario ordenar de sacerdotes a cuatro de sus alumnos para atender las cuatro iglesias que se fueron construyendo allí cerca donde él vivía, para los centenares de cristianos que se habían ido a seguir su ejemplo de oración, penitencia y meditación en el desierto. Macario quería cumplir aquella exigencia de Jesús: "Si alguno quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo", y se dedicó a mortificar sus pasiones y sus apetitos. Estaba convencido de que nadie será puro y casto si no les niega de vez en cuando a sus sentidos algo de lo que estos piden y desean. Deseaba dominar sus pasiones y dirigir rectamente sus sentidos. Sentía la necesidad de vencer sus malas inclinaciones, y notó que el mejor modo para obtener esto era la mortificación y la penitencia. Como su carne luchaba contra su espíritu, se propuso por medio del espíritu dominar las pasiones de la carne. A quienes le preguntaban por qué trataba tan duramente a su cuerpo, les respondía: "Ataco al que ataca mi alma". Y si a alguno le parecían demasiadas sus mortificaciones le decía: "Si supieras las recompensas que se consiguen mortificando las pasiones del cuerpo, nunca te parecerían demasiadas las mortificaciones que se hacen para conservar la virtud". En aquellos desiertos, con 40 grados de temperatura y un viento espantosamente caliente y seco, no tomaba agua ni ninguna otra bebida durante el día. En un viaje al verlo torturado por la sed, un discípulo le llevó un vaso de agua, pero el santo le dijo: "Prefiero calmar la sed, descansando un poco debajo de una palmera", y no tomó nada. Y a uno de sus seguidores les dijo un día: "En estos últimos 20 años jamás he dado a mis sentidos todo lo que querían. Siempre los he privado de algo de lo que más deseaban". Dominaba su lengua y no decía sino palabras absolutamente necesarias. A sus discípulos les recomendaba mucho que como penitencia guardaran el mayor silencio posible. Y les aconsejaba que en la oración no emplearan tantas palabras. Que le dijeran a Nuestro Señor: "Dios mío, concédeme las gracias que Tú sabes que necesito". Y que repitiera aquella oración del salmo: "Dios mío, ven en mi auxilio, Señor date prisa en socorrerme". Admirable era el modo como moderaba su genio y su carácter, de manera que la gente quedaba muy edificada al verlo siempre alegre, de buen genio y que no se impacientara por más que lo ofendieran o lo humillaran. A un joven que le pedía consejos de cómo librarse de la preocupación del qué dirán los demás, lo mandó a un cementerio a que les dijera un montón de frases duras a los muertos. Cuando volvió le preguntó Macario: Qué te respondieron los muertos? NO me respondieron nada, le dijo el joven. ¡Entonces ahora vas y les dices toda clase de elogios y alabanzas! El muchacho se fue e hizo lo que el santo le había mandado, y éste volvió a preguntarle: ¿Qué te respondieron los muertos? ¡Padre, nada me respondieron! "Pues mira", le dijo el hombre de Dios: "Tú tienes que ser como los muertos: ni entristecerte porque te critican y te insultan, ni enorgullecerte porque te alaban y te felicitan. Porque tú eres solamente lo que eres ante Dios, y nada más ni nada menos". A uno que le preguntaba qué debía hacer para no dejarse derrotar por las tentaciones impuras le dijo: "Trabaje más, coma menos, y no les conceda a sus sentidos y a sus pasiones el gusto al placer inmediato. Quien no se mortifica en lo lícito, tampoco se mortificará en lo ilícito". El otro practicó estos consejos y conservó la castidad. Macario le pidió a Dios que le dijera a qué grado de santidad había llegado ya, y Nuestro Señor le dijo que todavía no había llegado a ser como la de dos señoras casadas que vivían en la ciudad más cercana. El santo se fue a visitarlas y a preguntarles qué medios empleaban para santificarse, y ellas le dijeron que los métodos que empleaban eran los siguientes: dominar la lengua, no diciendo palabras inútiles o dañosas. Ser humildes, soportando con paciencia las humillaciones que recibían y la pobreza y los oficios sencillos que tenían que hacer. Ser siempre amables y muy pacientes, especialmente con sus maridos que eran muy malgeniudos, y con los hijos rebeldes y los vecinos ásperos y poco caritativos. Y como medio muy especial le dijeron que se esmeraban por vivir todo el día en comunicación con Dios, ofreciéndole al Señor todo lo que hacían, sufrían y decían, todo para mayor gloria de Dios y salvación de las almas. Los herejes arrianos que negaban que Jesucristo es Dios, desterraron a Macario y sus monjes a una isla donde la gente no creía en Dios. Pero allí el santo se dedicó a predicar y a enseñar la religión, y pronto los paganos que habitaban en aquellas tierras se convirtieron y se hicieron cristianos. Cuando los herejes arrianos fueron vencidos, Macario pudo volver a su monasterio del desierto. Y sintiendo que ya iba a morir, pues tenía 90 años, llamó a los monjes para despedirse de ellos. Al ver que todos lloraban, les dijo: "Mis buenos hermanos: lloremos, lloremos mucho, pero lloremos por nuestros pecados y por los pecados del mundo entero. Esas sí son lágrimas que aprovechan para la salvación". Jesús dijo: "Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados (Mt. 5). Dichosos los que lloran y se afligen por sus propios pecados. Dichosos los que lloran por las ofensas que los pecadores le hacen a Dios. Lloremos arrepentidos en esta vida, para que no tengamos que ir a llorar a los tormentos eternos". Y murió luego muy santamente. Llevaba 60 años rezando, ayunando, haciendo penitencia, meditando y enseñando, en el desierto.
Oración
San Macario, santo penitente:
consíguenos de Dios la gracia de hacer penitencia por nuestros pecados en esta vida,
para no tener que ir a pagarlos en los castigos de la eternidad.
Amén
¡Felicidades a quienes tengan este nombre!
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Bernardo de Escammaca
Religioso
Bernardo de Escammaca
NOTA: En la actualidad el Martirologio lo recuerda el 11 de enero, en el calendario anterior se lo celebraba el 16 de febrero. Martirologio Romano: En la ciudad de Catania, en Sicilia (hoy Italia), beato Bernardo Scammacca, presbítero, de la Orden de Predicadores, que se distinguió por su misericordia hacia los pobres y enfermos (1487). Fecha de beatificación: León XII aprobó su culto el 8 de marzo de 1825. Bernardo, antes Antonio, nace en Catania (Sicilia) de familia noble el año 1430. Después de una juventud disipada, postrado por una grave herida recibida en un duelo y movido por la gracia divina, quiso ser inscrito entre los frailes Predicadores el año 1452. Se dedicó con ardor y exclusividad a Dios y se esforzó en conformarse a Cristo crucificado, cuya pasión consideraba devotamente, por medio de una caridad ardiente y frutos abundantes de penitencia. Fue esclarecido en la misericordia al prójimo, especialmente con los enfermos y necesitados, para los que procuró la edificación de un hospital, que todavía existe, con la ayuda de sus nobles conciudadanos y que él mismo dirigió en vida. Fue de los primeros religiosos observantes de Santa Zita de Palermo, prior de Santo Domingo en Catania y después en Palermo y finalmente vicario general de los conventos reformados de Sicilia, dando, por consiguiente, una extraordinaria colaboración a la restauración de la vida regular. Fue predicador ardoroso y llevó muchas personas a Dios. De él dijo Tomás Schifaldo: «Hombre bueno, piadoso y modestísimo, escrutador de todas las conciencias.» Puso su experiencia al servicio de su ministerio apostólico, mostrándose amorosamente compasivo con los pecadores y dando gracias en su oración por la misericordia divina. Murió en Catania, confirmada su vida con numerosos carismas, el 11 de enero de 1487 y allí se venera su cuerpo incorrupto.
Nicolás Paglia, Beato
Presbítero
Nicolás Paglia, Beato
Martirologio Romano: En Perusa, de la Umbría, conmemoración del beato Nicolás Paglia (o Palea), presbítero de la Orden de Predicadores, que recibió de santo Domingo el hábito y la misión de predicar (1256). Fecha de beatificación: Su culto fue confirmado por León XII el 26 de marzo de 1828. Nació a finales del siglo XII en Giovinazzo, cerca de Bari (Italia). Cuando estudiaba en Bolonia fue conquistado por la palabra vibrante de santo Domingo, al que pidió ingresar en su Orden, siendo inmediatamente compañero de su predicación. La limpieza de alma que irradiaba su rostro era un atractivo irresistible para tantos jóvenes a los que atrajo a la vida dominicana. Su palabra era agradabilísima, «gratiosissimus praedicator» según sus contemporáneos, y fue confirmada por numerosos milagros. Fue dos veces prior provincial de la provincia Romana de la Orden, que entonces comprendía desde Roma hacia el Sur de Italia y contribuyó a la fundación de numerosos conventos. Promovió especialmente el estudio de la Sagrada Escritura y de modo especial contribuyó a la compilación de las concordancias bíblicas. Gregorio IX le encargó la visita de algunos monasterios y la predicación de la cruzada contra los sarracenos. Murió en el convento de Perusa, fundado por él, y allí fue sepultado en el año 1256.
Marutas de Martirópolis, Santo
Bispo
Marutas de Martirópolis, Santo
Martirologio Romano: En el reino de los persas, san Marutas, obispo, que, al establecerse la paz de la Iglesia, presidió el concilio de Seleucia, reparó las iglesias destruidas durante la persecución bajo el rey Sapor y colocó las reliquias de los mártires de Persia en la ciudad episcopal, la cual recibió en aquella ocasión el nombre de Martirópolis (antes de 420). Este santo prelado fue un ilustre Padre de la Iglesia siria de fines del siglo IV. Era obispo de Maiferkat, que se encuentra entre el Tigris y el Lago Van, cerca de la frontera de Persia. El santo reunió las actas de los mártires que sufrieron ahí durante la persecución del rey Sapor, y trasladó a su diócesis tal cantidad de reliquias, que la ciudad episcopal acabó por llamarse Martirópolis. Todavía conserva ese nombre [aunque en turco se denomina Silvan] y es una sede titular. San Marutas escribió varios himnos en honor de los mártires. Suelen cantarse en los oficios en los que se emplea la lengua siria. El año 339, Yezdigerdo ascendió al trono de Persia. San Marutas fue entonces a Constantinopla a suplicar al emperador Arcadio que defendiese a los cristianos ante el nuevo monarca. La corte estaba entonces muy ocupada con el asunto de san Juan Crisóstomo. En una carta que San Juan Crisóstomo escribió a santa Olimpia, desde el destierro, le cuenta que había escrito dos veces a san Marutas y le ruega que vaya a visitarlo en su nombre: «Necesito de su ayuda en los asuntos persas. Tratad de averiguar si ha tenido éxito en su misión. Si tiene miedo de escribirme personalmente, decidle que os cuente a vos lo sucedido. No retardéis un solo día vuestra visita». Cuando fue a la corte de Persia como embajador de Teodosio el joven, san Marutas hizo cuanto pudo por conseguir que el rey se mostrase benévolo con los cristianos. El historiador Sócrates dice que, gracias a sus conocimientos de medicina, el santo curó a Yezdigerdo de unas violentas jaquecas; desde entonces, el rey ]e llamó «el amigo de Dios». Los mazdeístas, temerosos de que el rey se convirtiese al cristianismo, recurrieron a un truco. En efecto, escondieron a un hombre debajo del piso del templo. Cuando el monarca fue ahí a orar, el hombre gritó: «Arrojad de este lugar santo a quien ha cometido el sacrilegio de prestar fe a un sacerdote cristiano». Yezdigerdo entonces decidió expulsar a Marutas de su reino, pero el santo le persuadió de que fuese otra vez al templo y mandase levantar el piso para descubrir al impostor. Así lo hizo Yezdigerdo, y el resultado de ello fue que descubierto el impostor, dio a Marutas permiso de construir iglesias en donde quisiera. Como quiera que fuese, Yezdigerdo favoreció ciertamente a san Marutas y, gracias a esa ayuda, éste se dedicó a restablecer el orden entre los cristianos persas. La obra de organización de San Marutas duró hasta la invasión árabe del siglo VII. Pero la esperanza de los cristianos (y el temor de los mazdeístas) de que Yezdigerdo II se convirtiese en "el Constantino de Persia" no llegó a realizarse. La obra de pacificación llevada a cabo por san Marutas fue destruida por la violencia de Abdas, obispo de Susa, quien provocó una nueva persecución al final del reinado de Yezdigerdo. Probablemente para entonces san Marutas ya había muerto puesto que falleció antes que Yezdigerdo, quien murió el año 420. Se le considera como el principal de los doctores sirios, después de san Efrén, a causa de los escritos que se le atribuyen.
94694 > Sant' Archinrico di Montmajour Abate 16 febbraio
41270 > Santi Elia, Geremia, Isaia, Samuele e Daniele e compagni Martiri 16 febbraio MR
90669 > Beata Filippa Mareri 16 febbraio MR
41250 > Santa Giuliana di Nicomedia Vergine e martire 16 febbraio MR
41300 > Beato Giuseppe Allamano 16 febbraio MR
91500 > Beato Mariano Arciero Sacerdote 16 febbraio
92498 > San Maruta Vescovo 16 febbraio MR
90758 > Beato Nicola Paglia Domenicano 16 febbraio MR
91686 > San Panfilo e compagni Martiri di Cesarea di Palestina 16 febbraio MR
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Como decerto hão-de ter reparado, são visíveis algumas mudanças na apresentação deste blogue (que vão continuar… embora não pretenda eu que seja um modelo a seguir, mas sim apenas a descrição melhorada daquilo que eu for pensando dia a dia para tentar modificar para melhor, este blogue). Não tenho a pretensão de ser um “Fautor de ideias” nem sequer penso ser melhor do que outras pessoas. Mas acho que não fica mal, cada um de nós, dar um pouco de si, todos os dias, para tentar deixar o mundo um pouco melhor do que o encontramos, quando nascemos e começamos depois a tomar consciência do que nos rodeia. No fim de contas, como todos sabemos, esta vida é uma passagem, e se Deus nos entregou o talento para o fazer frutificar e não para o guardar ou desbaratar, a forma que encontrei no “talento” de que usufruo, é tentar fazer o melhor que posso, aliás conforme diz o Evangelho.
Outros assuntos que venham aparecendo emergentes dos acontecimentos que surjam tanto em Portugal, como no estrangeiro; e, ainda, alguns vídeos musicais (ou outros) que vão sendo recolhidos através do Youtube e foram transferidos para o meu canal “antónio0491” que se encontra inserido logo após o Título e sua descrição.
Registe-se também que através de Blogs Católicos, União de Blogs Católicos, etc., estou inscrito em muitos blogs que se vão publicando em Portugal, Brasil, e outros países, que, por sua vez, também publicarão este blogue. Há ainda mais algumas alterações que já fiz e vou continuando a efetuar na parte lateral do blogue, retirando ou colocando vários complementos.
Como também já deve ser do conhecimento de muitos, encontro-me inscrito na rede social, Google + Facebook, e outros, individualmente e, também ali poderão encontrar este blogue. O meu correio electrónico foi modificado e será inscrito no início de cada página (pelo menos na primeira, de cada dia).
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