quarta-feira, 10 de junho de 2009

11 DE JUNHO

Bernabé, Santo
(Barnabé)
Apóstolo, Junho 11
Bernabé, Santo
Bernabé, Santo

Apóstolo

José, chamado pelos Apóstolos Bernabé, que quer dizer filho de consolação, levita, natural de Chipre, tinha um campo; vendeu-o e levou o dinheiro aos pés dos Apóstolos”. Assim no-lo apresentam Os Actos dos Apóstolos. Antigas fontes referem que Bernabé, chamado Apóstolo pelos mesmos Actos, ainda que não pertencesse aos Doze, foi provavelmente um dos setenta discípulos dos que fala o Evangelho. Em todo o caso é uma figura de primeiro plano na fervorosa comunidade cristã, que se formou em Jerusalém depois de Pentecostes. Os Apóstolos tinham muito apreço a Bernabé e o escolheram para a evangelização de Antioquía.
Bernabé é o homem das grandes intuições. Em Antioquía se deu conta imediatamente de que esse era um terreno apto para semear a palavra de Deus. Foi dizê-lo a Jerusalém e pediu a aprovação para ir em busca do neo-convertido Saulo (Paulo), tirando-o de seu retiro em Tarso. Assim começou sua extraordinária associação. Depois de um ano de trabalho, tinham logrado tantas conversões que “fizeram notícia”, como se diría hoje em linguagem periodísta. Dizem os Actos dos Apóstolos: “Pela primeira vez os discípulos tomaram o nome de cristãos em Antioquía”.
Saulo, que ahora prefería usar el nombre romano de Pablo, y Bernabé, satisfechos por haber abierto el camino al anuncio evangélico entre los paganos, partieron hacia otros lugares. Primera etapa Chipre, patria de Bernabé, que había llevado consigo a su joven primo Juan Marcos, el futuro evangelista. Otra magnifica elección, aunque más tarde, al comienzo del segundo y más peligroso viaje misionero, el joven no estaba muy decidido y Pablo no creyó oportuno cambiar el programa, y prefirió separarse inclusive de Bernabé, que se quedó en Chipre.
Pablo y Bernabé, dos personalidades diferentes, que se complementan mutuamente. En Listra, al final del primer viaje misionero, durante la predicación Pablo notó la presencia de un pobre tullido. “Levántate y camina”, le dijo. Y el tullido quedó curado. “La muchedumbre, al ver lo que Pablo había hecho, comenzó a gritar: ¡Los dioses en forma humana han bajado hasta nosotros! Y a Bernabé lo llamaban Júpiter, y a Pablo Mercurio, porque era el más elocuente de los dos”. A Bernabé se le atribuye la paternidad de la Carta paulina a los Hebreos y de otro escrito, llamado El Evangelio de Bernabé, ahora perdido. Después que se separó de Pablo, no se tienen más noticias de Bernabé. Escritos apócrifos hablan de un viaje a Roma y de su martirio, hacia el año 70, en Salamina, por mano de los judíos de la diáspora que lo lapidaron.
Paola Frassinetti, Santa
Fundadora, Junho 11
Paola Frassinetti, Santa
Paola Frassinetti, Santa

Virgem, Fundadora da Congregação de Santa Dorotea

Paula Frassinetti é filha de Deus desde o día de seu nascimento, em 3 de Março de 1809, recibendo o Baptismo neste mesmo día na Paróquia de Santo Estêvão de Génova, sua cidade natal.
Nace después de José y Francisco. Paula crece serena en la casa paterna, que se verá alegrada después con el nacimiento de Juan y Rafael. Su madre es el ejemplo más vivo de virtud y la pequeña se abre delicadamente a la gracia divina que obra en ella maravillas. Según el plan de Dios, Angela, su buena madre no tendrá tiempo de ver los proyectos de Dios sobre su hija. Morirá dejando a Paula, todavía en la edad del juego, al cuidado de la casa. Son días de desorientación y dolor. Paula tiene 9 años. No se ahorra fatigas y tiene con su padre, Juan Bautista, y con sus hermanos atenciones amorosas y delicadas, que le exigen no pocas renuncias y sacrificios. Su Primera Comunión y el sacerdocio de su hermano José son momentos de profunda reflexión para ella, que ya siente en su corazón la llamada divina. En la familia aprende a leer y a escribir y recibe la base de su formación. Su hermano José, avanzado ya en los estudios de Teología, le habla de las cosas de Dios y Paula escucha y acoge la palabra de Dios que penetra en su corazón. Percibe la llamada para seguir más de cerca al Señor y en ella resuenan profundamente las palabras del Maestro: «Quién ama a su padre y a su madre más que a mí, no es digno de mí». Pero... hay un pero. Su padre no está de acuerdo: ¿Qué hará sin su Paulina? Y Paula se ve obligada a acallar ese deseo, esperando la hora de Dios. Y llega la ocasión. A los 19 años experimenta un momento de cansancio dado el ritmo de vida agobiante al tener que desempeñar el papel de madre en la familia. Su hermano Don José, ya Párroco de un pueblecito de la costa ligur la hospeda durante algún tiempo. El aire puro de Quinto es un buen remedio para su salud delicada. La vida en la parroquia es para ella un campo de aprendizaje de obras de bien, y poco a poco, con su cordial afabilidad atraerá a las jóvenes de aquel lugar. Todos los domingos van al campo a hablar de Dios. Los encuentros se repiten con frecuencia y el diálogo se extiende a otras jovencitas. Paula les revela el secreto de una vida dedicada totalmente al Señor y descubre sus aptitudes y su vocación de educadora. En torno a ella se forma un grupo comprometido que vive en comunión de amor. En su mente se clarifica la idea de un nuevo Instituto: así se lo confía a su hermano D. José. Pronto, a pesar de los obstáculos y sufrimientos, el ideal será realidad. Son seis las compañeras que superan los primeros momentos, tan difíciles. Paula está decidida. En el signo de la cruz está el comienzo de su obra, aquella cruz que ella amará durante toda su vida y que le hará exclamar: «Quien más se sacrifica, más ama». Así, el 12 de agosto de 1834, en el Santuario de San Martino in Albaro, siete jóvenes ofrecen su vida a Dios. La Misa la celebra su hermano D. José que las había preparado para ese paso tan importante. Son felices; pocas horas después, pondrían la primera piedra de su Instituto; comenzarían a vivir en comunidad, apoyándose en la única riqueza: Jesucristo. En realidad, no tienen nada, son pobres en la casita de Quinto que han elegido como primera morada. Abren una Escuela para las niñas más pobres y así tienen que trabajar aún de noche, para sobrevivir. No falta el entusiasmo, y de ahí los primeros éxitos de la Escuela. Pero los caminos del Señor no son nuestros caminos: los sufrimientos representan para Paula la prueba de la Voluntad de Dios. El cólera infecta Génova y sus hijas están en primera fila para llevar ayuda y consuelo. En 1835, un sacerdote de la región de Bérgamo, D. Lucas Passi, amigo de D. José, conociendo el celo apostólico de Paula, le propone acoger en su Instituto la Pía Obra de Santa Dorotea, fundada por él con el fin de acercarse a los jóvenes más pobres y necesitados en su ambiente de vida y trabajo. Paula percibe en la originalidad de esa obra su linea educativa y la dimensión apostólica de su consagración y por eso no duda en integrarla en las actividades de su Instituto. Sus hijas no se llamaran ya «Hijas de la Santa Fe» sino Hermanas de Santa Dorotea. Es un momento importante para la vida de aquella comunidad que ve concretarse su inspiración original: «estar planamente disponibles en las manos de Dios para evangelizar a través de la educación, dando preferencia a los jóvenes y a los más pobres». Surgen nuevas casas en Génova y después en el centro de la cristianidad. Apenas siete años después de la fundación, el 19 de mayo de 1841, Paula se encuentra en Roma, acompañada de dos novicias. También aquí surgen nuevas dificultades: la primera casa tiene dos pequeñas habitaciones situadas sobre un establo en el callejon de los Santos Apóstoles. Paula acepta todo, le espera una gran recompensa: será recibida por el Papa Gregogio XVI que se complace en la labor de sus Doroteas. Es feliz: le ha hablado el Señor. Las incomodidades y los sufrimientos aumentan: pobreza y enfermedades afligen a aquellas heróicas hermanas que no tienen una moneda para sus necesidades. En 1844 el Papa confía a Paula la dirección del Conservatorio de Santa María del Refugio, en San Onofrio. La madre con dulzura y caridad da al ambiente un nuevo aspecto y una orientación decisiva para el futuro de la Institución. Por su presencia en ella, la casa de San Onofrio será la sede generalicia. El 1846, un espíritu antirreligioso, más que un pensamiento político invade Italia. En Génova son perseguidas también las Doroteas. Las hijas de Paula viven momentos de fuerte persecución. La tempestad llega también a Roma: Pío IX, sucesor de Gregorio XVI, se ve obligado a refugiarse en Gaeta. Cardenales, Obispos y Prelados se alejan de la capital. Paula permanece sóla al frente de una comunidad numerosa y con fe intrépida supera aquellos momentos dramáticos. La borrasca se calma. Es el año 1850. Paula obtiene la tan deseada audiencia con Pío IX, que para ella es como un padre. Va a Gaeta empujada por el gran amor al Papa y a la Iglesia, recordando así el gesto de Santa Catalina de Siena. Comienza la última etapa de la vida de la Fundadora, que podemos definir como el periodo de la gran expansión, puesto que el Instituto, además de consolidarse en Liguria y en los Estados Pontificios, extiende su obra al resto de Italia y del mundo. De hecho surgen en Roma varios Centros educativos y Paula inicia los trámites para abrir una casa en Nápoles, un internado en Bolonia y un orfanato en Recanati. En 1866 marchan las primeras hermanas misioneras a Brasil. En el mismo año otra meta prometedora: Portugal. Paula anima a sus hijas: «El Señor os llene de su Espíritu y os convierta en otras tantas llamas ardientes que donde tocan encienden el fuego del amor de Dios», les dice. Las dificultades no cesan en el camino de los santos. Paula es una mujer de gran fe «El Señor nos quiere apoyadas sólo en El y si tuviéramos un poco más de fe, cuanto más tranquilas estaríamos en medio de las tribulaciones». Vive el abandono completo a la Voluntad de Dios «única perla que debemos buscar» - dice ella - y que constituye su paraiso: «Voluntad de Dios, eres mi paraiso». En 1878 muere Pío IX, el Papa que en sus numerosos encuentros con la Fundadora, tuvo siempre palabras de estima y de aliento para su obra apostólica. Paula siente que su ajetreada vida terrena va a acabar. Son las primeras horas del día 11 de junio de 1882. Está serena. Su muerte es dulce, tranquila y deja entrever los tesoros de su vida. Invoca a la Santísima Virgen a quien tanto ha amado siempre: «Señora mia, recuerda que soy tu hija». 8 de Junio de 1930, Paula es Beatificada por S.S. Pío XI y el 11 de Marzo de 1984 fue canonizada por Juan Pablo II. Reproducido con autorización de Vatican.va
María Rosa Molas y Vallvé, Santa
Fundadora, Junho 11
María Rosa Molas y Vallvé, Santa
María Rosa Molas y Vallvé, Santa

Fundadora das Irmãs da Consolação

Nasceu em Reus (Tarragona) em 24 de Março de 1815. Cresceu em ambiente familiar de liberdade e responsabilidade que a ajudou a amadurecer sua personalidade muto cedo.
María Rosa, a partir del día de su primera comunión, vive una vida interior profunda, en la que el Señor, a veces, le da a gustar la dulzura inefable de su presencia. «Quien llega a probar cuán dulce es Dios -exclama- no puede dejar de caminar en su presencia». Dios es para ella «Esposo dulce» o simplemente «Dulzura mía». Pero en su experiencia espiritual más frecuentemente predominan «el silencio de Dios» y la dolorosa sensación de la ausencia del Esposo, por quien se desvive. Esta experiencia, que marca su vida, la hace entrar en un camino de humildad y abnegación, de olvido de sí misma y búsqueda incansable de la gloria de Dios y del bien de los hermanos. Es esa la actitud honda de su vida, que expresa cuando repite: «Todo sea para gloria de Dios. Todo para bien de los hermanos. Nada para nosotras». Este es el camino de «humildad, sencillez y caridad, de abnegación y espíritu de sacrificio» que ella dice «son el alma de su Instituto». Es la «humildad de la caridad» la que lelleva a vivir «fascinada por el otro» y a realizar los gestos más heroicos de caridad con la mayor sencillez y naturalidad. En enero de 1841 había entrado en una Corporación de Hermanas de la Caridad, que prestaban sus servicios en el Hospital y la Casa de Caridad de Reus. Allí da pruebas de caridad heroica, en el humilde servicio a los más pobres; allí escucha el clamor de su pueblo, se conmueve y sale en su defensa. El 11 de junio de 1844, asediada y bombardeada la ciudad de Reus por las tropas del General Zurbano, con otras dos Hermanas, atraviesa la línea de fuego, se postra a los pies del General, pide y obtiene la paz para su pueblo. Años después, va con otras Hermanas a Tortosa, donde su campo de acción se amplía. Allí descubre la falsa situación del grupo al que pertenece y experimenta «la orfandad espiritual en que se halla». Su inmenso amor a la Iglesia la lleva a dialogar con sus hermanas, a discernir con ellas los caminos del Señor. El 14 de marzo de 1857, se pone bajo la obediencia de la autoridad eclesiástica de Tortosa. Se encuentra así, sin haberlo deseado nunca, Fundadora de una Congregación que, al año siguiente -el 14 de noviembre- a petición de María Rosa, se llamará, Hermanas de la Consolación, porque las obras en que de ordinario se ejercitan» ... «se dirigen todas a consolar a sus prójimos». Por voluntad suya, la Congregación tendrá por fin: «Dilatar el conocimiento y Reino de Jesucristo», «como manantial y modelo de toda caridad, Consuelo y perfección» y «continuar la Misión sobre la tierra de nuestro dulcísimo Redentor», «consolando al afligido», educando, sirviendo al hombre en «cualquier necesidad». El Señor la había preparado para la misión de Fundadora a través de múltiples servicios y situaciones, a veces dolorosas, que ella vivió con serena y heroica paciencia. María Rosa vive con fortaleza estas situaciones; las vive en silencio y tiene «para cuantos afligen su espíritu, delicadas atenciones y afabilidad». Las vive con serenidad y, a patentes injusticias, responde con servicios generosos y hasta heroicos. Así, a las autoridades de Tortosa que injustamente la han alejado de la escuela pública de niñas, presta su ayuda para la organización de un Lazareto, «dispuesta a sacrificarlo todo en pro de nuestros pobrecitos hermanos», por si sus «servicios fuesen bastantes para aliviar la suerte del prójimo». Esta mansedumbre y paciencia en soportar no son, en María Rosa, cobardía ni debilidad, sino fortaleza que se hace parresía, valentía y libertad evangélicas, cuando están en juego los intereses de los pobres, la verdad, o la defensa del débil. La vemos salir en defensa de las amas de lactancia a quienes la administración no paga el justo salario; defender a sus hijas, injustamente desacreditadas por un administrativo de uno de sus hospitales; impedir a un médico utilizar a los niños expósitos para experimentar intervenciones quirúrgicas. Y esto lo hace María Rosa sin perder en ningún momento su sereno equilibrio. «Poseía el secreto de ganar los corazones», «infundía recogimiento y veneración». «Era inexplicable verla siempre bondadosa, afable y cariñosa con una superioridad de espíritu envidiable». Esta actitud constante que caracteriza a María Rosa Molas, se entiende tan sólo desde «el secreto de su corazón, que llenaba sólo Dios». Era «efecto del íntimo y continuo trato con Dios que presidía su vida, su acción, sus afectos». «Creía de poca importancia cualquier sacrificio, humillaciones, calumnias, persecuciones. Cuanto la acercaba a Dios le era muy grato ... Difícil, inaguantable y amargo lo que sospechaba que a él ofendía». Desde ese amor a Dios «se hacía caridad vivida», «se inclinaba sobre el necesitado, sin distinción alguna», si no era en favor de los ancianos más desvalidos y de los niños más abandonados «que eran la pupila de sus ojos». Pasa su vida haciendo el bien, ofreciéndose a sí misma «en el don de una completa entrega en la misericordia y en el consuelo, a quien lo buscaba y a quien, aun sin saberlo, lo necesitaba». Cumple así su misión consoladora hasta que, a fines de mayo de 1876, siente que el Señor se acerca. Tras breve enfermedad, desgastada por su servicio incansable a los pobres moría al caer el 11 de junio de 1876, domingo de la Santísima Trinidad. ç El Papa Pablo VI la beatificó el 8 de mayo de 1977, ese día dijo de ella que fue "Maestra de Humanidad" y que "vivió el desafío humanizante de la civilización del Amor". En 1988 Juan Pablo II la declaró santa ante toda la Iglesia. Su figura sigue siendo hoy mensaje para los creyentes y para todos los hombres de buena voluntad que trabajan en la transformación del mundo.
Esteban Bandelli, Beato
Dominicano, Junho 11
Esteban Bandelli, Beato
Esteban Bandelli, Beato
Este apóstolo eloquente e zeloso, de tal modo que se lhe chamou um novo Paulo, nasceu no ano 1369 em Castelnuovo Scrivia, perto de Alexandría (Itália) e tomou o hábito da Ordem em Piacenza.
Enseñó filosofía y teología en la universidad de Pavía, pero sobresalió principalmente en la predicación y en el ministerio de la confesión. Muchos pecadores se convirtieron por su predicación. Murió a los ochenta y un años el día 11 de junio de 1450 en Saluzzo, ciudad que después de su muerte libró de un grande asedio, y su cuerpo se venera allí en la iglesia de S. Juan Bautista. Su culto fue confirmado por Pío IX el 21 de febrero de 1856.
Ignacio Maloyan, Beato
bispo e Mártir, Junho 11
Ignacio Maloyan, Beato
Ignacio Maloyan, Beato

Bispo e Mártir

Ignácio Maloyan (Shoukrallah), filho de Melkon e Faridé, nasceu em 1869, em Mardin, Turquía.
Seu pároco, notou nele indícios de uma vocação sacerdotal, pelo que o enviou ao convento de Bzommar, Líbano; tinha catorze anos.
Después de terminar sus estudios superiores en 1896, el día dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, fue ordenado sacerdote en la Iglesia del convento de Bzommar, pasó a ser miembro del Instituto de Bzommar y adoptó el nombre de Ignacio en memoria del famoso mártir de Antioquía. Durante los años 1897-1910, el padre Ignacio fue nombrado párroco en Alejandría y El Cairo, donde su buena reputación se propagó rapidamente. El Patriarca Boghos Bedros XII lo nombró como su asistente en 1904. A causa de una enfermedad que afectó sus ojos y una asfixiante dificultad para respirar, regresó a Egipto y permaneció allí hasta 1910. La Diócesis de Mardin estaba en un estado de anarquía, por lo que el Patriarca Sabbaghian envió al Padre Ignacio Maloyan para restablecer el orden. El 22 de octubre de 1911, los Obispos del Sínodo reunido en Roma eligen al Padre Ignacio como Arzobispo de Mardin. Él se hizo cargo de sus nuevas funciones y planeó la renovación de su destrozada Diócesis, fomentando especialmente la devoción al Sagrado Corazón. Lamentablemente, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, los armenios residentes en Turquía (que fueron aliados de Alemania) comenzaron a soportar sufrimientos inenarrables. De hecho, el 24 de abril de 1915 marcó el comienzo de una verdadera campaña de exterminio. El 30 de abril de 1915, los soldados turcos rodearon el Obispado Católico Armenio y las iglesias en Mardin, bajo el argumento de que eran escondites para armas. A principios de mayo, se reunieron el Obispo y sus sacerdotes, él les informó de la situación peligrosa que se veía venir. El 3 de junio de 1915, soldados turcos se llevaron al Obispo Maloyan arrastrado con cadenas a los tribunales con otras veintisiete personalidades católicas armenias. Al día siguiente, veinticinco sacerdotes y ochocientos sesenta y dos creyentes estaban encadenados. Durante el juicio, el jefe de la policía, Mamdooh Bek, pidió al Obispo convertirse al Islam. El obispo respondió que él nunca traicionaría a Cristo y su Iglesia. El buen pastor le dijo que estaba dispuesto a sufrir todo tipo de malos tratos e incluso la muerte y en esta estaría su felicidad. Mamdooh Bek le golpeó en la cabeza con la parte trasera de su pistola y ordenó que le pusieran tras las rejas. Los soldados le encadenaron los pies y las manos, lo arrojaron sobre el suelo y le golpearon sin piedad. Con cada golpe, al Obispo se le escuchó decir "Oh Señor, ten piedad de mí, oh Señor, dame fuerza", y pidió a los sacerdotes presentes la absolución. Por eso, los soldados volvieron a golpearle y le arrancaron las uñas de los pies. El 9 de junio, su madre lo visitó y lloró por su estado. Pero el valiente Obispo la alentó. Al día siguiente, los soldados reunieron cuatrocientos cuarenta y siete armenios y los subieron en camiones. El comvoy militar tomó la ruta del desierto. El Obispo alentó a sus feligreses a permanecer firmes en su fe. Luego, se arrodillaron y el oró a Dios que los ayude a aceptar el martirio con paciencia y coraje. Los sacerdotes concedieron a los creyentes la absolución. El Obispo tomó un trozo de pan, lo bendijo, recitó las palabras de la Eucaristía y lo dio a sus sacerdotes para distribuir entre la población. Uno de los soldados, testigo ocular, relató esta escena: "A esa hora, vi una nube que cubría a los prisioneros y de todos lados se emitía un aroma perfunado. Había una mirada de alegría y serenidad en sus rostros". Como todos los que van a morir por amor a Jesús. Después de dos horas a pie, hambrientos, desnudos y encadenados, los soldados atacaron a los presos y los mataron ante los ojos del Obispo. Luego de la matanza llegó el turno del obispo Maloyan. Mamdooh Bek pidió entonces Maloyan de nuevo a convertirse al Islam. El soldado de Cristo contestó: "Yo he dicho que voy a vivir y morir por la causa de mi fe y la religión. Me enorgullezco en la cruz de mi Dios y Señor". Mamdooh se enfadó mucho, le apuntó con su pistola y disparó a Maloyan. Antes que él respirara su último aliento gritó en voz alta: "Dios mío, ten piedad de mí; en tus manos encomiendo mi espíritu". Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Ignacio, contacte a: Patriarcat Arménien-Catholique Rue de l’Hopital Orthodoxe Jeitaoui 2400 Beyrouth, LEBANON - o - Institut du Clergé Patriarcal de Bzommar 5081 Bzommar, LEBANON
Yolanda de Polonia, Beata
Duquesa, Junho 11
Yolanda de Polonia, Beata
Yolanda de Polonia, Beata

Duquesa de Polónia. Viúva, Religiosa da Segunda Ordem Franciscana (Clarissa)

Seu culto foi aprovado por León XII em 26 de Setembro de 1827. Yolanda, princesa de Polonia, nació en 1235, hijade Bela IV rey de Hungría y de María Lascaris, de la casa imperial griega. Fue hermana de Cunegunda, venerada también como santa. También su padre era Terciario franciscano. Su familia hundía sus raíces en la santidad de Santa Eduviges, San Esteban rey y San Ladislao. Lateralmente estaba emparentada con Santa Margarita, reina de Suecia. Siendo aún niña, Yolanda fue encomendada a su hermana Cunegunda, que se había casado con el rey de Polonia, en todo digno de su esposa, tanto que era llamado Boleslao el Casto. Yolanda al crecer también encontró esposo en el país adoptivo de su hermana. Era otro Boleslao, duque de Kalisz, llamado Boleslao el Pío. Así la hija del rey de Hungría, que había crecido en Bohemia y desposada con un noble polaco, fue considerada y amada allí como en su propia patria. El reinado de Yolanda y Boleslao no tuvo larga duración. Pronto murió el esposo de Yolanda. Ella había tenido tres hijas: colocó dos con digno matrimonio, y junto con la tercera hija, que aspiraba a la vida religiosa, se retiró entre las clarisas de Sandeck. En aquel modesto convento vivía ya su hermana, la viuda reina Cunegunda, fundadora del mismo. El silencio del claustro escondió así por muchos años las virtudes de las tres mujeres, excepcionales por nacimiento y por vocación. En 1292 murió Cunegunda. Yolanda, para huir a las incursiones de los bárbaros, dejó aquel monasterio y pasó a otro más al occidente, el convento de las clarisas de Gniezno. Era un convento fundado por su esposo Boleslao el Pío, sin pensar él que más tarde su propia esposa se ocultaría entre aquellas hijas de Santa Clara bajo el hábito franciscano. A pesar de ser la superiora, actuaba como si fuera inferior a todas: practicó intensamente las virtudes cristianas y religiosas, especialmente la humildad, la oración y la meditación de la pasión de Cristo. Se dice inclusive que tuvo revelaciones y apariciones de Jesús crucificado. Supo conducir a sus co-hermanas por la vida de las más heroicas virtudes, precediéndolas en la práctica de la penitencia y de la contemplación con una generosidad constante que era alimentada por la meditación diaria de la Pasión de Cristo. El Esposo celestial la recompensó apareciéndosele varias veces y embriagándola con las delicias de su amor. La soledad no le impidió ocuparse de los pobres, a quienes daba alegremente alimento y generosas ofrendas. En 1298 enfermó gravemente y predijo la hora de su muerte. Mientras sus cohermanas lloraban alrededor de su lecho de enferma, las exhortó a la fidelidad en la observancia de la regla y a la perseverancia en el desprecio de las cosas terrenas. Luego habló con ellas de la magnífica recompensa que la esperaba en el cielo. Fortalecida con los últimos sacramentos, se durmió dulcemente en el Señor. Era el 11 de junio de 1298. Tenía 63 años de edad.
Alicia de Schaerbeek, Santa
Virgem, Junho 11
Alicia de Schaerbeek, Santa
Alicia de Schaerbeek, Santa
No mosteiro de La Camabre, perto de Bruxelas, em Brabante, Santa Alicia ou Aleide, virgem, da Ordem Cisterciense, que aos vinte e dois anos de idade adoeceu com lepra e se viu obrigada a viver como reclusa. Até ao final de sua vida se viu privada da vista, de modo que nem um só membro de seu corpo estivesse são, excepto sua língua para cantar os louvores de Deus.
http://es.catholic.net/santoral Recolha, transcrição e tradução incompleta de António Fonseca

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