| Juan (Giovanni) Piamarta, Beato |                                                                                                                          | Fundador, Abril 25 |                                                                                                                          | 
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Congregação da Sagrada  Familia de NazaretEm 12 de Outubro de 1997 , S.S. João  Paulo II, depois de uma rigorosa investigação e um minucioso  processo canónico, adjudicou a Giovanni Piamarta a honra dos  altares nomeando-o beato.
O Beato Giovanni Battista Piamarta, nascido em Brescia  em 1841 duma familia pobre artesã, se sentirá impulsionado  a abraçar a causa dos órfãos e dos  jóvens não só pela indigência infantil, senão também pela filantropía evangélica e pelo espírito de León XIII, o Papa dos operários e da "Rerum Novarum"  (1891).
 Debía poseer una excepcional sutileza selectiva, aquel Don Pancracio Pezzana,  párroco de Vallio, que apreció los requisitos vocacionales de aquel  muchacho, que emprendería la cartea eclesiástica sin ningún propósito calculador,  sino con la única pasión de hallar la felicidad en  el servicio gratuito a los últimos. El nunca querría elevarse  al rol de protagonista en la compleja realidad eclesiástica bresciana.
La  Divina Providencia lo había esignado "manager" de la caridad y  de la sociabilidad, tras de los turineses Don Bosco y  Murialdo y del bresciano Pavoni, de quien, bajo cierto aspecto,  recogerá la herencia. Los hombres lo hubiesen querido como un  artesano perfecto, ojalá peluquero como lo fuera el padre, o  colchonero refinado al estilo de Zanolini.
Otras voces evangélicas, otras  instancias desde lo alto y desde abajo lo llamaron a  su auténtica vocación humanitaria.
Puesto a prueba por la indigencia familiar  y por la muerte prematura de la extraordinaria madre, se  templó sin lloriqueos en el brioso ambiente del Oratorio bresciano,  donde un innato anticonformismo y una espontánea religiosidad fueron canalizados  por el camino de una sólida formación católica.
A imagen y  semejanza de Don Bosco, él se inserta en el contexto  de su tiempo y percibe las exigencias de la clase  obrera y campesina en el período final del siglo XIX.
En el andar de este hombre, falto de títulos académicos,  pero doctorado en amor, hallamos un ejército de personas, de  las cuales no podemos prescindir: Mons. Bonomelli, obispo de Cremona,  había sido su profesor de teología y lo había ayudado  a romper el pequeño "guetto" de sacristía para mirar "en  grande" los problemas del hombre; Mons. Pietro Capretti, el "leader"  del movimiento católico bresciano, que le inspiró varios proyectos y  no le regaló sólo buenos consejos, sino también conspicuas ayudas  económicas; y luego el grupo de laicos comprometidos como Giuseppe  Tovini, Giorgio Montini, padre de Paulo VI, y Luigi Bazoli,  a los cuales probablemente el P. Piamarta debe no sólo  el apoyo económico, sino también una equilibrada selección de fidelidad  creativa a las reglas de la Santa Sede (piénsese en  la feliz fórmula "preparación en la abstención").
Siguiendo la huella  del venerable Pavoni, cuya obra providencial para los aprendices se  había derretido bajo el calor candente del anticlericalismo del "Risorgimento",  el P. Piamarta creó hace cien años el Instituto Artigianelli  (3 de diciembre de 1886).
La iniciativa no bastó para su  fervor de sociabilidad evangélica. La caridad cristiana es como el  fuego, que salta de una rama a otra e incendia  el bosque. En 1895, junto con Bonsignori, fundó la Colonia  Agrícola de Remedello Sopra, que transformó una tierra casi árida  como un desierto, en edén de fecundidad y bienestar.
En mayo  de 1902 el Padre de los "Artigianelli" (Pequeños Artesanos) es  el fundador de la Sagrada Familia de Nazaret, la Congregación  masculina destinada a recoger su herencia moral. Algunos años después,  en pía solidaridad con Elisa Baldo, da inicio a las  Humildes Siervas del Señor. Estas dos ramas religiosas, que se  adecuaron a continuación con las normas del derecho canónico y  se pusieron al día con la urgencia de los tiempos,  mantienen viva la llama del P. Piamarta, que se dirige  hacia los altares.
Algunas memorias, aún todas por verificar, sostienen que  en su curso de estudios no brillase por un alto  coeficiente intelectual.  Sin embargo, este cura de Ars bresciano  fue un creador de cultura y emprendió afortunadas iniciativas en  el campo tipográfico editorial, imprimiendo en su imprenta artesanal diarios  y periódicos, monografías apologéticas y libros de formación de vasta  resonancia, apoyando la propaganda de las sociedades obreras (¡la buena  sangre no miente!).
Su promocionalidad creativa ni siquiera rozó el rumor  del dinero. Su obra se desarrolló bajo la insignia de  la alegre pobreza franciscana.
Afligido por una salud enfermiza se le  pronosticó una corta vida.
Llegó a los ?2 años y bajó  a la tumba el 25 de abril de 1913, al  cabo de un ritmo tan intenso de vida, que habría  abatido constituciones más robustas. Tenía mente de padre y corazón  de madre, fuerza de caudillo y dulzura digna de S.  Francisco de Sales y alegría como la de S. Filippo  Neri, el buen "Pippo" de los chistes y de las  burlas.
Un amigo. escritor, alérgico al agua santa y bien conocido  por una historia de Italia de muy gustoso corte periodístico,  hace algún tiempo desahogaba su malhumor, diciéndome: "La Iglesia está  desahuciada: las ha hecho de demasiados colores".
La réplica es fácil.  Ninguna sociedad ha generado una galería tan tupida de benefactores  de la humanidad como el catolicismo.
Hombres como el P. Piamarta  valen bastante más que una enciclopedia apologética. Su aventura humana  es una apología viviente.
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